Capítulo 14
Luca observa por el retrovisor la mirada perdida de Andrés y se pregunta sobre todo lo sucedido en casa de los García, pero sabe que él no dirá nada, que no quiera que los demás sepan, tal como con la situación de la exesposa. Si algo tienen en común es que se guardan todo para sí. Su tía y su otro primo han bajado a comprar en un puesto de comida antes de tomar la carretera.
Las luces de los negocios apenas si alumbran un poco el camino por el lado izquierdo, que es el lado del chofer. De manera que Andrés está sentado en la parte de atrás de lado del copiloto y puede observar el bosque.
—¿Se puede saber qué es lo que miras con tanta atención? —pregunta con reserva Luca a Andrés al verlo tan pensativo.
—Estaba observando las luces.
—¿Luces?, si de tu lado solo está el bosque, no hay luz alguna. —Se estira para comprobar con la vista que está en lo cierto.
—Te equivocas, veía las luces del cielo. Son luces que me conmueven.
—Ah, por ahí hubieras comenzado. — Luca acomoda el retrovisor para tener una mejor visión de su primo—Sabes, las personas también pueden llegar a ser luces, o en mi caso destellos nocturnos.
—Te comprendo —susurra Andrés mientras regresa la mirada al retrovisor y encara a Luca— Las personas alumbran nuestras vidas en la más oscura noche. Ellos se pueden volver nuestra salvación y esa luz que nos guíe a salir de toda adversidad.
—Te refieres a ellos, ¿cierto? —Luca le regala una sonrisa de medio lado. Un sentimiento de satisfacción se agranda en su pecho, al comprender que Andrés ha encontrado el rumbo correcto de su vida.
—Así es. Esas son las luces que me conmueven —confiesa al comprender la verdad de su situación.
—Bueno primo, —se rasca la cabeza pensando en lo que dirá—tal vez ellos te salvaron con un propósito que quizás aún no conozcas.
—Sí, lo conozco —anuncia contento—Ellos fueron mis salvadores, ahora yo seré el de ellos... y el de ella.
Dice esto último regresando la mirada al bosque, recordando la vez que la vio cargando aquellas pesadas cubetas en su lomo.
—Ella, hay una "ella". —Sin dejar de observar a Andrés y la mirada perdida de este comprende la situación—Debí imaginarlo. Con razón te salió el gen de héroe.
Luca no le dice lo que realmente percibe en su primo al verlo tan filosófico sobre cosas de la vida, sabe que eso debe descubrirlo él mismo.
—Sí, hay una chica en esto. —regresa su mirada al retrovisor para confesar—Pero no es solo ella, son todos. Son tan unidos que vienen como en paquete.
—Vaya, me gusta esa faceta tuya melodramática —contesta Luca un tanto burlón mientras ambos sonríen.
—Pues es lo que hay. Yo soporté tu faceta cursi con Kim, te toca aguantarme —le recalca como otras veces riéndose de él.
—Tienes razón. Al final de cuentas no importa que sean, si luces o destellos ellas siempre iluminan nuestras vidas y nos hacen mejores.
Andrés sonrió a su primo Luca y volvió su mirada al cielo. No solo veía las estrellas, pensaba en todo lo sucedido y en lo loco del destino. Estaba trazando un plan, un plan que incluía a una chica y su adorada familia.
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Una vez que María Vitale y Ángelo suben al coche, los primos, que con tanto entusiasmo habían hecho sus confesiones más íntimas, dejaron de hablar. No por desconfianza, sino por el hecho de que eran cosas que Andrés aún no terminaba de procesar en su interior.
El interrogatorio no se hizo esperar, y el menor de la familia contó todo lo que sabía de su condición y a su vez ellos informaron todo lo que Don Memo y Fer les habían explicado. Durante el trayecto contaron sus anécdotas y expresaron lo mucho que estuvieron preocupados por él.
A medio camino, Andrés se quedó en silencio. Eran ya pasadas horas de la madrugada, pero había dos cosas que rondaban su cabeza.
La primera, ¿qué fue lo que provocó el accidente? Solo tenía vagos recuerdos de esa noche y lo que los García le habían contado. De ahí, todo lo demás eran breves fragmentos de lo que ocurrió.
Lo segundo y más importante, Zil. Había una cosa segura, estaba determinado a conocerla más y también volver con esa familia que tanto le ayudó. Por una parte, estaba tranquilo, pues había dejado un cheque con una cuantiosa suma que bien podría solucionar sus carencias inmediatas, pero no todas, y por eso es que él sentía la necesidad de volver a ese hermoso lugar.
Era de madrugada cuando entraron a la zona metropolitana de Guadalajara, muy pronto llegarían a casa de su madre y se podría dar un baño y descansar.
—Necesito una ducha y dormir, estoy exhausto —informa cuando divisa la casa de su progenitora casi al final de la calle.
—Bueno, chiquitín —comienza diciendo su hermano mayor—, antes que nada, debes desayunar y tengo que llevarte a la clínica, hacerte una resonancia completa.
—¿No crees que exageras? —inquiere molesto.
—Andrés, debes ir a que te revise tu hermano. Por favor, hazlo por mí... —pide su madre que preocupada no ha podido cerrar ojo durante todo el camino.
No dejaba de pensar en que tipo de lugar lo habían atendido, que ni enfermera capacitada hubo para que cuidara de él.
—Mamá... no es necesario que me chantajees —dice divertido Andrés a su madre—. Iré, pero no porque me lo pidas, sino porque quiero saber que me estoy recuperando bien, porque debo volver...
—¡¿Qué?! ¡Estás loco! —exclama su hermano, mientras que su primo suelta una ligera sonrisa al saber por qué—. Apenas saliste con vida de ese asqueroso lugar y piensas volver ¿para qué? No tiene caso que te expongas de esa manera.
Escuchar esas palabras de boca de su hermano solo le confirmaban el por qué se había alejado de ellos cuando se divorció. Algunos se creían con el derecho de juzgar sin que nadie se los pidiese.
—¡Ángelo! Se te ha subido la riqueza a la cabeza... —responde Matteo que hasta el momento yacía tranquilo junto a su hermano—. Deberías cuidar lo que dices, porque de ese asqueroso lugar que dices tú, rescataron a nuestro hermano y gracias a ellos está con vida.
—Yo...
—¡Calla ya, Ángelo! —le amonesta su madre—. No te avergüences más, ni avergüences con tus pobres pensamientos a tu familia. Ya quisiera yo que todos ustedes fueran tan humildes en carácter, pero tan fuertes de espíritu como lo son ellos. Me bastó unos minutos reconocer el tipo de personas que son, para que tú con tus palabras vacías te atrevas a juzgarles por su condición.
El silenció se instauró en la van, justo cuando Luca se estacionaba frente a la casa de su tía. La familia restante comenzó a salir de adentro dispuestos a recibir con alegría a uno de sus tíos favoritos. Andrés es ayudado por Luca y Matteo para que baje. La familia se reúne a su alrededor y le dan palabras de aliento y diciéndole cuanto estuvieron preocupados por él.
Andrés es llevado a su antigua recámara y se mete a bañar con gran dificultad, pero lo logra, ya que su madre le ha envuelto unas bolsas en los yesos y le ha retirado las vendas para cambiárselas. Sentado en una silla, deja que el agua caliente lo renueve, lo limpie y se lleve con ella el viejo Andrés que solo pensaba en sí mismo.
Una vez listo, es su hermano Matteo quien le ayuda a vestirse para que puedan ir al hospital a que le hagan una nueva revisión. Por su parte, Andrés medita en las palabras de su hermano Ángelo mientras Matteo despotrica en su contra mientras están solos en la habitación.
—El dinero se la ha subido a la cabeza, Andrés —comienza diciendo su hermano—. Ya te digo que tiene meses insoportables. Me da un gusto que no tienes idea, que mamá le callara la boca.
—Seguramente también la tenía cansada —sugiere mientras se acomoda en una silla para ponerse un short que no le estorbe con la férula de la pierna.
—A todos, ya creía yo que Luca le soltaba un golpe cuando íbamos de camino a buscarte —agregar Matteo mientras le ayuda a ponerse una polera por el frío.
—Ganas, no me faltaron de hacerlo en la camioneta, pero mi brazo bueno no lo puedo usar —levanta su brazo enyesado, con el cabestrillo colgando, esperando que sea acomodado detrás de su cuello.
Andrés se queja un poco mientras se acomoda la polera y su hermano le acomoda el cabestrillo. No ha dejado de pensar en el buen golpe que su hermano necesitaba. Era injusto que se expresara de esa manera de personas tan generosas como las que él conoció, aunque sea por un breve momento. Lo que, si era real, es que quería convivir más con ellos, especialmente con Zil, quien le atraía de una manera tan peculiar como nunca antes se había sentido atraído hacia alguien.
Él, más que nadie de su familia, sabía lo que era sentirse atraído por las mujeres, especialmente las rubias y pelirrojas. Sin embargo, la atracción que sentía era distinta, era como el enigma que te es imposible de descifrar y te has propuesto hacerlo. No importa lo que tenga que hacer, ni lo que tenga que esperar para descifrarla.
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