🌸 Capítulo 10.
🌸 Capítulo 10.
El doncel llevó su dedo a su propia boca y pasó su lengua por la herida con un gesto sensual, mientras mantenía su mirada fija en el vampiro, desafiante y provocativa.
Jungkook lo tomó con firmeza de la cintura con una mano, su agarre era decidido y posesivo, mientras que con la otra mano sostuvo su cabeza, acercándose más a él, listo para completar su reclamo.
—Señor Jeon, el señor Hoseok está aquí. —gritó la mujer con desesperación desde la puerta, interrumpiendo el momento cargado de tensión y deseo entre los dos.
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— Jun... Jungkook. — su voz apenas un susurro, su cuerpo comenzando a temblar ante el pánico que le producía escuchar aquel nombre. Cada letra de ese nombre parecía cargar un peso que aplastaba su pecho, recordándole la amenaza que Hoseok representaba.
— Tranquilo, bonito, no dejaré que te aleje de mí. — murmuró el vampiro, su voz baja y firme, llena de una promesa silenciosa de protección. Mirando a Taehyung a los ojos, Jungkook pasó su lengua por la pequeña herida en el dedo del doncel. El contacto, húmedo y cálido, envió una oleada de sensaciones a través del cuerpo de Taehyung, quien cerró los ojos y soltó un pequeño jadeo, la mezcla de miedo y deseo lo envolvía por completo.
Jungkook lo atrajo hacia sí, su fuerza y calidez eran una ancla en medio de la tormenta que rugía en la mente de Taehyung. Cada movimiento del vampiro parecía estar calculado para fundirse con el delgado cuerpo del rubio, una fusión que no solo era física, sino que trascendía a un nivel más profundo.
Andrea, observando la escena desde un rincón, estaba a punto de quedarse sin uñas, mordiéndolas de pura ansiedad. La pareja dentro de su burbuja de intimidad y calma contrastaba brutalmente con la tormenta de tensión y peligro que se cocía afuera.
—¿Dónde está Hoseok ahora? — preguntó Jungkook, su voz tranquila, casi indiferente, mientras saboreaba la dulce gota de sangre que aún persistía en sus labios.
—Se encuentra en la entrada, aún no abro el portón, señor. — explicó Andrea, su voz temblando de nerviosismo, sus ojos mirando hacia la puerta como si fuera un monstruo a punto de irrumpir.
—Perfecto. — susurró el vampiro, su mente ya trabajando en su próximo movimiento. Jungkook sabía que no tenían mucho tiempo, cada segundo era vital.
Mientras tanto, afuera, la noche parecía cobrar vida con la presencia de Hoseok. Las sombras se alargaban y se movían como si respondieran a su presencia, creando una atmósfera de peligro palpable. Andrea sabía que la llegada de Hoseok no solo significaba problemas para Jungkook y Taehyung, sino también para ella. Tendría que tomar una decisión pronto: ayudar a abrir el portón y permitir que Hoseok entrara, o encontrar una manera de desviar su atención, ganando tiempo para que Jungkook pudiera enfrentarlo sin exponer a Taehyung.
—Andrea, necesito que estés tranquila. Ve despacio y abre el portón manualmente. Dile que el botón automático no funcionaba. —le ordenó Jungkook, sin apartar su mirada de los ojos del doncel, mientras sus dedos apretaban con firmeza la cintura del rubio, tratando de transmitirle seguridad.
Taehyung respiraba con dificultad, el aire se le atascaba en los pulmones y sentía un nudo en la garganta. Su cuerpo temblaba levemente, y su mirada reflejaba una mezcla de miedo y confusión.
—Bonito, debes quedarte en mi habitación, por favor. —le dijo Jungkook con una voz suave y tranquilizadora, tratando de calmar la tormenta interior del doncel. Taehyung asintió nervioso, sus ojos grandes y llenos de preocupación. Jungkook se agachó y tomó al cachorro que ladraba inquieto con una mano, y con la otra, entrelazó sus dedos con los de Taehyung. El doncel se aferró a él como si fuera su única salvación en medio del caos. Juntos subieron las escaleras, el eco de sus pasos resonando en el silencioso pasillo, mientras sus corazones palpitaban con fuerza, casi al unísono.
—Jungkook, ¿por qué me buscan, por qué a mí? —preguntó Taehyung con voz temblorosa, aferrándose a la mano del vampiro como si temiera que la respuesta pudiera alejarlo de él para siempre. Sus ojos reflejaban una profunda necesidad de entender, de encontrar alguna lógica en el torbellino de eventos que lo envolvían.
El vampiro, con una expresión grave y llena de ternura, acarició la mejilla del doncel con el dorso de su mano. —Te prometo que te explicaré todo cuando Hoseok se vaya de aquí. —su voz era un susurro lleno de promesas y dolor contenido. Lentamente, su mano descendió hasta el vientre de Taehyung, donde la apoyó con delicadeza, sintiendo una conexión profunda y casi sagrada. Taehyung cerró los ojos por un momento, tratando de entender el significado de ese gesto, mientras una suave oleada de calidez se extendía desde el punto de contacto.
—Prométeme que te quedarás aquí. —murmuró Jungkook, su voz firme pero con un matiz de súplica. Temía por la seguridad de Taehyung y por la posibilidad de perderlo. Sentía una responsabilidad abrumadora de protegerlo, de mantenerlo a salvo de cualquier amenaza.
—Lo prometo. —respondió Taehyung, su voz apenas un susurro cargado de emoción. Cuando Jungkook se dio vuelta para alejarse, el doncel, movido por un impulso desesperado, lo tomó del brazo, obligándolo a girar para mirarlo a los ojos. —Te quiero. — sus palabras cargadas de sinceridad y urgencia, antes de acercarse y besarlo.
Jungkook respondió al beso con una pasión intensa, abrazando a Taehyung por la cintura y atrayéndolo más cerca. Sus labios se movieron con hambre, como si intentara transmitir todo su amor y desesperación a través de ese contacto. Cuando finalmente se separaron, Jungkook pasó suavemente su pulgar por el labio inferior de Taehyung, sus ojos reflejando una mezcla de amor y preocupación. —También te quiero, mi doncel. —susurró, una tierna sonrisa curvando sus labios, aunque sus ojos mostraban el temor que sentía.
Salió de la habitación con pasos firmes, tratando de proyectar una calma que no sentía. Su corazón latía frenéticamente, y cada paso lo acercaba al inevitable enfrentamiento con Hoseok, consciente de que el destino de todos pendía de un hilo.
Apenas la puerta de la habitación se cerró, Taehyung tomó a su cachorro entre sus brazos y se sentó en el borde de la cama. Abrazó fuerte a su amigo peludo, intentando mantener la calma, buscando un pequeño refugio en él. Aun así, en su cabeza, mil escenarios posibles pasaban como una tormenta imparable.
—¿Y si ese vampiro loco sube a la habitación? —preguntó al aire en un suave susurro, sus palabras cargadas de miedo. —¿Qué hacemos, Tanni? —comenzó a mirar cada rincón del lugar con los ojos llenos de ansiedad, dejando al cachorro en la cama y caminando hacia el balcón con pasos vacilantes. —Si me tiro desde aquí, voy a quebrarme una pierna —murmuró, pasando su mano por su rubia cabellera en un gesto de desesperación. —Dicen que dar a luz duele como quebrarse veinte huesos a la vez; el dolor de una pierna rota puedo resistirlo —le dijo a su cachorro, que lo miraba recostado en la cama, moviendo la cola ligeramente como si entendiera su angustia. —No me mires así, no es tan mala mi idea, aún puedo huir con una pierna rota —apoyó sus manos en su cintura, sus ojos escudriñando el horizonte. —Tannie, así no ayudas —se quejó, viendo la falta de respuesta de su fiel amigo.
Mientras tanto, en la planta baja, Jungkook cambió su semblante a una expresión despreocupada, como si nada ocurriera, y comenzó a bajar las escaleras con una calma estudiada. Hoseok estaba en uno de los sofás de la sala, sentado con sus piernas cruzadas y sus brazos extendidos en el respaldo, observando el ambiente con una mezcla de arrogancia y curiosidad.
—Hoseok, ¿a qué se debe tu visita tan inesperada? —preguntó Jungkook a mitad de las escaleras, mostrando una media sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—Perdón por eso, querido Jungkook —respondió Hoseok con un tono cortés y sarcástico, levantándose lentamente para estrechar la mano del líder de los Jeon. —Ocurrió algo de última hora, y no tuve tiempo de avisar que vendría a verte.
Al terminar de saludarse, Jungkook se acomodó en uno de los sofás de enfrente, observando a Andrea que intentaba parecer tranquila, pero sus piernas temblaban como dos pequeñas hojas azotadas por el viento, delatando su nerviosismo.
—Por favor, Andrea, tráenos de beber —le pidió Jungkook, intentando que la mujer se calmara.
—Sí, señor Jeon —respondió ella, saliendo rápidamente hacia la cocina. Una vez dentro, apoyó sus manos en el mesón con la cabeza agachada, tratando de calmar su respiración. "Cálmate, Andy, o vas a echar todo a perder", pensó, consciente de que si no se tranquilizaba, el líder de los Jung sospecharía que algo ocultaban.
Unos minutos después, Andrea tomó una botella de sangre y dos copas, suspiró profundo y caminó de regreso a la sala.
—¿Cuál fue esa urgencia que te trajo hasta mi territorio? —preguntó Jungkook, cruzando las piernas y mostrándose tan tranquilo como siempre, aunque en su mente solo pensaba en Taehyung.
—Alguien se llevó algo de mi mansión —respondió Hoseok, y en ese momento Andrea entró a la sala, escuchando atentamente. Apenas levantó sus ojos hacia Jungkook, quien no mostró ninguna reacción ante las palabras de Hoseok.
—¿Y qué es eso tan importante que se llevaron? —preguntó Jungkook, tomando la copa de sangre que Andrea le ofrecía y dándole un sorbo. Pero aquella sangre, que antes le habría parecido deliciosa, ahora le sabía amarga. Solo deseaba beber la dulce sangre de su doncel.
—Se llevaron el cachorro de mi prometido —explicó Hoseok, jugando con la copa entre sus dedos mientras el líquido rojo carmesí giraba lentamente en su interior.
—¿Estás aquí por un cachorro? —Jungkook soltó una risa nasal. —Entre tantas cosas de valor que hay en tu mansión, ¿alguien se llevó un simple perro? —el azabache se relajó por completo, comenzando a disfrutar la conversación con un aire de superioridad.
Hoseok se inclinó hacia adelante y levantó una ceja, sus ojos entrecerrados en una expresión calculadora. —Sí, Jungkook, alguien me robó un simple perro —afirmó, estudiando cada movimiento y palabra de Jungkook como si intentara desentrañar un enigma oculto.
—Qué curioso... ¿Hurto? —dijo Jungkook con una sonrisa ladina, su voz goteando sarcasmo mientras volvía a dar un sorbo a su bebida. —¿Y por qué vienes a mí? —le hizo una señal a Andrea con la cabeza, y ella se retiró a la cocina, su paso rápido denotando su nerviosismo.
—Porque quienes me robaron al cachorro fueron unos vampiros —respondió Hoseok con firmeza, tensando su mandíbula mientras sus ojos se clavaban en Jungkook, dejando claro que no estaban hablando de un simple perro.
Jungkook pasó su lengua por sus labios, disfrutando cada palabra de Hoseok con una mueca de deleite. —¿Para qué querría un vampiro un cachorro? —se inclinó hacia adelante, observando al líder de los Jung con una mirada desafiante, y apoyó la copa en la pequeña mesa del centro, el sonido del cristal resonando en la tensión del ambiente.
—No lo sé, Jungkook, eso intento descubrir: ¿para qué querrían unos vampiros el cachorro de Mi doncel? —dijo Hoseok, enfatizando las últimas palabras con una intensidad que hizo que los músculos de Jungkook se tensaran. Taehyung no era de Hoseok, era suyo, y solo suyo.
—Ve al punto, Jung. Tengo asuntos que atender —dijo Jungkook, su voz impregnada de un claro fastidio, aunque mantenía una fachada de calma.
—No te enfades, Jungkook —dijo Hoseok con un tono irónico y una sonrisa burlona que hizo hervir la sangre del líder de los Jeon. —Solo quería asegurarme de que el cachorro no estuviera aquí.
La ira de Jungkook creció al escuchar la ironía de Hoseok. El hombre que había secuestrado a su doncel solo para usarlo como incubadora tenía el descaro de venir a su mansión a buscarlo. Sabía muy bien que Jungkook entendía la verdadera razón de su visita. Aun así, su semblante permaneció sereno y tranquilo, como una máscara perfecta de indiferencia.
—No, mi querido Hoseok, aquí no está el cachorro —mintió Jungkook con una sonrisa fingida. —Sabes muy bien que no me gusta meterme en problemas con los demás clanes. No soy yo quien anda llevándose cosas del territorio de los Kim —volvió a inclinarse para tomar la copa de sangre y le dio un sorbo con un aire de victoria. Hoseok tenía las manos atadas; no tenía forma de confirmar que Taehyung estuviera allí, y aunque lo hiciera, no podría reclamar.
Hoseok quería replicar aquella acusación, pero sabía que Jungkook tenía razón. Durante años, Hoseok había tomado mujeres y donceles del territorio de los Kim de manera ilegal, y eso lo dejaba sin autoridad moral para reclamar ahora.
Apoyó su copa en la mesa con un gesto de resignación. —De acuerdo, Jungkook. Ya veo que el cachorro no está aquí —dijo mientras se ponía de pie, su expresión de derrota disimulada por una máscara de cortesía. —No quiero quitarte más de tu valioso tiempo.
Jungkook también se levantó con una elegancia calculada. —Te acompaño a la salida —dijo, señalando con la mano la puerta principal.
—Gracias por atenderme —respondió Hoseok mientras caminaban hacia la puerta. De pronto, se detuvo y dirigió su mirada hacia las escaleras, su curiosidad evidente en el brillo de sus ojos.
—¿Sucede algo? —preguntó Jungkook, intentando mantener la calma aunque su corazón comenzó a latir frenéticamente, temiendo que Hoseok se diera cuenta de la presencia de Taehyung.
—No, querido Jungkook, solo es curiosidad. Siempre me dio intriga saber por qué tu casa huele tanto a rosas —respondió Hoseok con una sonrisa irónica mientras levantaba una ceja. —Y al parecer, ese particular aroma viene del segundo piso.
—Simple, Hoseok. Mi cuarto está lleno de rosas, lo sé, tengo muy buen gusto —respondió Jungkook con sarcasmo, abriendo la puerta de entrada.
Hoseok dirigió una mirada sospechosa a Jungkook. —En eso nos parecemos —afirmó, dirigiéndose hacia la salida con una expresión de desconcierto.
Ambos estrecharon las manos con una formalidad gélida. —Gracias por tu visita inesperada —dijo Jungkook con un tono cargado de sarcasmo.
—De nada —respondió Hoseok con una sonrisa falsa, dando un paso hacia afuera.
—¡Oh! Hoseok, deberías tener más guardias de seguridad en tu mansión, o lo próximo que te podrían robar es a tu doncel —soltó Jungkook, acompañando sus palabras con una sonrisa burlona.
—Gracias, Jungkook, por tu recomendación. La tendré en mente —respondió Hoseok, confundido, mientras se dirigía a su vehículo, preguntándose si sus sospechas eran ciertas y si Jungkook realmente tenía a su doncel escondido en la mansión.
Los Kim.
Mey y Jin se encontraban en una discoteca del territorio de los Kim. Aunque el lugar no era frecuentado por los líderes, era un refugio para los vampiros que buscaban simplemente disfrutar y pasar la noche, a diferencia de las discotecas de los Jeon, donde la búsqueda de alimento era la principal atracción. Ambos estaban sentados en un rincón, disfrutando de unas copas de sangre mientras la música vibraba en el ambiente.
—Feliz cumpleaños, Mey —dijo Jin levantando su copa, pero en su voz se podía percibir una frustración latente.
—Gracias, cariño —respondió Mey, y sus copas apenas chocaron, produciendo un leve sonido de cristal. —Pero esto es una fiesta, deberías verte feliz, no con cara de velorio —agregó, mirando a su amigo con una ceja levantada.
—Lo siento, amiga. Es que... No puedo dejar de pensar en Namjoon y en que le gusta ese doncel —Jin dio un sorbo a su copa, intentando ahogar sus penas en el líquido oscuro y cálido.
—¡Ash! Es un idiota. Deberías buscar a alguien más y dejar de complicarte la vida con él —le recomendó Mey sin remordimientos, su tono firme y directo.
—Sabes muy bien que no soy así. Voy a luchar por mi amor. Ya lo he hecho otras veces, solo debo encontrar a Taehyung antes que ellos —respondió Jin con firmeza, su voz cargada de resentimiento y determinación, mientras sus ojos brillaban con una mezcla de dolor y decisión.
—¿Y cómo harás eso? Ni siquiera sabes dónde está el joven —Mey apoyó la copa en la mesa y se inclinó hacia su amigo, sus ojos mostrando una mezcla de incredulidad y preocupación.
—No es muy difícil, Mey. Namjoon y el señor Kim están buscando en el territorio de los Jung. Si Taehyung estuviera allí, ya lo habrían encontrado —Jin frunció el ceño, su mirada fija en un punto distante mientras sus pensamientos se ordenaban en su mente. —Existen dos opciones posibles: está aquí o en el territorio de los Jeon —afirmó con convicción.
—¿No crees que tal vez esté fuera del país y estás haciendo un drama de todo esto? —preguntó Mey, levantando una ceja, creyendo que Jin estaba exagerando.
—No, Mey. No está fuera del país. Estoy seguro de que aún sigue aquí, y mis instintos me dicen que los Jeon tienen mucho que ver en este lío —respondió Jin, mirando alrededor del lugar, observando con tristeza a las parejas felices que se mecían al ritmo de la música.
—Jin, estás obsesionado con Namjoon y te estás volviendo completamente loco —negó Mey con la cabeza, su expresión mostrando tristeza al ver a su amigo sufrir por aquel vampiro. — ¿Qué piensas hacer si encuentras al doncel tú primero?
—Matarlo, Mey. Nadie se interpondrá en mi camino —afirmó Jin, mirándola a los ojos, su expresión endurecida por la determinación.
—No, no, Jin. Taehyung es el hijo del señor Kim, esto es una locura —Mey bebió su bebida de un solo trago, intentando calmarse.
—Nadie lo sabrá, Mey. Lo haré con mis propias manos —Jin también terminó su bebida, sus dedos apretando el cristal con fuerza. —Nadie me va a quitar lo que es mío —sentenció, su voz cargada de una fría determinación.
—De acuerdo, Jin. Yo voy a ayudarte, solo quiero verte sonreír —dijo Mey en un tono comprensivo y dulce, aunque su corazón latía con preocupación.
—Gracias, Mey. Por eso te adoro, eres incondicional —Jin le dedicó una suave sonrisa, una de las pocas que había mostrado en toda la noche.
—También te adoro, pero este favor no es gratis, cariño. Vamos a bailar y a divertirnos un poco —Mey se puso de pie y le extendió la mano, su rostro iluminado por una sonrisa traviesa. Jin tomó la mano de su amiga y ambos se dirigieron a la pista de baile, decididos a disfrutar el resto de la noche, aunque sus corazones estuvieran cargados de preocupación y anhelos.
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En la majestuosa mansión de los Kim, Namjoon se encontraba en la oficina, hablando por teléfono, mientras su padre, el señor Kim, lo observaba con una mirada grave y profunda.
—¿Cómo que Hoseok fue a los territorios de los Jeon? —su voz resonó en el espacio, cargada de frustración e incredulidad. Caminaba de un lado a otro, incapaz de mantenerse quieto, sus dedos temblorosos acariciando el teléfono. —¿Qué hizo allí?
—No lo sé, señor —respondió la voz al otro lado de la línea, tratando de mantener la calma ante la evidente irritación de Namjoon. —Jung estuvo en la mansión unos veinte minutos aproximadamente y luego se retiró. Se paseó por el territorio de los Jeon por casi una hora antes de volver al suyo.
—No lo pierdas de vista —ordenó Namjoon, y cortó la llamada con un gesto brusco, su rostro reflejando una mezcla de molestia y confusión.
—¿Qué estará buscando en el territorio de los Jeon? —murmuró al aire, mientras su mano temblorosa recorría su rostro en un gesto de agotamiento.
El señor Kim, sentado detrás del escritorio, observaba la situación con una mirada cautelosa y reflexiva. Su expresión era de una calma calculadora, sus ojos escudriñando cada movimiento de su hijo.
—Iré a ver a los Jeon de nuevo —afirmó Namjoon con determinación, sus manos cerrándose en puños a los costados.
—No, no lo harás —respondió su padre con firmeza, su voz resonando en la sala como una orden indiscutible.
—Tae podría estar allí, si Hoseok fue, es por algo, padre —replicó Namjoon, respirando agitado, su rostro una mezcla de desesperación y furia contenida.
—No vas a enfrentarte a los Jeon, es muy peligroso, Namjoon —dijo el señor Kim, golpeando con la palma de su mano el escritorio de manera contundente. —Primero debemos confirmar que Tae esté allí.
Kim JaeWook, el patriarca, quería evitar a toda costa un enfrentamiento con el clan Jeon. Aunque los Kim eran numerosos y poderosos, los Jeon eran conocidos por su fuerza casi insuperable, una fuerza que había sido evidente en el conflicto de hacía doscientos años, cuando los Kim, a pesar de superar en número a los Jeon, habían sido forzados a retroceder. Desde entonces, JaeWook había tratado de fortalecer a su clan, creando granjas para mantener la sangre humana pura, pero sabía que la fuerza de los Jeon no se podía igualar solo con números o estrategias. El ADN de cada clan era diferente, y la fuerza de los Jeon era una ventaja natural casi insuperable.
—Si mi doncel está allí, destruiré a Jungkook por engañarnos —la voz de Namjoon vibraba con una furia peligrosa.
—¿Tu doncel? —preguntó su padre, confundido.
—Sí, padre. Tae es mío, y nadie va a evitar que lo tome —afirmó Namjoon, sus ojos destellando con una mezcla de posesión y resolución.
—No vas a obligarlo a estar contigo —la voz del señor Kim se alzó, cargada de enojo y un deje de dolor. Había hecho todo mal con su hijo menor; quería protegerlo, pero solo había conseguido ponerlo en peligro.
—Soy el líder del clan, padre. Puedo hacer lo que se me plazca —respondió Namjoon con sarcasmo, su tono desafiando la autoridad de su padre.
—No, Namjoon, no con mi hijo —respondió el señor Kim, su voz quebrándose, como si suplicara.
—¿Tu hijo? ¿Acaso yo no lo soy? —Namjoon lo miró con ojos llenos de dolor y rencor, la herida de años de resentimiento brillando en su mirada.
—Sí lo eres, pero... es diferente —dijo el señor Kim, su voz temblando de emoción contenida.
Namjoon soltó una risa nasal, amarga y llena de dolor. —Siempre pendiente de él. ¿Tanto lo amas, padre?
—Más de lo que te imaginas. Quiero saber que está bien y encontrar a quien mató a su madre, para hacerlo sufrir, para que me ruegue por su maldita vida —respondió el señor Kim, apretando los dientes, sus ojos llenos de una oscura determinación.
—Entonces debiste convertirlo en vampiro —gritó Namjoon, acercándose al rostro de su padre, la furia destellando en sus ojos.
—¿Crees que no lo intenté? —respondió el señor Kim, su voz cargada de un dolor antiguo, y Namjoon abrió los ojos con sorpresa, la revelación golpeándolo con la fuerza de una verdad inesperada.
Pero esa historia, queridos lectores, es un secreto que desvelaré en su debido momento...
Ahora el clan Kim estaba dividido en tres facciones.
Jin, consumido por la ira y la desesperación, tramaba encontrar al doncel y acabar con su vida, asegurándose de que nunca más representara una amenaza para él ni para su pequeño mundo feliz.
Namjoon, guiado por una obsesión insaciable, planeaba hallar a su hermano y reclamarlo como suyo.
Y por último, Kim JaeWook, con el corazón lleno de pesar, ansiaba rescatar a su hijo y protegerlo de todas las amenazas que lo acechaban.
Los Jung.
En su camino de regreso al territorio de los Jung, Hoseok no podía quitarse de la mente las palabras de Jungkook. ¿Realmente tenía a su doncel y se había atrevido a burlarse en su cara? ¿Por qué Jungkook se habría llevado a Taehyung? La confusión y la ira se entrelazaban en su pecho, llenándolo de frustración. Lo único que deseaba era tener un heredero, pero en lugar de eso, se encontraba envuelto en un mar de problemas y complicaciones.
Confrontar a Jungkook directamente no era una opción viable. Tanto los Kim como los Jung conocían demasiado bien la abrumadora fuerza del clan Jeon. La única posibilidad de victoria para ambos clanes sería unir fuerzas, pero esa era una idea que ninguno de ellos estaba dispuesto a considerar.
Hoseok sabía que necesitaba actuar con astucia si quería encontrar a Taehyung. Por ahora, su única opción era enviar a su gente a vigilar el territorio de los Jeon, con la esperanza de confirmar sus sospechas.
Ahora, todas las miradas estaban puestas en Jeon Jungkook. Ambos clanes estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para recuperar al hermoso doncel, sin importar el costo.
Los Jeon.
Jungkook observaba desde el umbral de la puerta cómo Hoseok se retiraba de su casa, su semblante serio pero lleno de miedos y preocupaciones. Sabía que ahora debía enfrentar la verdad con Taehyung y temía la reacción de su amado doncel. Jungkook tenía todas las piezas del rompecabezas, o al menos eso creía.
Cerró la puerta y levantó la mirada hacia las escaleras. Cada paso que daba resonaba en su pecho como un eco de incertidumbre y ansiedad. Cada peldaño parecía más pesado, más difícil de subir. Golpeó suavemente la puerta de la habitación.
—Bonito, soy Jungkook —dijo abriendo la puerta con cuidado, su voz temblorosa pero firme. Al asomar el rostro, vio a Taehyung en un rincón, sosteniendo un ramo de rosas en alto como si fuera su única defensa. Una risa suave y cariñosa escapó de los labios del vampiro.
—¿Qué haces? ¿Vas a golpearme con las flores?
Taehyung miró el ramo y sonrió nervioso, sus mejillas sonrojándose ligeramente.
—¡Ay, no sé! Solo me asusté y tomé lo primero que vi —respondió, devolviendo el ramo al florero. Se acercó despacio al azabache, que había ingresado a la habitación con una mirada llena de ternura. —¿Ya se fue ese loco?
—Sí, bonito, ya se fue, y espero que no regrese jamás. —Jungkook pasó su mano con delicadeza por la delgada cintura del doncel, sintiendo el calor de su cuerpo. Sus ojos se fijaron en los gruesos labios de Taehyung, labios que tanto lo tentaban a caer en un dulce pecado.
—Jungkook, quiero saber por qué me buscan tantas personas —preguntó Taehyung, sus palabras llenas de una mezcla de miedo y curiosidad, haciendo temblar al vampiro.
—Está bien, bonito. Mereces saber la verdad —respondió Jungkook con pesar en la voz. Tomó la mano de Taehyung, su piel fría contrastando con el calor del doncel, y lo guió hacia la cama. Ambos se sentaron, mirándose a los ojos, el silencio entre ellos cargado de emociones no dichas.
El doncel, al notar los nervios del vampiro, lo tomó de la mano y le sonrió con ternura. —Prometo no enojarme —afirmó, haciendo que Jungkook lograra calmarse un poco, el peso de sus palabras aliviando la tensión.
—De acuerdo —tomó aire Jungkook, sus pensamientos buscando las palabras adecuadas para revelar la verdad—. Eres hijo del líder del clan Kim.
Taehyung abrió grandes sus ojos, una mezcla de sorpresa e incredulidad pintando su rostro.
—No puede ser posible. Mi madre me dijo que mi padre había muerto.
—Tu madre te mintió, creo que fue para protegerte. —Jungkook pasó su pulgar suavemente por el dorso de la mano del doncel, sintiendo su piel temblar bajo su toque—. Tu historia es muy conocida entre los clanes. Al principio, creí que era un mito, una leyenda perdida entre los murmullos.
—¿Conocida? ¿Por qué?
—Vamos al principio de todo. Tu padre es un vampiro y tu madre una humana. Jamás antes había nacido un bebé humano de una pareja de vampiros. Tu padre te ocultó para protegerte, y todos creyeron que eras una mujer. Creían que, como tu madre sobrevivió al parto, tú eras una fuente fértil. —Jungkook llevó su mano al vientre del doncel, sintiendo el latido acelerado de su corazón—. Pero alguien descubrió que eras un doncel. Por eso Hoseok dio contigo. Él te quiere para que le des un hijo, pero nadie piensa que, si tú tienes a un vampiro en lugar de un bebé humano, morirás.
—¿Entonces, mi padre ahora me busca? —preguntó Taehyung, mientras el vampiro asentía con solemnidad. —¿Él nos ayudará a librarnos de Hoseok? —añadió, su voz temblando con la esperanza de encontrar una luz en medio de la oscuridad.
—Sí, te busca, pero no para liberarte. Es para obligarte a casarte con tu hermano mayor, por el mismo motivo: para que le des un heredero —explicó Jungkook con calma, tratando de no sonar cruel, aunque no había manera de hacer más dulce la cruda realidad. La verdad era un peso que ambos debían cargar, un destino que debían enfrentar juntos.
El doncel rompió en llanto, sus lágrimas cayendo como perlas preciosas, sus sollozos llenando el aire con un dolor que parecía infinito.
—¿Y tú, Jungkook? ¿Para qué me quieres? —preguntó Taehyung con la voz quebrada, sus ojos brillando con una mezcla de dolor y anhelo.
Las manos del vampiro se movieron rápidamente, acunando el rostro del doncel con una ternura única. Cada gesto era un intento por transmitir el amor que sentía por él.
—Yo me enamoré de ti, bonito —susurró Jungkook con voz suave, sus ojos fijos en los de Taehyung, tratando de calmar el torbellino de emociones que los rodeaba—. Desde el momento en que te vi, supe que eras especial. Quiero estar contigo, cuidarte, protegerte de todo lo que intentan hacerte daño. No quiero nada más que amarte, Taehyung. Eres mi luz en la oscuridad, mi razón para luchar.
Con movimientos delicados, Jungkook secó las lágrimas que resbalaban por las mejillas del doncel, sus pulgares trazando caminos de consuelo sobre su piel. Cerró los ojos por un instante, sintiendo el latido acelerado del corazón de Taehyung bajo sus manos.
Se acercó despacio y lo beso.
El beso fue lento y profundo, cargado de pasión contenida y promesas susurradas. Fue un momento donde el tiempo pareció detenerse, donde los corazones de ambos encontraron refugio en el calor del otro. Jungkook deseaba que cada caricia, cada roce de sus labios, transmitiera la intensidad de sus sentimientos, el deseo de proteger a Taehyung de todo mal.
Cuando se separaron, el vampiro acarició con dulzura la mejilla del doncel, sus ojos aún cerrados mientras disfrutaban del eco de su conexión.
—Te amo, Taehyung —confesó Jungkook con sinceridad, dejando que sus palabras se perdieran en el aire como un susurro de esperanza y verdad. Apoyó su frente en la del doncel, sintiendo el suave calor de su piel contra la suya. Con sus ojos aún cerrados, susurró con voz cargada de emociones—. Perdóname por enlazarnos sin tu consentimiento.
El doncel se apartó con suavidad, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y anhelo. —¿Qué? —preguntó Taehyung, su voz apenas un susurro entrecortado por la emoción.
Jungkook abrió sus ojos, manteniendo su mirada fija en la de Taehyung. Con cada palabra, sentía cómo se hundía más en sus propios sentimientos. —La noche en que mordiste tu labio... Yo no debí clavar mis colmillos en ti, menos aún bajo la luz de la luna. Nos enlazamos, Taehyung. Nos unimos en un lazo sagrado y ancestral. Es como si te hubiera obligado a casarte conmigo sin tu consentimiento —confesó con sinceridad, su voz llena de pesar por haber actuado impulsivamente.
Jungkook no pudo continuar; el peso de su error lo abrumaba, sintiéndose culpable por no haber consultado con Taehyung antes de hacer algo tan trascendental para ambos. Bajó las manos, apartándolas del rostro de Taehyung, y desvió la mirada, incapaz de soportar el dolor que reflejaban sus propios ojos.
—Kook. —susurró Taehyung, deseando que Jungkook lo mirara. Al ver que el vampiro evitaba su mirada, se puso de pie con determinación, colocando una mano en el pecho de Jungkook.
—¿Qué estás haciendo?
—preguntó Jungkook, confundido y ansioso, sintiendo cómo el mundo se tambaleaba a su alrededor.
—Solo retrocede un poco —respondió Taehyung con suavidad pero con firmeza, su voz resonando con una mezcla de ternura y seriedad.
Jungkook obedeció, moviéndose hacia atrás sobre la cama, sus ojos nunca apartándose de Taehyung, el corazón latiéndole con fuerza ante la incertidumbre y la expectativa.
El doncel se sentó en el regazo del azabache, sus piernas abriéndose en una forma natural y acogedora. Apoyó sus manos en los hombros de Jungkook, una sonrisa dulce y comprensiva jugando en sus labios mientras lo miraba directamente a los ojos.
—¿Quién te dijo que yo no estaba de acuerdo? —preguntó el doncel con una voz suave pero firme, sus ojos transmitiendo una determinación tranquila pero poderosa.
Jungkook abrió los ojos de par en par, sorprendido por las palabras de Taehyung y la intensidad de su mirada. Instintivamente, sus manos encontraron la cintura del doncel, sus dedos acariciando la piel de manera casi inconsciente mientras absorbía cada palabra.
—Mi madre solía decir que la sangre es vida y muerte a la vez, pero también amor en ocasiones. Nunca entendí completamente esa última parte hasta la noche en que bebiste de mi mano, Jungkook. En ese momento, experimenté una sensación de éxtasis y conexión que nunca había conocido antes. Aquella noche que mordí mis labios, deseaba que me besaras, que bebieras de mi sangre y que tus colmillos marcaran mi piel para siempre —explicó Taehyung con voz suave pero cargada de significado, sus ojos revelando la profundidad de sus sentimientos.
—Tae... —susurró Jungkook, sintiendo cómo las lágrimas brotaban en sus ojos ante la revelación y la belleza de las palabras de su doncel.
—También te amo, Jungkook. Quiero que me enlaces de todas las formas posibles —declaró Taehyung con una convicción que traspasaba cualquier duda o temor, acercándose a los labios de Jungkook y sellando sus palabras con un beso profundo y apasionado.
Los labios del vampiro, cálidos y firmes, se movieron con destreza experta sobre los de Taehyung, explorando cada centímetro con una delicadeza que revelaba su profundo amor. Cada roce era como una melodía entrelazada, llena de anhelos contenidos. Las manos de Jungkook se deslizaron con ternura por la espalda del doncel, atrayéndolo más cerca mientras sus cuerpos se fundían en un abrazo íntimo. Sus suspiros se mezclaron entre alientos entrecortados, y el mundo exterior pareció desvanecerse mientras se entregaban al momento, compartiendo un beso que hablaba de complicidad, deseo y un profundo amor mutuo.
Jungkook dejó caer lágrimas de felicidad, sintiendo cómo Taehyung se fundía en su abrazo lleno de amor y gratitud por haber encontrado a alguien que lo aceptaba y amaba incondicionalmente. Aunque el modo en que se habían encontrado no era convencional ni romántico, sentía que el destino los había unido de una manera mística y única, como si sus almas estuvieran destinadas a encontrarse en medio de la oscuridad para brillar juntas en la luz.
Pero no todo era felicidad; Jungkook no sabía aún a lo que se enfrentaría. Pronto descubriría la última pieza que completaría el rompecabezas, revelando el misterio que ocultaba su dulce doncel y materializando sus peores temores: un secreto oculto que podría poner en riesgo su relación, amenazando con separarlos de una manera irreversible.
🌸 Hola dulces obsesionadas por el Taekook/KookV.
🌸 Espero que el capítulo les haya gustado.
🌸 Gracias por leer mi historia.
Los quiero.
🌸 Nikki 🌸
🌸🌸
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