Las promesas (Parte II)
Después de leer la nota de Kylian, no pude tener ni un solo minuto de verdadera concentración en todo el resto del día. Muchos pensaron que tanto mi nuevo novio como mi cumpleaños eran las causas de que estuviera distraída. Sin embargo, la realidad era que no podía parar de pensar en mi padre y en los misterios en torno a su muerte. Fue difícil fingir sonrisas despreocupadas cada vez que alguien me felicitaba o se acercaba para darme algún pequeño presente. No es que despreciara tales atenciones, pero no podía calmar los nervios que me atenazaban el pecho. Pese a los esfuerzos de Julie, no conseguí reír de verdad ni siquiera una vez.
Al terminar las clases del día, Kylian me toma de la mano y me acompaña hasta la salida. Mamá ya ha aparcado su auto cerca de aquí. Está esperándome de pie junto a la puerta del conductor. Al verme llegar tomada de la mano de mi novio, no puede evitar que sus cejas se levanten. Sus ojos se abren mucho. Aun así, de su boca no sale ningún regaño, sino que esboza una sonrisa amable.
—El tiempo pasa demasiado rápido. Un día estás cambiando los pañales de tu pequeña y, al siguiente, estás mirándola convertida en toda una mujer. —Mamá deja salir un sonoro suspiro sin apartar sus ojos de los míos—. Y de un pronto a otro, la familia empieza a crecer.
Ella arquea una ceja y su vista se desvía hacia Kylian, quien la contempla con una expresión relajada, pero respetuosa.
—Espero que esta familia no siga creciendo por lo menos hasta que ambos se hayan graduado de la universidad, ¿de acuerdo? —dice ella en tono serio.
Se me afloja la quijada y me ruborizo al instante. Giro la cabeza hacia Kylian y lo encuentro riendo. Sus hombros se mueven mucho por las carcajadas. Cuando se voltea para mirarme, noto una chispa pícara en sus pupilas. Me guiña un ojo, lo cual hace que me ruborice el doble.
—No se preocupe, señora Duncan. No escuchará la palabra «abuela» dirigida a usted hasta dentro de muchos años.
—¡Kylian!
Mi voz se escucha ridículamente aguda. Me arde la cara por la vergüenza. De todos los escenarios que imaginé para el día en que le presentara a mi primer novio a mamá, ninguno de ellos incluía una conversación incómoda sobre posibles bebés en camino. Resoplo, frustrada, sin saber qué decir para acabar con la tensión de este extraño momento. El sonido de las carcajadas de ella me toma por sorpresa. Las muecas divertidas en las caras de ambos logran que me relaje un poco.
—Tu madre te quiere de verdad y se preocupa por tu futuro, Livi. —Kylian se acerca para darme un beso tierno en la mejilla—. No hay nada de vergonzoso en eso. Me habría gustado mucho tener a una madre como ella.
Él le da una mirada dulce a mamá y ambos sonríen. Se me hace un nudo en la garganta al recordar que él creció como huérfano de madre. Le doy un apretón a su mano y abro la boca con la intención de decirle algo lindo. No obstante, el recuerdo de la criatura que vi en el espejo se cuela de repente y me roba las palabras. ¿Será posible que ese ente en verdad sea Evimárite?
Si la mamá de Kylian hubiera regresado después de años de estar desaparecida, esa sería una buena noticia para darle. Por desgracia, no estamos en circunstancias normales. No creo que él se alegre de saber que ella volvió para amenazarme. Me duele pensar en que esa mujer, si se le puede catalogar así, no ama a su propio hijo y que lo abandonó sin remordimientos. Pese a ello, no le ocultaré nada de lo ocurrido a él. Espero total sinceridad de su parte, así que es justo que yo también sea siempre sincera. Pero este no es momento para malas noticias, así que me concentro en lo bueno que me está pasando. Eso me da fuerzas para hablar.
—Ustedes son los mejores regalos que he recibido en la vida. —El nudo sigue en mi garganta, distorsionándola—. ¡Los quiero muchísimo!
Mamá se acerca con rapidez y me abraza de medio lado. Su otro brazo rodea el torso de Kylian, quien le devuelve el gesto. Mientras tanto, él también me abraza y me susurra al oído un «también te quiero muchísimo». La calidez y la sonrisa en los rostros de ambos me conmueven hasta lo más hondo del alma. A pesar de los traumas que he atravesado y de las amenazas a las que todavía me enfrento, contar con el amor de los dos es una gran motivación para seguir adelante. Cuando por fin rompemos el abrazo grupal, ya no queda rastro de incomodidad en mí.
—¿Quieres venir a cenar con nosotras, Kylian? —Mamá da pequeñas palmadas de emoción—. No tuve tiempo de preparar un desayuno especial para Oli, pero quiero compensárselo con la cena. Sería genial si nos acompañaras.
—¡Claro que sí, señora Duncan! Jamás me perdería la cena de cumpleaños de mi novia.
—¡Magnífico! Y estamos en confianza, ¿eh? No hace falta que seas formal conmigo. Puedes tutearme y llamarme Annette.
—De acuerdo, Annette.
Sin más preámbulo, los tres nos subimos al auto de mamá con rumbo a casa. Me siento feliz y nerviosa a la vez. Pasé años soñando estar con Kylian y ahora que se hizo realidad, ni siquiera he tenido tiempo de disfrutarlo. Las preocupaciones diluyeron la magia del momento. No es justo para él ni para mí que mi mente viaje a otra parte cuando estamos juntos.
Por lo tanto, voy a dejar a un lado el estrés para disfrutar a plenitud de la cena que vamos a compartir. Ya bastantes cosas me han arrebatado los Dákamas y sus aliados como para permitir que también me roben la alegría de vivir. Con la cabeza recostada en el hombro de Kylian, me permito relajarme mientras platico con él y con mi madre durante el trayecto a casa.
Los minutos del viaje se acaban en un parpadeo. Mamá me pide que la ayudemos a cargar unas bolsas de compras que están en la cajuela. Mientras tanto, ella se encarga de abrir la puerta principal. Kylian toma una de las más pesadas y yo me encargo de las demás. Él se apresura a entrar a la casa en lugar de esperarme, lo cual me extraña. ¿Por qué parece tener tanta prisa? ¡Bah! Deben ser tonterías mías. Sigo caminando detrás de él y, en cuanto cruzo el umbral de la puerta, todo está oscuro y en silencio.
El hecho de que no haya luz ni ruidos enseguida me pone en alerta. Dejo caer las bolsas en el suelo y me preparo para pelear. Mi corazón late a toda velocidad. Mi respiración también se acelera, pero intento mantener la calma. Actuar sin pensar podría resultar nefasto en una posible emboscada como esta. Mi primer impulso es llamar a mamá y a Kylian, pero sé que a estas alturas podrían tenerlos atrapados. Un movimiento en falso los condenaría. Comienzo a dar pasos lentos hacia delante. Cuando estoy mitad del pasillo, todo en derredor se ilumina de pronto y un montón de voces gritan al mismo tiempo.
—¡Sorpresa!
Una lluvia de confeti y globos cae sobre mí. Me topo con los rostros felices de varios de mis compañeros, quienes no tardan en hacer un conteo para cantar coordinados.
—¡Cumpleaños feliz, te deseamos a ti! ¡Feliz cumpleaños, querida Olivia! ¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Eh!
Los aplausos llegan al mismo tiempo que el abrazo de Julie. Escondo mi cara en su hombro por un instante. Necesito disimular que estuve a punto de gritar de miedo. Música alegre empieza a sonar en ese momento, lo cual hace que mi silencio no sea tan incómodo. Esperaba encontrarme con alguna criatura grotesca, pero, en vez de eso, me topé con una fiesta en mi honor que no estaba esperando para nada. Sé que debería estar feliz, pero la sensación de angustia que siento no se va a borrar tan fácilmente. Pese a que me esfuerzo por recuperar el buen ánimo, no logro detener las lágrimas. Al menos intentaré que no parezca llanto de tristeza.
—¿En qué momento planearon todo esto? —pregunto con los ojos llorosos y una débil sonrisa—. Con todo lo que pasó, jamás habría esperado algo así.
—¿Pensaste que nos íbamos a olvidar de tu cumpleaños, tontita? ¡Por supuesto que no! —Pone sus manos en mis hombros y me habla viéndome a los ojos—. Tenerte de vuelta más bien nos dio aún más motivos para celebrar. Esta fiesta es lo mínimo que podíamos hacer. Mucha gente te quiere, Livi, mucha más de la que te imaginas. Eres una hermana para mí.
—Lo mismo digo de ti. Gracias...
Le doy un apretado abrazo a mi amiga. Entretanto, me enfoco en respirar despacio hasta que logro calmarme. Cuando me separo de ella, mis compañeros se turnan para felicitarme. Intento darle a cada uno una sonrisa. Cuando la fila se termina, Kylian me rodea la cintura desde atrás y tira de mí con suavidad. Cuando me doy la vuelta, sus brazos siguen estando en torno a mí. Sonríe con dulzura mientras comienza a mecerse despacio al ritmo de la música. No tardo en imitarlo, dejándome llevar por la melodía. Él se agacha un poco para hablar cerca de mi oído.
—Perdónanos por haberte asustado. No era nuestra intención que te sintieras mal.
—Pero ¿qué dices? Yo no...
Me aparto un poco y Kylian me mira con ternura. La frase que recién inicié muere en el aire. No tiene caso negar algo que es verdad. Él suspira.
—¿Pensaste que no lo noté? Me di cuenta de inmediato. Me insulté mentalmente y tuve ganas de echarlos a todos fuera en ese momento, incluyéndome.
—Me alegro de que no lo hayas hecho. Eso solo me habría hecho sentir peor. No se supone que una fiesta de cumpleaños sea aterradora. Es mi culpa por estar siempre a la defensiva.
—No, no es tu culpa. Sé que el silencio y la oscuridad te ponen en alerta. Estando en tu situación, es totalmente entendible. Te confieso que a mí me sucede lo mismo. Tú y yo nunca estamos del todo tranquilos, es imposible. Pero ten en cuenta que no estás sola, nunca lo has estado. Cuentas conmigo siempre, Livi.
—Gracias.
Sostengo su cara con ambas manos y lo beso. Esta vez, cierro los ojos y hago a un lado todos los demás pensamientos. Me concentro en la sensación de sus labios suaves sobre los míos. La intensidad del beso aumenta cuando abro un poco la boca. La caricia de su lengua en la mía, sumada al firme agarre de sus manos en mis caderas, despierta mis sentidos. Me pego a su cuerpo y comienzo a jadear. ¿Es normal sentir tanto calor en todas partes? ¡Estoy en llamas y no quiero parar!
—¡Oye, Kyl! ¡Este es un cumpleaños para todo público, no una luna de miel! ¡Hay menores presentes! —exclama Julie, señalándose.
Sus carcajadas pronto se contagian a todos los presentes. Incluso Kylian y yo nos echamos a reír cuando por fin logramos separarnos. Mamá nos está mirando con los brazos cruzados y una ceja levantada, pero también sonríe.
—Enseguida vuelvo. Quiero tomar algo —digo con la respiración agitada.
—Claro, ve —responde él, también inquieto.
Dejo salir un suspiro largo y camino hacia la mesa en donde está la comida. Me urge un refresco frío para bajar un poco la temperatura. Mientras me sirvo la bebida, saco mi teléfono. Pese a que hoy es una noche para celebrar, no puedo dejar a un lado mis deberes. Abro el chat de Kylian y le envío un emoji de cuervo, tal como él me pidió que hiciera cuando necesitara de su ayuda. Me giro para ver su expresión al recibirlo. Luego de ver la pantalla de su celular, levanta la vista y asiente con la cabeza, dándome a entender que sabe a qué me refiero. Cuando esta fiesta se termine, retomaremos la conversación que tenemos pendiente.
✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶
No voy a negar que me la pasé muy bien bailando, jugando, comiendo y abriendo regalos. En definitiva, celebrar junto a mis compañeros y mi familia me hizo mucho bien. Sin embargo, la alegría de esos momentos no borra la incertidumbre que siento todavía. Necesito saber qué pasó con mi papá y por qué Kylian me ocultó el recuerdo de lo que presencié. Probablemente tiene motivos válidos para haberlo hecho, pero no voy a estar del todo en paz hasta que sepa la verdad.
Es casi la una de la mañana cuando mamá por fin se queda dormida. Yo estoy sentada en mi cama, esperando por el momento en que deberé marcharme de aquí. Escucho un graznido de cuervo a mi derecha. Pese a lo repentino del sonido, no me sobresalto. Aunque no pueda verlo, sé que se trata de Velvar. Me pongo de pie de un salto, me quito los mitones y activo las marcas de Gildestrale. En cuanto estoy lista, permito que el peregrino evanescente me guíe de nuevo hacia el campo de fuerza de Kylian.
Cuando me lanzo hacia el abismo a través de la pared, ya no siento el miedo que sentí la primera vez. Saber hacia dónde voy ayuda mucho. Aun así, los nervios afloran. Cuando la imagen de las grutas aparece, sé que he llegado a mi destino. Kylian está sentado sobre las raíces del mismo árbol hueco de siempre. Al cruzarse nuestras miradas, él me dedica una sonrisa. Se levanta despacio y empieza a caminar hacia donde estoy.
—El señor Duncan me hizo prometerle algo que, en su momento, parecía un total disparate. Pero ahora lo entiendo. Lo que él me dijo no tenía sentido en aquel entonces, pero sí lo tiene ahora.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué le prometiste?
—Creo que siempre es mejor que lo veas todo por ti misma. Adelante.
Extiende sus palmas hacia mí y yo no dudo ni un instante en unir las mías con las suyas. Con el permiso expreso de Kylian para acceder a su mente, me zambullo de inmediato en las memorias que me ofrece.
El señor Duncan y yo caminamos juntos por el bosque. Me parece extraño que me haya pedido que lo acompañara aquí a solas. Siempre que salimos a pasear, lo hacemos con Olivia. ¿Por qué quiere hablarme en privado? ¿Estará enfadado conmigo? Quizás quiere que me aleje de su hija. Los padres suelen ser muy protectores con las chicas. Y yo no he hecho mucho esfuerzo que digamos para ocultar lo que siento por Livi. Tal vez me va a dar un sermón sobre eso. Resoplo y estiro algunos músculos, preparándome para el posible regaño de un papá celoso.
Cuando llegamos a un claro en mitad del bosque, Declan se detiene de repente. Se agacha y le da un golpecito a una roca redondeada con la mano derecha. En el instante mismo en que lo hace, una fría onda invisible me eriza los vellos. Percibo una fuerte energía desconocida rodeándonos. Eso hace saltar todas mis alarmas. Aprieto los puños y me pongo en posición de lucha. A pesar de eso, ningún tipo de ataque llega. El señor Duncan se gira para hablarme de frente.
—No tenemos mucho tiempo, así que escúchame con atención. Aún no sé cómo ni cuándo o por qué va a suceder. Lo único que sé es que la hija de mi hermano va a necesitarte. Tienes que prometerme que la ayudarás. No importa lo que haya que hacer para salvarla, prométeme que lo harás. Debes protegerla tanto como lo haces con mi hija. Esto es muy importante para ambas. Júramelo.
Me quedo en silencio, viéndolo fijamente. No tengo idea de qué debería responder a lo que acaba de pedirme. Hasta donde sé, el padre de Olivia no tiene hermanos. Entonces, ¿cómo se supone que tiene una sobrina? ¿Y por qué me pide a mí que haga lo que sea por protegerla? Si alguien debería hacer algo así, sería él, quien está emparentado con ella, no yo.
—Mi hija está en peligro de ser asesinada. Ni tú ni yo podemos permitir que eso suceda. Jamás me lo perdonaría. La primera amenaza vendrá desde el agua.
—No entiendo qué intenta decirme, señor Duncan.
El hombre no da señales de haberme escuchado. Ni siquiera me mira, sino que sigue hablándome como si yo no le hubiera dicho nada.
—Cuando dicha amenaza se presente, seré yo quien tome el lugar de Olivia. No lo olvides, debes cuidarla a ella, no a mí. Haz todo lo que debas para preservar su vida. No debe recordar nada de lo que vea y escuche, no al menos hasta que la hija de mi hermano venga. Solo hasta que ella despierte por completo estará lista.
—¿Lista para qué? Por favor, explíqueme qué está pasando.
—Lo entenderás todo a su debido tiempo. Cuando llegue el momento, muéstrale este símbolo. Ella lo reconocerá. Memorízalo para que puedas dibujarlo. Una vez que lo hagas, no permitas que nada ni nadie más lo vea.
Declan se desabrocha los botones superiores de la camisa y me muestra un tatuaje en su pecho. Justo en mitad de este, veo un curioso símbolo esférico que se asemeja a la fusión de la luna con el sol. Tiene un gran ojo abierto justo en el centro. Fijo la vista en el signo, absorbiendo cada detalle para reproducirlo después.
—Velvar confía en ti. Yo también. Y estoy seguro de que Olivia lo hará. Prométeme que la vas a cuidar, por favor.
—Se lo prometo, señor.
Pese a que no sé con qué me estoy comprometiendo, estoy dispuesto a hacer lo que haga falta por el bien de Livi. Si su padre dice que está en peligro, le creo. Y si yo puedo evitar que le hagan daño, así será.
Declan sonríe con un deje de tristeza y extiende su brazo derecho. Extiendo el mío y le doy un firme apretón de manos que marca mi compromiso de llevar a cabo la petición que me ha hecho.
—Algún día comprenderás la gran importancia de esto, muchacho. Gracias.
Justo en ese momento, siento que mi padre está mirándome a mí y no a Kylian. Jadeo con fuerza, impactada, y la escena en la memoria ajena se acaba de golpe. Un repentino mareo me desequilibra. No soy capaz de moverme, ni siquiera de hablar. Los latidos en mi pecho son tan rápidos que lastiman. Me sostengo la cabeza con las manos y empiezo a llorar. El abrazo de Kylian me envuelve mientras yo me sumo en mis propios recuerdos dolorosos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro