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14


Zayn se quedó fuera del despacho, junto con sus hermanos y Nancy, mientras se llevaban el cuerpo de Douglas. Kristin empezó a sollozar y Zayn la consoló poniendo un brazo alrededor de sus hombros. Stella también estaba llorando frente a su escritorio. Liam, por su parte, se había apoyado en la pared y estaba completamente pálido, abrazándose con fuerza por la cintura. Quería reconfortarlo a él también, pero su hermana lo necesitaba.

Zayn se sentía aturdido y vacío por dentro. Y se sentía engañado. Acababa de empezar a conocer a su padre cuando se lo habían arrebatado. Keaton estaba abrazando a su madre, que casi no podía mantenerse en pie. El personal de la ambulancia salió, llevándose la camilla, y el silencio que quedó en la habitación le resultó ensordecedor.

—Vámonos a casa, mamá —le dijo Keaton a Nancy–. Aquí ya no podemos hacer nada.

—Tenemos que avisar a todo el mundo –comentó Nancy.

—Todavía no, mamá –le dijo Kristin, apartándose de Zayn y acercándose a ella–. Yo también me voy a casa con ustedes dos.

—¿Y Liam? –preguntó su madre, tendiéndole una mano a Liam.

—No, Liam no –sentenció Keaton.

Aquello molestó a Zayn. Liam también merecía que lo consolaran. Y él deseaba acompañar a su madre y a sus hermanos, pero algo en la expresión de Keaton lo hizo quedarse donde estaba.

—¿Vas a venir con nosotros? –le preguntó Kristin.

—Me ocuparé de Stella y Liam e iré después, ¿de acuerdo?

Kristin asintió y, junto a Keaton, acompañaron a su madre hacia los ascensores.

Él miró a Liam.

—¿Estás bien? –le preguntó.

—Se ha... desplomado delante de mí. No he podido hacer nada –balbució el castaño.

Empezó a llorar y a temblar en silencio. Zayn lo abrazó hasta que se hubo tranquilizado un poco.

—Voy a asegurarme de que Stella no se queda sola y luego te llevaré a casa. No puedes conducir en este estado.

Llamó a recursos humanos y pidió que alguien le hiciese compañía a Stella mientras llegaba un miembro de su familia a recogerla y después agarró a Liam del brazo para sacarlo de allí, pero él se zafó.

—Estoy bien –le dijo. Pero su tono de voz decía todo lo contrario. Y Zayn sólo deseaba cuidarlo.

—Dame las llaves de tu coche –le ordenó mientras lo llevaba hacia los ascensores.

Liam no volvió a protestar y eso le preocupó todavía más. Zayn observó las decoraciones navideñas, tan fuera de lugar en ese momento. Era una época del año para celebrar y compartir, pero para la familia Malik iba a ser a partir de entonces una época marcada también por el dolor.

Llegaron al garaje a buscar el coche de Liam y Zayn se sentó al volante.

—Necesito que me indiques cómo llegar a tu casa.

El castaño puso en marcha el navegador sin articular palabra y Zayn encendió el motor y siguió las indicaciones. Había mucho tráfico y la calle estaba llena de personas que corrían de un lado a otro con regalos en las manos, tapadas con sombreros, bufandas y abrigos. El cielo estaba nublado, como de costumbre, y estaba empezando a llover. Eran las cuatro de la tarde y ya se estaba haciendo de noche.

Zayn nunca se había sentido tan lejos de su casa, donde hacía sol y calor y todo el mundo iba en pantalones cortos, camisetas y chanclas. Se sintió como un extraño allí y se preguntó si realmente aquel era su lugar. Había pensado que sí, pero, tal y como estaban yendo las cosas, tal vez lo mejor sería recoger sus pertenencias y volver a casa, a Nueva Zelanda. Al calor del verano, a la familia en la que nunca había terminado de encajar, a su negocio. Aunque, en el fondo, se dio cuenta en ese instante de que no podía dejar a la familia que había encontrado allí, ni a Liam. Lo que sentía por él era complicado, pero estaba decidido a hacer que lo suyo funcionase. Todavía no sabía cómo.

Aparcó en el garaje de su apartamento y lo acompañó hasta la puerta. Pensó que tomaría un taxi para volver al hotel, donde se daría una ducha para intentar entrar en calor.

—¿Vas a estar bien solo? –le preguntó mientras Liam abría la puerta.

—Supongo que sí –le respondió el castaño en un susurro—. ¿Y tú?

Zayn se encogió de hombros. Tenía un nudo en la garganta y no podía hablar.

—¿Zayn? ¿Quieres entrar? Puedo preparar un café, o algo más fuerte, si quieres.

Liam parecía perdido, solo y desesperado por tener compañía. Él se sentía más o menos igual, así que asintió y entró detrás de él. El apartamento no era como él había imaginado. Teniendo en cuenta que
Liam trabajaba todo el día en temas relacionados con el diseño y la decoración, aquel lugar parecía casi deshabitado, era muy impersonal. Casi tanto como su habitación de hotel.

Lo siguió hasta la cocina.

—¿Qué quieres, un café o algo más fuerte?

—Un café, gracias.

—Solo y con una cucharada de azúcar, ¿verdad?

Él asintió. Liam preparó el café y le ofreció una taza. Él la tomó entre sus manos y dejó que el calor le traspasase la piel, si bien no llegó a derretir la capa de hielo que se había instalado alrededor de su corazón.

—Vamos a sentarnos –sugirió Liam, volviendo al salón.

El castaño se sentó en una silla y Zayn en el sofá. Liam todavía tenía la mirada perdida.

—Has hecho lo que has podido, Liam. Ni siquiera los médicos han conseguido reanimarlo –lo consoló el pelinegro.

—No lo sé. Nunca lo sabré.

—La autopsia nos dará las respuestas que necesitamos.

—Ni siquiera sabía que tenía problemas de salud.

—Al parecer, Kristin y Keaton tampoco. Tal vez él sí que supiera que no le quedaba mucho tiempo, y por eso se alegró tanto de tenerme de vuelta en la familia.

—Zayn, lo siento mucho. Debes de sentirte fatal. Acababas de conocerlo y ya lo has perdido.

—Dicen que no se puede echar de menos lo que no se ha tenido nunca, pero no es verdad –admitió él, bajando el rostro al darse cuenta de que se le estaban llenando los ojos de lágrimas.

Liam dejó su taza, se levantó de la silla y se sentó a su lado en el sofá. Lo abrazó por los hombros y, con la otra mano, le quitó la taza y tomó la de él.

—Estaba tan feliz de tenerte de vuelta en su vida.

—Lo sé, pero el hecho de no haber estado con él desde que nací hace que me sienta furioso con la madre que me crio. ¿Cómo se atrevió a alejarme de mi verdadera familia? ¿Por qué no me contó jamás la verdad? Si no hubiera encontrado esa caja, no me habría enterado de quién soy en realidad. Este año he perdido a dos personas, a Alison Parker y a Douglas Malik, y ambos, para bien o para mal, eran mis padres.

—Lo siento mucho, debes de sentirte fatal. Yo no tengo muy buena relación con mi madre, pero no sé cómo reaccionaré cuando ella ya no esté. Gracias a ella soy la persona que soy, también para bien o para mal. Tal
vez Alison Parker hizo algo horrible al secuestrarte, pero te quiso e hizo de ti un buen hombre. En realidad, si lo piensas, eres muy afortunado porque tienes una familia en Nueva Zelanda y otra aquí.

—¿Afortunado? Keaton me odia y Kristin está de su parte. Mi madre biológica acaba de perder a su marido y a mí casi no me conoce. Hoy ni siquiera me ha pedido que la acompañara, mientras que sí que ha preguntado por ti.

Sacudió la cabeza.

—Aquí soy solo un extraño. Y me temo que siempre lo seré.

—No, Zayn. Es pronto y todos acaban de sufrir una terrible pérdida. Nancy es una buena mujer y te quiere, siempre te ha querido. Seguro que ahora mismo se está preguntando dónde estás, pero Keaton... No es momento de entrar en la guarida de un león herido. Yo también soy persona non grata para él. Y ahora mismo me siento completamente vacío. Me parece que estamos los dos igual.

A Zayn le pareció bien estar con Liam en esos momentos y deseó que ambos pudiesen relajarse y reconfortarse.

—Menuda pareja hacemos, ¿no? –comentó en tono irónico.

Liam intentó sonreír, pero tenía las mejillas cubiertas de lágrimas.

—Apreciabas mucho a Douglas, ¿verdad?

Liam asintió. —Me enseñó tanto. Empecé a trabajar en Malik Developments nada más salir de la universidad, como personal administrativo. Y él me apoyó para que prosperará en la empresa.

Suspiró antes de continuar. —Mi padre se marchó de casa cuando todavía era un niño, así que Douglas era
como una figura paterna para mí. Yo sé que su estilo no le gustaba a todo el mundo, pero yo le debo mucho.

—Yo diría que hay muchas personas en Malik Developments que sienten lo mismo que tú.

—Keaton no estaría de acuerdo contigo en eso. Siempre ha pensado que los métodos de su padre eran draconianos y autocráticos. Tenían muchos enfrentamientos.

Zayn se quedó pensando en aquello. En el poco tiempo que llevaba allí, siempre que había visto enfadado a Keaton había sido con su padre, y algo parecido ocurría con Kristin.

—¿Y Kristin? Al parecer, le indignaba que Douglas nunca la hubiese considerado como su sucesora.

—Sería una directora excelente, pero eso nunca entró en los planes de Douglas, no.

—¿Y tú? Si yo no hubiera aparecido en escena, ¿dónde estarías ahora?

—En el mismo lugar que ahora, pero planeando una boda con Keaton.

—Siento haberte estropeado el plan.

—No, la culpa de todo la tengo yo. De hecho, estaba anunciándole mi dimisión a Douglas cuando cayó al suelo.

Los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas.

—No puedo evitar tener la sensación de que esto también ha sido culpa mía. Douglas estaba discutiendo conmigo, diciéndome que no podía dejar la empresa.

A Zayn se le hizo un nudo en el estómago. —Liam, no pienses que lo ocurrido ha sido culpa tuya. Douglas no
estaba bien de salud. He oído hablar a la policía y al médico y, al parecer, tenía un problema de corazón.

Liam se quedó en silencio mientras procesaba sus palabras y, entonces, se levantó. —Necesito comer algo. ¿Te apetece pizza congelada y una sopa?

—Claro –respondió él, sorprendido–. Deja que te ayude.

—No hace falta mucha ayuda para calentar una pizza y abrir una lata de sopa –le dijo Liam.

—Eh, que yo soy experto en abrir latas, he abierto muchas a lo largo de mi vida –le respondió Zayn, levantándose del sofá.

Lo siguió hasta la cocina, donde calentaron la comida. Luego se sentaron a la barra a cenar, pero Liam ya no parecía tener tanta hambre.

—Esto va a destrozar a Nancy –comentó de repente–. Vivía por y para Douglas.

—Sí, parecían estar muy unidos –concedió Zayn–. ¿Piensas que seguirá trabajando?

—No lo sé. Nancy es de la vieja escuela. Siempre complacía los deseos de Douglas, se va a sentir perdida sin él.

Zayn se sacó el teléfono del bolsillo y marcó el número de la casa de sus padres biológicos.

—¿Qué estás haciendo? –le preguntó Liam.

—Llamar para ver qué tal está. Tal vez mis hermanos no quieran que esté allí, pero necesito que mi madre sepa que estoy pensando en ella.

—Residencia de los Malik–respondió Keaton al otro lado.

—Keaton, soy Zayn–dijo este–. Solo quería saber cómo están, en especial, Nancy. ¿Cómo lo lleva?

—Como puede. ¿Algo más?

Zayn intentó no enfadarse con su hermano. Al fin y al cabo, era un momento de dolor para todos.

—Me gustaría estar allí, apoyando a Nancy, si me lo permiten –sugirió con cautela.

—No será necesario. Mamá está sedada, en la cama. Y ya estamos Kristin y yo aquí.

—De acuerdo. Cuando se despierte, ¿puedes decirle que
he estado pensando en ella?

—¿Algo más?

Zayn cerró los ojos y contó hasta tres, respiró hondo.
—¿Cuándo van a organizar el funeral? Me gustaría estar presente.

—Ven mañana a las diez y media de la mañana. ¿Es eso todo?

Era evidente que Keaton estaba deseando deshacerse de él y, en otras circunstancias, Zayn se habría esforzado en molestarlo, pero aquel no era el momento.

—Gracias, no, nada más. Hasta mañana. Ah, solo otra cosa, Keaton.

—¿Sí?

—Que lo siento mucho.

Hubo un silencio al otro lado de la línea. —Yo también. Hasta mañana. Ven solo.

El mensaje era claro. Liam había sido declarada persona non grata, pero era injusto. Había formado parte de la familia Malik durante mucho más tiempo que él. Zayn estuvo a punto de defenderlo, pero lo vio
negar con la cabeza, como si le hubiese leído el pensamiento.

—Por supuesto –le respondió a Keaton—. Hasta mañana.

Zayn colgó y sintió que sus hombros se relajaban. Al menos podría participar en la despedida de su padre, aunque siguiese sintiéndose mal por excluir a Liam.

—¿Estás bien? –le preguntó este mientras se guardaba el teléfono en el bolsillo.

—Todo lo bien que se puede estar. Voy a ir a casa de Douglas y Nancy mañana para organizar el funeral.

—A mí no me quieren allí, ¿verdad?

—Me temo que no, Liam. Hablaré con ellos mañana y...

—No, lo comprendo. Por favor, no te sientas mal por mí y, por favor, no digas nada.

Los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas, pero las contuvo estoicamente. Zayn pensó que su presencia allí solo estaba complicando las cosas. Su llegada a Seattle había puesto la vida de Liam patas arriba.
Tal vez lo mejor fuera marcharse.

Apartó el plato que tenía delante, ya no tenía apetito.

—Gracias por la cena. Siento no haber podido hacer justicia. Te ayudaré a recoger y, después, me marcharé.

—No es necesario. Lo haré yo –le respondió Liam, mordiéndose el labio inferior.

—¿Ibas a decir algo más? –le preguntó Zayn.

—Nada... solo que si podrías quedarte aquí esta noche. No quiero estar solo.

—¿Estás seguro?

Liam apoyó una mano en su brazo y lo miró a los ojos.
—Por favor, quédate. No vamos a... ya sabes, pero pienso que a ambos nos hará bien la compañía.

—Sí, gracias.

Zayn tampoco quería marcharse. En esos momentos, solo se tenían el uno al otro y se necesitaban. Recogieron la cocina juntos y Liam le enseñó dónde estaba el baño.

—Hay un cepillo de dientes nuevo en el cajón, y toallas limpias en la estantería—le indicó.

Cuando hubo terminado, Zayn entró en el dormitorio y se tumbó sobre la colcha mientras Liam pasaba al cuarto de baño. Zayn pensó que era todo muy civilizado y, al contrario que en Portland, no había tensión sexual en el ambiente. Liam salió del cuarto de baño y lo vio recostado en la cama.

—Puedes meterte debajo de las sábanas, esta vez no te voy a atacar –le dijo.

—Lo sé –le respondió él. Pero, no obstante, se quedó donde estaba.

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