Aliviaré tu carga
Naruto no reaccionó ante lo que había dicho Hinata, sentía que la iba a perder, pero no se iba a rendir sin plantar batalla, aunque tuviese que hablar personalmente con Hiashi y pegarse con el prometido de su amada. Haría cualquier cosa para poder estar con ella.
- ¿Cuándo? - preguntó Naruto, con un tono lúgubre.
- ¿Qué? - dijo Hinata, sin saber a qué se refería.
- ¿Cuándo te vas a casar? - dijo Naruto, en voz baja.
- Cuando cumpla 20 años. - dijo Hinata con toda naturalidad, como quien hablaba del tiempo que hacía.
- ¿Y la universidad? - preguntó Naruto, sin poder creer hasta dónde era capaz de llegar la familia de Hinata. - ¿No vas a ir?
- Sí, pero haré una carrera sencilla, me casaré en un periodo de vacaciones y trabajaré en la empresa familiar. - dijo Hinata, que no dejaba de mirar al suelo.
- Hinata, ¿tú lo deseas? - preguntó Naruto, extremadamente nervioso por la respuesta que pudiera dar Hinata. - ¿Tú quieres casarte?
Hinata no tuvo ni que pensar la respuesta, era evidente su opinión por el estado perpetuo de tristeza que tenía. No entendió por qué se lo preguntaba, pero igualmente decidió contestarle.
- Me gustaría, pero quiero casarme con alguien del que esté enamorada. - dijo Hinata, que estaba cada vez más triste. - Si me preguntas si estoy de acuerdo con el matrimonio concertado, no, no estoy de acuerdo. Pero mi opinión no vale nada.
En ese momento, Naruto olvidó un poco su pesar y se centró en Hinata. Ella era la verdadera víctima de esa decisión de su familia, no iba a conocer lo que era el amor verdadero, no podría cumplir sus sueños. Naruto dejó de pensar en su propio beneficio: pensaba en la felicidad de esa mujer que volvía su corazón totalmente loco. Ella, un alma pura, una buena persona merecía ser feliz, aunque no fuese con él.
- ¿Quiénes saben esto? - preguntó Naruto, con la esperanza de que diera algún nombre.
- Sólo tú y Kiba. - dijo Hinata.
Naruto suspiró, al menos habría una persona que podría indicarme cómo proceder en este caso.
- Tendré que hablar con él. - dijo Naruto, con una sonrisa.
- ¿Qué vas a hacer? - preguntó Hinata, con muchas ganas de saber qué estaba maquinando.
- ¿La verdad? No tengo ni idea. - dijo Naruto, que ya estaba pensando en cómo ayudar a Hinata. - Pero algo se me ocurrirá.
- Es inútil, Naruto, mi destino ha sido sellado, y nada ni nadie me librará de él. - dijo Hinata, totalmente apesadumbrada y sin esperanza alguna.
- Hinata, nada es definitivo y nada está sellado. - dijo Naruto, con calma. Su corazón le decía que se lo gritara, pero esta vez le hizo caso a su cabeza. - Te prometo que te ayudaré, te libraré de esa carga y recuperaré tu libertad, tu sonrisa y tu alegría, aunque sea lo último que haga en mi vida.
Hinata, a pesar de lo abatida que estaba, vio algo en la mirada de Naruto que la hizo creer en él. Nunca había visto tanta decisión en la mirada de alguien, tantas ganas de ayudar y de librar a una persona de su carga, sabía que Naruto era una persona altruista, que le gustaba ayudar a los demás, pero nunca pensó que lo sería hasta el extremo de luchar contra los designios de la familia Hyuga.
- ¿Lo dices de verdad? - dijo Hinata, con una luz especial en sus ojos, Naruto había plantado en ella la semilla de la esperanza.
- Claro, haría lo que fuera por ti... - dijo Naruto, que enseguida se dio cuenta de lo que acababa de decir porque Hinata tenía los ojos como platos, estaba netamente sorprendida por las palabras que había dicho. - Como amigo tuyo que soy.
Hinata sonrió ligeramente, pero en su cabeza resonaba con muchísima fuerza la primera parte de la oración. "Haría lo que fuera por ti". Por el motivo que fuese, a Hinata le reconfortó saber que ese chico sería capaz de cualquier cosa para ayudarla. Era un amigo muy valioso para ella, y se estaba ganando un lugar en su corazón.
- Mejor cambiamos de tema. - dijo Naruto, que quería eludir el tema del matrimonio de Hinata. - ¿Qué te gustaría estudiar?
- Medicina. - dijo Hinata con decisión.
- ¿Y por qué medicina?
- Porque me gustaría poder ayudar a otras personas. - dijo Hinata, que levantó su cabeza para poder ver a Naruto. - Ayudar a que sigan adelante y a que vivan su vida de forma feliz.
Aunque Naruto conocía la respuesta, disfrutaba escuchando a Hinata hablar de cómo quería ayudar a los demás. Esa era uno de los muchos motivos que habían hecho que se enamorara de ella: su buen corazón y su amabilidad. Eso fue el detonante definitivo para que Naruto se convenciera de que tenía que salvarla de su cruel destino.
- Estudiarás medicina, tal como tú deseas, y espero que seas tú quien me atienda en el futuro.
Hinata sonrió ante las ocurrencias de su amigo, parecía que tenía las palabras justas para sacar una sonrisa a cualquiera, esa era una cualidad que apreciaba mucho en él. Naruto interrumpió los pensamientos de Hinata levantándose de su sitio.
- Bueno, ya se ha hecho tarde. Aunque me gustaría seguir contigo durante mucho más tiempo, tengo que irme a hacer las tareas de clase. ¿Vamos? Te acompañaré a tu casa, si no te molesta.
Durante el camino fueron hablando de los temas que tenían pendientes. Tanto Naruto como Hinata se sintieron mejor y también sintieron que su amistad se iba fortaleciendo cada vez más, que podían contar el uno con el otro y que darían todo por mantenerse juntos. Llegaron a la casa de Hinata y supieron que era la hora de despedirse.
- Me ha encantado estar contigo, Naruto. - dijo Hinata, con una sonrisa en la cara. - Tenemos que repetirlo.
- Yo también me lo he pasado muy bien, Hinata. Tenemos que repetirlo.
Naruto lo dijo desde el fondo de su corazón, había pasado un rato absolutamente mágico, sintió que había dado un gran paso hacia el corazón de su amada Hinata, más allá de las dificultades que tuviera para ayudar a Hinata a ser libre. Necesitaba un apoyo para seguir adelante con esa empresa tan dura. Se acercó a Hinata y la abrazó, gesto que sorprendió a Hinata, que respondió al abrazo tras unos segundos.
- Hinata... te prometo que te ayudaré, te juro que aliviaré tu carga. - dijo Naruto al oído de Hinata, que abrió sus ojos cuando oyó la relajante voz de su acompañante. - No olvides que no me rendiré sin conseguirlo.
Hinata se sentía mejor cada vez que Naruto le aseguraría que la libraría de su compromiso, aunque no supiera cómo hacerlo.
- Gracias, Naruto. - dijo Hinata, con sinceridad. - El hecho de que me ayudes significa muchísimo para mí. Y aunque no consigas nada...
- Ten por seguro que cumpliré la promesa. - dijo Naruto, convencido de lo que decía.
Sabía que iba a ser una empresa harto complicada, pero también sabía que, si la liberaba de su matrimonio concertado, esa escalera tan empinada hacia su corazón se convertiría en un camino que podría ser largo, pero también sería llano. Se dio cuenta de que había
- Perdona, Hinata, te he interrumpido, continúa.
- Decía que aunque no consigas nada, nunca olvidaré lo mucho que luchaste por mí, lo que tú harás es algo que pocas personas estarían dispuestas a hacer. - dijo Hinata, que miró a Naruto a los ojos. El rubio detectó que esos ojos que le hacían perder la cordura recuperaron su brillo natural. - Te estaré siempre agradecida por luchar por mí. Nos vemos mañana.
Hinata entró a su casa, que más que una casa parecía un palacio, y dejó a Naruto con sensaciones enfrentadas. Por una parte, sabía que había empezado a entrar en su corazón y eso le hacía muy feliz, pero por otra parte, el hecho de recordar que iban a imponerle un matrimonio era algo que hacía que le doliera el corazón, porque existía la posibilidad real de que no pudieran estar juntos como él quería. Se acordó de que había una persona que conocía la situación de Hinata y decidió ponerse en contacto con él. Sacó su teléfono, fue a su lista de contactos y llamó a Kiba. El teléfono daba señal, pero no contestaba, y cuando ya iba por el cuarto tono, contestó.
- ¿Sí? - dijo Kiba, con una voz algo somnolienta, parecía que le acababa de despertar.
- ¿Kiba? Soy Naruto.
- ¿Naruto? Espero que sea importante, estaba soñando con Tamaki.
- Uy, mira, el enamorado... - dijo Naruto, con tono de burla. - Sí, lo es. Tenemos que ayudar a Hinata.
- Espera, que tú no te has oído hablar de Hinata... - dijo Kiba, devolviéndole la broma al rubio. - ¿Ayudarla con qué?
- No te hagas el tonto, Inuzuka. - dijo Naruto, con un tono de voz que sonó a reproche por haber ocultado la situación de Hinata. - Lo sé todo, lo de su matrimonio.
- Y quieres impedirlo, ¿verdad?
- No es que quiera, es que voy a impedir ese compromiso. - dijo Naruto, que confiaba mucho en sí mismo y en sus habilidades. - Siempre consigo lo que me propongo.
- Debes saber que la familia Hyuga es muy estricta y que vas a tener que pasar por muchas cosas para poder liberar a Hinata. - dijo Kiba, advirtiéndole de la dificultad de la promesa que había hecho. - ¿Estás dispuesto a todo por ella?
- Eso ni se pregunta.
- Bueno, son las seis... ¿Te vienes a mi casa y nos echamos unas partidas mientras hablamos?
- ¿Quieres que barra con tu culo el suelo como la última vez? - dijo Naruto, con aires de superioridad. - De todas formas, no estoy de humor para videojuegos.
- De acuerdo, ¿quién eres tú y qué has hecho con Naruto? El Naruto que yo conozco nunca rechazaría una partida. ¿O es que tienes miedo de que te dé una paliza? -dijo Kiba, picando a Naruto para que accediera a jugar un rato.
Si había algo que estaba cerca del nivel de lo que le hacía sentir Hinata, era sin duda su orgullo gamer, nunca toleraría que nadie le dijera que era mejor que él o que le iban a dar una paliza.
- Voy para allá. - dijo Naruto- Te arrepentirás de haberme desafiado.
Naruto fue corriendo a casa de Kiba, más por hablar con él sobre el matrimonio de Hinata que por echar unas partidas, no estaba de humor para ello, pero su orgullo fue más fuerte. Cuando llegó, llamó al timbre y, tras una corta espera, Kiba abrió la puerta.
- ¡Hola, Naruto! - dijo Kiba, sonriendo. - ¿Estás preparado?
Naruto entendió que no se refería sólo a la partida a la que Kiba le había retado, sino a lo que le había dicho que iba a hacer con respecto al matrimonio de Hinata. No tardó ni dos segundos en pensar la respuesta y en decirla.
- Nunca he estado más preparado para algo en toda mi vida. - dijo Naruto, con una voz que rezumaba seguridad.
- Bien. Pasa, anda.
Naruto entró al apartamento en el que vivía Kiba. Era amplio y espacioso, perfecto para que vivieran los Inuzuka. Se sentó en el sillón mientras Kiba encendía la consola, le daba un mando a Naruto y seleccionaba el juego. Como era costumbre, iban a jugar a un juego de fútbol, porque con esos juegos eran con los que más competitivos se mostraban y con los que más se divertían.
- ¿Has pensado qué vas a hacer con el tema de Hinata? - preguntó, Kiba
- Sí, pero no se me ocurre nada, por eso he venido, a ver qué podemos pensar entre los dos.
Tanto Kiba como Naruto estaban más centrados en el asunto de Hinata que en el juego en sí, y eso se notaba en la partida. De repente, Naruto soltó el mando encima de la mesita auxiliar que había en frente de ambos, abrió los ojos como platos, y se quedó con la boca abierta.
- ¡Ya está! Ya sé qué voy a hacer.
- ¿Cómo? ¿Tan rápido? - dijo Kiba, sorprendido de la agilidad mental que tenía Naruto en esta ocasión.
- Sí. Escucha: Hinata me dijo que le habían impuesto el matrimonio porque no había encontrado el amor. - dijo Naruto, revelándole aquel pequeño detalle, que para él era muy importante.
- Sí. ¿En qué estás pensando? - preguntó Kiba, quien tenía una ligera idea de lo que había pensado el rubio.
- ¿Y si...?
Mientras Naruto le contaba los entresijos de su plan a Kiba, Hinata se encerró en su habitación. Desde que le comunicaron la noticia, Hinata vivía en estado de depresión, pero cuando estaba con sus amigos intentaba mostrarse algo más fuerte. Sólo Kiba y Naruto conocían su situación, no quería molestar a nadie con sus problemas. Esta vez no se encerró para autocompadecerse, sino para pensar, lo que había prometido Naruto era demasiado complicado como para conseguirlo, ¿pero y si lo conseguía? Nunca podría pagarle el darle la libertad de amar y ser amada. En ese momento, Hiashi entró a su habitación.
- Hija, ¿podemos hablar? ¿Estás bien?
- Claro, ¿por qué no iba a estarlo? ¿Porque me van a imponer un matrimonio que no deseo? ¿Porque no voy a poder conocer el amor? ¿Porque si lo llegara a conocer, no podría tenerlo, porque estaría atada a un matrimonio sin amor? Pero como siempre, mi felicidad y mi opinión no importan. - dijo Hinata, con todo el dolor que había acumulado, sus ojos se aguaron y su gesto se tornó en uno de auténtico sufrimiento.
- Lo dices como si yo quisiera hacerlo, pero no me ha quedado más remedio. - dijo Hiashi, muy apenado ante la situación que vivía su hija. - Es una tradición familiar...
- ¿Y tú como líder no puedes hacer nada? - preguntó Hinata, que estaba absolutamente abatida y desesperada.
- Ojalá pudiera... Pero estoy atado de pies y manos. La única que puede cambiar su destino eres tú. - dijo Hiashi, levantándose y saliendo de la habitación de su hija mayor.
Hinata se quedó pensativa, no sabía cómo cambiar su destino, no veía una solución que hiciera que pudiera ser libre. Hinata volvió al estado en el que se encontraba antes de la quedada con Naruto: no tenía esperanza de seguir adelante, de ser libre, por mucho que le dijera quienquiera que fuese que ella podía cambiar las cosas, sólo era una jovencita soñadora. Apretó su cara contra la almohada para que nadie pudiera escucharla llorar. Desde fuera, Hanabi la miraba con mucha lástima, ella, que siempre fue su referencia, estaba totalmente destrozada. Nunca la había visto así de decaída.
Lejos de allí, Naruto y Kiba acabaron de jugar, y cuando Naruto vio la hora que era, supo que era hora de irse a su casa, ya había pasado mucho tiempo, entre la cita con Hinata y la improvisada quedada con Kiba se le había pasado el día muy rápidamente. Naruto se levantó, dispuesto a irse, no sin antes recordarle a Kiba los resultados de las partidas.
- Hasta despistado soy capaz de patearte el culo jugando. - dijo Naruto, sabiéndose superior a Kiba y caminando hacia la salida de la casa.
- La próxima vez jugamos a otra cosa, la culpa es mía cuando sé de lo que eres capaz, al menos en juegos de fútbol. - dijo Kiba, que negaba con la cabeza.
- Vamos, sería capaz de ganarte en casi cualquier juego, el problema es que eres malísimo. - dijo Naruto, bromeando como siempre hacían cuando acababa una partida. - La verdad es que me ha venido bien desconectar, porque ahora tengo claro qué tengo que hacer...
- Espero que todo salga bien, Naruto. - dijo Kiba con toda la sinceridad del mundo. - Es la mejor oportunidad que vas a tener en tu vida, lo consigas o no lo consigas.
- Tengo que conseguirlo. - dijo Naruto, que estaba decidido a tener éxito en su misión. - ¿De qué me serviría que ella me ame, si no podemos estar juntos?
- Cierto. Por vuestro bien, ojalá todo funcione.
Naruto y Kiba se despidieron, y el rubio fue a su casa, durante el camino, Naruto fue pensando en cómo se lo iba a proponer a Hinata, sabía que era una maniobra arriesgada, pero si tenía éxito, habría dado un paso de gigante para adueñarse del corazón que una vez fue suyo. Cuando llegó a su casa, su madre le esperaba con cara de pocos amigos.
- ¿Dónde estabas? - dijo Kushina, que estaba notablemente enfurecida.
- ¿N-No te había dicho que... iba a quedar con Hinata? - dijo Naruto, que estaba temblando de pavor ante el enfado que tenía su madre.
- ¿Y estuviste hasta las nueve? - preguntó Kushina, a la que las explicaciones de Naruto no la estaban calmando. - ¡Al menos podías haber llamado, pedazo de burro!
- ¿Qué quieres? Me surgió algo importante. Dios, qué pesada eres... - dijo Naruto en voz baja. Por desgracia para él, no lo suficientemente baja para que su madre no lo oyera.
- Corre. - dijo Kushina, amenazando a Naruto.
- ¡SOCORRO! ¡PAPÁ, AYÚDAME! ¡ME PERSIGUE LA HABANERA SANGRIENTA! - gritó Naruto, que corrió a esconderse al baño, poniendo el seguro.
- ¡VEN AQUÍ Y AFRONTA TU CASTIGO COMO UN HOMBRE! - dijo Kushina, aporreando la puerta del baño.
- ¡No quiero, no soy un hombre! ¡Soy una hermosa mujer, tu princesita! - dijo Naruto, que era presa del pánico.
- ¡SAL, ESTÚPIDO! - dijo Kushina, que seguía golpeando la puerta del baño, haciéndolo con tanta fuerza que la rompió.
- Adiós puerta... - dijo Minato, que observaba la escena desde la distancia. Nunca lo diría, pero le tenía pánico a Kushina cuando se enfadaba. Aunque tampoco es que hiciera falta decirlo, viendo que no hizo ni un ademán de intervenir.
- ¿Unas últimas palabras? - dijo Kushina mientras crujía sus nudillos.
- Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir. Te quiero mami. - dijo Naruto, esperando aplacar la ira que tenía su madre. Kushina se acercó a Naruto y le acarició la cabeza, Naruto pensó que se había relajado un poco, así que exhaló un suspiro de alivio. De repente, Naruto sintió un dolor en su cabeza: Kushina estaba tirándole de la oreja.
- Como vuelvas a decirme eso otra vez, te aseguro que vas a tardar mucho en ver la luz del sol de nuevo. ¿Entendido? - dijo Kushina, gritándole en la oreja que estaba tirando.
- ¡Si, mamá! - dijo Naruto, que juró para sus adentros no volver a enfadar a su madre.
Tras la escena, Naruto y sus padres cenaron muy tranquilamente, solo lo que quedaba de la puerta del baño era testigo de lo que poco antes había sucedido. Tras un atareado día, Naruto se fue a dormir hecho un revoltijo de sentimientos: esperanza, porque había hecho un plan para ayudar a su amada; algo de miedo por si el plan no salía bien; y terror por ver a su madre con semejante enfado.
De repente, Naruto sintió que la oscuridad lo rodeaba, a cierta distancia se encontraba Hinata. Se acercó con sigilo para saludarla y abrazarla por la espalda, pero enseguida se dio cuenta de que cuanto más caminaba, más se alejaba ella. Comenzó a correr como si le fuera la vida en ello, quería alcanzarla, pero de repente, una figura masculina agarró a Hinata y la abrazó. Ella no solo no lo apartó, sino que se aferró con fuerza a esa persona misteriosa, levantó su cabeza mientras ese hombre agachaba la suya y se besaban. No era un beso no deseado, era un beso plagado de sentimientos, de amor, de pasión y de necesidad. Naruto sintió que su corazón se rompía, su cuerpo se sintió pesado y cayó de rodillas, llorando a lágrima viva, casi sin poder articular palabra.
- Hinata... No... - dijo Naruto, absolutamente roto y llorando ante la imagen de su amada besando a otro hombre.
- Naruto... Él es mi prometido, mi único amor... Adiós, te echaré de menos... - dijo Hinata, mientras se alejaba de Naruto junto a su futuro esposo.
- ¡NO, HINATA! - gritó Naruto, desesperado ante la idea de perder al amor de su vida. Su corazón latía desbocado y sus respiraciones se hicieron cortas e irregulares.
Se dio cuenta de que todo había sido fruto de su imaginación, de una pesadilla que esperaba que nunca se hiciera realidad, y por ello lucharía. Miró el despertador, eran las seis y media de la mañana, así que decidió levantarse, tenía que prepararse para ir a clase. Siguió su rutina habitual: se levantó de la cama, cogió algo de ropa, se dispuso a entrar a ese baño que no tenía puerta debido a uno de los "arrebatos" de su madre, provocado por el mismo Naruto, se dispuso a ducharse, desayunó, habló un rato con sus padres, no sin antes pedirle perdón de nuevo a Kushina por su actitud del día anterior y salió de su casa. Esta vez no estaría Sakura esperándole, se había vuelto una costumbre que fuese con su novio; no, esta vez dio un pequeño rodeo y, corriendo con mucha ilusión, fue a la casa de Hinata para acompañarla a clase.
Cuando llegó, llamó al timbre de aquella majestuosa casa, que bien podría ser dos o tres veces más grande que la suya, y eso que consideraba que su casa estaba muy bien. Se notaba que la familia de Hinata era muy rica y muy tradicional, ya que la decoración era artesanal y muy antigua. No es que fuese un experto en la materia, pero saltaba a la vista. Le abrieron la puerta y le permitieron esperar a Hinata
- Naruto, ¿qué haces aquí? - preguntó Hinata, muy sorprendida de ver a su rubio amigo allí.
- ¿No es evidente? Vengo a acompañarte a clase. - dijo Naruto, resaltando la obviedad del motivo de su presencia.
- Pero tu casa está más cerca del instituto que la mía. ¿Has venido hasta aquí sólo por mí? ¿Y qué pasa con Sakura? - preguntó Hinata, que seguía absolutamente desconcertada ante la presencia de Naruto en la casa.
- Sakura prefiere ir con un emo antes que con una persona alegre. - dijo Naruto, haciendo que la referencia fuese lo suficientemente clara como para que Hinata la entendiera. - En cuanto a la primera pregunta... Sí, me he desviado para poder ir contigo y poder hablar de una pequeña idea que tengo.
Naruto sonrió, y rápidamente Hinata entendió por qué estaba así Naruto, haciendo que sus ojos se abrieran, se iluminaran, su respiración se agitara un poco y se sonrojara ligeramente.
- ¿Vamos? - dijo Naruto, ofreciéndole la mano
- S-Sí, Naruto. - dijo Hinata, que esperaba ansiosa lo que le tenía que decir Naruto. Agarró la mano de Naruto y ambos sintieron una conexión muy fuerte entre ambos, como si un impulso recorriera de arriba abajo los cuerpos de ambos. Ambos se miraron: ambos lo habían sentido. Hinata no encontraba explicación a por qué se encontraba así cuando se acercaba a Naruto, así que decidió obviarlo una vez más y decidió preguntarle a Naruto sobre su "pequeña idea".
- Oye, Naruto, ¿qué idea habías tenido? - dijo Hinata, jugando con sus dedos. Naruto sabía que Hinata estaba nerviosa, ese gesto le salía únicamente cuando estaba nerviosa. Naruto lo achacó a que quería saber el plan que había pensado.
- ¡Ah, es cierto! - dijo Naruto, recordando su plan maestro. - Verás, tú dijiste que te habían impuesto el matrimonio porque no habías encontrado el amor, ¿cierto?
- Sí... - dijo Hinata, apesadumbrada. - ¿Qué tiene que ver con...?
- ¿Y si hubieras encontrado el amor? - dijo Naruto.
- No entiendo... - dijo Hinata, que estaba absolutamente confusa.
- ¿Y si me hago pasar por tu novio para librarte del matrimonio? - dijo Naruto. - ¿Qué te parece la idea?
Hinata se quedó en absoluto silencio ante la idea de Naruto.
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