Capítulo 30
Las familias estaban desesperadas, cada minuto que pasaba era angustiante para ellos. La asistente del docto salió a la hora para dar detalles de la cirugía de Andrés, todo iba bien hasta el momento. Al cabo de una hora, sale la de la médica que operó a Zil, explicando que hubo una serie de dificultades, pero que ya le han estabilizado.
—Dentro de una hora aproximadamente la subirán a piso, todo depende de como salga de cirugía. Las mantendré informados. Ah, una cosa más, se usaron tres unidades de sangre. El banco de sangre las prestó, pero vamos a necesitar que por favor las repongan, la trabajadora social estará con ustedes en un momento —informa la asistente sin esperar a que alguno de ellos diga algo más y se retira tan rápidamente como llegó. Como si tuviera urgencia.
—Gracias al cielo, mi niña está bien —la voz de lucía suena aliviada—. Hay que avisarle a Tita, ella tiene que saber o venir acá.
—Mejor, vamos por ella —sugiere Maggie—. Así nos traemos a Itzia y algunas cosas que pueda ocupar Zil.
—Sí, vamos —anuncia Fer—. Cualquier cosa que pase nos llaman al número de Maggie.
—Vayan con cuidado, hijo —pide Memo—. Quién sabe dónde pueda seguir la loca que atacó a tu hermana.
Fer asiente con la cabeza mientras toma la mano de su novia y salen del hospital. Ellos piden un taxi para que los lleve al hotel donde están hospedados y este los lleva sin hacer ninguna pregunta más.
En cuanto entran al recinto yace Tita en la sala de espera cerca de la recepcionista con su bisnieta dormida en el sofá.
—Hijos, mi niña, mi niña... —la voz de Tita se quiebra al ver a su Nieto y Maggie.
—Tranquila, abuela —la abraza Fer—. Zil está fuera de peligro, ya casi sale de cirugía y venimos por ustedes para llevarlas a verla.
—Que bueno.... —Tita se deja caer en el sofá y llora murmurando—. Gracias Dios, gracias por salvar a mi niña, gracias, gracias...
Maggie se sienta junto a ella y acaricia suavemente su espalda en confortación. Tita agradece el gesto y al cabo de unos minutos deja de llorar.
—Abu, vamos a ocupar algunas de las cosas de Zil y yo creo que de Itzia también. No sabemos cuanto tiempo nos quedaremos allá —informa Fer.
—Está bien, vamos Maggie, acompáñame a las habitaciones, tú Fer cuida a la niña —informa y se pone de pie para comprobar que esta siga dormida—. No tardará en despertar, ya casi termina su siesta.
Dicho esto, se marcha con la novia de su bisnieto a por las cosas que van a ocupar.
Mientras tanto, Matteo habla con la policía y pone una denuncia en contra de Carlota. Las cámaras de seguridad le han gravado cometiendo su delito y no hay escapatoria de ello. Al terminar de levantar las actas regresa al hotel y encuentra a Fer en la recepción.
—¡Hey! —saluda—. Pensé que estaban en el hospital.
—Sí, solo que vinimos por Tita y la niña. Nos dijeron que Zil ya había salido de peligro y casi terminaban la cirugía —informa a su concuño.
—Eso es una buena noticia, lo último que supe de Andrés es que seguían operándolo, la maldita le perforó los intestinos —destila enojo y rabia mientras habla—. Afortunadamente, todo quedó grabado en las cámaras y no podrá decir que ella no fue.
—Espero la encuentren y le den su merecido —desea con todo su corazón Fer.
—Yo igual... Pediré que una van nos lleve a todos, así nos vamos juntos.
Fer asiente mientras ve como se aleja a recepción para decirle a la chica que atiende ahí. Al cabo de unos minutos llega Tita y Maggie con las cosas y saludan a Matteo quien les pone al tanto. De la situación. Cuando les informan que la Van está en la entrada, salen juntos, rumbo al hospital, con las esperanzas puestas en la recuperación de sus seres queridos.
-.-.-.-.-
Una semana había pasado desde el atentado. Maggie debía volver porque solo tenía unos días de permiso, junto con ella se regresó Memo que debía presentarse en su trabajo en la capital. El resto de los miembros se quedaron en una sola habitación para estar pendientes, ya que solo tenían un móvil. Zil fue trasladad a la UCI pro tres días solo como prevención y una vez que salió fue trasladada a una habitación normal.
Los Di Rosa, permanecieron todos en el hotel tal como habían llegado, ellos tenían sus vacaciones programadas así que no hubo problema en esperar a que Andrés saliera del hospital. Rosa no se despegaba de la habitación de su hijo menor, a pesar de que los médicos le decían que estaba fuera de peligro. No sabía cómo es que los García mantenían un estado de paz e iban y venían sin temor a que les avisaran que a su hija les pasara algo peor.
Pero entonces pensaba ¿qué más le puede pasar a esa muchacha? Es como si estuvieran marcados por la desgracia, todos ellos. No les juzgaba por ello, sino que nacía en ella una compasión tal que no había tenido nunca por nadie más. Ella también venía de un barrio pobre de su amada Italia, pero creyó que un golpe de suerte les había ayudado a salir adelante.
Entre noches desveladas, comidas insípidas y sueros con medicamentos tanto Zil como Andrés pasaban sus días. Ambos preguntaban uno por el otro, ambos tenían un anhelo por estar cerca. Lo que era imposible debido a las circunstancias. Matteo estaba pendiente de las averiguaciones, afortunadamente Luca seguía en Cancún y pudo contactar con algunos colegas federales igual que él. Todos ponían de su mejor parte por acabar con ese infierno. A pesar de eso, no era lo único de lo que Matteo se ocupaba, tuvo que pedir ayuda a su hermano Dante para que este se hiciera cargo de una de las sorpresas que tenía Andrés para los García. Así, mientras uno se hacía cargo de los negocios de su hermano, el otro de las averiguaciones.
El único que parecía se mantenía al margen era Ángelo, una por que no conocía los detalles de los negocios de su hermano, y la segunda por que en realidad él estaba cien por ciento pendiente de todo lo que pasaba en el hospital con Andrés y Zil. Eso era reconfortante para su madre y lo hizo meditar en cuanto es lo que cree que sabe y cuanto es que ha perdido el olfato para reconocer personas estúpidas.
Los días pasaron y a los diez días dieron de alta a Zil, esta fue trasladada al hotel.
—Deberíamos irnos a casa —sugiere Lucía a su familia reunida—. Es lo mejor, ya hemos dado mucha lata.
—Apoyo la moción —dice Don Memo sentándose en la orilla de la cama donde su hija por el momento duerme—. En cuanto despierte le avisamos, por el momento creo que sería sensato hacer los movimientos nosotros para irnos. No hacerlos gastar más.
—Ay hijo... ¿cómo crees que podremos trasladarnos en camión de aquí hasta el pueblo con Zil en esa condición? Lo mejor sería irnos en avión a Durango o Sinaloa y de ahí ya nos vamos en camión —amonesta Tita poniéndose su reboso pues ya refresca la noche.
Itzia juega en la esquina de la habitación, en donde fue puesta el área de juegos que le había pedido Andrés para ella. Ambos miran en su dirección como si ella les fuese a dar una solución.
Un toque fuerte a la puerta les saca de sus cavilaciones.
—Voy —anuncia Tita acercándose y abre—. Hola, muchacho, pasa.
La anciana abre la puerta y pasa Dante con su esposa.
—Hola a todos, llegamos al hospital y nos han dicho que la dieron de alta —dice Dante al entrar mientras va saludando uno a uno de mano.
—Sí, la dieron de alta a medio día, pero llegamos se bañó y cayó noqueada con las medicinas —informa Don Memo—. ¿Qué tal sigue, Andrés?
—Por eso hemos venido, le darán de alta en un par de días y nos ha pedido que si quieren irse les ayudemos con el traslado —informa a la familia con total disposición—. No se preocupen por los gastos, por nada de eso. Todo está cubierto por un seguro que tenemos y cubre daños a terceros.
Tanto Dante como su esposa notan como es que los tres García están impasibles con respecto a que hacer.
—No les estamos pidiendo que se vayan, de hecho, nos gustaría al igual que a Andrés que se quedaran hasta que podamos marcharnos todos juntos —inicia diciendo Amanda—. Pero también entendemos que quizás ya estén desesperados, así que les ofrecemos esa alternativa en caso de que así lo quieran.
Zil que yacía dormida al oír las voces comienza a despertar.
—Ey —dice a todos como saludando al mismo tiempo que intenta sentarse.
Su papá se acerca a ella y le ayuda a que esta se siente recargada en las almohadas—. Tengo sed...
—¿Pudiste descansar? —pregunta su madre preocupada, a lo que ella asiente mientras toma el vaso que Tita le da.
Lo toma de una como si no hubiese tomado agua en mucho tiempo.
—¡Ah... que rica! —Pone el vaso en la mesita de noche.
—Nos da gusto verte mejor, cuñada —dice Dante con alegría—. Andrés envía todo su amor y cariño, nos dijo que te diéramos un abrazo fuerte pero no creo que eso sea muy prudente.
Eso hace reír a Zil lo que le provoca un piquetón de dolor.
—Auch... —se queja—. Me da gusto verlos, estaba desesperada de salir de ahí, ya quisiera estar en casa.
—De eso estábamos charlando, niña —dice Lucía—. Dante y Amanda nos han dicho que podemos irnos a casa cuando queramos, o podemos esperar a que Andrés salga del hospital para irnos todos juntos.
—Oh... —Zil sabe y entiende que la respuesta en sus manos.
Por un lado, esta su familia que de seguro ya no se sienten cómodos viviendo a costa de la caridad de los Di Rosa, por otro lado, está Andrés, al que le gustaría poder verlo. Y luego está la otra cosa en la que debe de cuidarse para no contraer ningún tipo de infección ahora que no tiene bazo. Y por último y más importante, su hija quien yace alejada de todo lo que conoce y la rodea, no sabe hasta donde todo este cambio pueda traer como consecuencia.
—Me gustaría poder visitarlo antes de irnos ¿puede ser? —pregunta a Dante y Amanda dando con esa respuesta su decisión.
—Claro, solo que debes ir con guantes y cubrebocas —dice el hermano de su novio.
—Bien, entonces podremos irnos mañana de ser posible. Tenemos muchas cosas pendientes en casa, y en cuanto nos sea posible viajar ya nos pondremos de acuerdo...
—Cariño, tranquila —Lucía abraza a su hija cuando esta comienza a llorar—. Las cosas no salieron como querían, y no está mal. Lo indispensable y primordial es que ustedes se recuperen y ya luego podrán ponerse de acuerdo para verse de nuevo.
Todos miran con ternura la escena, nadie había pensado en ello. Recién se ponían de novios y apenas comenzaban su relación, era lógico que aún no hablaban sobre como es que se verían al ser de dos estados distintos.
—Seguro tendrán que hacerle un rinconcito a Andrés junto a sus animales, no creo que vaya a querer separarse de ustedes luego de lo que pasó —dice Dante a manera de burla y logra que Zil sonría ante la idea de ver a Andrés en aquellas circunstancias.
—¿Saben algo de ella? —pregunta Zil limpiándose las lágrimas.
—Fue vista en el aeropuerto de México, ya están buscándola en casa de algunos familiares y amigos de ahí —informa Amanda—. Lo más seguro es que quiera salir del país, pero Luca ya ha dado la alerta, no dejarán que salga.
Zil solo asiente sin decir más. Deja que sus padres se pongan de acuerdo con los Di Rosa. Ella solo piensa en una cosa, quiere ver a Andrés antes de irse.
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