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06


En tan sólo una semana las cosas se movieron tan rápido que era irreal para Sae Wa estar ahora mismo en el aeropuerto a punto de montarse junto a Saegi en el avión que las llevaría hasta Daegu.

Daegu.

El torbellino de recuerdos era difícil de mantener bajo control, pero tenía que ser fuerte por su pequeña hija que ahora mismo la sostenía de la mano mientras vestía un lindo abrigo rojo y un lazo del mismo color en esa mata de pelo negro que era idéntica a la de su padre biológico.

Jimin también tenía que montar un avión ese día con destino a Hong Kong y por eso estaba al lado de Sae Wa sosteniendo su otra mano mientras que de vez en cuando le daba leves besos en la mejilla con la excusa de que la iba a extrañar más que a nada. 

Y no era mentira, la iba a extrañar porque además, no sabía si iba a poder regresar.

— Por favor cuando lleguen debes avisarme todo. Desde quien las recoge hasta qué hotel... —Dijo Jimin ansioso, su pierna se movía inquieta en el asiento mientras no apartaba la mirada del rostro de Sae Wa.

Ella tampoco se había tomado demasiado bien el viaje de seis meses de Jimin pero sabía que era necesario si querían construir un futuro juntos, además ella también estaría ocupada con la ONG de Daegu durante tres meses lo cual haría que la separación no fuera tan dura. 

Aunque era la primera vez que se separaban y no sabía como iba a sobrellevarlo.

Literalmente Jimin era su centro y Sae el de él. 

Pero era justo que los dos se dedicaran a sus proyectos. 

Igualmente al final de todo volverían a estar juntos.

— Lo haré, amor —Sae lo calmó dándole una beso en los labios. Saegi saltó de su sitio y se fue hasta las piernas de Jimin para enredar los brazos en el cuello de su papá.

— Voy a etrañar a papá —Dijo abrazándolo con fuerzas y el corazón de Jimin se partió en pedacitos. Le dio un beso en la cabeza a la pequeña y luego miró a Sae Wa.

¿Cómo le decía que nunca tocaría Hong Kong y que le había dicho una gran mentira acerca del viaje? Que cuando ella y Saegi se montaran en el avión él volvería a casa, haría una maleta y se iría a Busan directo a la casa de sus padres.

 — Yo también te voy a extrañar, pajarito —Le dio otro beso y la volvió a abrazar ante la mirada triste de Sae Wa.

— Estaremos bien, en serio. En un abrir y cerrar de ojos estaremos juntos de nuevo —Dijo Sae apretando los nudillos de Jimin quien estaba a punto de romperse, y de hecho sus ojos estaban totalmente enrojecidos por aguantar las ganas de llorar.

Saegi se levantó en ese momento y clavó la mirada en una persona disfrazada de pato gigante que estaba entregando globos.

— ¡Mamá, mamá! —Señaló con su pequeño dedo al gran pato y gritó emocionada —¡Pato! 

Sae Wa le sonrió y le alentó a que fuera hasta allí a recibir un lindo globo de color naranja con florecitas y patitos. El señor disfrazado de pato la saludó.

En ese momento Jimin aprovechó de armarse de valor y entonces decirle la segunda cosa que tenía que confesarle (aunque la primera hubiese sido una mentira, pero la verdad nunca se la diría. No era capaz).

— Sae... —La miró a los ojos y su labio inferior temblaba. Tomó las manos de Sae entre las tuyas y las besó con delicadeza —Esto me está matando, literalmente —Las primeras lágrimas rodaron y así el pecho de Sae se estrujó.

Nunca había visto a Jimin tan quebrado más que cuando ella estaba completamente rota y le parecía una respuesta exagerada de su parte por el viaje. Pero ella también se sentía sumamente triste por la repentina separación, así que no hizo conjeturas de que quizás algo más estaba sucediendo.

— Voy a extrañarlas tanto que siento que me voy a montar ahora mismo con ustedes en ese avión.

Sae Wa lo estrechó entre sus brazos y sintió el repentino deseo de no soltarlo nunca porque tuvo el presentimiento de que Jimin se le estaba yendo para siempre.

— Te prometo que el tiempo pasará rápido —Le susurró al oído.

Saegi estaba saludando al señor disfrazado de pato mientras agitaba su globo en la distancia.

Jimin la miró y sintió su corazón encogerse, sabía que tenía que luchar por ellas. Por Sae y su pequeña hija que era totalmente suya.

— Quiero pedirte algo Sae —Jimin se incorporó y secó sus lágrimas, su rostro estaba enrojecido y el de Sae Wa también, ella había empezado a llorar también sin si quiera darse cuenta a pesar de que había prometido ser más fuerte que Jimin —Cuando yo regrese de mi viaje... —si regreso.

Las palabras se le atoraron en la garganta.

Pero volvió a armarse de valor.

Miró profundamente a Sae Wa como si nadie más existiera en ese momento y le regaló una tenue sonrisa que salió con mucho esfuerzo de sus labios.

— ¿Serías mi esposa? —Sacó un pequeño anillo color cobre con una piedra rojiza en forma de flor del bolsillo de su chaqueta y lo deslizó por el tembloroso dedo anular de Sae Wa que lo miraba como si fuera la cosa más preciosa del universo. 

Pero antes de que Sae Wa dijera algo, Saegi saltó entre ellos agitando el globo. Pero Jimin sabía la respuesta incluso antes de que ella dijera algo.

Su mirada llena de amor y su sonrisa amplia le habían dicho que sí. Y Jimin se sintió en ese momento el hombre más afortunado y desafortunado del mundo... Pero si sobrevivía entonces Sae Wa sería su esposa y la amaría por siempre.

Por siempre. 

Media hora después les tocó decirse adiós. 

La despedida fue difícil para ambos, se abrazaron tanto que casi se arrepintieron de ambos viajes. 

Jimin le dijo que la amaba y se despidió de Saegi quien lloraba porque no quería separarse de su papá pero finalmente Sae logró calmarla y la montó en el avión.

Fue una despedida a regañadientes y ambos corazones latían en la misma sintonía bajo sentimientos diferentes. 

Jimin estaba aterrado cuando se quedó solo en el aeropuerto.

Sacó el teléfono y llamó a Seokjin, el único además de su socio que sabía la verdad.

— ¿No le dijiste, verdad?

— No pude, hyung.

Y lloró. Lloró de pie en el aeropuerto mientras Seokjin lo escuchaba tras el parlante.

— Ven a mi casa Jimin, necesitamos hablar. 

***


Llegaron tan rápido que a Sae Wa no le dio ni tiempo de darse cuenta que estaba de vuelta a la ciudad que casi la destruye por completo. 

Pero esta vez no había nada que pudiera derrumbarla, nada.

Ella hubiese preferido viajar en tren pero la ONG insistió en pagar los pasajes de avión para mayor comodidad.

Cuando salió del aeropuerto el sol golpeó su cara y Saegi se aferró a la mano de su mamá aún con su globo en la mano fuertemente sostenido.

— Vamos a estar bien —Le dijo Sae Wa dándole un beso en la mejilla —Y veremos a papá en un tiempo, mientras ¿te divertirás con mamá? —Le preguntó con una sonrisa.

La niña tenía aún el rostro triste pues amaba a Jimin tanto como a su mamá y no quería estar lejos de él, pero aún así la pequeña se animó a sonreírle mientras le mostraba por décima vez el lindo globo.

Sae Wa suspiró y llamó al número que le habían indicado. El chofer ya las estaba esperando y en veinte minutos estaba enfrente del edificio de Agust D: La pequeña ONG que estaba surgiendo y luchando contra la discriminación de madres solteras. 

Hoy sería el primer encuentro de la encargada con Sae, habían quedado que le explicaría todos los detalles de cuando comenzar, con quién trabajar y cómo sería la dinámica durante esos tres meses.

Lo único que sabía hasta ahora es que se estaría quedando junto a Saegi en un apartamento para ellas dos. Las otras dos voceras no habían aceptado ser parte del proyecto, así que Sae se uniría a voceras locales.

Se sintió solitaria pero luego miró el rostro de Saegi y supo que ella podía con todo eso y más, a pesar de que Daegu se estaba clavando en ella como un puñal.

Subió hasta el cuarto y último piso del edificio y una chica joven las recibió en la gran oficina que estaba delante de ellas. Saegi agitó su globo en saludo y la recepcionista la saludó.

— Eres muy linda pequeña princesa —Le dijo y Saegi se escondió detrás de su mamá apenada.

Se sentó a esperar a que llegara la gerente de la ONG. 

Le trajeron un poco de café y durante los veinte minutos que esperó se dedicó a jugar con Saegi y su globo, mirar a los alrededores y tratar de calmar sus nervios.

La recepción de la oficina estaba muy pulcra, era grande y con paredes entre blancas y grises, la decoración era sencilla y se podían ver algunas fotos de lo que supuso Sae eran las veces que habían trabajado con madres solteras y otras organizaciones. 

Una foto llamó su atención pero no alcanzó a mirarla bien cuando una chica salió de la oficina y la saludó con una sonrisa.

— ¿Hong Sae Wa? —Preguntó la linda chica de pálida piel y largo cabello negro como la noche. Vestía un traje a juego de color rosado crema y un llamativo collar de flores blancas.

— Así es —Se levantó de su asiento y la saludó de vuelta. Saegi la tomó de la mano.

— Y ella debe ser... ¡Saegi! —La saludó animadamente —Nos han hablado mucho de ti princesita.

Saegi saludó con la señal de costumbre agitando su globo tras una mirada de pena.

— Y usted es...? 

— Kim Yoonmi a su servicio —Una gran sonrisa se extendió por los labios de la joven —Estamos encantados de que formes parte de este proyecto, Sae Wa.

Y Sae Wa sintió de repente un trago amargo bajar por su garganta. 

¿De verdad había aceptado volver a Daegu? 

Iba a sobrevivir. Por Jimin y Saegi, esta sería su victoria sobre el pasado. 

O eso creía. 

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