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Callar

—Primero que nada Señor desconocido que grita como si usted no fuera el único hablando en este lugar, buenos días repito, si quiere responderme a mi saludo es su asunto y segundo, yo no soy su empleada, soy socia de esta empresa y vengo hacer análisis de inventario —me sorprende la firmeza que salieron esas palabras pero me asusté porque por mi arrebato él podría hablar con mi jefe y podrían despedirme

Tan temprano y ya la ando cagando. Joder.

Ya no había vuelta atrás una nube de sorpresa pasó por su ojos pero no me dio el gusto de verlo completo.

—Me importa una mierda que usted sea socia de esta empresa ¿Le parece representable llegar tarde a una reunión de trabajo? —mierda buen punto.

—Tuve unos inconvenientes alejados de mi voluntad. Le pido disculpas. —no quería bajar la guardia pero tampoco quería perder mi trabajo.

Un celular resuena interrumpiendo la escena. Era proveniente de una chica que entre nervios y temblosismo intenta apagarlo pero el aparato cae en las piernas del sujeto, con cara de rabia el tipo mira el celular y antes de que él hiciera lo que yo estaba pensando me apresuré a tomar el teléfono rápidamente. Se escuchó mis pasos correr y una vocecita chillona gritar un ''no'' casi inaudible.

—Pero que se supone que está haciendo —me guita al arrancarle el celular de sus manos.

—Salvar el aparato de la chica, es usted un abusivo con sus empleados ¿Este es la forma de tratarlos? Seguro se le ha olvidó apagar el celular. ¿Por qué no se defiende de este psicópata? —miro a todos a los ojos, estos me observan como si me hubiera crecido una tercera cabeza ¿Es enserio? Piensan que estoy cometiendo una locura ¿Por qué no se defienden de este sujeto.

—Pues lárguese de mi empresa entonces —exhorta señalando la puerta.

Nos retamos con la mirada, la vena en su frente resaltaba haciendo latidos que desde mi posición podia notar, estaba muy cabreado y de eso no quedaba ninguna duda, sin embargo, no era el unico que estaba a punto de salirse de sus cabales, yo estaba a poco de reventar como un tomate en un horno, por lo tanto, el pequeño hilo de cordura se desató lanzándome de relleno a cometer una estupidez que podría cobrarme mi empleo, pero me importa una mierda, ya de por sí, nací jodida.

—Perfecto —sin que él me lo indicara me siento en la silla en la que antes se encontraba el hombre que salió despavorido, abro mi portafolio y busco rápidamente la página especifica del contrato que resaltaba las consecuencias de la posible anulación del mismo, el cual me dispongo a leer, para su tormento, en voz alta.

Él estaba totalmente consiente de lo sumergida que estaba su empresa, su mandíbula desencajada lo decia todo.

En ese momento ver su expresión resignada fue tan placentero que podría tirarle una foto y aun así no sería necesario, porque de mi cabeza jamás la podria borrar.

Casi lleno la sala de carcajadas si no fuese porque que aún mantenía mi perfil profesional.

—Eso pensé —me levanté, caminé en dirección de la dueña del celular, con pasos decididos hago repiquetear mis puntiagudos tacones en lo blanquecinos cuadros de cerámica y regreso a mi asiento como una perra empoderada.

Su silencio fue como una gloria de satisfacción para mis tímpanos, al parecer quebré sus argumentos.

Si ¡Jaque mate señor perfecto!

Luego de una reunión súper entretenida con candente, amable y compresivo jefe (espero que se note el sarcasmo) me encontraba haciendo en un Starbucks ordenando un café, busco mi tarjeta de crédito y me dispongo a pagar cuando ya tengo mi pedido.

—Señora su tarjeta no tiene funcionalidad —avisa el chico detrás de la barra.

Mi rostro de inmediato pierde todos sus colores y un sabor amargo se mezcla en mi paladar.

— ¿Qué? ¿Cómo es posible? —pregunto y de inmediato en mi cabeza se enciende una bombilla haciéndome caer en cuenta que habia cancelado mi tarjeta porque la laminilla de verificación se habia quitado.

Trago saliva y no sé cómo dejar de sentirme humillada y avergonzada, pues no era algo que ocurriera con frecuencia. Busco en mi bolso algunas monedas, pero recordé haberlas sacado todas en un ataque de furia con Raymond.

¡Perfecto! Lo que me faltaba mi día no podria ser peor.

—Disculpe —una chica de larga cabellera color cobrizo y unos enigmáticos ojos azulados se acerca un poco a nosotros ya que antes estaba detrás de mí en la fila —, tengo algo de prisa, podria cobrarnos la mía y de la señora juntos, por favor.

Iba a refutar, pero ¿Que iba a decir exactamente si no tenía dinero para pagarlo? Me mantengo en silencio viendo las manos de la joven moverse para entregar su tarjeta y la del chico tomarla.

Aplasto mis labios llena de vergüenza, esto parecia una mala broma del destino. Le sonrío alzando la comisura de mis labios y le digo una "gracias" intentado no parecer una odiosa mal agradecida a lo que ella levanta una mano quitándole importancia. Salimos de la fila dándole paso a otros clientes. Ella mira la pantalla de su móvil y se exalta.

—Joder, tengo que llegar a la empresa.

— ¿Trabajas aquí cerca?—cuestiono, aunque la realidad es que no me interesaba en lo absoluto, pero de alguna manera quería devolverle el favor.

—Sí, en Lennox Enterprise, queda a uno minutos de aquí, cerca pasa un autobús que me deja a dos cuadras, pero algo es algo —sonríe mientras me señala el autobús que justo ahora se estacionaba en la parada —, debo irme ya.

— Espera, yo trabajo en esa empresa, de hecho entre hoy, fue un día bastante agotador, el dueño de la empresa estaba cabreadísimo —parloteo aprovechando esto para quitarme la carga de estrés que me ocasionó esos cinco minutos hablando con ese simio —. Tengo mi auto estacionado en el parquímetro, si quieres te llevo.

Y es así como la chica cuyo nombre era Kate termina yendo conmigo a la empresa, de paso ella me invita a por unas hamburguesas que glorificaba como las mejores y estaban a dos por uno ¿Quién desaprovecha algo así?

Pasamos el transcurso del viaje para llegar a la oficina hablando de cualquier tema y se me hizo muy relajador, la chica es bastante habladora. Cuando estuvimos en la empresa un hombre nos interceptó en el camino, el cual se presentó como el vicepresidente.

— ¿Eres la empleada de QR, no?—asiento desconcertado —, te he estado esperando.

—Vale, me interesa saber el porqué, señor vicepresidente —me cruzo de brazos.

—Mejor pasemos a mi oficina, ¿Gusta de café? —Niego, al menos este hombre si tenía un poco de modales, a diferencia del "jefe". Él mira a Kate de reojo—, traeme un café.

La chica obedece de inmediato, por otro lado yo y el hombre de traje nos marcharnos al último piso a su oficina. Ya estando dentro me dispongo a preguntar:

— ¿Y bien?

—Tengo entendido que se quedará en la empresa a supervisar el manejo de las acciones de QR por un tiempo —asiento en respuesta —, pues como sabe, velamos por la seguridad y comodidad de nuestros socios e inversionistas, así que me gustaría asignarle una asistente para conllevar su investigación a gusto.

—Que irónico, hace unas horas pude jurar que no les importaba en lo absoluto sus inversionistas —alego con una sonrisa falsa dibujada en el rostro.

De paso Kate entra para darle el café.

—Supongo que ha de estar hablando de nuestro jefe... —ladea el rostro hacia arriba apretando la mandíbula, la cual por cierto, es casi tan cuadrada como la del actor Timothée Chalamet y ni hablar de su nariz perfilada —. Lamento el comportamiento que presenció.

—Seguro que no estaba en sus mejores dias —alzo los hombros fingiendo que le quito importancia.

—Le agradezco su comprensión. En fin, la asistente que le asignaré es Kate, aprovechando que ya se conocen y es de confianza.

—Me parece bien.

Sin más que hablar me digné a continuar mi día de trabajo, el cual se dio bastante relajado dado que recién me formalizo aquí, lo más que hice fue ordenar mi nueva oficina y al final del día me marché a casa con la esperanza de que esta noche no hubiera una discusión nocturna entre Raymond y yo.


Su asistente Mary Kate Harrison.

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