La hora de la verdad
Hinata no podía creer lo que había dicho Naruto. De todos los disparates que había dicho, ese, sin duda alguna, era el mayor de todos. Nunca engañaría a Hiashi, a ella le parecía que su padre tenía una habilidad para detectar los sentimientos de la gente.
- Estás de broma, ¿no? - dijo Hinata, que seguía despistada tras la revelación de la idea de Naruto.
- No, no lo estoy. – dijo Naruto, absolutamente convencido sobre su plan. – Mira, sé que igual no es la mejor de las ideas...
- Eso es evidente. - dijo Hinata, que interrumpió a Naruto de forma abrupta. - ¿Crees que vas a poder engañar a mi padre? Él tiene una especie de don para detectar los sentimientos de otros. No le vas a engañar.
- No me hará falta engañarle, simplemente le hablaré con el corazón. – dijo Naruto, con total sinceridad, poniéndose la mano en el pecho. - Y a lo mejor exagerar un poco lo que siento.
- ¿Y eso no es mentir? – preguntó Hinata, algo extrañada por las palabras que había dicho Naruto, ya que no iba con él mentir.
- No, simplemente es cambiar una parte de la realidad. - dijo Naruto, que se acercó a Hinata y acarició la mejilla de la chica con la intención de darle confianza. – Confía en mí, por favor, lo conseguiremos.
Naruto no podía decirle a Hinata que cuando le dijera a Hiashi que la amaba no estaría mintiendo, aún era pronto para decirle nada acerca de sus sentimientos por ella, pero ya tenía la sensación, viendo cómo confiaba en él, que sería cuestión de tiempos que correspondiera sus sentimientos. Llegado el momento, tendría que fingir no darse cuenta, aunque sus dotes para la mentira no eran las mejores. Porque si de algo estaba seguro Naruto, sin duda era de que ella se enamoraría de él.
El simple roce de Naruto hizo que todo el cuerpo de Hinata flaqueara, se sintió débil con ese simple gesto de aprecio. Sus ojos se abrieron ampliamente y sus mejillas se sonrojaron ligeramente, cada vez que Naruto tenía un gesto de esa índole con ella, sentía que daba igual el reto que se le pusiera delante, que siempre que él estuviera a su lado, podría con todo, por muy difícil que fuera. No sabía por qué sólo él la hacía sentir así, tan fuerte, pero tan débil al mismo tiempo. Nunca había sentido algo así. Agarró la mano de Naruto, y, con la decisión que le permitía su mente, aceptó la propuesta de Naruto.
- Está bien, pero antes de nada, tenemos que conocernos mejor para que la historia sea creíble. – dijo Hinata sin soltar la mano del rubio.
Naruto estuvo de acuerdo, aunque más por mantener las apariencias, porque él sabía prácticamente todo de ella. No en vano, había estado con una persona que la conocía perfectamente: la propia Hinata. Todo lo que hacía desde su retorno al pasado, lo hacía por ella, por su único amor, por esa adorable mujer de ojos blancos, pelo azul y cuerpo bien formado y hecho para el pecado. Decidió jugar un poco con ella y probar su reacción.
– He pensado en lo que le diré a tu padre si me pregunta por qué quiero salir contigo. – dijo Naruto, poniendo su característica media sonrisa y acercándose al oído de Hinata, susurrándole. - ¿Quieres oír un avance?
Esas palabras y esa actitud pillaron por sorpresa a Hinata, le dio la sensación de que estaba coqueteando con ella. No creía que Naruto fuese consciente de la actitud que tenía, pensó que había sido sin querer, ya que Naruto siempre había amado a Sakura.
- Sí, sólo una parte.
- Está bien, allá va. – dijo Naruto, con una sonrisa de satisfacción en la cara. Aunque ella no creyese que fuese cierto, le confesaría una parte de sus sentimientos. – Me gustaría salir formalmente con su hija, si fuese posible. ¿Por qué? Ella es el motivo por el que respiro, es la luz que ilumina mi camino, con ella a mi lado siento que soy capaz de conseguir todo lo que me proponga. La amo con todo mi corazón, y sé que no va a cambiar, sin importar cuánto tiempo y cuántas dificultades pasen.
Hinata se sonrojó y dejó caer una lágrima, las palabras de Naruto la habían conmovido profundamente. Le hubiese encantado que alguien se lo hubiese dicho en otras circunstancias, en una cita, en una petición de matrimonio, durante cada día de su vida... Le hubiera encantado vivir un romance normal y corriente, como el que vivían Sakura y Sasuke, con altibajos, pero sabiendo que esa persona especial siempre estará a su lado.
- Vaya, qué bonito... - dijo Hinata, notablemente emocionada.
Naruto simplemente le sonrió, para él era más que suficiente habérselo dicho, aunque ella pensase que era una simple formalidad y que no era cierto, para él el poder decírselo era un alivio, suponía quitarse un peso mastodóntico de sus espaldas.
Naruto e Hinata prosiguieron su camino a clase, conociéndose mejor. La charla en aquella cita había servido para romper el hielo y comenzar a conocerse mejor. No es que Naruto no supiera nada de ella, sino que se divertía muchísimo escuchándola. Cuando era un adolescente en su otra vida, nunca pensó que iba a sentir eso por otra mujer que no fuera Sakura. Ahora que ya había madurado, sabía que nunca sintió algo así por Sakura y que nunca sentiría algo así por alguien que no fuese Hinata. Podría estar horas y horas oyéndola, que nunca se aburriría.
Naruto e Hinata llegaron al instituto hablando tranquilamente y juntos, para sorpresa de todos menos de sus amigos. Todo el grupo ya se había enterado de lo que sentía Naruto por Hinata, y estaban más que dispuestos a ayudar al rubio.
- ¡Hola, Naruto! ¡Hola, Hinata! ¿Qué tal la quedada? – preguntó Sakura, acompañada de Ino.
- Bien, la verdad es que pasamos un muy buen rato juntos. – dijo Naruto extremadamente feliz por haber pasado tiempo con su amada. - ¿Verdad Hinata?
Hinata se quedó embobada ante la atención que recibían ambos de sus amigos. Ella esperaba que fuesen Kiba, Sakura y, como mucho, Sasuke los que fueran a preguntarles. Ninguno de los dos esperaba que fuese todo el grupo a por ellos. Sólo la voz de Naruto la hizo reaccionar.
- S-Sí, la verdad es que lo pasamos bien... - dijo Hinata, avergonzada por ser el centro de atención.
- Oye, ¿podéis dejarlos tranquilos? Estáis incomodándolos un poco. – dijo Kiba, que veía la escena desde la distancia.
Todos asintieron, y se fueron los chicos por un lado y las chicas por otro. Naruto sabía que sus amigos no le preguntarían mucho, más sabiendo que Kiba velaba por ambos. Ahora bien, no quería encontrarse con Sakura, porque sabía que le esperaba un largo interrogatorio.
El timbre sonó y todos entraron a clase, y, como era habitual últimamente, Naruto se sentó al lado de Hinata, Sakura al lado de Sasuke y el resto del grupo desperdigado por la clase. La mañana pasó rápidamente y llegó el recreo, Naruto salió raudo junto a Hinata, intentando evitar a Sakura. A Hinata le extrañó la prisa que tenía Naruto.
- Oye, Naruto, ¿por qué tanta prisa? – preguntó Hinata.
- Porque no quiero encontrarme con Sakura. – dijo Naruto, con absoluta sinceridad. - Paso de ser víctima de uno de sus famosos interrogatorios.
- No será para tanto... - dijo Hinata, intentando rebajar la tensión que tenía Naruto en su cuerpo, sin conseguirlo.
- Créeme, lo es. – dijo Naruto, con absoluta pesadez al pensar en Sakura y la enorme cantidad de preguntas que le haría.
- Conque aquí estáis... Naruto, tengo algo que preguntarte sobre la clase. – dijo Sakura de fondo, corriendo hacia Naruto e Hinata.
- Mierda... - dijo Naruto, quejándose en voz baja.
- Bueno yo me voy con Kiba, me dijo que quería hablar conmigo. ¡Nos vemos! – dijo Hinata, corriendo para evitar el interrogatorio de Sakura.
Naruto maldijo su suerte. Ahora no iba a poder evitar las constantes preguntas que le iba a hacer su mejor amiga, que tendrían relación todas con su salida con Hinata. Más que por lo que le había pasado, lo que no quería era comentarle la situación que sufría Hinata, ella se lo había confiado exclusivamente a él y a Kiba, y que se lo contara a otra persona sería traicionar su confianza y perder parte del progreso que había conseguido hasta ese momento.
- Bueno, ¿y qué tal te fue ayer? Espero que lo que te comentamos te sirviera de ayuda... - dijo Sakura, sonriendo a su amigo.
- La verdad es que sí me sirvió. – dijo Naruto, exhalando un suspiro de puro gozo y felicidad. - La llevé a una cafetería que conozco que tiene los mejores rollos de canela que conozco.
- ¿No es un poco simple llevarla a una cafetería por unos simples rollos de canela? – preguntó Sakura, muy extrañada por la decisión de Naruto de llevarla a una cafetería.
- No cuando son su dulce favorito...
- ¿Y cómo sabías que son su dulce favorito? – preguntó Sakura, extrañada por ese comentario, ya que ella no sabía que a Hinata le gustara ese dulce.
Naruto se vio entre la espada y la pared, no supo cómo justificar ese conocimiento que tenía sin explicar toda su situación, porque nadie le creería, esa historia era digna de manicomio. Decidió disimular un poco e intentar engañar a Sakura.
- No lo sabía. – dijo Naruto, haciéndose el tonto, convenciendo a Sakura. - Pero le pregunté por el camino si le gustaban y me dijo que sí, que era su dulce favorito. Y aunque no le hubieran gustado, podría haber pedido otra cosa, ¿no?
- Cierto. – dijo Sakura, obviando el tema. – Y bien, ¿de qué hablasteis?
- De todo un poco, ya sabes: clases, su vida, mi vida... - dijo Naruto, haciendo una descripción vaga. – Al final los dos lo pasamos bien y nos abrazamos.
- Vaya, me alegra, estás dando pequeños pasos hacia ella. – dijo Sakura, satisfecha por los logros de Naruto, a pesar de lo que mostrara, ella también tenía algo de miedo de que Naruto fallara. – Es importante que sigas así, tarde o temprano, ella empezará a sentir algo por ti. ¿Vamos a comer?
Naruto asintió, pensó que el interrogatorio no había sido para tanto y que había asustado a Hinata para nada. Aunque lo peor estaría por llegar, cuando fuera a hablar con Hiashi.
Hinata corrió hacia Kiba, necesitaba hablar con su mejor amigo sobre la situación y el giro que había dado tras la revelación del plan de Naruto. Había conseguido que tuviera fe en él y devolverle una parte de la alegría que tenía antes de descubrir todo. Salió al patio y lo vio sentado en un banco
- Naruto lo sabe...
- Lo sé, después de la salida, me llamó. – dijo Kiba, sin mirar a Hinata.
- Él me dijo que te iba a llamar. – dijo Hinata. - Él cree que va a poder librarme del matrimonio.
- ¿Y tú crees que lo va a conseguir? – preguntó Kiba, dándose la vuelta y encarando a Hinata. - Puede que no lo parezca, pero Naruto parecía muy preocupado por tu felicidad y por ti.
- No lo sé, pero el simple hecho de que lo intente es de agradecer. – dijo Hinata, mirando al cielo. - Me ha devuelto la esperanza de ser libre y de poder decidir sobre mi vida amorosa.
Kiba sonrió, agradecía a Naruto que le devolviera la ilusión y las ganas de vivir a Hinata. Ella no merecía sufrir de esa forma, merecía todo lo bueno que le pasara y más, y ahora parecía que el rubio era lo mejor que le había pasado. Iba a contradecir los designios de la familia de Hinata, no sería una tarea sencilla, pero todos conocían la determinación que tenía Naruto cuando se proponía algo.
- Por vuestro bien, ojalá que el plan de Naruto tenga éxito. – dijo Kiba, mientras abrazaba a Hinata.
El timbre sonó, indicando el final del recreo y señalando que todos los alumnos debían volver a clase. Todos entraron a ritmo pausado, Hinata intentó buscar a Naruto, pero entre tanta gente, por muy característico que fuera el rubio, era casi imposible encontrarlo. Hinata dejó de buscarlo y siguió su camino a clases, cuando llegó, Naruto estaba hablando con Sasuke y Sakura.
- Espero que todo salga bien... - dijo Sakura, con una sonrisa en su cara.
Hinata estaba algo decepcionada su amigo. No le había dicho nada, pero esperaba que Naruto no comentara nada sobre su situación personal
- ¡Ah, hola Hinata! – dijo Naruto
- Hola. – dijo Hinata, de forma seca y cortante. - ¿Podemos hablar un momento?
Naruto asintió, así que Hinata tomó su mano y lo sacó de clase. El chico se puso nervioso ante el contacto tan íntimo que había iniciado la chica, ya que normalmente siempre era él quien iniciaba las conversaciones y las charlas.
- ¿Por qué se lo has contado? – dijo Hinata, que estaba enfurecida.
- ¿De qué hablas? – dijo Naruto, que no entendía por qué su, de momento, amiga estaba así de enfadada con él.
- De mi situación y del plan. – dijo Hinata, que cambió la ira por la decepción, dejando que se notara en su voz. - Has tardado en ir corriendo y decírselo a ellos.
Naruto se sintió mal, a pesar de los esfuerzos que hacía para ganarse un lugar en el corazón de Hinata, a pesar de los gestos de afecto y cariño, no creía en él. Estaba siendo muy complicado acceder al corazón de Hinata, aunque esperaba que eso cambiara en poco tiempo.
- Haga lo que haga, sigues sin confiar en mí, ¿verdad, Hinata? Me duele que pienses que traicionaría la confianza que tienes en mí. – dijo Naruto, algo triste por la poca confianza que tenía en él. – No te preocupes, no le he dicho a nada a nadie, ni lo haré. Estábamos hablando de los exámenes, que en nada se acercan.
Hinata pensó que era una estúpida por desconfiar en él, ya que no le había dado motivos para ello. De hecho, sólo le había dado motivos para confiar y creer en él.
- Lo siento mucho, Naruto. – dijo Hinata, que estaba arrepentida. No sabía por qué había dudado de él.
- No pasa nada. – dijo Naruto, siendo comprensivo. Al fin y al cabo, por mucho que tuviera motivos, nunca podría enfadarse con Hinata. - Supongo que no es fácil creer en alguien que, hasta hace no tanto tiempo, era un perfecto desconocido, ¿no? Pero ya no lo soy, así que puedes estar tranquila.
Las palabras de Naruto reconfortaron a Hinata, que tomó una decisión clara: jamás volvería a desconfiar de Naruto, hasta ese momento no tenía motivos para hacerlo, había sido un perfecto caballero con ella.
Se fueron a sentar cuando entró el profesor de lenguaje, Kakashi Hatake. Tenía fama de ser duro y exigente, pero se hacía querer entre sus alumnos debido a que siempre intentaba ayudarlos con lo que pudiera.
- ¡Hola! Perdonad por el retraso, es que tuve que ayudar a una ancianita a cruzar la calle.
A los alumnos siempre les extrañó que Kakashi siempre tuviera alguna excusa cuando llegaba tarde: si no era que ayudaba a una ancianita, era que se cruzaba un gato negro y debía dar un rodeo, o que un alumno se hirió y tuvo que cargarlo hasta la enfermería. Siempre le surgía algo.
Naruto no podía dejar de pensar en Hinata. Más que en ella en sí, en el matrimonio y en cómo y cuándo hablar con Hiashi. Él creía firmemente que cuanto antes lo hablaran, mejor para todos.
- Oye, Hinata, creo que cuanto antes solucionemos el tema de tu padre, antes podremos estar tranquilos. – dijo Naruto en voz baja, para que nadie le oyera, aunque su voz se confundía con el murmullo general que había cuando el profesor acababa de entrar.
- No sé, primero tendremos que inventar una historia que sea medianamente creíble. – dijo Hinata, que no estaba convencida del todo de hacerlo lo más rápido posible.
- Tú déjamelo a mí. Tendremos la mañana de ese día para hablarlo todo y que nuestra historia no se tambalee.
Hinata asintió, a lo que Naruto sonrió y dejó de hablar del tema. Más que nada porque Kakashi ya les había lanzado una mirada acusadora, indicándoles que estuvieran en silencio.
Tras las clases, Naruto e Hinata volvieron a salir juntos, por suerte para ellos, era viernes y el fin de semana podrían hablar más tranquilamente, pero Naruto no estaba dispuesto a que Hinata siguiera triste.
- Hinata, ¿te parece que vayamos a hablar con tu padre mañana?
A Hinata le parecía muy apresurado el hablar con Hiashi tan pronto, porque no se conocían tan bien como para poder hacer creer que eran pareja, o al menos que estaban saliendo juntos.
- ¿No es un poco pronto? – dijo Hinata - Ni siquiera nos conocemos bien.
- No, como te dije, cuanto antes lo hagamos, antes podrás estar tranquila y ser libre. – dijo Naruto con mucha calma y tranquilidad, todo lo contrario a lo que solía ser él habitualmente. - Además, creo que te conozco bien, así que no te preocupes. Aquel día que quedamos pude aprender mucho de ti.
Hinata aceptó lo que decía Naruto, era cierto que la incertidumbre le estaba pasando factura, parecía distraída y eso se notaba en su día a día, por ejemplo, esa mañana quiso hacerse un zumo de naranja y acabó bebiendo zumo de pera.
- Bueno, si crees que estamos listos, adelante. – dijo Hinata, poniendo la mejor de las sonrisas.
Naruto consiguió convencer a Hinata, ella también quería que todo aquello se acabara de una vez. Acompañó a Hinata hasta su casa, y se despidió con un "nos vemos mañana" que lo decía todo. Naruto caminó hasta su casa, y cuando llegó, se quitó la mochila y se tumbó un rato en la cama a pensar. Era evidente que se había acercado mucho a Hinata, pero presentía que mañana era el paso definitivo, sobre todo si tenía éxito, era la llave al corazón de su amada.
Tras divagar un buen rato, Naruto comenzó a hacer las tareas. No era normal que Naruto fuese tan aplicado, pero tenía un sueño por el que luchar: ser neurobiólogo, porque ver como vio a Hinata en su momento le afectó sobremanera, y no quería verla así jamás. Cuando terminó, ya era de noche, cenó y se fue a dormir con tranquilidad.
Al día siguiente, como ya no tenía tareas, pudo tomarse las cosas con calma que le permitía su corazón. Se tumbó en la cama y se dedicó a jugar un rato con su PS4, para relajarse. Cuando lo consiguió, se levantó de la cama con muchas esperanzas, había pasado todo el día pensando, ese era el día en el que iría a hablar con Hiashi para que no uniera a Hinata en matrimonio con otra persona, con la esperanza de ser él esa persona en el futuro. Cogió su móvil y procedió a llamar a Hinata, que no tardó en contestar.
- ¿Sí?
- Hola, Hinata. – dijo Naruto, que estaba muy animado, y también extremadamente nervioso. Todo tenía que ser perfecto. - Hoy es el día...
- Sí. ¿Has pensado en todo?
Naruto sonrió. Iba a usar sus vivencias para exponer cómo se enamoró de Hinata, no había riesgo de que nadie supiera que eso ya había pasado.
- Por supuesto. – dijo Naruto. - Nos conocimos en clase, y yo siempre estuve enamorado de ti, pero nunca me atreví a decirte nada. Siempre te observaba desde la distancia, pero tú nunca me tuviste en cuenta, hasta que vi un día que estabas llorando y decidí, haciendo acopio de todo mi valor, acercarme a ti. Te ofrecí un pañuelo para que secaras tus lágrimas y te dije que las niñas fuertes no lloraban. Y así empezamos a salir como amigos.
Hinata estaba impresionada, Naruto había inventado una historia bastante sencilla, pero emotiva.
- No creo que mi padre pregunte más de eso. – dijo Hinata, que a pesar de la importancia de lo que iba a suceder, parecía absolutamente tranquila. - Pero deberías estar preparado para cualquier cosa.
- Lo estoy. Me visto y salgo para tu casa, ¿de acuerdo?
- Vale.
Naruto colgó, se vistió con una camisa negra que tenía el estampado de una flor en gris, un pantalón de color negro y unas zapatillas naranjas. No era una vestimenta formal, pero tampoco era una ropa pordiosera. Iba vestido normal, como iría vestido en una quedada con sus amigos, eso sí, su detalle con algo naranja no faltaba, consideraba que era la perfecta combinación de sus padres: rubio su padre y pelirroja su madre, daba como resultado el color naranja. Cogió una manzana y salió de su casa, corriendo hacia la de Hinata. Cuando llegó, Naruto volvió a quedarse impresionado ante la majestuosidad de la casa de la familia Hyuga. Una familia tan importante no podía vivir en una casa normal y corriente como la que vivía él. Se fijó en todos los detalles, era una vivienda muy amplia, de dos plantas, su decorado estaba basado en la época antigua. Era la combinación perfecta de modernidad y clasicismo, digna de una estirpe tan prestigiosa como la de los Hyuga.
Naruto llamó al timbre y una sirvienta le abrió. No podía creer que Hinata nunca se hubiera dejado llevar por la opulencia que emanaba esa casa, que todo lo que tenía le importara poco y que siempre hubiera sido una chica humilde y se preocupara más por los demás que por ella misma. Esos pequeños detalles fueron los que, poco a poco, se enamorara perdidamente de ella.
Le preguntó a la sirvienta dónde estaba la habitación de Hinata, y ésta le dijo que estaba en la segunda planta, al fondo del pasillo a la derecha. Naruto se dirigió a la habitación
- ¡AH! Na-Naruto, no te esperaba. – dijo Hinata, netamente avergonzada, intentando tapar su cuerpo con esa minúscula toalla.
Naruto no reaccionó, se quedó absolutamente pasmado viendo el escultural cuerpo de Hinata, que estaba cubierto por una toalla que apenas alcanzaba a cubrir desde el inicio de sus turgentes y firmes pechos hasta el nacimiento de sus torneadas piernas y su redondeado trasero. ¿Para qué iba a negarlo? Pensaba que Hinata estaba buenísima, era la chica más sexy que él había visto nunca; de hecho, con los chicos siempre hablaba de qué chica era más sexy, y para él, la ganadora por goleada era Hinata. Sólo él conocía las virtudes que tenía la figura de su amada. Rogaba por volver a tenerla para sí, con él debajo de ella, con ella encima, de lado... La posición daba igual, lo que quería era volver a oírla rogando para que le diera más amor. Naruto sacudió la cabeza, intentando borrar esos pensamientos tan impuros de su cabeza, volviendo en sí.
- Eh... Perdona, Hinata. Mejor espero fuera un momento, y me avisas para entrar, ¿vale?
Naruto salió de la habitación bastante "animado". Era innegable, por cómo se abultaba su pantalón a la altura de la entrepierna, que esa situación había sido muy caliente para él. Aunque no fuese la primera vez que la veía de esa guisa, siempre reaccionaría igual.
Hinata se vistió, aún sonrojada de que Naruto la hubiera visto así. Juraría que por un momento vio cómo algo crecía en la entrepierna de su amigo mientras la miraba de arriba abajo, viéndola como si fuera una obra de arte digna de admirar. Pensó que era su imaginación, lo que la llevó a pensar otra cosa: ¿por qué le gustaba imaginar que ella pudiera tener ese efecto en él? Hinata sacudió su cabeza para eliminar esos pensamientos. Cuando ya estuvo lista, salió de su habitación y se acercó a Naruto, diciéndole que estaba preparada. Naruto entendió que no solo se refería a su aseo personal, asintió con una sonrisa y caminó junto a ella, buscando a Hiashi, que se encontraba en el salón principal junto a Hanabi. Hinata los vio y se quedó frenada, no sabía cómo sacar el tema, después de todo, lo que iba a decir suponía contradecir los designios de su familia, y ese era un tema especialmente delicado. Decidió acercarse a ellos y sacar el tema directamente, aunque le costara mucho.
- Padre, te-tenemos q-que decirte algo. – dijo Hinata tartamudeando y mirando al suelo, con un hilillo de voz que apenas mostraba confianza.
Naruto se dio cuenta de ello y le agarró la mano, mientras le sonreía. Hinata miró su mano al sentir la presión que ejercía la mano de Naruto sobre la suya. Se sintió segura, sintió que todo era más fácil
- ¿Qué me tienes que decir, hija mía? – dijo Hiashi, degustando su té verde.
- Este es Naruto... Estamos saliendo.
Hiashi se quedó estupefacto ante la confesión de Hinata, nunca sospechó que ella pudiera tener pareja. La misma reacción tuvo Hanabi, que no creía a su adorada hermana mayor.
- ¿De verdad?
- Sí, señor. – dijo en esta ocasión Naruto, que destilaba confianza en cada una de sus palabras. – Su hija es lo mejor que me ha pasado en la vida, y me gustaría salir formalmente con su hija, es el motivo por el que respiro, es la luz que ilumina mi camino, con ella a mi lado siento que soy capaz de conseguir cualquier cosa que me proponga. La amo con todo mi corazón, y sé que eso no va a cambiar, sin importar cuánto tiempo y cuántas dificultades pasen.
Hiashi sonrió de forma ladina, pensó que todo era una estrategia y que, a poco que le apretara las tuercas a Naruto, se rendiría y descubriría las intenciones de Hinata. Era muy fácil decir que la amaba, pero lo tendría que demostrar.
- ¿Me puedes acompañar un momento a mi despacho, Naruto?
Naruto sintió algo de temor, encarar a Hiashi siempre le daba algo de respeto. Asintió, por lo que Hiashi se levantó y le dijo a Naruto que le acompañara. Hiashi condujo a Naruto a su despacho, que tenía varias estanterías llenas de libros, la mayoría clásicos, una mesa llena de papeles, que Naruto supuso que eran de la empresa familiar una silla y un ventanal que dejaba pasar mucha luz. La tensión se podía cortar con un cuchillo, nadie de los allí presentes esperaba esa reacción de Hiashi cuando Naruto dijo de forma tan directa los sentimientos que tenía por Hinata.
- Bueno, Naruto... - dijo Hiashi, poniéndose más serio aún si cabe. – Supongo que Hinata te habrá puesto al corriente de su situación, y comprenderás que, por mucho que yo quiera, los designios de la familia son casi inviolables.
- Lo entiendo, señor Hyuga. – dijo Naruto, que entendía la dificultad de lo que quería conseguir. - Lo único que esperaba era poder ser feliz con su hija. Ella es el motivo por el que sonrío, quien me da fuerzas para seguir adelante ante cualquier adversidad. Verla sonreír hace que sea feliz, verla llorar me pone triste. Mi corazón es suyo por toda la eternidad. Y aunque no pueda estar con ella... yo estaría feliz de saber que ella es feliz.
Hiashi se dio cuenta de que lo que Naruto sentía era verdadero, que no mentía cuando decía que la amaba, pero eso no era suficiente. Amar puede ser fácil, pero estar ahí bajo cualquier circunstancia era más difícil.
- Se nota que quieres mucho a Hinata, pero... - dijo Hiashi, pausando en medio de la frase, levantándose y acercándose a Naruto. - ¿Estarías dispuesto a cualquier cosa con tal de hacer feliz a mi hija?
- Sin duda alguna. Ella no merece menos. – dijo Naruto, absolutamente decidido.
- ¿Incluso... a renunciar a tu familia?
La pregunta era muy difícil de contestar. Para Naruto sus padres eran lo más importante, todo lo que era se lo debía a ellos, la vida, los valores que le habían inculcado, su carácter o su capacidad de no rendirse, por más complicado que fuera la empresa a acometer. Por otro lado, Hinata era el amor de su vida, y quería que formara parte de su vida, era el principal motivo por el que estaba encarando a Hiashi Hyuga, persona seria, formal y estricta. Quería que Hinata formara parte de su familia. Aunque si Naruto era sincero consigo mismo, ¿no era ya parte de su familia? O al menos lo iba a ser en su otra vida, y haría todo lo que estuviera en su mano para que lo fuese en esta. Exhaló un suspiro, ya tenía claro lo que iba a contestar.
- Si me viera obligado a renunciar a mi familia, también me vería obligado a renunciar a ella. – dijo Naruto con una mano en el pecho, abriendo su corazón al padre de su único amor. - Así que mi respuesta es no, no renunciaría a mi familia. La familia va más allá de aquellos con los que tengo relación de sangre. Familia son todas aquellas personas a las que quiero y con las que quiero vivir mi vida: los buenos momentos y los malos. Mis padres, que me han educado y me han dado unos valores a los que no renunciaré jamás; mi padrino, que siempre me consentía un poco más de la cuenta y me mostraba su cariño; mis amigos, que me apoyan siempre en los malos momentos y que me acompañan en los buenos; y, por supuesto, Hinata, que me ha enseñado a amar como nunca lo he hecho. Nunca jamás renunciaré a ella ni a mi familia, porque ella forma parte de la misma.
Hiashi sonrió ante las palabras de Naruto. Era justo lo que quería oír: que nunca renunciaría a Hinata y que siempre estaría ahí para ella.
- Eso era lo que quería saber. – dijo Hiashi, que tenía una leve sonrisa en la cara. - Llama a Hinata, por favor.
Naruto salió del despacho cariacontecido. No entendió qué quiso decir Hiashi y la intención con la que le hizo esa pregunta, pero tenía claro que, en todo momento, había hablado su corazón y no su cabeza, al fin y al cabo, la situación lo requería, Hinata se jugaba demasiado como para mentir, y si dependía de él, haría lo que fuese necesario por ayudarla.
Naruto se acercó a Hinata y, tocándole el hombro, le dijo que Hiashi quería verla. El simple contacto de Naruto hizo que se relajara, era impresionante el efecto que tenía sobre ella. Se levantó y caminó junto a Naruto al despacho de su padre. Intuía para qué quería verla: dictaría sentencia sobre la anulación del matrimonio concertado. Se comprobaría si todos los esfuerzos de esa tarde habrían valido la pena e Hinata sería libre o, por el contrario, se vería encerrada en un matrimonio sin amor.
- Bien, Hinata, Naruto. Al principio pensé que todo era una estrategia de mi hija para evitar el matrimonio. – dijo Hiashi, que lanzó una mirada acusatoria a Hinata. - Pero luego, hablando con Naruto a solas, me di cuenta de que un sentimiento tan puro como el que tú tienes no se puede fingir. Se nota el cariño que le tienes a mi hija.
- Padre...
- Y creo que, más importante que el hecho de estar con alguien, es hacerlo con la persona correcta. Por tanto, yo, como líder de la familia, declaro que el matrimonio concertado de la heredera no se llevará a cabo. - sentenció Hiashi, provocando que Hinata se quedara ojiplática y que Naruto sonriera de pura felicidad.
- Muchas gracias, padre. – dijo Hinata, exultante, mientras dejaba escapar un par de lágrimas.
- Enhorabuena, Hinata, has conseguido cambiar tu destino. Eso es todo, podéis retiraros.
Naruto acompañó a Hinata fuera del despacho. Sin que nadie lo viera, Hiashi se fijó en Naruto y en su hija, y recordó las palabras tan amorosas con las que se refería a Hinata. De verdad amaba a Hinata, supo ver que, detrás de su fachada, había un alma pura que merecía ser feliz, y estaba seguro que él la haría feliz. Hiashi sonrió y expresó un deseo ferviente.
- Cuídala, Naruto.
Naruto e Hinata caminaron por los pasillos de aquella casa sin decir una palabra, ambos sabían que el momento no era ese, allí podían ser vistos y oídos por cualquier empleado de esa fastuosa casa. Cuando ya habían salido, Hinata y Naruto se miraron y sonrieron, ambos por motivos diferentes: Hinata, porque había recuperado su libertad, y Naruto porque ahora tendría más posibilidades de estar junto a su amor. Hinata se acercó a Naruto y permitió que unas cuantas lágrimas de verdadero gozo y felicidad rodaran por sus mejillas.
- Gracias, Naruto. – dijo Hinata, llorando de felicidad. - Gracias a ti puedo ser libre de nuevo.
- De nada, Hinata, para eso estamos los amigos. – dijo Naruto, que estaba exultante tras haber conseguido liberar a Hinata de su matrimonio concertado. – Para ayudarnos cuando sea necesario, ¿no crees?
Hinata abrazó a Naruto con fuerza, quedando ella a la altura de su pecho, oyendo el acelerado ritmo del corazón de Naruto. Le gustó pensar por un momento que era ella la que hacía latir de esa manera su corazón. Levantó la cabeza y miró a los ojos a Naruto, perdiéndose en el azul de los mismos, sintiéndose libre y calmada, no quería soltar a su amigo, aquel que le había devuelto la libertad y la ilusión, pero sabía que debía hacerlo. Soltó a Naruto, se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla, lo que provocó que ambos se sonrojaran.
- Bu-bueno, t-tengo que e-entrar. – dijo Hinata, con una vocecilla casi imperceptible.
- S-Sí, nos vemos mañana. – dijo Naruto que estaba igual o más nervioso que Hinata.
Tras eso, Hinata entró de nuevo a su casa, dejando a Naruto solo frente a la puerta de la casa. Naruto no podía con tanta felicidad, cumplió con lo que había prometido y había conseguido un beso de su amada, aunque fuese robado, el día había sido absolutamente perfecto para él. Emprendió el camino de vuelta a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
Hinata entró en su casa, donde la recibió Hanabi, que la felicitó cuando se enteró de la noticia.
- ¡Enhorabuena, hermana! – dijo Hanabi, que no pudo evitar sonreír cuando vio la alegría que tenía su hermana. - No sabes cuánto me alegra que estés más animada.
- Gracias, Hanabi. – dijo Hinata, abrazando a su hermana pequeña. - Has sido uno de mis mayores apoyos en estos momentos.
- Tu mayor apoyo ha sido ese rubio... Naruto se llamaba, ¿no? – preguntó Hanabi, con ganas de ver la reacción de su hermana.
El hecho de mencionarlo hizo que Hinata se pusiera algo nerviosa, su respiración se agitó ligeramente, sus mejillas se sonrojaron y sus ojos adquirieron un brillo especial. Hinata jugó con sus dedos ya que se sabía vulnerable, y, sin emitir palabra alguna, asintió contestando a Hanabi.
Hanabi sonrió. Era evidente que el rubio estaba enamorado de Hinata, y para ella también lo era que Hinata estaba empezando a sentir cosas por él, igual no era amor, pero sí al menos cierta atracción. Decidió seguir con el hilo de la conversación, ya hablaría en otro momento de lo que ella sentía.
- Se nota que te ama. – dijo Hanabi, que se había dado cuenta de los sentimientos del rubio por su hermana.
- Sí, es un muy buen amigo. – dijo Hinata, mirando hacia el techo. Por primera vez en mucho tiempo, estaba lo suficientemente animada como para levantar la cabeza. Todo gracias a Naruto.
- Creo que no me has entendido... - canturreó Hanabi mientras subía las escaleras de la casa.
Hanabi entró a su habitación dejando a Hinata absolutamente desconcertada, ¿qué quería decir su hermanita? En realidad tampoco le hizo falta pensar mucho lo que quería decir Hanabi: estaba insinuando que Naruto estaba enamorado de ella, y el hecho de que pudiera engañar a su padre le decía que, igual no era amor, tampoco atracción, pero sí que los sentimientos que Naruto tenía hacia ella eran muy fuertes, se llamaran como se llamaran. Un pensamiento asolaba su cabeza: le encantaría que eso fuera cierto, desde luego, Naruto se había esforzado muchísimo por darle la posibilidad de elegir con quién vivir su vida, y desde luego, el rubio se había ganado el ser una opción, para ella muy válida y deseable. Suspiró, agarró su pecho en la zona más cercana al corazón y expresó abiertamente lo que estaba pensando.
- ¿Qué es esto que siento? Acaso... ¿me está empezando a gustar Naruto?
Agradecer a shanahinata por sus comentarios y sus votos. Espero que este capítulo te guste a ti y a todos los que lo lean. ¡Saludos!
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