Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 24

Después de la comida la niña de Zil duerme en brazos de su madre, Tita le dice que irán a recostarla en la cama, por lo que Don Memo la toma y se van con ella a las habitaciones. Esto les da una oportunidad a los jóvenes para estar solos.

—¿Quieres ir a caminar? —pregunta Andrés a la chica, la que asiente con la cabeza.

Tomándola de la mano salen de la palapa dejando a sus familiares detrás. Cada pareja en lo suyo dándose tiempo para disfrutar de sus vacaciones. El hombre dirige a Zil hacia la orilla del mar y aunque el sol no es muy fuerte, va dando color a sus mejillas.

—Es hermoso —dice Zil mirando el mar—. Nunca antes había hecho esto, ¿sabes?

—¿Caminar a la orilla del mar? —inquiere curioso.

—También, me refiero a esto —señala las manos entrelazadas de ambos—. Caminar de la mano.

Ella aprieta sus labios al confesar aquello.

—Me gustaría poder decir lo mismo —dice con tristeza—. Me gustaría poder cambiar muchas cosas de mi pasado, pero supongo que es imposible.

Él detiene su paso parándose de frente a la joven que le roba el pensamiento. Toma su otra mano y la mira con absoluta ternura.

—Por eso no quise ocultarte nada, he hecho y dicho cosas de las que me arrepiento y sé que no se pueden modificar o borrar —declara sus emociones con la más pura verdad—. Pero lo que puedo hacer, es no ocultártelo, y si llegado el momento decidimos emprender una relación, quiero que no haya duda en ti de que no me conoces, y puedas elegirme sin temor a remordimientos.

Si las mariposas pudiesen habitar dentro de uno, seguramente el estómago de Zil tuviera unas cuantas habitantes que revolotean gustosas ante las palabras del hombre de sus sueños.

—Gracias por confiarme eso, nunca te juzgaría por algo que ya pasó —aclara ella—. Sería la menos indicada para hacerlo, ya sabes, por lo que me pasó. Sé que Tita te dijo algo al respecto, ella me lo dijo.

—Un día, si tú quieres y te sientes cómoda, me gustaría poder oírte —ofrece con empatía. Sabe de antemano que sufrió mucho y que no ha sido fácil para ellos como familia—. Pero de una vez te digo, que no hay nada en ti que yo llegue a repudiar o que me haga verte con otros ojos.

Zil sonríe con sus mejillas sonrojadas y se acerca al rostro de Andrés para darle un beso suave y tierno en la mejilla.

—Gracias —murmura—. Me gustaría hacerlo, pero no aquí, quizás debamos ir a un lugar más privado.

—¿Ya? —pregunta él asombrado, veía esa conversación a futuro.

—Sí ¿para qué esperar? No quiero que pase otro día sin que sepas toda la verdad. Mereces saber esa parte de mi vida —clara ella abrazándolo por completo.

Él la abraza también y luego se separan para ir rumbo a las habitaciones.

—Creo que en mi recámara no nos molestará nadie —dice ella.

—Es lo mejor, seguro Matteo ronca como oso ahorita. Acostumbra hacer siesta después de comer —Andrés se ríe de su hermano.

Toman el ascensor juntos y Zil se pregunta si así es el amor, sentir paz con la persona indicada, no sentir prejuicios y sentirse querida y respetada. No tiene un antecedente con quien ni a que compararlo. Simplemente, se ha dejado guiar por su corazón. Sabe que en cuestión económica él tiene más que ella. Sin embargo, a pesar de que al inicio cuando se conocieron la confrontación que tuvieron era más un producto del choque de sus mundos que de un prejuicio por su condición económica.

Nunca los ha hecho sentir menos de lo que vale, ni él ni su familia y en el fondo ella les agradece eso. Sabe que el dinero es una parte importante de cualquier relación y por eso ella piensa en superarse junto a su familia. Quizás con un mayor esfuerzo las cosas cambien para todos.

Cuando llegan a la habitación comprueban que está vacía. Zil siente nervios como si fuera una adolescente metiendo de forma clandestina a un chico a su cuarto. Lo piensa y se ríe de eso.

—¿Sí? —pregunta él en espera de que ella le confiese el porqué de su sonrisa.

—Por un momento pensaba en si fuéramos adolescentes entrando a hurtadillas a una habitación.

Él cierra la puerta tras de sí y se acerca para abrazarla. Zil corresponde el abrazo y recuesta su cabeza en su pecho.

—Eres alto —dice ella escuchando el corazón de Andrés en su oído. Él sonríe para ella.

—Tu eres perfecta —la aprieta más contra su cuerpo.

Por un momento se pregunta cómo sería entregarse en cuerpo y alma a la persona que despierta sus más puros sentimientos.

Ella se retira y se acerca a la cama dejando su calzado a un lado, se sube y se sienta para recargarse en la cabecera. Dobla las piernas y se pone una almohada entre ellas para estar más cómoda. Andrés se quita los zapatos y hace lo mismo, pero sentándose frente a ella.

—Bueno, no seré muy explicita en cuanto a lo que me hicieron, hay cosas que solo quiero olvidar y me he esforzado por hacerlo. Pero si tienes alguna duda o pregunta me haces saber ¿va? —dice ella como si estuviera en una entrevista.

—Solo dime lo que tú quieras, no te sientas forzada a decir algo que no debas —él toma una de sus manos y la acaricia, algo se ha vuelto una práctica recurrente en ellos.

—Ok... todo empezó un día primero de enero. O sea que mañana serán cinco años de eso —Andrés al oírlo se percata de lo duro de la situación, hablar de eso en una fecha tan próxima no ha de ser fácil para ella—. Tita tenía neumonía, yo recién había conseguido un trabajo y estaba por inscribirme a la universidad. Como Tita estaba indispuesta, decidí ayudar con las labores del día. La bomba de agua, en estas fechas se congela, así que debemos ir por agua al arroyo, no está lejos, pero como viste, está bajando la colina.

Me levanté temprano porque debía ir a trabajar, así que antes de que todos despertaran baje por agua. Una vez que volví noté que faltaba leña, así que me fui del otro lado del arroyo en busca de algunas. Yo no los noté ni cuando fui por agua ni cuando fui la primera vez por leña. Fue hasta que regresé que salieron de sus escondites. Eran tres militares que estaban borrachos, según estaban perdidos, pero quien sabe. Todo a partir de ese momento es duro de contar, lo que me hicieron hasta dejarme casi muerta. Al menos ellos creían eso.

Escuché a uno decir que me dispararan para asegurarse, pero otro le dijo que dejar una bala de un arma del ejército los culparía de inmediato. Ellos sabían lo hacían, fueron conscientes de eso.

Tita les avisó a mis padres que yo no estaba en la cama con ella, así que salieron a buscarme. Dicen que me encontraron a mediodía, casi a dos kilómetros de mi casa. Fue muy duro para mis padres, para mi tita, pero fue más duro tener que exponerme ante reporteros, médicos que me evaluaron, trabajadores del estado, abogados... todos querían saber que había pasado.

Conté por meses a detalle cada cosa que pasó, el estómago se me revolvía cada que lo hacía. Rememorar una y otra vez. Lo peor fue en el juicio, cuando me enteré de que estaba embarazada. Me habían dado la pastilla del día después, pero al parecer no hizo efecto alguno.

Uno de los agresores alegó que teníamos una relación y que todo había consensuado, que yo me quería quedar con nuestro hijo... ¿Sabes el asco que sentí cuando supe que estaba embarazada? No quería al bebé. Quería abortar, en ese momento. Tener un hijo de tu agresor era un recordatorio constante de lo que me había pasado. Pero entonces todo cambió cuando fui a mi primer cita médica. Pude escuchar el corazón de mi bebé y me preguntaba si realmente sería capaz de quitarle la vida a otro ser que no pidió ser concebido en tales circunstancias.

Entonces entendí que no podía cambiar jamás la forma en que pasaron las cosas, pero si la forma en que él o ella se sintieran en este mundo. Para mí, acabar con su vida era el equivalente del daño que hicieron a la mía y eso no lo iba a permitir. Yo debía ser mejor que ellos, yo debía amar a un indefenso y protegerlo, no asesinarlo. Era un corazón latente, fuerte y creciendo.

Sé que muchos están a favor del aborto, y lo entiendo. Quién mejor que yo para hacerlo, porque incluso medité en hacerlo, pero no tiene nada de malo cambiar de opinión. He apoyado a chicas que deciden seguir con el proceso porque sé que se siente estar sola en algo tan difícil.

Afortunadamente, ganamos el juicio y ellos fueron a la cárcel, hasta que hace unos días supimos que el hombre o debería decir monstruo del que salí embarazada, salió libre y me agredió.

—Por eso es que tenías esos golpes cuando te conocí —comprende Andrés...—Soy un estúpido, yo creía otra cosa.

—Lo sé —Zil se ríe—. Tita nos contó.

—Esa tita no se guarda nada —concluye haciendo que Zil se ría.

—No tienes ni idea.

—Volviendo al tema, ¿no tiene alguna orden de alejamiento el tipo? —inquiere pensativo.

—La tiene, pero me siguió en la calle, haciendo como si me hubiera encontrado. Lo más seguro es que estuviera esperando a que yo pasara por ahí. De cualquier forma, tendremos más cuidado en el futuro.

—¿Y qué pasó con Itzia? ¿Cómo te enteraste de su condición? —pregunta cauteloso.

Zil toma un largo suspiro para luego sonreír.

—Ha sido un largo camino, ella es extraordinaria. Algunas personas del pueblo lo ven como un castigo, porque sabrás que algunos estuvieron a favor del alegato de que yo mantenía una relación con uno de mis abusadores. Él presentó una demanda para quitármela, pero afortunadamente no procedió. El caso es que, ella desde que nació no era normal, ni sus llantos, ni los típicos berrinches de los niños. Tampoco hablaba, así que la trabajadora social sugirió que le hicieran pruebas. Por un año la estuvo revisando una psicóloga, pero siempre decía que no era concluyente. Hasta hace un par de meses que sugirió que, si era Asperger, pero que por la edad era difícil un diagnóstico exacto.

A un así, desde entonces se le ha tratado como si lo tuviera y ha mejorado en muchas cosas.

—Wow... todo esto que me cuentas, la forma tan valiente y con la fortaleza con lo que lo dices no hace más que acrecentar mi admiración por ti y tu familia —admite para ambos.

—Gracias, sin ellos quizás no hubiera sobrevivido. Sin mi Tita y mi mamá cuidándome las heridas, sin mi Papá y Fer cargándome cuando lo necesité y cuidándome a pesar de que ya tengo veintitrés —se ríe—. Sé que tienen temor, yo también lo tengo a veces, pero no puedo vivir anclada a él siempre.

—Tienes razón, mereces vivir lejos del temor, lejos de la angustia de tener que levantarte cualquier día y preguntarte si te van a atacar de nuevo. Quiero ayudarlos, tengo una casa en Guadalajara, pueden vivir ahí el tiempo que quieran, puedo ayudarlos a emprender su negocio aquí, si quieren.

La urgencia en su voz conmueve a Zil, pero sabe que por más bonita que sea la propuesta ninguno está en deuda con el otro.

—No, que va. Considera que has hecho hasta de más el habernos traído de vacaciones —sonríe con timidez—. Esto es magnífico.

—Quizás lo sea, pero no creo que sea suficiente si se trata de la mujer de mis sueños.

Zil queda atónita, le ha llamado la mujer de sus sueños y eso la deja casi sin habla, porque él se ha convertido en el hombre de los suyos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro