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36.

Entre los gritos de festejo y la rendición de los Moon y Sun que quedaban, JiEun se levantó y camino hasta el cuerpo de su hermano, aferrando sus manos en sus alas heridas, soltando todo aquel llanto desgarrador que consumió su alma hasta sentir que se volvía pedazos. Lentamente en sus manos el cuerpo de su hermano regreso a su forma humana y aquellos que seguían teniendo respeto por ella cubrieron a JaeHyun con una manta evitando también que la última imagen que tuviera de él fuera tan dolorosa.

YoonGi se aparto de ella y camino hacia JiMin, tambaleando mientras que en su camino las escamas de su piel volvían a tomar sus tonoz rojizos lentamente, sus ojos casi cerrados por el cansancio y el inminente dolor que persistía en él.

—JiMin.

Lo llamó y fue rodeado por las alas del omega, escuchando su llanto y sentirse inútil por no poder consolarlo, porque su debilidad mantenía a su cuerpo vacío de energía ahora que ya no se sentía en peligro y el descanso que antes no tuvo podría obtenerlo en esos momentos de libertad.

Todos aquellos que hace minutos eran sus rivales habían bajado la cabeza, arrodillados en el suelo y mostrando su rendición en aquella vieja tradición de dragones al perder una guerra.

HongJoong miro a su alrededor, orgulloso y dolido. Había tanta sangre y muerte a su alrededor que pesaba saber que aquello fue causado por un odio sin sentido. Orgulloso al ver que YoonGi por fin era libre, que no debía seguir anclado a un pasado que no hacía más que atormentarlo.

HyunJin se acercó a MinGi y lo ayudo a levantarse cuando vió su pierna herida. Era sorprendente para todos ellos que uno de los subordinados de JaeHyun liberará al Hell de aquella red sabiendo que su líder moriría claramente.

Pero para ellos fue un acto de valentía, se notaba en sus ojos que ahora estaba feliz y se sentía en paz consigo mismo.

Todos aquellos que se unieron en la pelea buscaron entre todos aquellos cuerpos a los que habían perdido en la pelea. Otros comenzaron a ayudar a los heridos, se llevaron a los cinco Hell restantes para curarlos y buscaban una y mil maneras para salvar a los suyos.

—Y-yo... lo siento tanto, JiMin —le susurró el Hell al oído, su mente y corazón llenos de remordimientos al recordar todas las veces en que lo trató mal, cuando lo miraba con enfado e incluso llegó a lastimarlo con sus hirientes palabras—. Sé que esto será egoísta, pero te ruego que por favor no te vayas de mí lado... te lo ruego, JiMin.

Lloro como un niño pequeño que buscaba el consuelo, asfixiado en dolor y culpa, pero JiMin lo abrazó con tanta seguridad que su llanto solo pudo aumentar hasta que se volvieron gritos. Ese donde sacaba toda la culpa de su pasado y su presente, liberando su alma de las cadenas que lo ataban al dolor y el sufrimiento constante.

YoonGi por fin podría ser libre de todo.

—Ni aunque lo quisiera podría irme. Mírame, incluso peleé en una guerra por ti, ¿no es suficiente para demostrar que te amo?

Aquellos susurros salían desde su corazón, al igual que el consuelo de tener al otro entre sus brazos y sentir que se liberaban de grandes pesares que los atormentaban.

YoonGi se había liberado del dolor, había dejado que su antigua pareja descansará por fin después de tantos años atado a un mundo donde ya no pertenecía.

Y JiMin podría apoyar a superar sus miedos e inseguridades junto a la persona por la que dió tanto y que de igual forma se sacrificó por él.

Ahora ambos estaban juntos y por fin dejarían ver el amor que sin darse cuenta creció dentro de ellos.

La misión de JiMin había sido seducir a un dragón marginado y asocial, pero termino enamorado y entregando su corazón, su alivio fue notar que YoonGi había hecho lo mismo con él.

Los dos hospitales de la aldea no fueron suficientes para recibir a todos los heridos, por lo que aquellos que querían ayudar ofrecían sus hogares para aportar un poco.

No había nadie en la aldea que no estuviera trabajando, incluso los niños se habían ofrecido a llevar las medicinas a las casas para quienes lo necesitaran.

En la casa del concejo se encontraban los más cercanos a ellos, Yuta había sufrido de graves heridas que necesitarían meses para sanar. WooYoung cuidaba de San y viceversa, entre todos tenían que dar un poco para aligerar las cosas.

En otra parte de la casa se encontraban los cinco Hell, habían casi rogado por quedarse juntos en una habitación, donde pudieran ver que estaban los cinco y no había nadie que faltara. Fueron curados y alimentados, pero ni siquiera eso ayudo a ganarse su confianza y era normal cuando tan solo eran unos niños y comenzaron a ser torturados tan violentamente, se notaba en sus miradas llenas de pánico, la forma en que se aferraban entre ellos para dispersar sus temores. HongJoong sugirió buscar un psicólogo para detener el avance de los traumas acumulados por los años.

Y en la casa de los Park se encontraba YoonGi, reposando en una de las habitaciones con JiMin a su lado, aferrado de su brazo mientras dormía plácidamente. Pero él no podía dormir al tener la mente llena de culpas, el recordar a JiEun desgarrada en llanto atormentó su mente, el sufrimiento que le causó a JiMin y todas las vidas que tomó esa guerra por un odio injustificado.

—No pienses más en eso, YoonGi.

Bajo su mirada para ver a JiMin removerse y quedar sentado a su lado, acariciando su cabello y su mirada llena de cariño y tristeza.

—La culpa es solo de JaeHyun y todos aquellos que siguieron sus ideas, no te culpes por hacer justicia por los tuyos y liberar a otros.

No podía responderle, no tenía las fuerzas para hacerlo y su llanto se lo impidió aún más, por lo que solamente se pudo abrazar a JiMin y llorar libremente, pues no podía hacer nada más para curar su dolor.

HongJoong junto a los miembros restantes del concejo tomaron asiento alrededor de la mesa, viendo fijamente a HyunJin y esperando a que explicará sus razones para haberlos ayudado en esa guerra, tenían que conocer el trasfondo para saber si no era un futuro peligro para ellos.

—Te escuchamos —habló WooYoung y San le dió un golpe suave por haber sonado tan brusco y poner nervioso al Moon frente a ellos.

—Solo... estaba cansado y asustado, nosotros los Moon nos unimos a JaeHyun por temor, pues amenazó con exterminar a todos si no hacíamos lo que pedía —se tomó una pausa para respirar y luego vieron su rostro rojizo por el llanto que apenas y salía—. Yo era uno de los más cercanos a él, pero eso solo ponía en peligro a mi familia pues si yo no hacía lo que JaeHyun quería él decía que entonces me olvidara que mi familia seguiría existiendo... mi esposo, JeongIn y mi hijo... tuve que enviarlos lejos para poder protegerlos, pero JaeHyun era el peor peligro, fue por eso que tome la oportunidad en cuanto pude y ustedes fueron quienes nos salvaron a todos nosotros.

Los rostros de todos eran neutros, tantos sentimientos encontrados no les dejaban reaccionar como debían. Ahora más que nunca se daban cuenta que el Sun era mucho peor de lo que habían pensado siquiera, era un psicópata y obsesivo, lo cual lo llevaba a ser un peligro aterrador.

—Trae a tu familia a esta aldea, seguramente los extrañas mucho, nos ayudaste y darte una vida segura aquí es lo mínimo que podemos hacer. Dos guardias irán contigo por tu familia, así que ponte en camino para recogerlos —le dijo YunHo sonriendo y los restantes lo apoyaron con una mirada compasiva que el Moon agradeció.

Todos ellos conocían bien el dolor de alejarse de su familia y el temor a perderla.

Es por eso que ahora su objetivo sería sanar las heridas hechas en otros por sus propias acciones.


Estamos en los capítulos finales.

Espero les gustará el capítulo.

Los amo bebés. 💜
 

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