Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9| Peligrosamente cerca.

Tiempo presente...

Ashley Wood

Estoy ardiendo.

Y no, no hablo de una fiebre que brota inesperadamente, sino de un fuego que abraza mi corazón y lo aprisiona hasta tal punto que tengo que respirar lentamente para no lastimarme.

«Les presento a Hilary Fox, mi novia.»

Suya. 

Pude escuchar el poder en sus últimas dos palabras, realmente sentí el orgullo y lo más importante, lo vi. No sé si sea amor o simplemente estoy en un profunda negación, pero en sus ojos hay pura adoración. La forma en que se sonríen, como se conectan bajo pequeños gestos íntimos, absolutamente todo me grita la geniuda de la situación y eso... Verlo así me está matando.

No puedo comprenderlo, no puedo estar en paz.

Con Lara era diferente, puede que haya creído que fuera su prometida, pero muy dentro de mi sabía, veía que nada en sus ojos brillaba con tanta fuerza como lo hacía conmigo. Incluso me alegre por él, trate de alejarlo ¿Pero ahora? Dios, ahora solo deseo acercarme más y más.

Es doloroso sentir como una posesividad que creíste jamás volver a experimentar, se hace presente en el momento más inesperado, agobiándote y llevándote al limite. Sin embargo, esta esa faceta tuya, donde es adoradora del masoquismo, ya que entre más siento el fuego extendiéndose por mis venas, más me presiono en seguir mirando, con el único fin de mantener las emociones que me hacen sentir viva, poderosa.

Pero, sigo sin comprender.

Sigo contradiciéndome.

¿Por qué?

Todo este tiempo que llevo espiándolo es por un único fin: Saber si esta bien, saber si me ha perdonado, absoluta curiosidad por su vida. Sin embargo, estos sentimientos no forman parte del paquete, no los quiero. 

No esta bien.

Se supone que deseo su felicidad ¿Entonces porqué estoy sintiendo de todo menos aquello? Por qué tengo un nudo en el estomago mientras observo como su mano perfecta y gruesa resbala por la cintura de Hilary, pareciendo disfrutar el proceso, su calor, su amor.

Esto está mal, jodidamente mal.

Mi corazón se estruja, queriendo romperse y la mera pizca de debilidad me asusta horriblemente. 

No debería ser así.

No con él, no con la única persona que tiene la capacidad de destruirme, no con quien tengo millones de recuerdos hermosos, no con quien deseo que me perdone, él no. ¿Tanto me cuesta alegrarme? Debería ser sencillo, puede que no seamos amigos, pero tal vez mis sentimientos hacía Adrián sean parecidos a la de una amistad, ya que ver tanta sinceridad por parte suya me asusta. Tal vez sea terror por que lo dañen, jueguen con él, pero ¿Quién es su sano juicio lo haría? ¿Acaso Hilary no escucho como la puso en la cima al frente de todos? ¿Acaso no vio como me redujo a nada?

—Lamento llegar tarde. —dice Fox— Especialmente a ti Ashley, no quiero que te tomes esto como una falta de respeto a tu madre, créeme que hice todo lo posible para llegar a tiempo.

¿Dónde vives? ¿Cómo lo conociste? y lo más importante ¿Cómo entraste en su corazón?

—¿Conoces a mi madre? —respondo de forma tranquila cuando en realidad quiero gritar, desfogar todo esto.

Ella niega con una sonrisa.

—Oh no, pero sé que Beatriz es muy cercana a ella y la verdad me hubiera gustado poder acompañarla en este momento especial, al igual que a mi amor.

¿Amor? ¿Él la llamara así también? ¿Se atrevería a usar el mismo apelativo que conmigo? ¿Acaso también se le acelera el corazón cuando la ve?

—¿Conoces a Beatriz? —imposible, no puede ser.

Mi mano se aferra al borde de la silla y la otra se acerca para tomar una copa de champagne.

¿Estará igual de obsesionado por ella como lo estuvo conmigo? ¿Quién persiguió a quién o ella si fue inteligente y te noto desde el primer instante? 

—Hoy día se la presentaré —responde Adrián por ella.

Ni siquiera me atrevo a mirarlo, pero su voz me descoloca.

Me deshago.

—Menuda ocasión has escogido eh, —ataca Leslie— la boda de Giuliana.

—Y de Ivan, mi padre.

—¡Oh! No sabía que Ivan tenía un hijo, perdón por la tardanza a ti también —es sincera— ¿Cuál es tu nombre?

Es educada, bonita, parece buena persona, sin ningún problema en su vida ¿Acaso la madre de Hilary adora a Adrián como mi madre lo sigue haciendo hasta el día de hoy? 

—Matteo, hermano de Ashley.

Inesperadamente, esas simples palabras me llenan de fortaleza y le sonrío en agradecimiento.

—Leslie, hermana de Ashley —agrando más mi sonrisa.

—Sí, Adrián me ha contado de ti.

¿Cuántas noches se han quedado conversando por la noche?

—¿Así? —se ríe— cuéntame de ello.

—No hay necesidad —interrumpe Irman para después susurrarle algo en el oído. Hilary asiente con compresión.

Que raro, no vi que se estremeciera ¿Acaso no lo desea con la misma fuerza que yo lo hacía?

—Bueno, de cierta forma siento que conozco a todos. Adrián me ha contado todo y realmente espero poder encajar en su grupo.

Me duele la cabeza, mi pecho, mi mentón, todo.

—No hay ningún grupo. —susurro. Fox parece haberme escuchado porque me mira y frunce su ceño— No tienes por qué preocuparte, eres bienvenida, aunque Adrián siempre se ha mantenido al margen de todos —decir su nombre en voz alta es comparable a que me inyecten en la zona sin anestesia. 

—¿De todos o solo de ti? —pronuncia una voz áspera a mi lado— Porque conmigo si que ha mantenido contacto —farfulla Dereck.

No se como lo hago, pero mantengo mis gestos, negándome a verlo. A pesar de ello, puedo observar como su mano se estira y sujeta un vaso de licor, para después regresarlo vacío.

—¿Qué diablos te pasa? —farfulla Leslie —¡Hey, te estoy hablando!

—Jodete, Leslie —escupe.

—No, jodete...

—¿Pueden callarse? —corta Adrián, tocándose una parte de su sien— ¿No se dan cuenta de que incomodan a mi novia? —él mueve su brazo debajo de la mesa, para unos segundos más tarde, levantar su extremidad y mostrar sus manos entrelazadas— Ella no lo merece.

Fortaleza.

Unión.

Uno solo.

Las nauseas agarran fuerza.

—Como sea —bufa Dereck, parándose de su sitio y desapareciendo a Dios sabe donde.

—Chicos, no quiero que peleen, por favor. —ruega Hilary, dándole una disculpa a Adrián, pero este solo niega y le sonríe como si todo estuviera bien— No volvamos está situación incómoda, especialmente para Ashley en este día tan espacial.

Inmediatamente, como un reflejo, mi corazón se detiene y la miro con intensidad.

Eso ha sonado como si... No, no sería capaz.

Esto no.

—¿Qué dijiste? —casi balbuceo.

Un miedo gigantesco me aborda, congelando algunas partes de mi cuerpo y poniéndome en una situación vulnerable, dónde cualquier toque me podría destruir.

Por favor, esto no.

—Ella sabe todo. —su voz me deja en jaque, perdiendo poder y haciendo que mis ojos volteen hacia sus cafés brillosos. Con ella a su lado ya no hay frialdad— ¿En serio creíste que la iba a traerla sin contarle la posible situación a la cual se enfrentaría? —su quijada se tensa— ¿Qué clase de novio sería? —su manzana de Adán sube y baja, cambiando la vibración de su pecho— ¿Quién expondría de tal forma a la persona que ama? —sus labios se entreabren mientras que sus pupilas se dilatan. Se acerca al borde de la mesa, casi como si deseara cortar la distancia que nos separa, pero justo antes de que mis pensamientos crezcan, dice:— Jamás le haría algo así a la mujer de mi vida, Ashley, yo jamás la dañaría, humillaría, nada. Hilary Fox está en la cima. —acto seguido, la besa.

Me quedo helada.

Completamente congelada ante la escena que presencio.

Es irreal, pero el dolor en mi pecho me confirma que esto no es un sueño, es imposible fingir tanto sufrimiento.

Todo sucede en cámara lenta, casi como si yo misma lo reprodujera de tal forma, anhelando el masoquismo, gritándolo a los cuatro vientos.

Dios ¿Qué tan jodida debo de estar para no querer apartar la vista? ¿Qué quiero ver? ¿Qué estoy buscando?

Adrián es quien toma la iniciativa, sujetando el mentón de Hilary y acercándose poco a poco a su boca, sin embargo, unos milímetros antes de chocar sus labios, Adrián impacta los suyos en la mejilla sonrojada de su novia.

"Novia" ¿Por qué se me forma un nudo en el estómago? Ni siquiera lo digo en voz alta, solo es un pensamiento.

Al momento de regresar su espalda en el respaldar, Adrián ya no se atreve a mirarme.

—Adrián y yo estamos felices, —dice Fox con un evidente nerviosismo— y Ashley ha superado la historia hace bastante tiempo, la última vez que se encontraron se lo dejaste claro varias veces ¿Verdad, Ashley? —toco mi abdomen con apuro. Duele. Arde.

¿Entonces también sabes la forma en que me tocó? ¿Cómo estuvimos tan cerca? ¿Cómo, por pocos segundos, volvimos a ser el Adrián y Ashley del pasado? Las mismas miradas, la misma coquetería, los mismos sentimientos.

¿Cuándo se hicieron novios? Imposible que haya sido antes de nuestro encuentro, toda la declaración de amor que me ha soltado se caería al piso y por supuesto que no le hubiera contando a Hilary los verdaderos sucesos porque sus acciones, todo, no fue nada de una persona comprometida.

"Ya no me interesa" Solo debo decir eso, nada más, pero mi garganta duele, se mantiene cerrada por el dolor, por el enfado y temo decir cualquier cosa menos lo que debo ya que ante situaciones así, no suelo reaccionar del todo bien.

Sin embargo, todos me miran con expectativa, ansiosos.

Dilo, vamos, dilo.

Esto no es importante. 

Solo es simple curiosidad.

Empatía en su máximo esplendor.

—¿Ashley? —insiste Hilary.

Aspiro fuertemente.

No puedo negarlo.

No quiero negarlo.

—Yo...

—La ceremonia civil va a iniciar, los invitamos a acercarse y a los padrinos colocarse en sus respectivos lugares —desorientada, sigo la voz hasta caer con la del mozo que ya esta caminando hacia otra mesa.

Sin esperar más, me levanto rápidamente y camino con dirección al baño más cercano, aguantando los crecientes mareos.

Una vez entro al lugar, abro el grifo y refresco mi rostro.

Esto está mal.

—¿Estás bien? —retumba una voz atrás de mí.

Alzo mi mirada al espejo y observo a Leslie con sus brazos cruzados.

—¿Por qué no lo estaría?

—Por Hilary. —en su voz hay puro odio— Mira, sé que no te gusta que te defiendan, pero no sabes el enorme esfuerzo que tuve que hacer para no despotricar contra Adrián. —suspira— Carajo ¡Es la boda de tu madre! Es completamente innecesario.

Cierro mis ojos con fuerza, recordando la conversación que tuve con Giuliana.

¿Lo sabe? ¿Por eso insistía tanto en mi aprobación para que Adrián asista? ¿Qué tan mal debió tomárselo para preocuparse por mí?

—Es su vida, puede hacer con ella lo que se le de en gana —abro los ojos y centro mis pensamientos— No me interesa.

—Podrías haber engañado a Hilary que no te conoce de nada, pero a mí no. —Leslie toca mi espalda y se apoya en mi hombro— Te jodio verlo con otra, Ashley, admítelo, muy dentro tuyo estás ardiendo.

Soy puro fuego.

—Solo me tomo por sorpresa —mi corazón no puede calmarse.

—Mentira. —susurra en mi oído— Solo hay que mirarte ¿Vez ese fuego queriendo destruir todo?

—No estoy celosa.

—Concuerdo, estoy segura de que estás en un nivel superior.

—Creo que te afectó más a ti verlo con otra que a mí.

Leslie sonríe con picardía y se encoge de hombros.

—Tal vez, —susurra— y ya que veo que no te importa, supongo que no hay ningún problema en que vaya y le coquetee un poco ¿Verdad? —menea sus cejas— Total, siempre has sabido que he tenido una debilidad por Irman.

¿Qué acaba de decir?

Mi corazón se acelera a niveles extraordinarios mientras que por dentro hay un cúmulo de emociones erradicas, luchando unas con otras para ver quién se queda con el poder. Sin embargo, la ira gana con el detonante llamado Leslie Dermin.

Con reflejos veloces, tomo posesión de su antebrazo y después la empujó hacia adelante, donde queda aprisionada entre mi cuerpo y el lavadero.

—Esa es mi chica —dice con orgullo.

Víbora.

Detesto cada imagen que mi subconsciente produce. Leslie ha envenenado mi mente y por ello, solo caigo más y más.

Suelto un jadeo y me alejo, dando por terminado todo.

—Recapacita. —ruego— Tiene novia, no te metas.

—Te lo prometo solo si tú vas y se lo quitas.

Ni en mil años.

—Te quiero ver quieta, Leslie.

—Y yo a ti en acción.

═════════════

No disfruto la ceremonia civil, al menos no tanto como la religiosa. Sin embargo, esto no se debe a algunos recién acontecimientos, sino al ver esto como una formalidad ya que en la iglesia es donde realmente votamos las lágrimas y dejamos todas nuestras emociones.

Matteo me apoya, fue un momento bonito e incluso, al tener ya un acercamiento, estuvimos mucho mas comprometidos el uno con el otro en el acto.

—¿Por qué se tuvo que ir? —me pregunta el joven Müller.

—Leslie es así. —bromeo— En realidad hubo un problema con la aerolínea y adelantaron el vuelo.

—Es es inaceptable.

Asiento.

—Sí, por eso se ha ido a hacer un escándalo al aeropuerto.

Su pronta retirada me tomo por sorpresa, pero fue comprensible. Tuve que escuchar como se lamentaba por no poder quedarse a, según ella, sacarme de mis casillas. No obstante, también me amenazo con contarle a Gabriela sobre las nuevas actualizaciones de Adrián Irman en mi vida. No obstante, para que no me quejara, me cedió un plazo de tres horas para revelar la verdad antes de que empiece a destilar su veneno.

—Tu amiga es curiosa.

—Lo tomaré como un cumplido —digo.

—Lo es.

—Me aseguraré de informarle, estoy segura de que se alegrará. —sin dudas— Leslie Dermin ya te hecho el ojo.

—¿Disculpa?

—Le gustas —aclaro— y mucho, ella no es del tipo que coquetea, suele ignorar y posiblemente tratarte mal.

—Oh.

—Tranquilo, será buena, —susurro— al menos si sabe lo que le conviene.

De pronto empieza a vibrar mi celular y antes de que mi cuerpo se tense al pensar que es algo relacionado con Adrián, reconozco la tonalidad que le puse a las llamadas de Dereck.

Contesto, pero inmediatamente me corta.

Ashley
¿Dónde estás?

Dereck
Vomitando en nuestro baño.

—Discúlpame —le susurro a Matteo antes de empezar mi marcha adentro de la casa.

Suspiro.

Orwell lleva desaparecido desde que se retiro de la mesa. No lo busque, no hice ningún contacto porque sabia que necesitaba su espacio y presionarlo jamás a salido bien. Sin embargo, no soy estúpida, lo que hizo estuvo mal y no buscaré ninguna justificación para ello. Las cosas que debemos hablar están presentes y aunque estuvimos bien todos estos días, Adrián siempre va a ser un obstáculo entre nosotros. Es como el clavo que rompe toda nuestra burbuja, paz.

Por otro lado, otro desaparecido ha sido Adrián Irman. No llegue a verlo en la firma de papeles y mucho menos ahora que todas las personas están bailando en el centro o conversando a los alrededores.

Es lo mejor.

No me importa mucho.

Aún así... Mi mente no deja de reproducir las últimas imágenes suyas, en donde esta acompañado de su novia y la mira con ojos de enamorado, donde sujeta su mano con tanta fuerza como si tuviera miedo de perderla, donde la toca con delicadeza y por supuesto, en donde me reflejo a mi misma siendo reemplazada. 

Es frustrante.

Quema todo mi interior, queriendo recaer en una actitud que he dejado hace años.

Absoluta impotencia.

¿En donde estará? ¿Por qué suelta una bomba y desaparece como si tuviera algún derecho? ¿Por qué estoy volviendo a cuestionarme cosas que supuestamente habían quedado claras? 

Él no me importa, no de la forma en que mi interior me grita, sino ¿Por qué estoy tan tranquila cuando posiblemente, el motivo de la desaparición de Adrián, sea que él y su novia estén escabullidos en alguna habitación, llenándolo de gemidos, sudor y líquidos?

Sí, como no. Si me importará hubiera hecho lo que sea por buscarlo. 

¿Segura de que no estas usando de excusa la llamada de Dereck para adentrarte a la casa y echarle un vistazo a las habitaciones? 

Maldito subconsciente.

Atravieso el lumbar de la puerta principal con mi ritmo cardíaco acelerado, impaciente.

¿También la hace sentir cómo si estuviera en el cielo? ¿Acaso también la besa como si su vida dependiera de ello?

¿De donde viene todo este huracán de emociones? Diablos, ya estaba bien.

—¿Ashley? —una voz ronca me llama desde atrás. Extrañamente siento que lo conozco.

Frunzo mi ceño y volteo.

Casi de forma instantánea, mi cuerpo se relaja y mis comisuras se elevan con aprecio, jamás podría olvidarlo.

—Price. —digo emocionada, me acerco a su cuerpo y lo envuelvo con un abrazo apretado— Antes no tuve la oportunidad de saludarte adecuadamente —menciono.

—Saludaste a todos tan rápido que creí que ni siquiera me reconociste —su pecho vibra contra el mío y me devuelve la misma fuerza del abrazo, para después separarnos.

Mi antiguo profesor de matemáticas envejece como el vino, se mantiene demasiado bien para su edad y según los rumores que escuche, la paternidad lo ha ablandado como pasar de un león a un osito.

—Como podría olvidar a mi profesor favorito, —le recuerdo con gracia— ¿No recuerdas que me facilitabas la vida?

Eleva una de sus manos y pasa sus dedos por su cabellera.

—Percibo cierto rencor, señorita Wood.

Me rio, a carcajadas.

—Dios, ahora es tan extraño que me llames así —me cubro con una mano, ahora que no somos más que adultos, es extraño, pero bueno a la vez.

—¿Solo Ashley?

—Solo Ashley —afirmo.

—Bien, solo Ashley ¿Ibas a tu habitación? —señala las escaleras— Me encantaría poder conversar contigo.

Claro, Dereck.

—Oh sí, pero acompáñame, no me tardaré mucho.

Su aprobación es señalar las escaleras y subir un peldaño, esperando a que tome la delantera, como un caballero.

—Me encontré con Dermin hace rato, —menciona— sigue igual de... Seria.

—Que raro. —me encojo de hombros— Supe que se caso.

Me sonríe y muestra su anillo con orgullo.

—Te envié la invitación, —hay cierto regaño en su voz— Giuliana fue la única que fue.

—Sí, lo lamento, en ese tiempo no estaba bien emocionalmente.

—No te preocupes, tu madre se encargó de comprar un hermoso regalo para Lauren.

—Me imagino, hablando de ella ¿Crees que podría darme su número? Desde el instituto que no mantenemos comunicación.

Price se detiene y asiente, sacando su celular.

—Estará encantada. —suspira— ¿Lista?

—Espera.

Desbloqueo rápidamente mi celular y voy a la parte de contactos para agregarla.

Lo hago, pero antes de guardar mi celular, Price me detiene.

—Espera, envíale una foto de ambos.

—¿Seguro?

—Claro —acepto, entregándole el celular. 

Price me rodea con una mano, depositándola en mi hombro y apegándome a su cuerpo de forma amical. Al principio sonrío normalmente como cuando se trata de una foto, pero me sorprendo al ver que toma la iniciativa de poner un gesto gracioso, se me hace raro ya que mis únicos recuerdos de él son en una aula donde la seriedad reinaba. Sin embargo, no me molesta, de hecho le sigo el juego, sacando la lengua y girado los ojos a un lado.

El flash se hace presente y entonces volvemos a la normalidad.

No puedo evitar soltar una profunda carcajada mientras que Price hace lo propio, dándome leves palmaditas en la espalda.

—Devoramos —le informo.

—Asegurate de...

—Hola de nuevo.

Mi risa se apaga de golpe, casi como si un golpe fuerte me golpeara en la cara y me hiciera despertar de cualquier cuento estúpido que este viviendo.

La voz la reconozco, solo un par de ocasiones bastaron para que se quedarán impregnadas, sin embargo, siempre está esa esperanza. Así que cuando levanto la quijada y observo a Hilary Fox, mi corazón se vuelve a comprimir.

No específicamente por ella, sino por quien está a su lado. Su pareja, mi ex, mi nada. Quien está tan impecable como en la mesa donde compartimos un par de palabras, dónde me dejó en claro sus sentimientos y puso en su lugar a quien debía poner, al amor de su vida.

Sus propias palabras, no estoy exagerando nada.

Tampoco tendría que hacerlo, ni mucho menos me nace.

A pesar de ello, no puedo evitar analizarlo, ya que entre todos los pensamientos pecaminosos que hay en mi mente, observar no es un delito ¿Además tiene algo de malo? Puedo mirarlo a él como a cualquier otro hombre.

Tiene sus manos cubiertas por los bolsillos de su pantalón y gracias a su saco y camisa, se me es imposible ver hay alguna reacción, aunque sea poca, de verme. Aún así, sus ojos se mantienen como antes de la llegada de Hilary, con un frío bloque tapándolos. No obstante, a pesar de que su mirada me causa intriga, no puedo dejar de pasar el hecho de que la distancia entre la flamante pareja es enorme, al menos exagerada si es que hubieran tenido sexo en algún rincón de la casa de mi madre.

Inconscientemente, mi análisis me genera un profundo suspiro.

Conozco perfectamente como es Adrián, es tan fácil de adivinar en ese aspecto que ni siquiera me preocupa que haya cambiado, sé que sigue siendo igual de... Duro, fuerte, en el sexo. Tan solo basta con verlo. No tiene su respiración agitada, ni un poco, su camisa está perfectamente abotonada, su saco no presenta ninguna arruga, está pulcro, de pies a cabeza.

Imponente.

—Hola —salud de vuelta, temiendo arrastrar la última vocal, dando por así evidenciada mi poca alegría por verlos.

Elevo mi mentón y pongo recta mi espalda, no dejaré que me intimide, ni importa lo mucho que este temblando por dentro.

—¿Qué hacen por aquí? —Hilary trata de iniciar una conversación. Es algo torpe, pero se esfuerza y ello me mata porque es como si quisiera llevarse conmigo cuando lo único que deseo es ignorarla lo más posible. 

Miro a Adrián por mero impulso, deseando hacerle entender que esta situación es incomoda, pero con lo que me encuentro es algo mucho más fuerte, más oscuro, tan desestabilizante que me hace olvidar cualquier cosa que haya tenido en mente porque si hay algo en lo que me considero débil, es ante sus ojos.

Especialmente ante esa mirada de cazador. El Adrián de hace unos minutos desaparece como si nunca hubiera existido en un principio, dejando solo un rastro de luz que es rodeada por oscuridad absoluta. Su aura cambia, todo lo que transmite se vuelve intenso, empujando y deshaciendo mis murallas.

Agacha su cabeza lentamente, en un pequeño movimiento donde tensa constantemente sus músculos, enfocando sus ojos de depredador sobre un delicioso platillo: Yo. Sin embargo, no podría decir que es deseo lo que siente, sino una incontable furia que tomará lo que quiera a su paso, comiéndome en mordiscos duros y dolorosos.

Trago saliva con malestar.

No quiero temblar, no quiero que mis vellos se erizen, pero mi cuerpo reacciona. Se prende de forma inmediata y está listo para salir corriendo de ser necesario ¿Para huir? No, sino para volver este juego más interesante.

—Vamos a mi habitación —suelto inconsciente.

Una respuesta verdadera, sin embargo, la forma en que mi voz ha sonado ha sido de todo menos casual, pero sin llegar a la coquetería. Estando bailando en la cuerda floja, dónde tan solo depende del receptor elegir una opción.

Y al parecer Adrián ha escogido la segunda opción porque tan rápido como termino de hablar, reacciona dando un paso adelante, frunciendo su ceño con fuerza y sacando las manos de sus bolsillos, estirando los músculos con una evidente tensión.

¿Por qué soy la única que nota sus cambios? ¿Cómo es que su propia novia está sonriendo como si nada estuviera pasando?

Presiono mis piernas con fuerza al tener ligeros fragmentos de nosotros del pasado y me asusto porque usualmente suele ocurrir cuando estoy en paz, sin nadie a mi alrededor y que haya pasado aquí solo me indica lo vulnerable que me encuentro.

¿Cuántas capas ha destrozado? 

Adrián menea ligeramente su cabeza a un lado, como si se hubiera percatado de algo y entonces una carga de energía se apodera de nuestro entorno.

Solo para nosotros dos.

Único.

Ardiendo.

Porque todo el fuego empieza a canalizarse en otra emoción que es mucho más peligrosa que una confusión; lujuria.

Un deseo desgarrador.

Casi como si hubiera recaído en su efecto sin desbordarme por completo porque solo me enfoco en lo que me hace sentir más no en lo que pueda pasar por su mente. Probar la capa superficial está bien, pero si escarbó más, si empiezo a cuestionarme el porqué de su comportamiento, estaría irremediablemente perdida.

Y es normal. Sé que esto es un sentimiento ¿Pero realmente es algo profundo? ¿Amoroso? No lo creo. Además mi app donde controlo mi mestruación me lo ha alertado, estoy ovulando, estoy mucho más sensible ante cualquier estímulo de cualquier persona, en cualquier momento.

Adrián Irman no tiene nada que ver en la ecuación, solo está en el momento incorrecto.

Aún así... Es demasiado fuerte. Su nariz arrugada manda ondas eléctricas a mis pechos y con su mentón que hace equipo con sus venas, impactan contra mi zona íntima; lo más desequilibrante son sus ojos que parecen derretirse con una velocidad alucinante, volviendo al estado que me vuelve una pequeña de masa moldeable.

Casi suya.

¿Qué estoy pensando?

Entre más lo analizo, creo que el fuego que hemos creado lo está absorbiendo, derribando todas las murallas que había creado para mí.

¿Qué me está pasando?

—Ashley. —pronuncia con su voz rasposa que humede mis piernas.

Respiro profundamente.

Mis piernas desean temblar.

Aspiro el oxígeno que bota.

Tomo todo lo que me da.

—Creo que debemos ir bajando, el ramo esta a punto de ser tirado. —menciona Hilary— ¿No te atrae la idea, cariño?

Y la burbuja de rompe.

Adrián deshace nuestra conexión, retrocediendo un paso.

—¿Vienes, Ashley? —dice Fox.

¿Acaso no conoces la oscuridad de tu novio?

—Sí —apenas digo.

Tomo a Price de su antebrazo y lo obligo a caminar más rápido, regresando por el camino que trazamos mientras me pregunto repetidamente:

¿Acaso nadie más lo noto? ¿Por qué todos actúan como si no hubieran visto su reacción? Cómo si minimizaran mis sentimientos, como si me estuviera volviendo completamente loca.

Mi corazón sigue desbocado cuando me separo Price para avanzar con dirección a la pista principal donde las mujeres solteras de la fiesta ya están reuniéndose.

Están emocionadas, charlan entre ellas para buscar una estrategia y agarrar una buena posición, las entiendo, siento la misma emoción, pero más por la adrenalina que por lo que significa obtener el ramo y no el trasfondo, o tal vez sea lo que Adrián ha inyectado en mis venas hace unos segundos.

La competitividad me recorre.

El deseo se desata.

Giuliana e Ivan se acercan conversando, mi madre tiene su ramo listo e Ivan una caja de una botella de vino. Ambos conversan como en murmullos y unos segundos después, Ivan está alzando la voz para que todos los caballeros solteros se pongan al otro extremo de dónde las solteras estamos.

—¡Qué emoción! Será al mismo tiempo —escucho decir a una señora.

Puedo ver a Price sentarse al otro extremo en una mesa, es obvio, está casado así que jugar a esto es tonto. Sin embargo, Matteo si que está soltero, así que inmediatamente lo ubico entre la multitud. Está casi al medio del cúmulo de caballeros, cruzamos miradas y le doy un gesto de suerte.

En cuanto su figura se mueve, mis ojos decaen en una figura que se abre paso entre todos, resaltando, imponiéndose. Ni siquiera he terminado de procesar la calentura que se extiende por mi anatomía, cuando Adrián enfoca sus ojos en mi y sonríe.

Mi garganta se cierra.

No es amigable, en absoluto, esa sonrisa promete problemas, mucho líquido.

Tiene esa mirada de competitividad, de venganza, de promesas rotas que me desboca el corazón y hacen que mis entrañas se revuelven al llevar a mi adrenalina al límite.

Con mi objetivo claro, devuelvo mi vista al ramo y analizo el mejor lugar para capturarlo.

—¿Listas? —Giuliana ríe y yo me mantengo completamente seria.

Las mujeres a mi alrededor podrán tener todas las ganas, pero no tienen la técnica. No seguiré jugando voleibol profesionalmente, pero las chicas y yo nos reunimos cada vez que podemos para revivir viejos tiempos y sí, sigo siendo igual de buena que en el pasado.

No veo la complicación de ganar el ramo, simplemente tengo que visualizarlo como un balón y todo estará resulto.

—¿Listos? —ruge Ivan.

Los caballeros sueltan un fuerte "sí" y las damas ríen.

—¡Uno, dos, —los esposos, empiezan la cuenta regresiva a la par— tres!

Una corriente me atraviesa.

Muerdo mi labio inferior.

Las mujeres a mi alrededor se adelantan, se lanzan con dirección al ramo sin consecuencias y yo me tomo mi tiempo. Espero que esté en la cima y cuando empieza a caer, recién me muevo. Extiendo ambas manos en su dirección con una enorme sonrisa en mi rostro.

Al sentir el tallo adornado contra mis manos, elevo más mis comisuras y escucho lamentos a mí al rededor.

No me doy tiempo de festejar mi victoria, avanzo para salir del grupo de mujeres, enfocando mi visión en el de los hombres.

No veo al ganador.

Los perdedores se están dispersando a sus respectivos asientos y algunas mujeres van corriendo con sus parejas.

Demasiadas distracciones.

Giuliana se suma a mi lado y puedo jurar que me dice algo, pero mi mente no lo procesa, ya que solo estoy enfocada en saber si Adrián ha ganado.

¿Por qué se mete de esta forma en mi mente?

Ivan va despejando a la multitud que se ha creado y poco a poco, mis ojos encuentran una escena irreal.

No puede ser.

Matteo tiene un pedazo de la caja de vino, por su fuerza, imagino que ha roto un ala del objetivo, pero quién tiene la mayoría, por no decir todo, es Adrián.

Mis pasos se aceleran.

—Mejor suerte para la próxima, —Adrián mira la caja como si fuera lo más preciado del mundo— pero ya veo que tienes lo suficiente para defenderla de ser necesario.

Matteo se limita a darle un palmada en su espalda y sonreír, para después empezar a caminar hacia la izquierda.

—Felicidades ¿Cuál es tu nombre? —interrumpe Ivan apenas su esposa y yo llegamos con Adrián.

Algo pasa, es demasiado evidente. Sus gestos decaen de golpe y arruga su frente con toda notoriedad, tensando su cuerpo, elevando su cabeza y empezando un recorrido por mi anatomía.

Ni siquiera tuvo la necesidad de buscarme, supo dónde exactamente estaba.

Magnetismo.

Pura conexión.

Adrián me desnuda con sus ojos y yo lucho con todas mis fuerzas para no jadear. Lo primero que se activa son los dedos de mis pies, luego mis piernas con un temblor suave, después mi centro vibra con excitación y como si no tuviera suficiente, su recorrido sube a mi estómago formando un nudo, a mis pechos que se erizan, a mi cuello que reclama su atención, a mis labios llorando por los suyos y finalmente termina conectando sus ojos con los míos.

¿Qué carajos?

¿Qué estoy pensando?

Dios, ayúdame.

Con dificultad, paso la salvia que se me ha acumulado. Débil. Sus marrones ya no son marrones, están completamente negros y por la humedad entre mis pliegues, puedo declarar esta batalla perdida.

¿Acaso hemos vuelto a nuestros antiguos juegos?

—Oh cariño, es el hijo de Beatriz, te he comentado de él —Ivan parece entender algo por qué inmediatamente sus ojos van de Adrián a mí.

Por supuesto que sabe de nuestro romance.

—Oh claro, voy comprendiendo —mis mejillas se calientan, primero tiene una impresión equivocada de mi relación con Dereck y después me ve en esta situación incómoda con mi ex pareja.

—Al parecer mi hija será la próxima en casarse. —Giuliana peñisca mis mejillas— Me pregunto ¿Quién será el afortunado?

—Igual yo —responde Ivan.

—Aun no conozco al indicado —calmo.

—Adrián, conduce a Ashley al centro de la pista para su baile —ordena Giuliana y al ver su ceño acentuarse más, aclara— Es tradición que los ganadores bailen una pieza.

—No es necesario —digo al ver su gesto de negación.

Su manzana de Adán se mueve de arriba a abajo.

Jodidamente lento.

—Veo que tú hija sigue siendo igual de despistada. —le murmura Adrián.

Ivan se ríe con incomodidad, luego toma a mi madre entre sus manos y desaparecen, dejándonos completamente solos.

Hay personas alrededor, lo sé, pero no sé siente así. Al menos no entre ambos porque estoy cien por ciento segura de que Adrián también lo percibe.

El aire, la temperatura, absolutamente todo cambia, como si crearamos nuestra propia atmósfera dónde entre más lejos estemos, más doloroso es respirar.

—¿Crees que soy despistada? —rompo el silencio.

—No me notaste durante tres años, —pronuncia— si no eres despistada, entonces no se que eres.

Presión.

Y más presión.

—Veo que te sigue doliendo el tema. —muevo mis labios hacia abajo en un mohin— Pobrecito.

Adrián toma un respiro profundo antes de extender su mano hacia mí. El simple gesto me deja sin aliento, después de tanto me está ofreciendo acercarse, está aceptando que lo toque, que nos unamos sin pelea de por medio y puede que mi mente sepa que esto es por las apariencias, que ha sido circunstancial, pero mi corazón decide creer que realmente no está siendo forzado a bailar conmigo.

¿Por qué?

¿Por qué?

Ya no me gusta.

Solo le guardo cariño, solo deseo que esté bien, ya no hay sentimientos, pero ¿Qué es esto que estoy sintiendo? ¿No son mis verdaderas emociones manifiestandose?

En cuanto acepto su petición y nuestras pieles se juntan, se produce una enorme electricidad que parte desde mis yemas, extendiéndose por todo mi ser. Él está rígido, duro como una roca y aun así me lleva a experimentar miles de sensaciones.

¿Cómo será cuando me toque con ganas? ¿Cómo podré resistirlo? Si con solo una mirada ya estoy a punto de desmayarme, él, todo su ser es demasiado poderoso.

¿Qué me pasa?

¿Por qué actuó como hace cinco malditos años?

—¿Puedes llevar el ritmo?—murmuro con dolor.

—¿Crees que no puedo? —jacta.

Tengo tantas ganas de gritar como de llorar, una mezcla peligrosa.

Adrián no espera más, sujeta con fuerza mi mano y nos conduce al centro de la pista. Al estar en posición, coloco una mano en su hombro y la otra que tenemos conectadas, la elevo a una altura prudente.

Duele hasta respirar.

No me he acercado, estamos a una distancia aceptable ante el público, pero aun así es asfixiante, terriblemente tentador.

No debería quererlo más cerca, pero es solo para aliviar mi malestar.

Control.

Respiraciones lentas y unos corazones latiendo en sintonía, eso es lo que siento, lo que provoca nuestra unión y aunque no sea especial, quiero llorar de felicidad.

No lo comprendo ¿Cómo puedo estar tan feliz y impotente al mismo tiempo? ¿Cómo tengo tantas ganas de gritar y de reír?

Una melodía lenta empieza a sonar en todo el lugar.

—Estas tensa —su voz acaricia mi mejilla, una brisa tentadora.

Un escalofrío me recorre.

—Al igual que tú —evidencio.

—Supongo. —sus dedos se incrustan en mi piel— ¿Por qué me miras así, Ashley?

¿Cómo si quisiera matar y besa... No, definitivamente no.

—¿Con indiferencia? —destaco— Lamento lastimar tu orgullo.

Valiente, pero a la vez tan tambaleante.

—No creo que algo de lo que hagas sea lo suficientemente fuerte para lastimarte. —su mano se desliza de mi mano, recorriendo todo mi brazo para acabar en mi cuello donde juguetea con la piel extremadamente sensible— De hecho creo que la inferencia nada más de mi que de ti.

Cierro los ojos por impulso, disfrutando de su toque y odiando cada palabra que sale de su asquerosa boca.

¿Tan asquerosa como para negarle un beso?

Sus yemas se deslizan por la curva de mi cuello como si estuviera en su hogar, apenas rozan así que cuando hace la acción de querer tomarme por completo, siento querer desfallecer en sus brazos.

—Estas muy valiente, pero tus ojos no mienten, Ashley, incluso tu cuerpo te traiciona. —abro los ojos y mantengo su penetrante mirada— ¿No te da vergüenza?

Estoy tan mareada.

—¿Qué cosa?

Sonríe como si hubiera esperado esa respuesta, tan satisfecho y enaltecido que me nubla la vista.

—Aguantar tus gemidos. —su otra mano recorre toda mi espalda con lentitud y delicadeza, como si saboreara cada segundo de contacto— Estar colapsando por mi.

Es una tortura erótica que me hace olvidarme de todo, desde mis valores hasta cada parte razonal.

Dando leves toques de presión, Adrián toca mi piel desnuda posterior, provocando que me aferree a sus hombros para no caer.

No sé que hace, pero me enloquece.

No sé que hace, pero quiero que pare, tanto como que aumente la velocidad y llegue al final de todo, necesito acabar con tanta necesidad.

—Puedes arañar si lo deseas, —se inclina a un lado para decaer en mi oído— sabes que aguanto.

Demasiado cerca.

Demasiado calor.

¿Y por qué lo deseo mucho más?

—Eres un imbécil, Adrián.

—¿Y tú crees que me importa?

Debería empujarlo y tal vez golpearlo, pero en vez de ser negativa, me acerco un poco más y sonrío con sorna.

Te encanta y lo sabes.

De forma espontánea, Adrián aprieta mis dedos a tal punto que ocasiona un dolor que me hace apretar fuertemente mis labios, no porque me lastime, sino para callar los sonidos impropios de mi boca.

Una de sus manos toma posesión de la parte baja de mi espalda, atrayéndome de un tirón a su cuerpo. Calor. Un impacto que me consume, ya que toda su musculatura se pega a mis pechos y abdomen, volviendome loca.

Debería alejarme.

Es fuerte, dominante, el Adrián al que estoy acostumbrada.

Tiene novia.

Ambos empezamos a movernos de un lado para el otro sin perder la conexión de nuestros ojos.

Yo no soy así.

Con él, sí.

Cafés contra cafés.

Calor contra hielo.

Retención contra redención.

—¿Estás molesta, pequeña mentirosa?

Lo usual es que el agarre se debilite, pero tanto como Adrián y yo, no tenemos ninguna intención de soltarnos. Con cada segundo que pasa, nos fortalecemos y me hace pensar en lo mucho que voy a sufrir cuando lo tenga que dejar ir.

¿Por qué?

—Pensé que me conocías mejor que nadie, que decepción, Adrián.

—La verdadera decepción fue la que sentiste cuando no lograste ver mis historias ¿Verdad? —Adrián deja de tocarme y antes de que pueda recriminarle tal insolencia, empuja mi cuerpo unos centímetros atrás y me hace girar para después volver a tenerme en la misma posición— No creas que no me di cuenta, pero bueno, no fue tan difícil, eres la única que logro verlo. Deberías sentirte orgullosa.

—Eres...

—Supongo que te gusto lo que viste, sino no entiendo cómo demoraste tanto en pasar a las siguientes historias.

—¿Crees que unas manos podrían hipnotizarme?

—Mis manos sí ¿O ya te olvidaste nuestra buena época?

Está ganando, veo por donde lo veo, Adrián presiona y presiona sin piedad. Me pierdo en sus palabras, me deja seca y la valentía se esfuma con el aire.

Sin embargo, no puedo dejar de pensar en que, en cuanto nos quedamos solos, sin intrusos alrededor, él y yo podemos ser nosotros mismos.

—¿Por qué aún no he recibido tus felicitaciones por mi relación? —nuestra distancia no es prudente. Un inclinamiento de cabeza, un movimiento en falso y nuestros labios se tocarian, explotarían en un deseo tormentoso— Creí que solo deseabas que fuera feliz.

Me tenso, de pies a cabeza.

—¿Necesitas mi aprobación?

—¿En serio? —sonríe— ¿Acaso no es el motivo por el cual estás pendiente de mi vida, Ashley?

—Creí haber sido clara la última vez —mi voz sale tosca, pero Adrián inmediatamente me da una vuelta para calmarme, haciendo que su mano recorra todo mi abdomen en el proceso.

—Tan clara como tus temblores cada vez que te toco —susurra, rozando su nariz contra mi oreja.

Ahogo un gemido.

—Me pregunto que pensará tu novia de toda esta escena, hace unos momentos estabas en un papel de novio perfecto ¿Qué pasó?

—Tú. —aplasta mis pechos— Pero como sea, ahora mismo solo me importan tus sentimientos, así que dime Ashley ¿Qué estás sintiendo?

—Asco.

Asquerosamente exitada.

—Que mentirosa.

—Aprendo del mejor.

—Dejame plantearte mi pregunta de otra forma. —toma mi cintura y me da media vuelta, pegando mi espalda a su pecho y mis glúteos contra una de sus piernas— ¿Estás utilizando a Price para una especie de venganza?

Bingo.

¿Así que por eso está sub poco más... Suelto?

Elevo mi mano a su mentón, volteandolo para quedar nariz contra nariz.

Toda su espalda me quema.

Es una tortura, una que no quiero que termine.

—¿Crees que me metería con un hombre casado?

—Creo que estás tan desesperada como yo, Ashley.

—¿Todo este número porque me encontraste a solas con él? —trato de reír, pero si abro más la boca, temo jadear.

—¿Crees que me importa con quién te acuestas? —sus ojos se oscurecen— ¿Crees que me importa algo de tu vida?

—De hecho pareces muy interesado.

—O tal vez sigo intentando que admitas la mentira que dijiste hace dos semanas. —pega sus labios contra mi mejilla, casi como un beso con furia— Demostrar tu obsesión por mí

—¿Para luego romperme el corazón? —adivino.

—Tal vez.

—Que patético. —de un solo movimiento, volvemos a estar cara a cara— ¿A qué juego juegas está vez? ¿Dañarme lo suficiente para que te sientas mejor contigo mismo? Es bueno, pero creo que te estás olvidando de lo más importante.

—¿Tú?

—Tu novia.

—A Hilary no le interesa.

—No supongas... —sus manos aprietan mi piel.

—Tenemos una relación abierta, Ashley.

Todo se detiene. Mi cuerpo se paraliza del vals y me quedo estática en sus brazos.

Adrián me observa con intriga, analizando cada minúsculo detalle para escoger sus próximas palabras. Sus pómulos se marcan cuando sonríe mientras que una parte de sus dedos acaricia mi rostro con ternura, como si estuviera embelesado por mi reacción.

—Es una lástima que se valoren tan poco —respondo.

—Hilary es hermosa, perfecta.

—Tu concepto de perfección varia por época ¿Verdad? — sujeta mi nuca y su otra mano se aferra a mi cintura para después tirarme para atrás en un sutil movimiento de baile

—De hecho creo que le agradas demasiado, —no tengo el control de nada, Adrián lleva el paso. Tira mi cabeza completamente hacia atrás y luego acerca sus labios a mi cuello y susurra:— tanto que temo que me proponga un trío contigo ¿Te lo imaginas? —deja un casto beso en mi curva, después su sonrisa se hace presente, sintiendo sus dientes rozar mis venas— Seríamos fuego, Ashley.

Despacio, me devuelve a mi postura recta. Ya no nos movemos con el compás, es imposible, todo mi cuerpo arde y el único motivo por el cual no termino de consumirme es porque tengo mis manos aún aferradas a su hombro, a su cuerpo.

Lo miro con excitación y confusión. Su mirada oscura me hace mover mi nuez de Adán y por acto consiguiente, siento mi cuello encenderse como si tuviera vida propia.

—No serías capaz.

—Tienes razón, así que solo se quedará en una idea loca de mi novia porque si de algo debes estar segura es que jamás permiria algo así.

Aprieto fuertemente mis piernas.

Su efecto es embriagador.

—¿Por qué?

—Porque estaría jodidamente perdido, Ashley.

—¿Por tocarme?

—Por dañarte.

Observo sus labios al abrirse, siento su voz chocando contra mis oídos, su aliento caer en mi rostro, pero entonces algo pasa.

—Lamento interrumpir —un carraspeo a mi costado llama mi atención.

Giro mis ojos en la dirección.

Price.

No sé si por un reflejo o de forma posesiva, pero Adrián aprieta sus dedos en la piel de mi espalda y cintura, como si su subconsciente le dijera que dejarme ir no es una opción. Sin embargo, cuento mentalmente tres segundos y en vez de aflojar, darse cuenta de su actitud errónea, me sujeta con más fuerza.

—¿Puedo robartela un segundo? —Price extiende su mano y espera por mi.

Mi dedos tiemblan.

Primeramente porque Adrián no tiene intención de soltarme y segundo porque mi mismo cuerpo parece haberse quedado estático antes su posesiva actitud.

—Claro —a penas logro decir.

Irman entiende el mensaje asi para hacerme difícil el trayecto, sus manos resbalan por mi cuerpo de forma brusca, tanto que estoy segura que sus dedos han dejado un recorrido en mi espalda y debo detener algo enrojecimiento en mi cintura.

Dejo caer mis manos, acelerando el proceso. No obstante, antes de separarnos por completo, Adrián aprieta la parte baja de mi cabeza.

—Recuerda lo que te dije —libera mi nuca y de un leve empujón me suelta por completo.

¿Cuál? ¿Qué Price es un hombre casado o el estatus de su relación liberal?

Price me recibe con una sonrisa, pero al ver que Adrián se mantiene en la misma posición, decide tomar mi antebrazo y guiarme lejos.

Solo entonces, me fijo en nuestro alrededor. Hay varias personas bailando en pareja, en grupos, diviéndose en su propio mundo ¿En qué momento ocurrió esto? Mi último recuerdo antes de mirar los ojos cafés de Adrián es estar solos en la pista de baile.

Te pierdes con él.

Estamos a punto de salir de la pista de baile cuando un leve empujón interrumpe mi camino, mis tacos se tambalean a tal punto que me aferro al brazo de Price con premura.

Él por supuesto que no está atento a esto así que cuando lo atraigo con toda mi fuerza para no caer al suelo, se viene con todo su cuerpo, haciendo que ambas manos se posen en mi cintura y que nuestras caras choquen entre sí.

Algo humedo moja mis labios, es rápido, facil de confundir, pero en cuanto observo el rostro de Price y veo mi labial en su boca, sé que nos hemos dado un beso.

Mis mejillas se sonrojan en automático.

—Lo lamento mucho, Price, —mis manos empiezan a sudar— solo quise apoyarme...

Mi discurso se ve interrumpido por una fuerte oleada de calor.

Es Adrián, lo reconozco en seguida ¿Acaso nos estuvo siguiendo? ¿Acaso vio lo que pasó? Mi respuesta llega de forma inmediata y clara.

No puedo verlo, se mueve rápido, colocándose atrás de mí y susurrando en mi oído:

—Te espero en cinco minutos en la habitación del segundo piso, sexta puerta de la parte izquierda. —puedo sentir toda su respiración erizando mi piel— Ni un segundo más tarde, Ashley.

Trato de voltearme, pero su voz me vuelve a dejar en jaque.

—Por favor, por mi bien.

═════════════

Hola 🤍.

¿Qué les pareció el capítulo? Estoy segura de que nadie se espero que el "beso" fuera con Price.

Sin embargo, vamos a los más importante ¿Qué diablos hará Adrián?

En otras noticias, la historia de "Enséñame: La adicción de Adrián está disponible en Booknet, la retire de Wattpad por las nuevas normativas, pero esto es algo temporal, solo debo editar las partes donde se menciona que son mejores de edad y hacerlos más viejitos 🤍.

Sí, Wattpad anda sensible.

Me pueden encontrar en Booknet como: Anthuanet Nieves Mendoza.

Sin más...
Gracias por leer 💋.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro