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Capítulo 58

El día acordado para la conferencia de prensa había llegado. Zil había acompañado toda la mañana a Maggie para la prueba de vestido y de damas. Itzia irá de pajecita así también estaba con ellas para probarse un vestido. Luego de terminar se dirigieron al hotel dónde sería la conferencia y presentación del proyecto que estaba programado justo a las once de la mañana.

Por orden de la familia Di Rosa cada familia mantenía de uno a dos guardaespaldas. Sospechaban que Carlota no está actuando sola ya que la última semana ha hecho más desastre que antes.

Cuando las chicas llegan al lugar ya todos están ahí. Tita había preparado una mezcla especial de su café para la degustación de los asistentes. Lo ocultaba bien, pero en realidad estaba muy nerviosa por la presentación; Memo y Lucía no se quedaban atrás, estaban ansiosos ya que se encontraban rodeados de personas que no conocían y con un estatus social distinto, simplemente sentían que no encajaban.

Por su parte, María como toda una organizadora se preocupaba de que todo estuviera en su lugar, bien habían contratado a una persona para que se encargara del evento, ella personalmente confirmaba que todo estuviera bien.

Todos estaban ahí, Ángelo, Dante con sus respectivas familias, Matteo con una chica que conoció semanas atrás pero que hasta hoy no había presentado a nadie. Andrés y los García. Incluso estaban la hermana de María, Ermine y su marido Fiorenzo que habían sido invitados dado que también fueron la conexión entre los arquitectos que llevarían el proyecto y los Di Rosa.

—¿Maggie, te puedes quedar con la nena un momento? —pregunta Zil cuando Andrés la divisa y le hace una seña para que se acerque.

—Claro, tú no te preocupes, estaré allá con Fer —señala el lugar en donde este se encuentra junto a su familia.

Todos ya acomodados en las sillas principales de la recepción. Frente a las filas de sillas ya se encontraba el templete con el atril con sus micrófonos para la conferencia de presentación del proyecto.

Zil se acerca presurosa donde Andrés quien yace conversando con dos hombres y una mujer. Todos de aspecto imponente y ropa fina. No pasa por alto la mirada analítica de la chica.

—Buen día —saluda a los presentes para luego darle un corto beso en los labios a su hombre.

—Buen día —responden los tres desconocidos.

—Ella es mi novia, Zil García —aclara Andrés para los presentes mientras Zil saluda a cada uno estrechando sus manos.

—Mucho gusto —dice ella saludando al hombre mayor.

—El gusto es mío, soy Henry Pierce —saluda regalándole una sonrisa afable a la joven. Le recuerda tanto a su Helena de joven.

—Ian Ikard —se presenta el hombre apuesto de barba cerrada y ojos azules, cuando estrecha firmemente la mano de Zil—. Es un gusto conocerte, por fin, Andrés nunca deja de hablar de ti —aclara ante el comentario que hace.

Zil solo sonríe nerviosa, no es muy dada a entablar conversaciones con personas desconocidas. Además, de que la sola presencia del hombre impone mucho. Es claro que ni él ni el Señor Henry son mexicanos, pues, aunque tienen un buen español, aun se nota en su forma de hablar que su lengua nativa es el inglés.

—Es un placer conocerte, Zil —saluda con una amplia sonrisa la joven de mirada perspicaz—. Me llamo Zoé Herrera y trabajaré en el proyecto de la cafetería con ustedes.

De antemano ella sabía que iban a contratar personas para la construcción y diseño del lugar, así como de la marca, pero hasta el momento no los conocían.

Zoé parecía ser demasiado joven para llevar el peso de tal magnitud, pero si algo había estado aprendiendo es que Andrés y Matteo no dejaban nada a la ligera en cuanto a trabajo se refiere.

—Gracias a todos, sé que están trabajando contra corriente por el proyecto —explica ella pues Andrés ya le había comentado que se tuvieron que apurar debido al plan que tenían—. Me alegra saber que todo está en buenas manos.

Andrés mira embelesado a Zil, generalmente no expresa mucho cuando del proyecto se trata. Ella había pedido que no se le involucrara y él decidió cumplir su deseo al pie de la letra. Todo por el bien de su relación.

Él pasa su mano por la espalda de ella y la deja posada sobre la cintura, Zil siente la caricia implícita de deseo y sonriendo de lado le regala una mirada coqueta.

Para los presentes la minúscula acción no pasa desapercibida así que es Zoé la que se encarga de romper la tensión que claramente existe entre ellos.

—Si gustas, por acá puedes ver la maqueta completa del diseño —invita Zoé a Zil, llamando su atención.

—Sí, claro —responde ella para luego seguirla.

Ambas chicas caminan hasta la pared más próxima en dónde sobre una mesa yace dentro de un cristal transparente una gran maqueta en donde yace lo que se supone sería el local en dónde se vendería el café y otra maqueta del lugar donde sería la fábrica.

—¡Wow, esto es impresionante! —expresa emocionada Zil.

—Me alegra que te guste, realmente es un proyecto emocionante —explica Zoé—. He tenido la fortuna de probar el café que hace tu abuela, y es delicioso. Sé que les irá de maravilla.

—Eso espero, que consigan el éxito —aclara Zil pensativa—. Muchas gracias, está quedando de maravilla.

—Claro, cuando gustes puedes pasar a ver cómo va la obra —invita Zoé con entusiasmo—. Siempre es buena la perspectiva femenina.

—Gracias por la invitación, pero no creo que sea bueno que vaya —dice mirando a través de la habitación a Andrés. Este se da cuenta y le sonríe.

—¿Puedo saber el por qué? —inquiera Zoé al darse cuenta que ella no está muy involucrada en todo el proyecto.

Zil le sonrió un poco con tristeza que con alegría.

—Digamos que a veces es necesario poner límites en la relación —explica con un aire de sabiduría—. Si no lo hacemos nos pondremos de cara a conflictos innecesarios y malinterpretaciones.

Zoé que siente que un balde de agua fría le cae del cielo, mira desde su lugar a Ian quien yace junto a Henry y Andrés conversando. Nunca una frase tuvo más sentido. Aunque no lo quiera y por su bien mental, debe poner límites en su relación con Ian.

—¿Son pareja? —pregunta Zil al darse cuenta como estos dos se observan mutuamente.

—Lo fuimos... estamos en un stand by —explica mirando de nuevo a la chica.

—Es difícil trabajar con el jefe a veces —intenta deducir lo que pasa entre ellos.

—El asunto es que ahora yo soy su jefa... —Zil se da cuenta del error y se da una idea.

—Oh... tiene sentido.

Zoé sonríe de nuevo pues es peor de lo que ella imagina, no solo es su jefa, sino también parte de su familia. Todo un culebrón.

—Vamos, ya va a comenzar —señala ella a Zil quien sigue admirando la estructura.

Ambas caminan hasta el podio, Zoé permanece junto a Henry quien le entrega una carpeta en sus manos y Zil se sienta en la primera fila junto a su hija. Poco a poco todos comienzan a graparse y a tomar sus lugares. La sala permanece abierta para todo público y periodistas.

En la segunda fila está Kim quien ha venido a acompañar a Luca, saluda a Zil brevemente y le entrega la invitación de su despedida de soltera que será en un mes para luego volver a su asiento. El maestro de ceremonias comienza con la conferencia haciendo un resumen sobre lo que acontecerá y cerrando con una frase de Bobby Unser.

«El éxito es dónde la preparación y la oportunidad se encuentran» dijo el hombre antes de bajar del podio invitando a Andrés a subir.

—Hace exactamente cinco meses tuve un accidente, que muchos de ustedes supieron y que cambió mi vida —comienza diciendo, para sorpresa de muchos y para confirmación de otros, los periodistas estaban asombrados, el frenesí comenzó en sus notas periodísticas—. Fue en medio de la nada dónde una familia me encontró, los García —este señala al sitio donde yacen sentados los susodichos—. Ellos cuidaron de mí y me ayudaron a sanar. Pero no solo eso, fue en medio de toda la tragedia que probé por primera vez este elixir de las manos de esta maravillosa mujer, Tita Amor.

»No solo yo tuve la fortuna de probar esta delicia, sino toda mi familia y fue así que dónde ya estaba la preparación solo hacía falta la oportunidad —señala haciendo alusión a la frase que anteriormente ya se había dicho—. De esta manera nació Café Gamorosa, un café cien por ciento mexicano, con una mezcla elaborada artesanalmente por manos mexicanas. Una compañía que no hubiese visto la luz sino hubiese sido por el talento y destreza de Tita Amor. Demos la bienvenida al motivo de este proyecto—

La anciana se emociona al escuchar aquellas palabras y sonríe. Los flashes de las cámaras se dirigen a ella con entusiasmo, y es Matteo quien le ofrece el brazo para ayudarla a subir. Ella lo toma y camina muy firme hasta llegar al lado de Andrés.

—Es un gusto para mi presentarles a la mujer que ha creado, diseñado y elaborado la formula perfecta para degustar este delicioso café, con ustedes Tita Amor —Andrés se acerca a ella y la abraza besándola en la mejilla.

—Gracias a todos por venir —dice Tita al micrófono, esta nerviosa y más pues todos le graban. Saca su pequeña hoja con sus anotaciones, pero se da cuenta que no trae sus lentes para leer así que improvisa—. Es una alegría para mí saber que no solo mi familia tendrá el gusto de probar mi café, si no que ahora, con la ayuda y financiamiento de la familia Di Rosa Vitale también será llevado a más lugares. Gracias a ellos por la oportunidad de alcanzar este sueño.

La gente aplaude y aunque algunos miran a los Di Rosa como gente que se aprovecha de los García, otros los ven con ojos de empatía.

—Nunca en mis casi cincuenta años —Tita ríe, su broma hace todos rían pues es claro que pasa los ochenta—. Ochenta y algo años —aclara—, que podría alcanzar a ver a mi familia establecida, con un sueño más grande del que imaginamos. Un sueño por el que luchar y trabajar. Un sueño, por el cual estamos honrados en compartir la meta con esta bonita y unida familia que María Vitale se ha encargado de guiar y con la que estamos felices de vivir esta maravillosa experiencia. Gracias.

Tita recoge su papelito y en medio de los aplausos de la gente baja una vez más tomada del brazo de Matteo quien ya le ha cogido un cariño especial. Luego de dejarla en su lugar procede a volver junto a la chica que invitó, Amelia.

Luego de eso, Andrés procede a dar especificaciones del proyecto y a responder preguntas de los periodistas presentes. En medio de todo eso, estaban alertas por si se llegaba ver a Carlota, pero no había ni rastro ni seña de ella.

La conferencia había terminado, los empresarios presentes, políticos importantes y así como algunos periodistas seleccionados se quedaron para la degustación de un almuerzo. Las personas comenzaron a pasar a la sala destinada para ello cuando un alboroto se inició entre los presentes. Un hombre no mayor a cuarenta años, vestido con un traje y fuerte aroma a alcohol intenta entrar a la sala de la degustación.

Es en el intento de sacarlo que unos disparos se escuchan, la gente comienza a correr hacia todos lados, Zil y su familia son escoltados por los guardias que se habían contratado, así como la familia de Andrés. La joven en su desespero por buscarlo corre en dirección contraria hasta que lo ve, yace tendido junto a una de las mesas dónde se presentaban las muestras del café.

Luca la mira y corre a detenerla, es en ese lapso que una mujer de aspecto degastado, cabello canoso recogido en un moño bajo se gira a ella para dispararle. Luca la alcanza a resguardar cuando la bala da en su pecho. Los demás elementos corren a someterla y le quitan el arma mientras yace tendida en el suelo. Zil se mueve rápido mirando a Luca que se retuerce del dolor, la bala no le ha hecho grave daño pues yace también con un chaleco antibalas.

Kim yace tendida a su lado mirando que el daño haya sido mínimo.

—¿Es ella? —pregunta uno de los elementos de seguridad.

Zil se acerca y Carlota la escupe, es la misma mujer que vio en el restaurante, no había dudas.

—Es ella —declara mientras los hombres la ponen en pie.

—Eres una maldita zorra oportunista —grita Carlota mientras terminan de sujetarla bien.

Detrás de ella, Ángelo se asegura que Andrés este bien. El impacto lo ha lanzado dándose un golpe en la cabeza que momentáneamente le dejó inconsciente. Cuando es ayudado a levantarse lo primero que ve es a Zil lanzándole un puñetazo a la cara a Carlota.

—Esto es por Andrés —dice luego de golpearla—. Llévensela.

La orden está implícita, para cuando se da cuenta el lugar está lleno de elementos de la policía y de seguridad que no había visto. Corre hasta donde Andrés y lo abraza percatándose de que esté bien.

—Pensé... —solloza contra su pecho.

—Sh... estamos bien, todos estamos bien —asegura abrazándola fuerte para luego besarla.

Zil se afianza a él devolviéndole ese beso en dónde las palabras sobran.

Por fin toda su familia estará segura y Carlota será procesada. Los invitados son revisados y advertidos de que no corren ningún peligro, María y sus nueras se encargan de que todo se calme para que puedan proseguir con la degustación. Tanto los García como el resto de los Di Rosa luego del alboroto prosiguen con el plan mientras que Zil, Andrés, Luca y Kim van a la fiscalía a presentar los debidos cargos.

—¿Detuvieron al hombre? —pregunta Zil recordando el alboroto.

—Sí, también lo tienen en prisión preventiva —asegura Luca mientras hace una mueca—. No te preocupes, estaré bien para la boda, solo es un moretón por el impacto.

Kim le voltea los ojos en clara señal de que sabe se hace el fuerte.

—Corazón, si quieres llorar, hazlo —advierte ella risueña—. Yo te daré mi hombro para que llores.

Luca se ríe ante el comentario de Kim, le conoce bien, sabe que a pesar de que es un hombre fuerte también es sensible.

Luego de hacer el debido proceso, los novios se reúnen en casa de Zil en espera de que su familia llegue, pero no lo hacen. Deciden irse a descansar y llevarse a la pequeña con ellos. Saben que es un momento en donde ellos necesitarán de privacidad.

—¿Te duele? —pregunta Zil al llegar y ver las muecas de Andrés al sentarse en el sofá.

—Sí, un poco, pero me dolería más el haberte perdido a ti o cualquier otro miembro de la familia —aclara él mientras ella se sienta su lado y la abraza.

Zil se queda un momento pensativa mirando al techo.

—¿Pasa algo? —pregunta él con curiosidad.

—Solo me pregunto que sigue...

—¿Ah que te refieres?

—No sé, tengo la sensación de que en cualquier momento algo malo pasará —aclara ella.

Andrés entiende lo que ella siente, porque también lo ha sentido.

—No sabría decirlo, pero solo espero que sean cosas buenas —señala él—. Es cierto que han pasado cosas malas, pero sin ellas no estaríamos aquí, son esas desgracias las que nos llevan a pensar en lo bonito que hemos vivido, y sin ti a mi lado, estoy seguro que nada de esto tuviera sentido. Por qué estar sin ti sería navegar de nuevo por mareas oscuras que no quiero volver a ver.

Esa pequeña confesión es suficiente para ella. Suficiente para besarlo por el tiempo que sea. 

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