Capítulo 45
Una semana había pasado desde la propuesta que hicieron a los García. Fer y Matteo se habían hecho amigos y se mensajeaban constantemente analizando la situación entre las familias. Los García, habían decidido que Zil había pasado por mucho y que no iban agobiarla más preguntándole por su rompimiento con Andrés. Ella les explicó lo necesario y no se dijo más, al menos frente a ella.
Al ver la situación, pensaron que Andrés retiraría su apoyo, fue en ese momento en el que Fer le avisó a Matteo e intervinieron.
Don Memo había recibido la llamada de parte del menor de los Di Rosa para verse y había aceptado. Esa noche irían a cenar y aunque le comentó a la familia, por no saber si eso molestaría a su hija decidió avisarle a lo último, minutos antes de salir a tomar el taxi en realidad.
Zil había estado recorriendo la ciudad buscando centros de terapia para niños con autismo y espectro autista. También, se la pasó haciendo trámites para recuperar su identificación personal, así como las actas de nacimiento de ella y su hija. Los demás ya habían recuperado sus papeles, mientras ella no estuvo.
No dijo nada cuando vio salir a su padre, listo para su cita de negocios con Andrés. Le dolía que él no la hubiera buscado para hablar o aclarar, pero igual eso comprueba que a él no le interesaba la relación. O al menos eso es lo que ella piensa.
Después de un largo día ella se va a dormir, con la esperanza de volver a soñar con el hombre de sus sueños, como en los anteriores días.
Don Memo, llega al restaurante acordado y entra. Andrés lo divisa y este se acerca hasta la mesa que reservó.
—Me da gusto verlo —saluda a su ex suegro estrechando su mano.
—A mí también muchacho —responde él mientras se sienta frente al hombre joven—. ¿Cómo está tu madre?
—Bien, envía sus saludos —recuerda y llama al mesero con una señal de su mano.
Cuando el joven mesero llega este les ofrece bebidas. Don Memo que no acostumbra a pedir vinos, solo pide una cerveza oscura y Andrés, por el contrario, solo pide un agua gasificada.
—¿Cómo esta ella? —pregunta tomando por sorpresa a Memo.
—Quizás, deberías hablar con ella —concluye este, pues, aunque no se quiere meter le duele ver a su hija así.
—Solo quiero darle su espacio —explica él—. Por eso es que le pedí que viniera, no sé si ella les contó o no, pero una de las cosas por las que influyeron para que terminara conmigo fue lo de la compañía.
—No entiendo —se sincera poniendo las manos frente a él—. ¿Le molesto tu ofrecimiento?
—No, en realidad fue lo que usted dijo y ella concluyó que así era, que todo lo que yo hacía lo hacía solo por quedar bien con ella y no por que tuviera un interés real en apoyarlo. El que usted dijera lo mismo en la reunión solo empeoró las cosas —confiesa con la mejor calma posible, tratando de que no sonara mal.
Don Memo se asombra y en cuanto el mesero se acerca con las bebidas, casi que le arrebata la cerveza y bebe de ella.
—Lo lamento, muchacho —dice sinceramente—. Solo era algo que se nos vino a la mente, en verdad no queríamos que las cosas terminaran así, ¿si sabes? Ella se veía feliz contigo y la felicidad de nuestros hijos es nuestra prioridad.
—Entiendo, Don Memo, pero, la verdad es que es cierto, les hemos apoyado no solo porque los estimemos, por supuesto que lo hago porque quiero verla a ella feliz; pero he entendido que todos ustedes vienen como en un paquete y no me molesta, al contrario, mi familia y yo les hemos tomado un cariño muy especial a todos, incluso me he enterado que Fer y Matteo ahora son amigos —responde con certeza.
En él no hay un ápice de rencor, quizás se siente un poco dolido, Solo eso.
—Eso nos hemos dado cuenta, y me alegra, Fer no tenía amigos más allá de Maggie —informa con melancolía, su hijo siempre fue de mucha ayuda para todos—. Desde lo de Zil, se ha dedicado en cuerpo y alma a cuidarla cuando no estábamos, y luego ayudándome a trabajar.
—Todo eso, Don Memo es lo que me asombra de ustedes, y por eso es que les ofrecí esa oportunidad de negocio —comienza su charla de convencimiento—. Son personas trabajadoras, honestas y de buen corazón. Quizás no tienen el capital, pero yo puedo apoyar con eso. Ahora que Zil ha dejado lo nuestro no tiene motivo para creer que lo hago por interés, como ella piensa.
Don Memo lo escucha atentamente, aunque no le gusta mucho lo último que ha dicho.
—Preferiría que arreglaras las cosas con ella, antes que comenzar algún negocio con nosotros —aclara.
—Imposible, ella lo dejó en claro, pero miré —explica sacando una carpeta de un maletín que ahora Don Memo no había visto en la silla de un lado. Andrés la abre y le muestra unas estadísticas—. Estamos a buen momento de poner en marcha esto, si les interesa, adelante, si no, entenderé y no volveré a molestarlos. En cuanto a lo de Zil, que le dé su espacio no significa que me aleje de ella. Solo buscaré una forma de que me perdone y de solucionar lo nuestro, pero como ella quiso, no quiero incluirla en esa ecuación, no por el momento.
Memo que estaba un poco escéptico con la propuesta mira la información en la carpeta y también comprueba todo cuanto su ex yerno le ha dicho sobre su hija.
—¿En verdad la quieres? —pregunta solo por confirmar.
Andrés mira a la persona que le salvó la vida y también que le ha dado un motivo para vivir, con sinceridad y certeza responde.
—La amo.
—Entonces, trato hecho, para mí eso es suficiente, solo busca la manera de que ella lo sepa —aclara al objeto de amor de su hija.
—Lo haré, se lo aseguro.
—.—.—.—.—
La relación de Fer con Maggie iba de lo mejor, pues a pesar de que la forma en que él le pidió que fueran novios no era la más romántica ni la más original, ambos estaban comprometidos con la relación y se amaban profundamente.
Esta había iniciado como la de muchos, siendo amigos. Durante mucho tiempo, ella había esperado que él se declarase, pero también sabía que sus múltiples actividades y luego su tiempo de trabajo fuera de la zona le impedían una relación estable.
Por las noches, cuando acababa sus labores con su padre, iba hasta dónde ella para platicar. A veces solía comprarle algún chocolate e incluso la invitaba a cenar con Doña Tere por unos tacos de asada. Esto cuando le iba bien en el negocio. Disfrutaban el tiempo charlando, riendo y bromeando.
Fer sabía que a veces ella se sentía sola, pues solo tenía a su madre y hermana que vivían en los Estados Unidos. Eso le motivaba a buscarla y llevarla a su casa, para que fuera amiga de su hermana. Aunque Zil vivía en su mundo, siempre trataba de tener un tema de charla para con su futura cuñada.
Desde que los García se mudaron de ciudad, Maggie resintió su ausencia. Especialmente la de su novio, al que, aunque le había dicho que lo extrañaba, tratada de no hacerlo muy seguido para no meterle presión. Todo lo contrario, buscó la manera de mudarse también donde ellos, pero desafortunadamente el cambio no se lo harían de inmediato.
La distancia no hacía mella en ellos pues, aunque eran jóvenes, y Fer de carácter bromista y afable, se distinguía por ser un hombre de sentimientos sensatos y madurez para dirigirse en su vida. Siempre veía por su familia y cuidaba de ellos. Sabía que su padre, aunque del mismo temperamento y carácter que él, ya había sufrido mucho en su vida y no quería que le diera un infarto o algo peor de tanta angustia.
Maggie había adelantado ya todas sus vacaciones del año para estar lleno donde los García. Estas eran las últimas y aunque le preocupaba como es que se verían, Fer prometía ir a visitarla a la brevedad posible. Esa noche, mientras Don Memo cenaba con Andrés, ella se había quedado para hacerle compañía a Zil, sin embargo, esta se había encerrado a dormir.
Fer que no quiso desaprovechar la ocasión la invitó a cenar a una pequeño restaurante de comida oriental. Mientras cenan él se confiesa.
—La verdad es que no quiero que te vayas mañana —expresa con sinceridad—. Sé que debes hacerlo, pero me gustaría que sea la última vez que te marches.
—¿Ah que te refieres? ¿Es un ultimátum o algo? ¿Estas terminándome también? —pregunta Maggie sin entender mucho de lo que habla Fer.
Nerviosa se reacomoda la blusa floreada de tirantes, pues, aunque no se le caen estos en los hombros, se los pasa por los dedos una y otra vez.
—Es que no sé cómo decirte... hemos estado juntos y no juntos por años, te conozco desde hace como tres y mis sentimientos hacía ti nunca han sido un secreto —confiesa él, un poco envalentonado por qué siente que se le agota el tiempo con ella, luego de ver que su hermana terminó con el que posiblemente sería el amor de su vida, no quiere que le pase igual con Maggie—. Digo, que te quedes, sé que dijiste que no querías casarte, pero ¿y si nos vamos a vivir juntos?
Fer extiende su mano y toma la de ella con seguridad, Maggie le da un ligero apretón pues le sorprende la propuesta, pero le encanta.
—Eso me gustaría más que nada, sin embargo, aún no sé cuándo me darán el cambio... —le recuerda—. Dijo mi jefe que podría ser en una semana o dos, de un mes a seis. Realmente en estos casos no se sabe.
—Lo sé, pero no quiero que te marches creyendo que por no vernos esto puede terminar, no puedo irme de acá, pero quiero que sepas que tienes un lugar muy asegurado en mi corazón y de que yo no espero una relación para «ver qué pasa». Yo quiero algo en serio contigo, ya sea casados o no, pero con un para siempre ¿Entiendes eso? ¿Entiendes que te amo más que a nada y te estaré esperando para cuando sea el momento?
Fer nunca había hablado con tanta emoción en su vida, y eso conmovía a Maggie quien llorando decía que sí entendía.
—Claro que también quiero algo formal contigo, en su momento, también te amo, Fer —responde con una clara emoción en su voz—. Solo quiero aclararte una cosa.
—Dime —pide con clara curiosidad por lo que va a decir.
—Yo nunca dije que no quería casarme, dije que no quería equivocarme el casarme. Me refiero hacerlo con la persona equivocada, quiero estar segura de que esa persona es la elegida —aclara haciendo que Fer se sonroje.
Él quiere ser esa persona, es claro que es lo que más desea. Esta nueva revelación le da una pauta para lo que debe hacer. Sonríe a Maggie y con una autentica maña cambia la conversación. El resto de la velada bromean y platican sobre el porvenir de la familia, lo que sí es que ambos desean dos cosas, no separarse y que Zil y Andrés vuelva a estar juntos.
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