Capítulo 57
Eran pasadas las ocho cuando Zil llegó junto a Maggie al Almacén del Bife en la Plaza Andares. Les había comentado a sus compañeras sobre el asunto de la boda y de que su cuñada es nueva en la ciudad. Al saber estas sobre su profesión y dado que andaban buscando una enfermera para el negocio, ofrecieron a la joven que la invitara así la conocían.
Zil ignoraba sobre que estaban buscando una enfermera para el centro e invito a Maggie sin saber que en el caso de ella era más bien una entrevista de trabajo.
—¡Chicas, acá! —saluda Martha haciendo señas con la mano para llamar la atención de las jóvenes.
En la mesa yacían, Martha, Chayito y una mujer de ojos grises y pelo rizado a quien Zil no conocía.
—Buenas noches —saluda Zil al llegar—. Ella es Maggie, mi cuñada.
—Mucho gusto, Maggie —se presenta esta y comienza a saludar a las presentes mientras ellas se van presentando.
—Ella es mi esposa, Lorena —señala Martha a la mujer junto a ella—. Ella es Zil, la chica de la que te hablé.
La joven se ruboriza un poco pues por lo general cuando veía a alguna mujer que fuera lesbiana estas tendían a vestirse con apariencias más masculinas. Nunca se imaginó que Martha tuviese esas preferencias pues no lo aparentaba. Esto le sirvió como experiencia para romper con los prejuicios que no sabía tenía y ampliar su manera de ver el mundo.
—Es un gusto conocerla —confiesa Zil con las divagaciones en su interior y le saluda de mano—. Hacen una hermosa pareja.
Ahora es Martha quien se ruboriza, es sabido que su esposa es guapa pero que a ella se lo digan es otra cosa.
—Gracias, también es un gusto conocerte —dice Lorena apretando con firmeza la mano de la joven—. Tomen asiento, estamos por pedir algo de beber.
—¿Toman vino? —pregunta Chayito.
—Sí —responden ambas jóvenes.
Chayito hace una seña al mesero y este se acerca de inmediato.
—Sí, buenas noches, ¿podrías traernos una botella de Cabernet Sauvignon? El Chateau Domecq de preferencia.
—¿Alguna entrada? —inquiere el joven anotando el pedido en su tableta.
—Sí, tráenos chistara gratinada —informa Martha sin siquiera ver el menú—. Por favor.
El joven confirma el pedido y luego se marcha.
Zil permanece sentada conversando con las mujeres. Chayito se enfoca en charlar con Maggie, pues realmente le interesa contratarla. A medida que la conoce se convence más de hacerlo.
Mientras platican, beben y comen del gratinado, Zil siente lo mismo que en el campamento. La sensación de ser observada. Busca entre los comensales a ver si se encuentra con la persona que tanto miedo le tiene, pero no la encuentra. Tampoco es que la conozca mucho, pero si le tiene sus reservas dada la historia.
—¿Y cuando te casas, Maggie? —pregunta Martha cambiando de tema y llamando la atención de todas.
—A finales de mayo —responde con clara emoción en la voz.
—Eso es muy pronto —dice Lorena con seriedad.
Para Zil es claro que es Martha quien lleva la voz cantante de su matrimonio.
—Sí, pero como solo haremos una pequeña recepción familiar, no vemos el caso esperarnos más tiempo —responde con calma a pesar de que no le gustó la acusación implícita en la voz de la desconocida.
—Espero que todo te salga a pedir de boca y que disfrutes mucho ese día —declara Chayito con alegría—. Aún recuerdo el día que me casé con Ricardo...
—Y cinco años después... panzón y amamantando al bebé por que la mujer salió de cena con las amigas —se burla Martha haciendo que Chayito soltara una carcajada.
Yatzil se siente incómoda, no deja de estar mirando a su alrededor. Luego de que piden al comida, pide permiso para retirarse al baño y se marcha. Revisa su móvil y mira un mensaje de Andrés que le pregunta cómo va la cena.
Zil_ 9:02 p.m.
Todo bien cariño, excepto porque tengo el mismo presentimiento que la acampada... No me siento a gusto, quiero irme
Andrés_ 9:03 p.m.
¿Quieres que mande alguien a buscarte o que yo vaya por ti?
Zil_9:03 p.m.
Ven por nosotras, por fis...
Andrés no lo piensa dos veces y confirma con un ok para luego avisarle a sus guardaespaldas recién contratado para que los acompañe.
Zil por su lado va guardando su teléfono en el pequeño bolso que trae consigo mientras sale del baño. Se tropieza con una mujer que se disculpa de inmediato y entra al servicio para damas. La joven no le presta atención y sigue su camino.
—Disculpen chicas, nos vamos a tener que retirar —informa la joven nada más llegar a la mesa y mientras toma asiento—. De media hora a cuarenta minutos llegará Andrés por nosotras.
—¿Cómo? Tan rápido se van —afirma Chayito—. Esperaba poder proponerle algo a Maggie.
La chica que apenas y la conoce se sorprende por el comentario.
—¿A mí? —pregunta dudando aún.
—Sí, Zil nos comentó que eres enfermera y estas buscando un trabajo en lo que te acomodas en una plaza —explica de manera casual—. Quisiéramos saber si estas interesada en unírtenos. En el centro estamos buscando una enfermera, pues la que teníamos anteriormente se fue a Ciudad de México.
Maggie se sorprende por la propuesta, ya que era algo que no esperaba.
—Oh... no esperaba algo así —confiesa—. Estoy sorprendida.
—Pásate mañana y hablamos más concretamente de la propuesta ¿te parece? —dice Chayito de nuevo.
—Claro, ahí estaré.
—¡Llegó la cena! —señala Martha cuando el mesero se acerca con el bife de lomo, la ensalada mixta, el puré de papa, un guacamole y champiñones al ajillo.
Las chicas comienzan a comer, y justo terminan cuando Andrés le avisa a Zil que yace en el estacionamiento y que irá por ella.
Los guardaespaldas se acercan junto a él al restaurante. La sola presencia de ellos alerta a todas las personas del lugar, era de esperarse ya que era imposible que no llamasen la atención. Zil nada más verlos siente alivio, a pesar de que no ha bajado la guardia. Buscó entre la gente a la chica con la que se topó saliendo del baño, pero no la encontró, quizás era parte del personal, piensa ella.
—Chicas, ahora sí, no tenemos que retirar —informa Zil poniéndose de pie—. Les agradezco muchísimo la invitación, mañana nos vemos primero Dios. Me pasan la cuenta por fa.
—Claro que no —dice Martha firmemente—. Nosotras te invitamos, nosotras pagamos.
—Gracias, la próxima invito yo —afirma ella mientras va despidiéndose con un beso en la mejilla de cada una.
Maggie hace lo mismo y promete ir con ellas al día siguiente. Ambas salen tomadas del brazo cuando de nuevo topan con la desconocida del baño, esta pasa por un lado de Maggie sin dejar de ver de reojo a Zil. Ella se da cuenta y siente un escalofrío recorriendo su columna de arriba abajo. Al verla de nuevo le parece sumamente parecida a Carlota, pero como no la conoce del todo duda en si llamar la atención e Andrés o no.
Siguen caminando cuando ven a su novio justo en la entrada junto a sus acompañantes, nada más verla la abraza, ella está temblando si saber por qué.
—¿Qué pasa? —pregunta él.
—Creo... creo que es Carlota —señala a la mujer que se aleja a trompicones dirigiéndose a la parte trasera del restaurante.
Andrés fija su vista a la mujer y la reconoce al instante, él no tiene por qué dudar. Sabe que es ella con peluca y ropa holgada.
—¡Síganla! —pide él y dos de los tres hombres que le acompañan entran corriendo a perseguirla—. ¿Te hizo algo? ¿Están bien?
Maggie que se encuentra confundida les dice que está bien, pero Zil está asustada.
—Solo quiero irme antes de que nos haga algo. Vámonos por favor —pide con voz quebrada.
Sus compañeras que ven lo sucedido se acercan de inmediato a ellas. El otro guardaespaldas que se había quedado para protegerlos recibe una llamada donde le informan que la mujer va corriendo rumbo al estacionamiento.
—jefe, la mujer va al estacionamiento, solicitan refuerzos, llamaremos a Luca —informa con gran control en su habla.
—Si quieres ve, estaremos bien aquí —asegura Andrés mientras mantiene a Zil entre sus brazos.
Luego saca su móvil y llama a Luca, le informa lo sucedido y en cuestión de minutos llegan policías locales al área. El desespero les carcome, quieren que atrapen a Carlota, pero hasta el momento ella ha sido muy astuta para salirse con la suya.
—Señor, la hemos perdido —informa Daniel Romero, quien llega corriendo dónde Andrés—. Se ha escapado en auto, ya le pasamos el informe a la policía y a Luca. Ellos le seguirán, nosotros iremos a dejarlos a un lugar seguro mientras tanto.
—De acuerdo, vamos —Andrés mantiene a Zil a su lado intentando protegerla en caso de que algo malo pase. Esta solo se despide con un ligero adiós de sus compañeras quienes se mantienen preocupadas.
Maggie camina junto a los novios y uno de los guardaespaldas se mantiene a su lado para protegerla en caso de ser necesario. Es hasta que llegan a la camioneta de Andrés que se apartan para subir.
—Todo estará bien, Zil —anima Maggie a su cuñada quien sigue temblando de los nervios—. Pronto estaremos en casa y no podrá acercarse.
—Eso espero, ojalá la atrapen —anhela ella en voz alta.
Andrés arranca mientras se dirige al departamento de Zil donde yace Fer cuidando a la nena.
—Quisiera que no se enteraran mis papás, se preocuparían más —dice ella preocupada—.Tita ya ha pasado por mucho como para seguir dándole más dolores de cabeza.
—No te preocupes, amor. Yo no diré nada si así lo prefieres —responde Andrés para luego tomarla de la mano—. Aunque mañana se van a enterar en la reunión que tenemos planeada, es sobre eso específicamente.
Zil suelta un suspiro y acepta con un triste movimiento de cabeza. No queda de otra más que advertirles.
El camino a casa transcurre en silencio. Andrés maneja con cautela mientras es seguido por sus guardaespaldas. Una vez que llegan ellos se quedan abajo montando guardia mientras suben Andrés, Zil y Maggie. Nada más llegar le cuentan todo a Fer, quien pasa de la emoción, al susto y preocupación en cuestión de segundos.
—Creo que lo mejor será irnos —dice él al ver la hora—. Mañana será un día largo y tenemos que descansar.
—Que uno de mis hombres los acompañe, Fer —pide Andrés—. Al menos por seguridad de ustedes.
—Está bien —acepta pues, aunque no quiera, tiene temor de la loca.
Los chicos se despiden y se marchan, Andrés le llama a Daniel para que mande a uno a acompañarlos y les pide que se retiren. Esa noche también la pasará con Zil.
No hay magia, ni luces, ni deseo, solo un instinto primitivo de protección y sincera preocupación. Luca les informa que la perdieron pero que el carro en el que iba era robado. Investigarán en dónde lo robó y así ir armando teorías sobre su ubicación. Es claro que los sigue de alguna manera, si no ¿de qué otra forma sabría dónde estaba Zil?
Esa noche ambos duermen abrazados, intentando protegerse mientras mantienen sus cuerpos tibios.
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