Epílogo
Tokio, seis de la tarde.
Hinata salía del hospital, había acabado su jornada laboral, por fin, tras un turno de 36 horas. Estaba exhausta, pero tenía que hablar con Naruto, era muy importante. Sacó su teléfono móvil, buscó el contacto "Mi amor" y llamó.
Naruto estaba en un descanso en su arduo trabajo como neurobiólogo, no pensó que fuera tan exigente en su momento, pero su motivación principal era proteger a Hinata, aunque supiera que ya no corría peligro. Su móvil empieza a sonar al ritmo de "Sweet Child O' Mine", sabiendo que quien la llamaba era su amada, no pudo evitar que se le escapara una sonrisa tonta, y decidió contestar a Hinata.
— Hola, princesa.
— Hola, cariño. – dijo Hinata, con un tono de voz meloso. – Tenemos que hablar, ¿puedes escaparte del trabajo un momentito?
A Naruto le preocupó ligeramente la urgencia de Hinata, no sabía por qué le pedía que dejara el trabajo, pero debía ser algo tremendamente importante como para pedirle eso. Pero no podía hacer otra cosa que complacer a su querida Hinata.
— Espera un momento... — dijo Naruto, tapando el micrófono del móvil. — ¡Kabuto!
— ¿Pasa algo, Naruto? — preguntó el aludido, de forma servicial, como hacía siempre.
— ¿Puedes ocuparte del laboratorio un momento? Es que hay alguien que quiere hablar conmigo. — dijo el rubio, preocupado, no por su trabajo, puesto que Kabuto había demostrado ser alguien más que capacitado, sino por lo que Hinata tuviera que decirle.
— Claro, puedes irte tranquilamente. — dijo Kabuto con el fin de intentar calmar al Uzumaki.
— Dice Kabuto que lo tiene todo controlado, así que espérame en el hospital. — dijo Naruto, ya más calmado.
— De acuerdo, amor mío. Te amo, Naruto.
— Y yo a ti, Hinata. – dijo Naruto, que colgó. — Kabuto... deséame suerte...
— Creo que no la necesitas, ella te quiere de verdad.
— Eso espero...
Naruto colgó la bata y se dirigió a su coche, para ir a buscar a Hinata. En la guantera de su utilitario tenía su sorpresa para Hinata. Estaba preparando algo especial para dárselo, pero la urgencia de Hinata requería que hiciera el movimiento, aunque fuese de forma apresurada.
En el hospital, Hinata esperaba a Naruto, pensando en las palabras que le diría para darle la noticia. Estaba tan contenta de estar con él y de que se siguieran amando como el primer día, tras lo que habían pasado, que estaba absolutamente segura de que aquello sería algo que reforzaría su amor por ella.
Cuando se predisponía a salir del hospital, vio una mata de cabellos rosas moverse al viento. Sabía de quién eran, puesto que a raíz de su noviazgo con Naruto, se habían vuelto muy buenas amigas. Además, ella había sido su principal apoyo en toda la situación y fue quien le dio la confianza que necesitaba para afrontar todo.
— ¡Hola, Sakura! — dijo Hinata, con una sonrisa radiante.
— ¡Hola, Hinata! — respondió Sakura, estrechándola entre sus brazos. — ¿Ya terminaste la jornada?
— Sí, y ahora me voy con Naruto a comer. — comentó Hinata, haciendo que Sakura sonriera porque entendía las intenciones de la Hyuga.
— Hinata, ¿se lo dirás hoy? — preguntó Sakura. Ella sabía perfectamente qué iba a decir.
— Esa es mi idea... — dijo Hinata, aún con ciertas dudas.
Sakura percibió el desánimo que cundía en Hinata, pero no entendía el motivo. Algo como eso era algo que iba a celebrar, ya que siempre dijo que quería algo más que un noviazgo con Hinata, y desde luego que esa era una forma de ser más que novios. Compartirían algo especial en ese momento, y no había duda que reforzaría sus lazos de amor.
— Naruto siempre dijo que quería algo más que ser tu pareja, así que no te preocupes, que ya verás que se lo va a tomar bien...
— Eso espero... — No contemplaba algo que no fuese una respuesta afirmativa del rubio, pero la incertidumbre la estaba llenando de miedos absolutamente infundados.
Poco después de que se encontraran, llegó Naruto a la entrada del hospital. Ambas estaban metidas de lleno en su conversación, así que aprovechó para gastar una pequeña broma a su novia. Se acercó sigilosamente a Hinata y le tapó los ojos, haciendo que diera un pequeño respingo.
— ¿Quién soy?
Hinata rió al percibir la voz de Naruto. Esos pequeños juegos y bromas formaban parte de su relación tanto como los besos, las caricias y el hacer el amor.
— No sé... ¿El hombre más maravilloso del mundo? — dijo Hinata, siguiendo el juego de su novio.
— No lo sé... ¿Lo soy?
Hinata se giró y miró al rubio a los ojos, sin poder evitar que una sonrisa tonta se marcara en su rostro, aquella tan dulce que Naruto juró proteger y conservar para siempre. Y lo había hecho.
— Sí, lo eres...
Naruto le dio un fugaz beso a Hinata, arrancándole un leve suspiro a la Hyuga. Sakura se marchó sin hacer ruido, sin molestar a sus amigos y riendo ligeramente. Le encantaría ver la cara de Naruto cuando Hinata le diera la noticia, pero por desgracia para ella, tenía que trabajar, así que dejó a los dos tortolitos hablando allí. Había apostado por Naruto como amor de Hinata y no tenía duda que había acertado por completo.
Naruto e Hinata se fueron a comer en el restaurante donde tuvieron su primera cita como novios oficiales. Un restaurante moderno, a pesar de que habían pasado ya unos cuantos años de aquello. Seguía conservando su toque de distinción y elegancia. Se sentaron en una mesa y pidieron él un ramen y ella una sencilla ensalada.
Naruto había tomado antes de salir del trabajo la cajita y se la guardó. Aquella ocasión era perfecta. Tenía que ser ahí o no sería nunca. Al terminar de comer, comenzó a jugar con las manos de Hinata, que estaba nerviosa con toda la situación. Le sorprendió que fuese él quien tomó la decisión de comenzar a hablar.
— Hinata... — dijo Naruto, esperando la atención de Hinata, que se encontraba algo nerviosa. ¿Qué le tendría que decir? — ¿Recuerdas lo que te dije cuando te regalé aquel colgante en tu 18 cumpleaños?
— Sí... Me dijiste que era un símbolo de nuestra amistad, pura, transparente, blanca y duradera como el corazón de cristal, y que las manos éramos nosotros, protegiéndola para que sea eterna.
— Exacto. ¿Por qué no te lo has puesto desde que somos novios?
La pregunta desilusionó a Hinata. ¿De verdad sólo quería hablar con ella para reprocharle ese gesto? Apretó el puño suavemente, pero no se dejó vencer por la ira. Si Naruto le había pedido estar allí, si quería decirle algo, tenía que ser, al menos, tan importante como lo que ella quería decirle.
— Porque tú y yo no somos amigos, somos novios, y ese collar representaba nuestra amistad, como tú dijiste.
— Bueno, entonces ya es hora de que te cuente el significado real del colgante... — dijo Naruto, sorprendiendo a Hinata. — Debes saber que muchísimo antes de darte ese regalo yo ya estaba perdidamente enamorado de ti.
La revelación de Naruto pilló totalmente desprevenida a Hinata, que sí, sabía que sentía algo, pero nunca pensó que de verdad fuese amor verdadero. Siguió en silencio, lo que le dio la oportunidad de seguir explicándose.
— Ese colgante tiene un significado diferente al que te conté. En realidad es un símbolo de mis sentimientos por ti y de nuestra relación. El corazón representa mi corazón, parece fuerte, pero en realidad es muy frágil, requiere cuidarlo para poder conservarlo bien. Y las manos te representan a ti, que eres quien cuida de él, guardándolo como el más preciado de tus tesoros. Con ese colgante te quería decir que...
— Que soy la dueña de tu corazón... — dijo Hinata, que se encontraba visiblemente emocionada. Una lágrima de felicidad y emoción rodó por su cara: sabía que él era el hombre de su vida, aquel con el que compartiría todo.
— Amor mío... Una vez tuve un sueño, en el que tú estabas postrada en una cama de hospital debido a un accidente, y me decían que no ibas a despertar jamás, ese sueño me hizo darme cuenta de lo muchísimo que significabas para mí. Intenté por todos los medios conquistarte, pero sé que he sido un patán en muchísimas ocasiones, sé que te he fallado, por eso quiero que me des la oportunidad de compensar todas esas veces en las que me he equivocado, aunque me lleve toda la vida hacerlo. Hinata... el estar contigo es una sensación indescriptible, cada día que pasa, me enamoro más y más de ti. Y quiero seguir sintiendo eso cada día de mi vida, hasta el día en el que me muera. Por ello...
Hinata se llevó las manos a la boca, conteniendo ligeramente la respiración. No podía creer lo que iba a pasar en ese momento, un río de lágrimas empezó a desbordar sus ojos. Estaba realmente emocionada, y como para no estarlo. Sería la segunda gran noticia del día.
Naruto hincó una rodilla en el suelo y sacó una cajita negra de su bolsillo, que casi se le cae al suelo, pero sus reflejos fueron muy buenos e impidió que se fuera al traste. Nada podría arruinar aquel momento, ni siquiera su exagerada torpeza causada por el excesivo nerviosismo que sentía en ese momento. Siguió con el discurso.
— Hinata, aquí, donde tuvimos nuestra primera cita, aquí donde empezó todo, quiero cerrar la etapa más maravillosa de mi vida, e iniciar otra que será aún mejor. No tengo la más mínima duda de que eres la mujer de mi vida, la persona especial con la que quiero compartir absolutamente todo: los buenos momentos, los malos, los alegres, los tristes... Todo. Hinata... ¿quieres casarte conmigo?
Hinata, que ya estaba llorando a mares, fruto de la emoción del momento y de los sentimientos que albergaba por su novio, ni siquiera tuvo que pensar la respuesta. Amaba demasiado a ese hombre como para no darle la respuesta que él deseaba y que ella también ansiaba por darle.
— ¡SÍ! ¡SÍ, SÍ, SÍ, MILLONES DE VECES SÍ! – gritó Hinata, abalanzándose sobre Naruto, cayendo los dos al suelo con suavidad, y devorándolo a base de besos. - ¡TE AMO! ¡TE AMO! ¡TE AMO! ¡TE AMO!
Para Naruto, el simple hecho de verla así de feliz era más que suficiente como para que la petición hubiera valido la pena. Y, para qué iba a negarlo, él también estaba muy feliz, no solo por verla tan exultante, sino porque por fin iba a compartir todo con ella. Y eso era un regalo celestial.
— Bueno, tengo entendido que tenías algo que decirme...
— Naruto... Tú fuiste quien permitió que pudiera decidir mi sino amoroso y mi vida al completo. Sin ti, no sé qué hubiera sido de mí. Estaría trabajando en la empresa familiar y encerrada en un matrimonio que no deseo. Gracias a ti, fui libre para elegir con quién estar, y hoy puedo decir que he tomado la decisión correcta.
Naruto estaba emocionado al recordar todo lo que habían pasado en su adolescencia y en ese último año antes de entrar a la universidad. Pero, sobre todo, estaba emocionado por ser esa persona especial con la que Hinata decidió compartir su vida.
— Hace unos días pedí una analítica de sangre en el hospital, me encontraba mal, pero no quería decirte nada, porque no sabía qué me pasaba y no quería preocuparte. Ahora lo sé... Naruto, cariño... Llevo dentro de mí el fruto de nuestro amor... Estoy embarazada... Vamos a ser padres.
Naruto abrió sus ojos como platos. Si el hecho de que aceptara casarse con él no había sido suficiente para desbordar sus sentimientos, saber que Hinata le daría el mayor regalo posible hizo que se viniera abajo y llorara de pura felicidad, aferrándose a su amor con fuerza.
— Un... bebé...
— ¿Vamos a ser padres? – dijo Naruto, a lo que Hinata asintió. - ¡Gracias, Hinata! Es la mejor noticia que me han dado nunca. — Naruto no cabía en sí de alegría. Lo gritó a los cuatro vientos. — ¡VOY A SER PADRE!
Naruto abrazó a Hinata y sonrió al cielo. Obtuvo su segunda oportunidad, y desde luego, no la iba a desaprovechar.
Y... FIN.
Ya está, se acabó. Sé que no es la mejor historia (tampoco creo que sea la peor), pero fue la primera y le tomé cariño.
Gracias a todos aquellos que le han dado una oportunidad a esta historia, que la siguen leyendo a pesar del hiatus en el que se mantuvo mientras escribía Un Lazo Eterno, a quienes no la abandonaron. Dije que la terminaría y eso hice, me llevó más tiempo del esperado.
Aquí no termina mi producción, ¿quién lo deja con solo dos long-fics y un puñado de OneShots? De hecho, estoy ultimando los detalles de un OS que subiré en no mucho tiempo. Lo de los long-fics... Tardaré más, pero algo habrá. Prometido.
Muchísimas gracias a todos, espero sus comentarios, votos y lecturas (aunque sé que es complicado) con ganas e ilusión.
¡Hasta la próxima!
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