Capítulo 23
Las familias se habían reunido en el comedor en punto de las dos de la tarde tal como acordaron. Algunos hasta se habían dado una ducha y otros solo se cambiaron de ropa. Zil decidió cambiarse de ropa por un vestido con volantes de color azul claro, con un cárdigan largo blanco que su Tita le había bordado especialmente para días no tan fríos.
Llevaba a su pequeña de la mano vestida también con un vestido del mismo color que ella y un cárdigan igual pero más pequeño. Tanto Lucía como Tita eran expertas costureras, ellas cosían muchas de las prendas de la familia. A Zil le gustaba que de vez en cuando le hicieran algunas prendas a juego, algunas blusas o bien unos vestidos.
Andrés las esperaba junto a su hermano Matteo mientras conversaban sobre los planes para la cena. Vio como la chica que le removía cada fibra de su ser con tan solo verla salía del ascensor. Todos se dieron cuenta como el mundo se detuvo para Andrés, no había nada ni nadie que llamase más su atención que la de Zil y su pequeña.
Los jeans decolorados, los botines viejos y su trenza habían quedado atrás dándole paso a una joven en la flor de su juventud vestida de la forma más sencilla pero delicada; ella no estaba acostumbrada, pero sabía que la ocasión lo ameritaba.
Andrés dejando la muleta a un lado camino lo más recto posible hasta alcanzarla. Vestido de Jeans, camisa y una cazadora de piel contenía una gran sonrisa al igual que ella.
—Te ves... hermosísima —señala haciendo que ella se sonroje—. Las dos se ven preciosas. ¿Quieres que te lleve, princesa?
La pregunta en sí puede ser algo inocente, sin embargo, toma desprevenida a Zil, quien no esperaba que él tuviera de nuevo esa atención para con ellas. La pequeña Itzia sonríe y alza las manos asintiendo con la cabeza.
—Gracias, tú también te ves muy bien —agradece ella con vergüenza—. Ten cuidado, recuerda que sigues lastimado.
—No te preocupes, no vamos tan lejos —levanta a la pequeña tomándola con una mano mientras que con la otra toma la de Zil.
Ella duda un poco pero luego desecha esos temores y toma firmemente su mano. Ni Tita, ni su mamá se han acercado a ella para preguntarle sobre lo que está pasando, ambas le están dando un espacio y permiten que ella disfrute de este primer amor que siente. Alertados por las matriarcas y Maggie, Fer y Memo tampoco la molestan salvo para preguntar por la miembro más pequeña.
Mientras se acercan a los demás, las miradas no se hacen esperar. Ya los habían visto juntos, saben que a Andrés le gusta y quiere conocerla mejor; sin embargo, verlo, así como si ya fuesen una familia que caminan juntos y de la mano les parece asombroso. A María se le hincha el corazón que yace rebosante de alegría por ver a su hijo tan feliz, tan pleno.
—¡Hola, familia! Por lo visto he llegado justo a tiempo. —La voz de Carlota, la ex de Andrés resuena en el recinto logrando que todos giren a verla.
—¡Concuña, que alegría verte! —la voz melosa de la esposa de Ángelo sale de entre los miembros de la familia mientras se acerca a la no tan cordial bienvenida.
Andrés se contiene sobrenaturalmente ya que tiene en los brazos a la niña, pero sin querer aprieta la mano de Zil, es el toque de la otra mano de esta sobre su antebrazo que hace que se dé cuenta que ella ha entendido quien es. Su llegada no es un augurio de nada bueno, los García están confundidos hasta la médula. Por su lado los enamorados están turbados. No esperaban tal intromisión en su reunión.
Matteo que está acostumbrado a intervenir en el porvenir de su hermano se acerca para decir algo, pero es Rosa quien lo hace.
—¿Qué haces aquí Carlota? —pregunta ofendida.
—¿No es claro? Vine a pasar año nuevo con ustedes, mi familia —les regala una amplia sonrisa que deja ver sus dientes blanquísimos—. Tú debes ser la otra —se dirige a donde yace Zil junto a Andrés. Extendiendo su mano como para saludarla—. Mucho gusto, soy...
—Debes irte ya —amenaza Rosa Vitale con esa voz que hacía estremecer a sus hijos cuando niños—. ¡No eres más bienvenida en esta familia!
—¡Suegra! ¿Perdió la razón? —pregunta Diane, la esposa de Ángelo en un intento por defender a su amiga—. Ella es más familia que está bola de pordioseros que invitaron.
La forma despectiva en que vio a los García y el tono en que lo dijo, no dejó más que claro su postura ante ellos.
Para Memo, Lucía y Tita esas palabras no les hacía daño. Comprendían que un corazón podrido nunca da buen fruto. Pero Fer, bueno él era otra cosa. Le enojaban las injusticias y le molestaban las personas con aires de superioridad. Sin embargo, Maggie lo detuvo cuando quiso decir algo. Todos los García sabían que el blanco de los ataques de estas mujeres era contra Zil.
—Andrés, Matteo y Dante —llama Rosa a sus hijos mientras los mira directamente, ellos saben que está muy enojada—, vayan con sus familias a otro lado, y por si no ha quedado claro, sus familias incluyen a los García.
—Mamá... —intenta decir Matteo algo, pero este es callado con una sola mirada de su progenitora.
Zil al oírla se le doblega el alma, ha insinuado que su familia ahora es familia de Andrés. Un vestigio de ilusión se anida más profundamente en ella y echa raíces. ¿Le gustaría eso? Por supuesto que sí.
Ella toma a su hija de los brazos de él y sale siguiendo a su Tita quien se acercó a ella para abrazarla. Andrés la sigue de lado poniendo su brazo sobre ella como queriendo protegerla de las miradas envenenadas de su ex esposa.
Dante y su esposa Amanda dirigen el éxodo de todos los miembros de la familia hacía unas palapas fuera del lugar. Ella toma a todos los niños, incluyendo los de Ángelo y los dirige a que sigan a los demás. Los últimos en salir son Andrés y Zil. Este se pregunta que será lo que su madre hará y también el porqué de ese cambio de actitud en ella. En navidad todavía estaba de lado de la arpía de su ex.
Matteo que siente debe una explicación retrasa su paso hasta llegar donde su hermano menor.
—Tenemos que hablar —dice en voz baja.
—¿Sobre ella? —señala al edificio con la cabeza.
—Sí.
—Zil —llama Andrés—. ¿Nos acompañas? —pregunta invitándola, al ver la confusión en la cara de su hermano, aclara—. Ella ya sabe todo.
—Ah...
La joven asiente con la cabeza mientras Fer se acerca para tomar a su sobrina en brazos. Nadie entiende que pasa, pero se dan cuenta que ella sabe algo que ellos no por la forma en que ha reaccionado. Lucía quisiera interrogarla, pero Memo no deja de decirle que se calme.
Dante por su parte intenta hacer el momento menos vergonzoso del que ya es. Así que invita al resto de miembros a que tomen asiento y pidan algo a la carta. Los demás lo hacen, pero con más dudas que respuestas.
—¿Quién es ella? —Fue Tita quien preguntó no pudiendo soportar más la curiosidad.
—Es la ex esposa de Andrés —responde Amanda—. Tiene muchos años separados, pero ella no deja de aparecerse. No sabíamos cómo es que se enteraba de las reuniones, hasta ahora.
Los García se quedan atónitos ante la respuesta, no esperaban tal cosa.
—Es una mujer molesta —añade Dante, mientras abre una cerveza—.Con suerte, mi madre le pondrá por fin un alto.
—Pues merecido se lo tiene —señala Lucía—. Miren que no nos importa que nos digan pordioseros, pero llamar a mi niña "La otra" ¿Qué se creé?
—Deberían ignorarla, es lo que nosotros hacemos —confiesa Amanda, la más sensata de la familia—. Se les nota lo víbora a millas, y dejar que esas malas vibras les afecten no vale la pena.
Los familiares concuerdan y pasan a mejores conversaciones, sin embargo, no muy lejos de donde están ellos, Matteo le revela algo importante a Andrés.
—Mientras estuviste desaparecido, mi madre estaba desconsolada. Un día de esos llegó ella, como siempre sin previo aviso. Yo no estaba en casa, estaba con Dante levantando un reporte de desaparición, pero Amanda estaba con ella. No queríamos dejarla sola, tú sabes cómo se pone a veces nerviosa —explica a detalle a su hermano y su futura cuñada—. Mamá se molestó por haber llegado así y le dijo que para próximas ocasiones avisara. Ella sabía que tú te habías marchado enojado porque ella había aparecido aquel día. Luego desapareciste.
—Tú sabes que así es, no soporto su insistencia en estar si ella y yo ya no tenemos nada que ver —comenta Andrés con mucho enojo—. Solo va por querer arruinar el momento.
—Pues ahora mamá lo sabe, cuando llegué estaba tan enojada y se culpaba que tuve que contarle todo —Andrés se sorprende en sobremanera por tal revelación, no lo siente como traición, pero no esperaba que su hermano hiciera tal cosa—. Dante y Amanda estaban ahí cuando les conté todo lo que había pasado, lo del divorció, lo de tu ex socio y de que aún siguen juntos. También le dije lo que ella quiso hacer con el fideicomiso que dejó mi papá para mi mamá. Creo que eso terminó de confirmar el descaro de esa mujer.
—Wow... —dice él sin saber más que añadir—. ¿Crees que Diane esté al tanto?
—No creo, sabes que Ángelo puede ser a veces un poco creído, pero no estúpido. Él no perdonaría que alguien quisiese aprovecharse así de la familia.
—Al menos ya saben quién es la que ha estado diciendo cuando se reúnen —señala Zil recordando que Andrés no sabía quién era quien la invitaba.
—Bueno, con esto comprobamos de que ellas son "amigas" —dice Matteo—. Pobre Diane, no sabe quién es su amiga de verdad.
—Hay algo más que deben saber —dice Andrés haciendo que estos lo vean atentamente—. Esto solo lo saben tu papá y Fer —dice a Zil—. Los peritos del accidente les dijeron que mi accidente fue provocado. Había una pequeña bomba entre los frenos, lista para activarse y hacer que estos fallasen. ¿Saben que es lo extraño? Alguien seguía mi ubicación desde el GPS de mi auto, este fue alterado.
—Mierda...
Matteo siente como el sudor frío sube por su columna. Mientras tanto la cara de Zil no solo demuestra preocupación por que ahora sabe que alguien lo quiere muerto, sino también porque Dios es tan grande que permitió que su padre y hermano pasaran en el momento adecuado para salvarle la vida.
Sus ojos se llenan de agua y Andrés se da cuenta, la acerca a él y la abraza. Rebasada por el momento se afianza a él con fuerza.
—¿Ya sabes quién fue? —pregunta Matteo haciendo que los enamorados se separen, pero sin dejarse de tomar las manos.
—Aún no, ya hay unos investigadores haciendo lo suyo. No nos preocupemos por eso, solo espero no tener que volver a ver a Carlota.
Y como si esta fuese invocada por el diablo, llega echando humo.
—¡Tú, maldito desgraciado! —le planta una cachetada a Andrés en la mejilla, él reacciona rápido y se pone frente a Zil para que su ex no quiera hacerle daño—. ¡Prometiste que no dirías una sola palabra!
—¡Guardias, guardias! —grita Rosa a la seguridad del hotel—. Ella no es huésped, por favor sáquenla.
—Les dije yo —confiesa Matteo—. ¿Creíste que tu teatrito iba a ser eterno?
Carlota enojada se lanza contra Matteo, pero entonces ve a Zil y se le lanza encima.
—¡Todo por tu estúpida culpa, perra muerta de hambre! —grita e intenta atacarla.
Zil en suave movimiento se gira dejando que esa se vaya de paso y una vez que Carlota queda de espaldas a ella, la empuja y esta cae en los brazos del guardia.
Fer yace con los brazos cruzados mirando las escena, al notar que por fin su hermana ha usado sus tácticas de defensa personal con alguien que no es él, comienza a aplaudir. Los García se levantan a defender a su protegida, pero se detienen cuando ven que lo tiene controlado.
Andrés y los demás Di Rosa se quedan atónitos al ver que todo pasó tan rápido. Es asombroso lo que ella acaba de hacer, un sencillo paso, un empujón y se ha deshecho de ella.
Los guardias la retienen y entre gritos y pataleos es expulsada del lugar.
—¿Qué diablos fue eso? —pregunta Matteo asombrado.
Zil regala una sonrisa de autosuficiencia, sintiéndose orgullosa de sí misma.
—Tomé clases de defensa personal y Taekwondo —dice sin pena ni gloria. Por fin algo de lo que se siente orgullosa.
Aunque sabe que eso no le sirvió mucho cuando se encontró con su agresor, se sintió paralizada y fue incapaz de defenderse. Ahora sabe que tenerlo cerca es su bloqueo mental.
Andrés la abraza sintiéndose orgullo de su chica. Luego corrige eso mentalmente y se da cuenta que no es «su chica», si no «la chica».
—Y yo que intentaba protegerte —se burla de sí mismo—. Para próximas ocasiones te lanzaré por delante, mira que ahora te diré pequeña ninja.
Eso hace que Zil ría olvidando el trago amargo.
—¿Estás bien? —pregunta Diane lo que los desconcierta—. Yo, perdón, no tenía ni idea Andrés. Perdón por ser tan estúpida.
—No es conmigo con quien te tienes que disculpar, sino con la familia de Zil, ellos no tendrán los millones que tu si tienes en el banco, pero al menos tienen mayor prudencia, la decencia y los valores que a ti te faltan —expone sin reparos la verdad.
Detrás de esta yace Ángelo con cara de pena ya que días atrás también había sido amonestado por su madre. El dinero había bañado de arrogancia y prepotencia sus corazones, ahora la vida les daba una poderosa lección que debía de hacer que reivindicaran sus caminos.
El padre de Diane se acerca para tomarla del brazo, ocupa una charla con su hija.
—Tienes razón, perdón por eso —dice antes de ser llevada por completo por su padre y esposo a un lugar apartado.
—Bueno, todo solucionado —señala Rosa y se acerca a Zil—. No tendrás que preocuparte por ella nunca, pequeña. Es claro que le corazón de mi hijo está más que ocupado por ti.
Zil enrojece ante las palabras de la señora, Matteo se aleja de la escena silbando ante la declaración y el pecho de Andrés colapsa al ser evidenciado por su madre. Tita no es la única imprudente.
Rosa deja a los enamorados y toma a su otro hijo del brazo para dirigirse debajo de la palapa. Algunos de los meseros comienzan a llegar con otras bebidas y a levantar las órdenes para que coman.
—Ya lo oíste, nada de qué preocuparse —recalca Andrés—. Y lo que es más importante —toma la mano de Zil y la lleva al lado de su corazón donde este late fuerte—, mi corazón ya está ocupado.
Esto provoca una hermosa sonrisa en la joven que solo dejan ver unos ojos brillantes de emoción. Zil se agacha y tomándola del mentón la besa. Ahí, frente a todos sin importarle que piensen sobre ella o sobre su relación, porque él ya ha decidido que es ella, la mujer indicada, la mujer de sus sueños, la mujer que quiere para toda su vida. Ahora, solo debe encontrar el momento perfecto para hacérselo saber.
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