Mi lapicera
Me siento en la orilla de la cama he intento calmar una tormenta de sentimientos que se apoderan de mi persona. Meso mi cuerpo para no caer en una crisis existencial porque bien sabía que lo que él había dicho era totalmente cierto. Y en todo caso eso me hacía odiarme aún más.
Me paro de la cama para asomarme a la ventana de nuestra habitación, veo una imagen de Raymond enfurecido golpeando el volante de su auto, acto seguido sale de vehículo para aventar la puerta, ir a la cochera, buscar un galón de agua, abrir el Capote del carro echar el agua y luego arrancar como alma que lleva el diablo.
Una lagrima brota de mis ojos, realmente estaba colmado su tan dulce paciencia. Lo peor es que no podría evitar comportarme con una imbécil todo este tiempo.
La alarma de mi reloj de manos resuena indicándome que ya era hora de marcharme al trabajo. Busco una de mis sudaderas favoritas, que me hace sentir invencible y me dispongo a ir al trabajo.
El día era uno de esos que no eran ni frio ni caliente, tenía un vacio descomunal en ponderarse de mi existencia. Estaba tan triste, me sentía tan sola. Nadie me entiende. Y no podía permitir que la única persona que me soportaba en la vida se hartara de mí, aunque desde hace unos días siento que lo tengo atado a mí. Debería considerar su felicidad aunque está no fuera a mi lado. Necesito que él sea feliz teniendo una familia con otra persona. Yo ya no me siento parte de su vida. Y el solo pensamiento duele y quema.
El solo pensarlo hace que mi pecho suba y baja desenfrenadamente, a punto de experimentar un ataque de ansiedad por todo esto sentimientos encontrados, decido darle riendas sueltas a mi vida he intentar mantener la compostura y tranquilidad. Dejo mi frente posar en el volante de mi auto.
Después de un largo tiempo estacionado en el parquímetro de mi trabajo unos golpecitos en la ventana lograron asustarme. Era una seguridad. Me limpio las lágrimas de mi cara, le hago una señal de espera, tomo unas servilletas para sorberme la nariz y bajando el cristal finjo una sonrisa para él.
—Señorita, su auto se encuentra mal estacionado, esta posición está reservado para el administrador de la empresa —me informa el guardia.
—Oh, disculpe no me habías percatado, me llevo un mechón de cabello atrás de la oreja.
—Es usted casada. Discúlpeme señora —sus mejillas se tornaron un color carmesí. En un acto reflejo miro la sortija que se posaba en mi dedo.
—Eh sí. Llevo 10 años de casada —digo mirando bobamente mi anillo de bodas.
—Wao, usted no aparenta ser tan mayor —me admira el chico que seguro no tenía más de 20 y tantos de edad.
—Suelen decírmelo mucho. Supongo que mi estatura no me ayuda mucho —elevo la comisura de mi labio.
Un claxon nos saca de nuestra conversación y me apresuro en quitarme de este lado del parquímetro.
Le doy las gracias al chico y le pasó un billete de 10 dólares a modo de agradecimiento por su labor, al principio no quería aceptarlo pero le supliqué que lo hiciera. Imagínense que después se me arme un lío gigante por un simple parquímetro, además tenía que dar una buena impresión en esta empresa.
Ajusto mi falda cuando estoy en el ascensor de la empresa cuando llego al recibidor lo primero que me encuentro es con un encabezado del nombre del edificio "Llenas Enterprise" frunzo los sueños y me apresuro en buscar mi portafolio en mi cartera. Estoy segura que este no era el nombre de la empresa que tenía que venir hoy. ¡Joder pero que mierda he hecho! Refunfuño por mis adentros mientras busco con desesperación el portafolio sin llegar a la recepción y no quedar como estúpida. En mi búsqueda desesperada al intentar sacar mi portafolio del bolso, caen todos mis bolígrafos de colores en el suelo rodando y dejándome como una demente frente a los que estaban ahí.
— ¡Mierda! —demonios me choque la frente con las manos al recordar en donde me encontraba. Sentí miradas de desaprobación sobre mí pero no me di tiempo a examinarlo.
Me doy prisa en recorrer mis bolígrafos del suelo a lo que mi reloj de manos vuele e a resonar dándome un entre pito anunciando que llegaría tarde en mi primera reunión. ¡Pero qué ..!
Justo cuando estaba a puntode detener un bolígrafo que estaba rodando como alma que persigue un testigo dejehová unos zapatos que brillan más que mi futuro los de tiene en el largopasillo de mármol. Trago en seco y mi bocaza queda completamente en el suelocuando miro de quien es el dueño de aquellos pies.
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