Los pasos apresurados hacían eco llegando hasta la espaciosa habitación que compartieron tantas noches los dos. Un sonido por fin llenaba de vida la habitación otra vez. Pero al llegar por fin, se detuvo al verlo yaciendo en el suelo con horror, sin esperar se lanzó a él para abrazarlo tras un grito desgarrador.

-Thomas, Thomas ¿Qué te hiciste? -Su voz aumentaba junto al desespero que la invadió por no recibir respuesta del cuerpo carente de vida. Junto sus mejillas y beso su frente meciéndose aferrada a él. Como si solo fuera una inocente broma, su voz se volvió a escuchar.

-Solo me asegure de que pudieras tenerme Lucille.

Lo miro, estaba frente a ella. Él se acercó, se arrodillo para quedar a su misma altura y se observó a sí mismo en los brazos su amada, triste de no poder sentir el último abrazo y el calor que le brindaba a su helado cuerpo.

-¡Así no es como debería ser! ¡Quiero poder abrasarte y oler el perfume que siempre usas, acariciarte sintiendo el calor de tu piel, besarte y sentir el roce de tus labios, escucharte y poder alcanzarte! -Hizo el intento de agarrar su mano, pero solo la atravesó.

-Era la única manera, ¿no ves cuan podrida era nuestra situación? -cerro el puño sintiéndose culpable del sufrimiento que le causaba, pero sabía que hizo lo correcto.

-¿Que impediría que pudiéramos continuar juntos? -Ella frunció el ceño y sus ojos se llenaban de lágrimas, sentía la angustia invadirle y estrujarle el corazón.

-Yo, ya no quería continuar de esa manera, no eras mía y para mí no era vida. Pero si el estar a tu lado, esa es vida, incluso de este lado. ¿Por qué te cuesta entenderlo?

-¿Costarme entenderlo Thomas? Pero mírame por amor a dios ¡estoy sola y me abandonaste a mi suerte como si no te importara! ¡Escapando de todo, como un cobarde! -Se aferró más al cuerpo sin vida pero sin dejar de mirarlo acusadoramente, ella quería comprender pero se sentía desolada. Su amor de repente y sin aviso la abandono.

-Si el amor de dios existiera no nos hubiera dado tanta desgracia. -Dijo en un seco tono, toda su vida lo culpo por el inmenso amor que nació, miles de noches pregunto hasta perder la cordura "¿Por qué ella?", rogo por salvación pero solo le dio desesperación- No estás sola mi amor, nunca más lo estarás. Aquí estoy junto a ti, sin nada que lo impida, esperando al momento en que nuestras almas puedan volver a estar juntas. -Explico pacíficamente acercando su rostro para que sus miradas se encontraran. Con ella intentaba expresar el amor incondicional que le llevo a tomar aquella decisión.

-Lo decidiste solo, ¿te condenaste a vagar en la tierra por siempre? ¿Solo por mí Thomas?

-Solo hasta que tu amor por mí se acabe, cuando ya no quede nada, en ese momento desapareceré y me perderé en un limbo. O hasta cuando nos unamos, yo poder ver la luz y mi descanso llegara por fin, solo junto a ti. -Sonrió como solo hacía para ella.

-Si eso es así, ¿Qué estoy esperando para seguirte a la felicidad que por tanto tiempo luchamos? -Seguirlo no sonaba tan mal para ella, con tal de estar junto a él sacrificaría todo. El negó horrorizado de que siquiera lo considerara. Él lo merecía, el sufrimiento y la condena, ella no.

-¡No Lucille! Jamás permitiría que te hicieras algo como esto. A mí no me quedaba nada, era un hombre roto y arrastraba lo más precioso que tenía con migo, a la desesperación. Tú estás llena de ilusiones, sueños y tanta pureza, te queda tanto por vivir. Con migo a tu lado no podrías haber logrado nada, lo hubiera impedido para tenerte solo para mí y te hubiera lastimado de muchas maneras.

El cerró sus ojos dejando caer su cabeza cual condenado confesando la verdad y lo toxico de su deseo en vida: la posesividad a la que la condenaría y el sufrimiento que su decisión le ahorraría. Ella no podía creer en sus palabras, se sentía incompleta, sus manos se aferraron a la blanca camisa como si de su propia vida se tratara.

-¡Mientes, tus palabras son solo mentiras¡ lo hubiera aceptado con que solo fueras tú ¿Ahora cómo podría continuar sin ti mi amor?

-Estoy aquí, siempre voy a estarlo y nunca te abandonare. Sin familia que lo impida, sin nuestra maldición sanguínea y sin la mirada acusadora de los otros. Somos tú y yo.

-Promételo Thomas ¿Tú y yo para siempre, pase lo que pase, hasta el fin de los tiempos? -Pregunto mirándolo aguantando aun las lágrimas, él levanto el rostro y encontró su acuosa mirada.

-Hasta que nuestras almas se vuelvan a reencontrar sin impedimentos, será hasta el fin de los tiempos. -Prometió con firmeza en voz.

-Hasta entonces viviré, por ti mi cielo, por los dos. Pero me obligaran a vivir una vida en la que no estoy de acuerdo ¿Estarás con migo en la felicidad, pero y en sufrimiento? -Volvió a preguntarle mostrando una delicada y hermosa sonrisa, decorada con transparentes lágrimas que recorrían sus blancas mejillas. En respuesta el asintió firmemente.

-¿Qué son unos años de vida en comparación a lo que nos depara el destino? No lo enfrentaras sola, aquí estaré para verte sonreír, escucharte y darte consejo cada vez que tus lagrimas broten por las injusticias de la vida. Seré tu guía, seré tu compañero cada segundo que camines sobre esta tierra, hasta que des tu último respiro.

-Thomas, mi amor, entonces viviré mis sueños, y cuando ese fatídico día llegue.

-Seremos felices al fin, para toda la eternidad, juralo por nosotros Lucille.