Capítulo 4
[2 meses después]
Siento mi respiración agitarse cada vez más, ya no puedo seguir corriendo.
Mi pulso me avisa que en cualquier momento caeré rendido al áspero suelo que se va formando ante mis pies. De todas formas no me puedo ver débil en frente de la profesora Mikaila, por lo cual sigo andando en contra mis pensamientos.
Ahora mismo estoy en la clase de Atletismo y llevo corriendo más de 45 minutos sin parar. Cada vuelta que doy alrededor de la enorme cancha me fijo como la profesora observa su reloj de mano para ver la hora y luego alzar la cabeza en mi dirección mientras frunce el ceño.
-Solo 5 minutos más -susurre despacio para no perder el aliento
Siento como mis piernas flaquean por cada paso que doy, por lo cual, decido correr un poco más lento, pero en aquel instante la profesora se da cuenta de esto y me grita que no baje la velocidad.
Intento mantener el ritmo, pero el fuego ardiente que se genera en mi garganta pidiendo una mísera gota de agua me lo impide.
Ya no puedo más...
Me detengo para luego tumbarme en el suelo. Escucho a lo lejos las quejas de la profesora de lo débil que estoy siendo y que si me sigo frenando no podré seguir en la selección de Atletismo.
Nunca he entendido porque los profesores de educación física piden que hagamos cosas cuando ellos ni siquiera son capaces de trotar con nosotros.
Percibo unos pasos a mi costado izquierdo y veo que Sebastian viene en mi dirección con mi bolso colgando de su hombro.
- ¿Qué tal te fue en el entrenamiento? -me extendió la mano ayudándome en mi intento fallido de levantarme
- Me has visto la mitad de la clase correr ¿No tienes mejores cosas que hacer? -tomé el bolso y fuimos caminando hacia los camarines
-La verdad es que hubiera ido con Lea a el cine, pero he decidido quedarme contigo, dicen que hoy lloverá en la tarde y quiero llevarte a casa -me dio un leve golpe en el hombro
- ¿Qué quieres ahora? -me queje mientras sonreía- Cuando haces eso significa que quieres algo de mi
- ¿Acaso no puedo llevarte? eso hacen los amigos normales
-Sebastian...El problema es que nosotros no somos normales -coloque una mueca de disgusto- La verdad es que tú eres... -movía mis manos haciendo círculos en el aire mientras pensaba en la palabra adecuada- Un completo payaso que no se toma la vida en serio pero a veces se te da lo de intelectual y pues yo soy...
-La copia de tu madre -me apuntó con su dedo índice- eres la persona más extraña del mundo que he conocido -subía el tono de voz cada vez más- ¿Quién mierda ocupa su tiempo libre para ir a la cancha de atletismo a hacer deporte?
- Exactamente yo, el problema es que tú eres un perezoso que prefiere quedarse en casa comiendo como cerdo -Le guiñe rápidamente mientras ingresaba a los camarines, seguro que Sebastian se quedaría esperando afuera como siempre lo hace.
No entiendo porque mierda encuentra raro que haga deporte hasta tarde en la escuela, en las mañanas siempre me levanto temprano para ir a trotar, aunque a veces se me daba lo de flojo y decidía dormir hasta tarde.
Cuelgo mi bolso en uno de los percheros y me saco la ropa, veo algún lugar para dejarla y no se me ocurre mejor cosa que dejarla en los casilleros, pero cuando los veo me doy cuenta que estos están cerrados con clave. ¿Desde cuándo son así? decido dejarla tendida en una de las bancas que se encuentra en la esquina de la puerta para luego caminar por el gélido frío que abraza mis pies sin ningún problema, para llegar hasta mi siguiente objetivo, la ducha.
Cuando enciendo el grifo, las primeras gotas en caer directo a mi cara, estaban completamente heladas. Cuando muevo la manilla del grifo hacia el agua caliente, ningún cambio en el agua hizo.
-Maldita sea -Bufé molesto- Como sea... -Decidido por bañarme con el agua fría, comienzo a pensar en lo que me ha pasado en estos últimos meses.
Le he contado a Sebastian de mi repentina historia con Camille, aunque suene de lo más extraño del mundo Sebastian dijo que la conocía y que le parecía haberla visto en nuestra escuela, sin embargo, es imposible creerle ya qué esta escuela es más pequeña que la suela de mi zapato, si no encontrabas a alguien seguramente se encontraba en los baños o en la biblioteca, pero yo nunca me la había cruzado en aquellos lugares.
Cierro el grifo, sacándome de mis cavilaciones para tomar la toalla y colocarla en mi cintura.
-Esta tarde ha sido de total mierda -salgo entumecido de la ducha dándome cuenta de que mi ropa no se encuentra en el lugar que la deje- Sebastian.
Recorro el camarín hasta la puerta principal para ver si Sebastian se encontraba afuera riéndose a más no poder, pero no había ni rastro de él.
Molesto hasta las orejas tomo mi mochila y me encamino hacia la entrada de la escuela, conociendo al tarado, ni aun que lo llame por celular vendrá con mi ropa pidiéndome disculpas.
Mis pensamientos de venganza contra Seba se cortan cuando ciento una pequeña figura chocar contra mi torso desnudo.
- Disculpa, en serio lo siento-una chica de cabello bermejo recogía sus cuadernos que hace unos segundos sostenía en sus brazos.
-Es mi culpa por andar de estúpido pensante-me hinque a recogerle los libros- ¿Te encuentras bien?
- ¿Oh? Si cl...-sin llegar a responderme abre los ojos como platos y se tapa su ojos haciendo que los libros quedaran esparcidos por el suelo verde- estas desnudo-llega a tartamudear
- ¿De qué hablas? llevo puesta una toalla-¿es que nunca había visto a un chico en traje de baño? según yo era igual, esta es santa- ¡Hey! ¿Ahora sí? -había tomado la toalla para arrastrarla hasta las axilas y sujetarla con mi mano.
La chica separo su dedo corazón con el anular echando un vistazo para ver si ahora todo se encontraba en su estado "normal"
-Claro -arrugo la nariz- pues, ¿Cómo te llamas? -pregunto mientras recogía sus libros- ¿Eres de aquí? nunca te había visto
-Soy Joseph -le estreche la mano a lo cual ella respondió con una sonrisa, me he quedado colgado- La verdad es que desde que era pequeño asistía a esta escuela, ¿y tú?
-¿Yo que?
-¿Que me cuentas de ti...? -levante una ceja tratando de darle a entender que quería saber su nombre
-Oh, claro claro, disculpa a veces se me pasa lo de estúpida, mi nombre es Savannah, pero puedes decirme Summer
-Lindo nombre -miro a mi al rededor y me doy cuenta de que estaba anocheciendo rápido- bueno, un gusto Summer, ahora tengo que irme a casa, ya sabes -dije buscando las palabras exactas- solo tengo una toalla...hace frío...casi es de noche...
-Tengo auto, ¿Quieres que te lleve? podríamos conocernos más -Apunto hacia los aparcamientos
-No te preocupes, no quiero ser molestia -negué ante su petición
-No seas lerdo y no te hagas del rogar, no eres una molestia, la verdad me harías una gran compañía-dijo riendo a la vez que me tomaba del brazo para guiarme hasta su auto- De todas formas no todos los días se llevan extraños en tu coche.
Me despido amablemente de Summer y camino a oscuras hasta la entrada de mi casa. Durante la trayectoria nos pasamos hablando de lo más normal, es más, era como si fuéramos amigos de toda la vida.
Entro de una vez por todas y camino a la sala de estar para tirarme en el sillón y encender el televisor.
- ¡Mamá! He llegado -Grito fuerte para que me escuche, pero fue en vano ya que no recibí ninguna respuesta por parte de ella.
Ruedo los ojos y me paro del sofá para ir a buscar a mi madre, ciento un ruido en la cocina, como si un plato se hubiera caído para luego romperse en miles de pedazos pequeños. ¿Ninguna maldición?
Esta no es mi mama...ella nunca en su vida dejaría que la loza se cayera al suelo, antes su vida y luego la loza, era lo que siempre decía.
Busco algún artefacto para tomar y defenderme de la persona desconocida dentro de mi casa. Veo que hay un tacón de mi mama apoyado al lado de la escalera y no dudo en tomarlo para luego abrir la puerta de la cocina rápidamente y así poder pegarle a mi objetivo.
- ¡La puta madre! -Escucho una voz rasposa y me sorprendo cuando abro un ojo y veo a mi papá parado en frente de mi sobándose la cabeza mientras al mismo tiempo con la otra mano intenta limpiar su camisa blanca que estaba manchada de café- Joseph ¿Que pensabas hacer con un simple tacón? Con esto ni podrías matar a una mosca -Se agacho para tomar el tacón...ahora roto.
-Pensé que eras un ladrón, mamá nunca rompería la loza, además por lo menos logre dañarte un poco -Dije tratando de no reír como inútil ¿Dónde se me han quedado las clases de Boxeo?
-Solo esperemos que tu madre no se entere de esto -Mi papá dijo moviendo la cabeza de un lado a otro ya que si esto sucedía, los dos sabíamos que mi mama se volvería un Ogro.
- Estoy de acuerdo cont... -Un grito que casi me rompe los tímpanos me detuvo.
- ¡Josh! ¡Joseph! ¡Mi tacón! ¡La taza! ¡Tú camisa! ...
| Espero que les haya gustado el capítulo, perdón por la demora ¡seguro ya ni se acuerdan de lo que paso en el anterior capitulo! Sobre el tema del grupo que tenemos en WhatsApp, ya no podre agregar a nadie más, no es el problema de que hayan muchas personas, si no, que a veces me llaman hasta horas muy tardes de la noche, hay personas que las he agregado y luego se salen, tienen mi número y me joden la vida llamándome y mandando mensajes explosivos (muchos mensajes) y también pasan mi número a sus amiga/os y me toman el pelo de forma graciosa que para mí algunas veces llega a molestar no saber quién mierda tiene mi número. Claro, no me molesta en nada, pero a veces llega a joder un poco. ¡Y gracias a todas las personas que me han dado apoyo para seguir escribiendo, son un amor! ¡Espero que tengan una buena mañana/Día/noche! |
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