Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 31

Zil se preparó para visitar a Andrés en el hospital, su andar era lento pero constante. Era como cuando tuvo a su niña, se sentía toda dolorida y drogada. Cuando llegó a la habitación se encontró con la más hermosa de las escenas.

Andrés yacía de pie junto a su camilla, canalizado con un suero colgado de el tripee detrás de él y con un ramo de rosas rojas en sus manos.

—¡Te ves preciosa! —dice al ver a su chica entrar a la habitación.

Zil casi corre a sus brazos en cuanto lo ve, este apenas alcanza a dejar las flores sobre su cama para abrazar a su novia.

—Te extrañe —dice ella mientras lo abraza con delicadeza y mucho amor. Sabe que ambos están operados—. No sabes cuanto te extrañé...

Las lágrimas se hacen presentes en el rostro de ella, pero él intenta no llorar, quiere ser fuerte para ella.

—Yo a ti, nena... pensé... —Zil acalla sus temores con un beso, uno que dice aquí estoy para ti.

No hay reparos ni cuidados en la forma en que se besan, la devoción, la preocupación, el temor de no verse uno al otro nunca más era palpable en ese toque tan personal, tan íntimo. Sus labios chocando mientras sus lenguas danzan una a la otra en ese baile sensual donde los novios solo pueden decir con acciones lo que el corazón siente.

Andrés acaricia la espalda de ella con fuerza, con deseo, con pasión. Zil lo siente, pues es lo mismo que a ella le pasa, lo quiere a él. Quiere todo de él antes de que cualquier otra cosa pase, antes de que llegue la vida y les diga hasta aquí.

—Te amo —murmura contra los labios de Andrés.

Este se queda atónito ante la confesión de su chica, lo que siente por ella es poderoso, es fuerte, pero aun no define esos sentimientos como amor. Sabe que recibiría todas las balas con tal de que a ella no le pasara nada, de que le daría todos sus bienes... pero amor... una palabra que juró no volver a decir, una palabra que creyó haberla usado con toda la libertad y después eso le ha cobrado factura. No dice nada por que no quiere usarla de esa manera con Zil. Ella merece el cielo, la tierra y el maldito firmamento de ser posible, pero nunca le diría te amo si no esta seguro de lo que siente.

En cambio, la abraza y la besa con aun mayor devoción que antes, por que ahora sabe que esta mujer vale todo en la vida y mientras el tenga vida para honrarla, cuidarla, quererla y protegerla, lo hará.

—Te quiero con mi vida entera, Zil. Puedo decirte con total certeza que estoy enamorado de ti, pero... no te diré te amo hasta que así lo sienta mi corazón, hasta que esté completamente seguro de que eso es lo que siento por ti —confiesa en un arrebato de sinceridad—. Te dije que no quería mentirte, que quiero construir una relación en base a la sinceridad. Tal vez te duela esto que te digo o que no era lo que esperabas que dijera, pero ten la seguridad que cuando te lo diga es por que estoy cien por ciento seguro de eso. ¿Podrás esperarme?

La joven que desde el primer momento sintió un flechazo por él entiende lo que le dice. Sabe por sus propias palabras que no tuvo una relación fácil y que le rompieron el corazón. Incluso en estos días ha pensado ¿qué sentirá él darse cuenta que la persona que una vez amó ha intentado asesinarlo? Lo abraza de nuevo y suspira en su pecho.

—Por supuesto que esperaré, toda una vida si es posible —Él la abraza con devoción, siente que no la merece.

—Te quiero tanto, Zil. No sé que sería de mí si tú no estuvieras en mi vida, no sé... y no quiero averiguarlo nunca —la aleja y toma su rostro entre sus manos—. ¿Entiendes eso? Por favor, no me dejes...

Había algo en su voz, como un temor, una corazonada de que algo malo pudiera pasar. Por un momento ella siente temor al igual que él y se forma de nuevo un nudo en su garganta.

—No te preocupes, todo estará bien, tenemos muchos años por delante —acaricia el rostro de su hombre con cariño—. Verás que todo esto en algún momento serán solo anécdotas y reiremos. Y una vez que nos recuperemos podremos viajar para vernos ¿está bien?

Andrés traga, siente que no puede más, siente como el temor de perderla crece con cada minuto que pasa. La abraza a su pecho y esta lo abraza por la cintura. Algo hay en el ambiente, un sentimiento negativo, un pensamiento que le pesa la conciencia a cada uno.

—Sí, en cuanto esté bien para viajar iré a verte —confirma ante el deseo de ambos—. Quiero que tomes este regalo.

Ambos se sueltan y él debajo de su almohada saca una caja envuelta en azul con estrellas blancas.

—¿Qué es? —pregunta ella sin imaginarse lo que hay dentro.

—Te dije que me permitieras regalarte algo por tu cumpleaños atrasado —dice recordando lo del celular. Zil quita la envoltura y revela una caja de teléfono—. Es de última generación, no importa dónde estés, siempre tendrás señal y datos móviles.

—Wow... nunca pensé... ¡Gracias! —dice mientras le da un beso en la boca a su novio—. Es tan bonito y con funda...

Al dar la vuelta al teléfono revela la foto que Andrés mandó a poner en la funda transparente. Por supuesto Matteo se hizo cargo de todo, la compra, la activación del plan de datos nacionales y la envoltura.

—Espero te guste —dice con esperanza.

La chica se queda observando la imagen detrás del móvil, parece que ha pasado una eternidad desde que les tomaron esa foto cuando le pidió ser su novia. Ambos felices y ambos sonrientes. Lleva el teléfono a su pecho y lo anida con cariño.

—Lo que más me importa de este regalo, lo que más valor tiene es esto —señala la imagen—. Tú, yo, esto que tenemos es lo más valioso para mí, después de mi hija.

Andrés la acerca a él y la besa de nuevo, siente que su corazón se inflama ante sus palabras. Nunca ninguna mujer lo trató de esa manera, con tanto cariño, como si fuera importante. Le veían con temor, sabía que la forma en que se imponía no traía respeto real sino temor.

Una vez que ralentizan el beso ella se aleja de él para sacar algo de la bolsa de su pantalón trasero.

—Yo también te traje algo —confiesa mientras apuña el regalo en su mano—. Cierra los ojos y extiende tu mano.

—Vale, pero que no sea un bicho —ríe.

—No te preocupes, anda cierra los ojos. —Andrés hace lo que ella le pide y los cierra. Extiende su mano en espera de que ella le dé algo, pero en cambio siente como es que le pone algo alrededor de su muñeca—. Esto contara los minutos que esperaremos para volver a vernos.

Andrés abre los ojos asombrado de que ella le regalase un reloj. No había comprado ninguno desde que el suyo quedó destruido en el accidente. Las correas de piel café se ciñen a su piel delicadamente, el reloj no es de una marca importante, pero es sencillo, elegante y hermoso a la vez. Cuando lo ve se percata de la pequeña estrella colocada al fondo. La misma estrella que yace en el diseño del collar de Zil.

—¡Es hermoso! —dice él con cariño—. No tenías que hacerlo, pero me encanta, ahora estamos a juego.

Levanta la mano poniendo el reloj a la altura del dije de ella.

—Ábrelo —pide ella, señalando su collar.

Andrés lo abre y encuentra que el relicario ya ha sido ocupado por dos hermosas fotos. Una donde yacen él y Zil, y otra donde están Itzia, él y ella abrazados bailando.

—Esto... Gracias, gracias por decirme que sí —la abraza de nuevo, no soportando lo que siente dentro de él.

Esa nube de inseguridad, de temor, la angustia que no le ha dejado dormir durante días y por la cual debe ser sedado y sobre todo la incertidumbre de lo que pueda pasar. Nunca se había sentido tan sofocado por el porvenir de ambos como cuando les dispararon. Él tenía todas las esperanzas de que en su vida a partir de ese día serían puras cosas buenas, llenas de felicidad y no fue así.

Las lagrimas se deslizan por el rostro de Andrés siente impotencia al no tener el control del futuro en cuanto a su bienestar se refiere. Zil entiende eso, ella lo vivió y puede percibirlo.

—Las cosas nunca suceden como queremos y no por eso debemos perder la fe. Eso es lo único que nos sostiene de continuar día a día. Tener una fe que no se removida con nada ni por nadie. —Se aleja para ahora ser ella quien tome su rostro y limpiar sus lágrimas—. Pase lo que pase, quiero que estes seguro que estos son los mejores días de mi vida, gracias por regalarnos estas vacaciones, gracias por los detalles, las sorpresas, por pedirme de esa manera que sea tu novia. Eres especial, Andrés. Creédmelo, y no tengas miedo, no debemos tenerlo por que eso solo nos consumiría y necesitamos ser fuertes para seguir juntos. De lo contrario, esto que tenemos se desvanecerá en el aire tan rápido como vino.

Zil, chica de palabras cortas y que no habla con proeza, le ha dado una lección de sencillez y de valentía. Aun con sus palabras no puede hacer que esa sensación que siente se desvanezca del todo.

—Por favor, solo cuídate y avísame cualquier cosa ¿sí? —pide tomando las manos juntas de su novia.

—Lo haré ¿Tú me prometes que dejarás esos pensamientos de lado?

—Sí, gracias... gracias por lo que me has dicho, por amarme, por decirme que sí —la besa en la frente. Zil recarga su cabeza en el pecho de el hombre que considera más apuesto y suspira—. Te extrañaré, nena.

—Yo a ti, mi guapo —se ríe al decirle ese mote.

—Es la primera vez que me dices así... —murmura con cariño—. Me gusta mucho, guapa.

Zil suelta una risita que le provoca una punzada en las heridas, así que se controla.

—¿Ya guardaste tu número en el celular? —pregunta Zil.

—No... ahorita lo hago, quiero disfrutar contigo cada minuto de esta visita.

Ambos se recuestan en la camilla por lo que resta de la media hora sin que nadie les interrumpa. Los novios se hacen promesas que esperan cumplir y ella intenta hacer algunos planes con él, con la esperanza de que se quite esos pensamientos negativos.

Justo cuando acaba el tiempo entra Matteo.

—Vea esto... ya se acuestan juntos —pone las manos sobre la cintura exagerando su actuación—. ¡Que escandalo!

—¡Calla hombre! —pide Andrés ante la pena ajena que siente.

—Vale, solo vengo a robarme a la novia —se acerca al lado de Zil para ayudarle a bajar—. Su carruaje la espera, señorita.

Andrés solo hace una cara de decepción ya que no esperaba que fuera tan rápida su despedida. Si por él fuera estuvieran siempre juntos.

—¿Te has quitado el cubrebocas? —se percata Matteo de su cuñada, a lo que ella asiente avergonzada—. Has sido niña mala... este hombre te lleva por el mal camino.

—¡Matteo! —le avienta la almohada a su hermano—. Solo fue un momento mientras estábamos solos, hasta que tu llegaste por supuesto.

—La chica no debe quitárselo para nada, pero seguro quisieron besuquearse, picarones —se ríe a su costa—. Te espero afuera, cuñada.

Y sale antes de que Andrés le lance algo más. Zil toma la caja del móvil y le pasa este a Andrés para que guarde su número, luego se llama para guardarlo también.

—Ahora si estaremos en contacto —dice ella riendo.

—Ven, ponte aquí a mi lado —pide él acercando a su chica que yace de pie. Andrés se sienta y ella se acomoda entre sus piernas recargando su espalda en el pecho de él—. Nos tomaré una foto.

Abre la cámara y se toman su primer selfi. Ella con una blusa azul celeste, él con una bata de hospital.

—Prometo mejorar lo más pronto posible para ir a verte —dice él besándola—. Me hablas cuando llegues, ¿va?

—Va. Cuídate... Te extrañaré —besa sus labios y sale de la habitación sin decir más.

Él se da cuenta del cambio repentino que ella tiene ante su partida, no quiere retrasar las cosas. Para ambos es difícil la separación. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro