02
SAEWA.
Seúl.
Era el cumpleaños de Saegi por lo que quería llegar a casa lo más rápido posible para sorprenderla con el pastel de cumpleaños que había ordenado días antes. No era muy fácil complacer a la pequeña princesa de la casa que en lugar de pedir un pastel de Frozen quería uno de un Alamosaurus.
Ni siquiera yo me sabía los nombres de los dinosaurios tan bien como mi hija de ahora 5 años que hizo que corriéramos por toda la ciudad buscando algún pastelero que adornada su pastel con su dinosaurio favorito con un diseño no tan aterrador como para espantarla apenas lo viera.
Aunque conociéndola seguramente se ponía a reír con su papá y la asustada sería yo.
Ahora que lo pienso, había estado tan ocupada durante todo el día en el negocio que ni siquiera había revisado el teléfono.
Como se acercaba el día de los enamorados, era normal que nuestra pequeña floristería estuviera atiborrada de clientes durante estos días.
Hoy el papá de Saegi irá por ella luego de sus clases de natación y por la noche a eso de las seis vamos a llevarla a comer en un restaurante que encontramos en internet que tiene reptiles aptos para ser tocados.
Miré el reloj de la pared con impaciencia, todavía eran las cinco y cuarenta de la tarde pero pareciera que es más tarde, no sé por qué. Empiezo a pensar que los cambios climáticos del país cada vez son más notorios y por eso tenemos nevadas en marzo y días calurosos en invierno.
Saqué el móvil de mi bolso mientras el último cliente del día parece estar dubitativo entre un ramo de lirios o uno de magnolias, descubro que el único mensaje que tengo es de la oficina de cuidados maternos y recuerdo de pronto que tengo que ir a firmar lo antes posible la ayuda del mes o de lo contrario podrían retirármela como la última vez que Saegi enfermó y no pude ir a la oficina a firmar, y por eso casi me quitan de la lista de madres solteras con ayuda mensual del Ministerio de Asuntos Sociales.
El terror me invadió momentáneamente pero el cliente me llamó y termino por guardar el móvil. Alejé esos pensamientos de mi cabeza y me dije que jamás dejaré a Saegi desamparada. No mientras viva.
— ¿Lirios? —Sonrío mientras tomo un par de las hermosas flores y preparo el último ramo del día.
Los lirios siempre son una buena elección.
Son los que siempre llevo a la tumba de Yoongi.
***
Cuando cerré la tienda ya había acordado tomar un taxi para llegar a tiempo a celebrar el cumpleaños de mi pequeña. Tenía que pasar a retirar el pastel a unas cuatro cuadras de la tienda y luego iría al restaurante de reptiles.
Que por favor, no colocaran a las serpientes muy cerca de Saegi o iba a terminar gritando del miedo (por supuesto me refiero a mí).
Me abrigué mejor bajo el chaleco gris y caminé a paso rápido para que las cuentas del tiempo me dieran, por eso cuando eran las seis menos diecisiete ya tenía el pastel en mis manos y estaba esperando el taxi en la acera junto a la pastelería.
— Disculpe —Llamó una voz detrás de mí. Giré lentamente y noté que la mujer que me hablaba era probablemente de la misma edad que yo y que seguramente llevaba un rato llamándome pero a causa de mi sordera en uno de mis oídos a veces me es difícil escuchar a las personas al primer intento.
— Lo siento —Hice una leve reverencia para indicarle que no estaba interesada en lo que tenía que ofrecer.
No era la primera vez que me paraban en la calle para ofrecerme unirme a algún culto o secta religiosa de la ciudad.
— No, no soy una de esas personas —Dijo refiriéndose a lo de las sectas. Todo Seúl sabía que cuando la gente se acercaba así era por alguno de esos grupos extraños que el papá de Saegi aborrecía —Sólo vengo a ofrecerle este volante, si es tan amable de firmar por esta causa... —Extendió su mano para darme un papel con algo impreso que no llegué a leer porque justamente llegó mi taxi.
Lo tomé rápidamente y me despedí con una leve reverencia.
Nos tomó cerca de media hora llegar hasta Itaewon porque el tráfico a esa hora era uno de los peores porque las personas estaban de regreso del trabajo, porque era viernes y los restaurantes y locales se llenaban y porque a las siete era la hora pico.
Por eso cuando me bajé del taxi y pagué, estaba tan ansiosa por llegar al restaurante que no me di cuenta que cerca de la plaza por la que tenía que pasar para llegar hasta la calle del local estaban Saegi y su papá.
— ¡Mami! —Gritó mi pequeña de cinco años de lindo cabello negro liso, tan liso como la seda y piel tan blanca como la nieve. A veces la llamábamos Blancanieves como la princesa de Disney y a ella le gustaba porque hablaba con los animales y tenía un lindo lazo rojo en la cabeza.
— ¿Saegi? —Al no esperar la sorpresa de verlos, casi dejo el pastel a un lado para abrazarla pero en su lugar, Saegi me abrazó por las piernas y pasé el pastel a su papá para poder cargarla luego.
— ¿Ese es mío? —Preguntó con los ojos brillosos cuando vio la caja blanca con rosado.
— Es para mí —Bromeó su papá para luego tomar mi mano y darme un beso como saludo —Ella estaba tan ansiosa de verte que tuvimos que esperarte aquí, no quiso ir hasta el restaurante.
Mientras tanto Saegi me contaba lo mucho que había nadado hoy y las cientos de fotos que papá le había tomado mientras aprendía un movimiento nuevo.
Estaba tan llena de energía y nos hacía sonreír tanto que nunca pude estar más agradecida de tenerla a ella en mis brazos y a su papá tomado de la mano yendo a celebrar el cumpleaños de mi pequeño milagro.
Porque eso había sido, un milagro.
Las calles de Itaweon estaban muy concurridas e incluso aunque el restaurante de reptiles no era tan popular como otros lugares tenía una fila considerable.
— ¿Se quedó dormida?
Luego de casi una hora de esperar para entrar al lugar todavía nos quedaban dos o tres personas por delante pero Saegi se había quedado tan dormida que babeó mi hombro.
— Si quieres pásamela, tú también debes estar cansada.
Pero negué con la cabeza, nunca estaría cansada para ella. Jimin sólo sonrió suavemente y derritió todo a mi alrededor.
— ¿Vamos a casa? —Lo miré con una sonrisa inocente y él me la devolvió.
Ambos sabíamos que Saegi no iba a despertar tan fácil y que lo mejor era que le preparáramos la cena en casa, le cantáramos cumpleaños con su pastel de dinosaurios y viéramos películas hasta caer dormidos los tres.
— Vamos a casa, Jimin.
Que aunque hayas escogido a Yoongi yo siempre tendré un lugar en mi corazón para ti. Si en un futuro él te destruye de tal forma que te hagas añicos, entonces recogeré cada partícula de tu ser y las uniré hasta que vuelvas a ser tú.
❀
no podía esperar por empezar a actualizar seesaw, sé que han esperado mucho y les pido disculpas por eso. les agradezco su paciencia. ¡los extrañé mucho!
¡nos vemos!~~
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