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8| Tinieblas.


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Dedicado a JaquelineIsamarLealI


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Los siguientes sucesos están ubicados en el pasado. Recomiendo releer el prologo antes de esta parte ya que es la continuación, pero también puedes continuar con la lectura normal. Sin más, disfruten o mejor dicho... preparen los pañuelos.




Adrián Irman


No estoy bien.

Estoy irremediablemente jodido ¿Y lo peor? Es que no sé cómo salir de este trance. Es como una secuencia donde solo caigo y caigo sin importarme el final, casi como si mi alma se hubiera esfumado, como si fuera un simple objeto reemplazable.

Sin embargo, esto va más allá de un mero dolor en el corazón, lo puedo sentir, esto es algo profundo, mucho más que Ashley, la persona que amo con todo mi ser. Duele, casi como si se originará desde mis huesos, ocasionandome una de las torturas más célebres de la época.

Me rompo con cada día que traspasa, con cada atardecer, con absolutamente todo.

Diablos.

¿Es así como te sentías amor? ¿Esto es caer en un pozo? ¿Así de vacía estabas? ¿También te despertabas llorando por las noches? ¿Cuántas lágrimas derramaste? ¿Cuántas de esas gotas no pude secar? Dime ¿Qué tan jodido debo de estar como para desear que me rescates de la misma forma en que yo lo hice, pero a su vez, quererte lo más lejos de mi?

Dímelo, lo necesito.

Maldita sea.

Tan solo pensar en ella ya es masoquismo. Lo detesto y amo al mismo tiempo. Su recuerdo me asegura de que todo lo que pasamos no fue un sueño, que ella, mi todo, realmente existe y que está volando en algún lugar, brillando bajo la luz del sol, siguiendo su propio camino.

Eso debería seguir así, pero la extraño demasiado.

La amo tanto como para conformarme tenerla en recuerdos, pero tan débil como para admitir que la necesito como el puto oxígeno.

Extraño la manera en que mis brazos la envolvían. Y es que Dios, Ashley Wood fue hecha para mí; encajabamos en absolutamente todo. Ella es mi maldita droga. Una adicción tan devastadora, tan necesitada que ni siquiera necesito besarla para volverme loco, solo basa con que mis ojos se enfoquen en los suyos y ya estoy perdido.

Soy suyo en cuestión de segundos o simplemente jamás dejaré de serlo.

No hay nada mejor como sentirla, ella podrá saber qué la he estado observando desde hace años, pero jamás podrá comprender lo que me causa su presencia, su mirada, su calor. Es malditamente hermosa, ella es mi casa.

Ashley Wood es mi obsesión.

Enciendo mi celular y veo el fondo de pantalla que tengo e inmediatamente un dolor en el pecho me aborda, uno que lástima, aplasta todo.

Estoy consciente de que debería haber cambiado de fondo desde hace mucho tiempo, pero es nuestra foto, nuestra única foto y me niego a dejarlo ir. No puedo. Esto es paso a paso. Ya libere a Ashley, necesito otro año para soltar la imagen y quizás toda una vida para arrancarla de mi corazón. Quiero sonreír al mirar sus ojos llenos de brillo, significado de que alguna vez la hice feliz, pero no puedo, este solo es un recordatorio de la belleza de sus alas y de que no puedo romperlas.

Mierda, es jodidamente hermosa.

A veces, cuando cierro los ojos, puedo verla entre toda la oscuridad. Su luz ilumina mi vida, irradia esa mancha oscura de mi alma y tengo el pensamiento de que Ashley es mi oxígeno, pero luego me pregunto: ¿Cómo es que he aguantado sin ella hasta ahora? ¿Cómo voy a aguantar una vida? No tengo superpoderes, pero tal vez ella me hace ser un héroe. Sin embargo, es una lástima que tuviera que convertirme en un villano o al menos eso creo, aunque realmente no ha visto nada de lo que puedo llegar a hacer por amor, por protección, por ella.

—La foto es hermosa ¿Quisieras hablar de ella? —la voz de Luis Alvano, mi psicólogo, retumba en el espacio, haciéndome salir de mis pensamientos.

—Sabes de quién se trata —digo.

—Ashley, lo sé, —hago una mueca al escuchar su nombre— pero me refería a la situación que fue tomada. Ambos se ven felices.

Lo éramos.

Carajo, claro que sí.

—Fue en el instituto, en la cafetería, fue espontánea, solo saque mi celular y apunte la cámara a nosotros. —relato sin mucho detalle. Recordar nuestros tiempos es peligroso— Antes de que digas lo sana y feliz que se ve, te recuerdo que está foto es antes de eso.

Luis frunce su ceño.

No le gusta que diga "eso" en vez de expresar la situación como tal, pero ya debería saber que aún no estoy listo.

—No iba a decir nada, Adrián, estoy siendo sincero, la foto es maravillosa.

—Es porque ella está ahí.

—Ambos complementan la imagen. —corrige.

Suelto un bufido, guardando mi celular. De pronto mi alarma suena y me devuelvo a Luis con una sonrisa.

—Hemos terminado, asegúrate de decirle a Beatriz que he cumplido —digo levantándome del sofá y caminando a la salida.

Él no dice nada, se ha acostumbrado a mi actitud, pero lo acepta porque colaboro las dos horas que estoy encerrado con él, ni un minuto más ni un minuto menos.

Mi madre me ha estado ayudando a superar esto, a enterrarlo. Tal vez ella piensa que me está obligando a ir con Luis, pero la verdad estoy tomando la sesión con gusto. Me conozco, sé reconocer cuando necesito ayuda y soy lo suficientemente valiente como para pedirla. Por eso le conté todo a Beatriz.

Bueno, una verdad a medias, una que es suficiente para justificar mi estado. Dios ni siquiera quiero pensar en como se pondría si algún día llega a enterarse de la segunda parte, esa que me mantiene cautivo.

Me fui de la ciudad, huí, me aleje de Ashley... Todo por ella, siempre ha sido así ¿Pero qué recompensa tengo si no la tengo a mi lado? Fácil, su tranquilidad es mi premio.

Ella ha avanzado, está estudiando, está con Dereck que sé que la va a proteger, aunque no lo necesite, aunque odie no ser yo el que está a su lado, pero es mi conducto a Ashley. Es irónico el destino, de algún modo siempre estoy cerca de Ashley, ya sea por Dalesa o Dereck, no podemos mantenernos alejados al cien por ciento.

El hilo se niega a romperse.

Es independiente, por fin ha logrado soltar todos esos nudos y está caminado con la cabeza en alto. Digna de admirar, digna de todo. Siempre ha sido así, pero recién se ha dado cuenta de lo poderosa que es.

Cuando salgo del consultorio de Alvano, tomo un taxi con dirección a la universidad.

No tengo clases hasta mañana, pero estoy viviendo en los dormitorios compartidos y lo detesto. Por eso la mayoría de veces me quedo con Dalesa quien aborrece que invada su privacidad, pero su lástima por mí es más fuerte que cualquier oposición.

Al igual que mi madre, ella solo sabe una parte de la historia, Dales me salvó, me sujeto cuando ya no podia aguantar el silencio, necesitaba a alguien más que no sea mi madre para conversar de esto.

A penas salgo del taxi, camino a mi dormitorio y entro al lugar.

Mis ojos se posan en mi compañero de cuarto junto con su novia echados en su cama, están conversando y ambos están abrazados. Está prohibido el ingreso de las mujeres aquí, pero nunca los he delatado porque no es de mi incumbencia y porque hay algo en ellos que me hace recordar a lo que Ashley y yo éramos.

—¡Adrián! —saluda Rosaura— Justo estábamos hablando de ti.

Ulises, su novio, se levanta y ambos terminan sentados mirándome fijamente.

Antes de que digan algo, sé que planean.

—¿Tienes planes está noche? —pregunta Ulises.

Hasta hace un minuto no.

—Sí —respondo mientras voy a mi armario, saco una muda de ropa y después la meto a mi mochila que está en el suelo.

—¿Podrías cancelar? —sugiere Rosaura— Es que tenía pensado salir los tres a la nueva discoteca que han innagurado cerca de aquí.

No, de hecho estaban pensando ponerme una trampa. No sé desde cuándo, pero ambos se han interesado en mi vida sentimental, creen que mi humor cambiará si encuentro a una chica. Claro, ellos no saben nada y no tienen ni la mínima idea de la profundidad de las cosas.

Cómo si alguien pudiera reemplazar a Ashley, patéticos.

—Lo siento, saldré con Dalesa al cine está noche y me quedaré a dormir con ella —miento.

—¿Otra vez?

—Sí, Ulises.

—¿Están saliendo? —la emoción en la voz de Rosaura me eriza la piel— ¡Podríamos tener una cita doble!

—Es mi amiga y es lesbiana ¿Cuántas veces se los tengo que repetir? —hablo con una pizca de molestia.

Dalesa sabe de esta tonta excusa que inventé para que no nos involucraran y no le interesa.

—¡Pero si la vi besándose con un chico! —frunzo mi ceño y me devuelvo a la pareja— ¡Volteaste! ¡Estás celoso!

—Donde, cuándo y con quién —exijo, ignorando sus palabras anteriores.

—La semana pasada, atrás de la facultad de medicina y al chico no lo conozco, pero tenía su cabello rojo —responde.

Relajo mi postura, ese es Ariel. Mi mente ya estaba pensando en como informarle a Torres sobre el oculto romance de Dalesa. Si bien, Dereck es una vía para saber si Ashley se encuentra bien, no puedo confiar en su totalidad, por eso me contacte con Ariel para que me dijera si sucede algo y a cambio, le iba a dar información sobre Dalesa.

Esto lo sabe ella, no podía arriesgarme a qué Ariel le contará y perder a mi única amiga a cientos de kilómetros. Estuvo encantada, se emocionó tanto al saber que Ariel acepto el acuerdo, era un indicio de que le importaba.

Termino de guardar mis cosas y salgo del ambiente con dirección a la casa de Dalesa.

En el camino, le marco a Ariel.

—Está teniendo un romance —es lo primero que digo cuando me contesta.

—¿Qué?

—Dalesa se está viendose a escondidas con un chico.

Hay un silencio largo al otro lado de la línea.

Eso, sufre.

—¿Quién?

—Tú ¿Por qué no me avisaste que ibas a venir la semana pasada? Alguien los vio besándose cerca de la facultad de medicina.

—Hijo de...

—Solo cumplo con avisar, adiós —cuelgo la llamada.

Antes de que pueda guardar el celular, miro mi fondo de pantalla unos segundos. Solo eso, no me enfoco en el dolor, mi mente atraviesa la pantalla y rememoro la situación.

Ella a mi lado.

Ella riendo.

Ella mirándome.

Ella amándome.

Antes de que pueda darme cuenta, el auto se detiene en mi destino.

¿Te das cuenta de lo que me haces, Ashley? Me pierdo en ti.

Salgo del auto y después voy hasta la puerta de Dalesa. No toco, sé que no hay nadie, en estos momentos está en clases. Por suerte, tengo el duplicado de la llave original así que entro sin problema alguno.

Adrián
Estoy en tu casa.

Dalesa
Iré tarde, tengo reuniones grupales. Será mejor que órdenes un poco, no te quedarás gratis.

Sonrío, no tiene que pedírmelo, siempre lo hago, no es que tuviera opción. A la imagen pulcra que refleja Dalesa, en realidad es bien desordenada con sus cosas.

Apenas estoy entrando cuando me tropiezo con un lapicero.

Soltando un suspiro, empiezo a ordenar todo.

Es buena la distracción y aunque sé que existen métodos más rápidos para despegar mi mente como el alcohol o las drogas, jamás le haría algo así a mi madre, a mi mismo. Tengo tendencias a obsesionarme, a enviciarme y en mi estado, solo caería sin freno.

Al menos no estoy completamente perdido.

Mientras espero a Dalesa, me mantengo concentrado, ya sea con limpieza, intentando cocinar, lo que sea. Detenerme es amenazante porque mis pensamientos viajan con Ashley.

Cuando ya no tengo nada que hacer, cuando las ideas se me han agotado, miro por la ventana y me doy cuenta de la oscuridad, la noche ha caído tan inesperadamente que me aterra la forma en la que puedo perderme en mis pensamientos.

Estoy a punto de marcarle a Dalesa, pero justamente atraviesa la puerta y se detiene para admitir el lugar con asombro.

Si, Dal, está sería tu casa si tan solo ordenaras un poco.

—Eres una excelente ama de llaves —halaga mientras deja su bolso en la entrada y se acuesta en el sofá junto a mí— Estoy agotada, los integrantes de mi grupo son unos inútiles.

—No lo dudo —respondo.

—¿Me traes un vaso de agua? —frunzo mi ceño— ¿Por favor? Lo siento, estoy siendo una perra, la actitud no se me va del todo. Mis pies me duelen, me puedes servir un vaso de agua por favor —se echa completamente en el sofá y me mira con un mohín.

—Solo cuando Ariel está cerca vuelves a ser tú.

Se queda en silencio y no espero más para levantarme e ir a la cocina.

Tal vez por esto Dalesa y yo somos amigos, tenemos muchas en común y si bien, cuando la vi por primera vez en la universidad, quise alejarme lo más posible de ella, fue imposible. Me arrollo con una disculpa por su actitud de la última vez que nos habíamos visto y me dijo que estaba agradecida con lo que todos, junto con Ashley, habíamos hecho contra Luke.

Puede que no hayamos recuperado su vídeo, tal vez aún hay posibilidades de que algún día lo vea por internet, pero el alivio que le otorgaron, es simplemente alividor. Le quitaron una piedra de su corazón.

De cierta forma tuvimos ciclos parecidos. Ambos creamos una capa, ambos nos transformamos. Ella se volvió una completa perra y yo me cerré, me volví un caparazón.

Cuando Ashley me dejo, entre en una negación por el dolor de perderla. Sin embargo la comprendía, sabía que necesitaba sanar y solo Dios es testigo de cuánto tuve que frenarme para evitar arrastrarla conmigo. Por otro lado tengo que reconocer que su lejanía me volvió asocial, es como si le hubiera perdido el gusto a tener contacto físico o verbal con otra persona que no sea ella.

Sin embargo, no fueron meses después del rompimiento que no se presento el verdadero quiebre.

La maldita razón de todo. 

Ya no sentía nada, me volví un pozo vacío. Caí en una depresión profunda, no era para menos, lo que afronte, lo que viví... Ni siquiera sé cómo estoy vivo después de todo ello.

No puedo decir que estoy sano, sería un jodido mentiroso, pero Luis Alvano ha sido de demasiado ayuda.

No puedo pensar en lo que Ashley sentiría si me viera así, ver el dolor de mi madre era suficiente e innecesario. Sin embargo, puedo imaginarlo, yo vi a Ashley desmoronarse, la vi sufrir. Sé lo que es ver al amor de tu vida hacerse pedazos y definitivamente no quiero que ella pase por ello.

No lo merece.

De la nada, siento mi corazón bombear con rapidez y mis músculos tensarse.

Diablos.

Me he excedido, mi necesidad crece con locura.

Control.

—¡Tu celular está sonando! —grita Dalesa desde su sala.

No puedo responder, estoy concentrado en calmar mis emociones a la par que me maldigo a mi mismo. Esto me pasa por pensar en ella.

Cuento exactamente un minuto y medio antes de volver a la normalidad e ir a la sala.

Dalesa ya no se encuentra sentada, está parada con mi celular a la altura de su oído. Tiene una expresión de confusión y cuando sus ojos se encuentran con los míos, el bombeo de mi corazón regresa.

Algo anda mal.

—¿Quién era? —demando.

—Ashley —el vaso se resbala de mi mano y cae al suelo, haciéndose añicos.

Ninguno de los dos reaccionamos al impacto y eso me desespera más, lo normal hubiera sido que Dalesa saltara o gritará, en cambio se encuentra mirándome con esos malditos ojos que me avisan malas noticias.

¿Que hiciste, cariño?

—Necesitas hablar con Dereck. —anuncia— Ashley dijo algo de que Dereck te había encontrado o algo así ¿No estabas en comunicación con él desde hace tiempo?

—Sí.

—No la entendí muy bien, estaba muy nerviosa y ella no paraba de hablar. Creo que piensa que tenemos una relación porque conteste la llamada. —Dalesa tira el celular al sofá y saca el suyo— Dereck necesita darme explicaciones, no quiero que Ashley me odie, hizo mucho por mí.

Antes de que haga cualquier movimiento, la alcanzo y aparto el aparato de su cuerpo.

—Espera un momento, él debe estar con ella —no sé cómo, pero mantengo la calma.

A paso lento, me acomodo en el sofá y tiro mi cabeza para atrás para poder descansar, pensar con claridad.

Apenas cierro los ojos, la voz de Ashley retumba en mi mente. Es clara, fuerte, no importa el tiempo que esté lejos, jamás podre olvidar algo que tenga que ver con ella.

Extiendo mis manos a cada costado de mi cuerpo y tomo una respiración profunda.

Todo este tiempo he tenido la esperanza de que me haya olvidado, pero soy consiente de que tanto ella como yo estamos tan fundidos en ambos que la separación de sentimientos es casi imposible. Sin embargo, a pesar de que es lo mejor, me destroza el hecho de que pueda dejarme atrás, pero hasta ahí llega, no soy capaz de retenerla si decide avanzar.

Me mantengo en la misma posición durante minutos, Dalesa no interrumpe mis pensamientos sobre Ashley, sabe que no es bueno y que es el único momento del día que amo.

Perderme en su recuerdo es horrendamente agradable.

Cuando me reincorporo, me doy cuenta de que ha pasado una hora. Dalesa está dormida a un lado del sofá y sin ánimos de molestarla, me adentro a la habitación de invitados donde duermo.

Marco el número de Dereck.

Primer tono, nada.

Segundo tono, nada.

Tercer tono, estoy empezando a perder la paciencia

Cuarto to...

—No es un buen momento —responde por fin.

Me siento al borde de la cama y suspiro. Odio hablar con Dereck, su mera existencia me abruma.

—Estoy de acuerdo contigo ahora dime por qué lo hiciste —exijo ocultando todos mis sentimientos.

—En serio, no es un buen momento —tose y por la interferencia combinada con su voz agitada, supongo que está corriendo.

Una alerta suena en mi interior.

—No me interesa ¿Por qué tuviste que mencionarme? —hago mis manos puño— ¿Qué me encontraste? Que mierda significa eso. Ella está bien, no tenías necesidad de...

—¡Cállate, maldita sea! Estoy desesperado, no encuentro a Ashley. Después de hablar con Dalesa salió corriendo y no estamos en un lugar seguro ¡Mierda! Llevo buscándola durante todo este tiempo, no sé dónde se ha metido así que hazme el favor de no molestar.

La respiración se me va. Esto no puede estar pasando.

Cuando vuelvo en sí, aprieto el celular con demasiado fuerza como para romper la pantalla.

Todo es su maldita culpa, él provocó esto.

—Si no la encuentras sana y salva, estás muerto Dereck ¿Me escuchaste? Te mataré —amenazo cortando la llamada.

Dejo el celular sobre las sábanas y empiezo a caminar de un lado para otro.

—Imbécil —farfullo.

Quiero las explicaciones del porqué de esta situación, pero lo primordial es Ashley. Si sigo insistiendo solo lo distraería, nadie más que él puede encontrarla, yo estoy a horas de dónde está. Soy inservible en estos momentos, lo mejor que puedo hacer es apartarme.

¡Carajo!

Puedo hacer eso, lo llevo haciendo durante todo este tiempo. Para mañana Dereck ya debe haberla encontrado.

¿Qué son unas horas más?

Todo, lo es todo. Nadie sabe dónde esta, se encuentra en medio de la noche caminado sola o tal vez alguien ya la capturo. Puede que un malnacido se ha atrevido a tocarla. También puede estar en su casa, tranquila en la calidad de su habitación y yo aquí, teniendo un ataque sin fundamento.

Tomo todo de mi esfuerzo para echarme sobre el colchón y descansar mi cuerpo como mente. Me siento agotado, exhausto, aterrado de todo lo que mi imaginación hace con mi cordura.

Como un último recurso, sujeto mi celular y le marco.

Uno, dos, tres.

No contesta.

Debe estar ocupada, debe estar molestar por creer que Dalesa está a mi lado. Es eso, no hay nada malo, no debo dejarme atrapar por mis demonios.

Cierro los ojos soltando un suspiro.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

Ashley está bien.

—¡Adrián! —abro mis ojos de manera abrupta y me enfoco en la figura diminuta corriendo hacia mi.

Enderezó mi espalda, Dalesa sujeta mi rostro, haciendo que ella sea todo mi campo de visión.

Estoy cansado, no recuerdo haberme quedado dormido, pero tampoco estar del todo despierto.

Es como si hubiera atravesado un bucle infinito.

Restriego mis ojos.

—¿Qué hora es? —pregunto.

—Cinco de la mañana, pero eso no es lo importante. —afirma su agarre y presiona mi mentón con mucha fuerza— Diablos ¿Cómo vas a verla así? Estás hecho un desastre.

—¿De qué hablas?

—Ashley está aquí, en la sala.

Me despierto completamente, aparto a Dalesa a un lado y me levanto para parpadear varias veces.

—¿Qué has dicho?

—Ashley está aquí.

No espero más, realmente no puedo controlar esta sensación que toma posesión de todo mi cuerpo.

Doy media vuelta y camino en dirección de la sala.

Necesito verla.

Necesito sentirla.

Necesito adorarla.

Necesito que me hable.

Antes de cruzar la puerta, un agarre fuerte me detiene. Miro la mano de Dalesa rodear la mía, luego a sus ojos que esperan una explicación.

—Piensa, Adrián.

—Dejame ir —ordeno.

Está necesidad me está destrozando.

—Mirate, Adrián, estás mal ¿Cómo crees que se sentirá Ashley al verte así? —me suelta y endurece su voz— Tienes que decidirte, no puedes salir y simplemente abrazarla, besarla cuando después la apartarás. —mi postura decae— No me odies, pero sabes que será así. Acabo de verla y ella... mierda, está tan distinta. Ve con Ashley, pero antes toma una decisión ¿La lastimarás o te perdonarás?

—Dalesa —advierto.

—La tienes aquí Adrián, ha conducido toda la noche para verte. Le importas, te ama, tienes la oportunidad de decirle la verdad y volver a lo que eran antes.

No podría soportar ver su asco.

No quiero que me odie, no de verdad.

—No —retrocedo.

—Mira lo que está haciendo por ti, ha venido desde lejos a penas supo dónde estabas, no espero ningún segundo ¿En serio crees que Ashley podría odiarte? Yo lo comprendí, ella hará lo mismo. —se acerca y lleva su mano a mi pecho— Apaga tu mente y escucha tu corazón, estoy segura de que en el fondo sabes que ella te perdonará.

—Su perdón es el menor de los problemas, lo sabes.

Dalesa hace puño su mano y me golpea con fuerza.

—¿Entonces está decidido? Bien, entonces sal y rompele el corazón, es la única forma en la que Ashley dejara de insistir en ti —farfulla con furia.

No espera mi respuesta, sale de la habitación y me deja completamente solo.

Unos segundos después, escucho unos murmullos desde afuera, el sonido se me hace familiar y es entonces cuando tomo una decisión.

Cuando salgo de la habitación pongo una capa sobre mi corazón, mis sentimientos. Esto no es para Ashley, sino para mí, para tener la suficiente valentía para los actos que estoy a punto de ejecutar.

No puedo dar marcha atrás.

Ella no merece esto.

Lo siento, amor.

A cada paso que doy, voy sintiendo su presencia y mi cuerpo se enciende con tanta vida después de tanto tiempo.

Es embriagador.

Doblo la esquina que da a la sala y entonces la veo.

Calor.

Amor.

Quedo maravillado. Mi mundo se detiene, enfocándose en su belleza, en su esencia a la par que unas terribles ganas de tocarla me invaden. Es demasiado para resistirme, su perfección es digna de admirar, incluso en el estado que se encuentra.

No hay signo de que haya llorado, sus ojos están secos y sin ningún rastro rojo ni ojeras. Sin embargo, no puedo asegurar de que esté completamente serena, en sus ojos cafés, esos que tanto he recordado en mis pensamientos, me miran con un brillo que dista de ser de amor, se acerca a una furia contenida y por sus manos hechas puño puedo asegurar mi deducción.

Internamente sonrío, aún la conozco.

Tiene puesto una vestimenta holgada y nada cómoda para conducir durante un largo trayecto.

Doy un paso adelante y ella hace lo mismo.

Estamos conectados.

No es un sueño. Esto es real, Ashley está aquí.

¿Es muy tarde para arrepentirme? Porque todo lo que deseo es ella.

—¿Qué haces aquí? ¿Te das cuenta de la hora que es? —"me alegra verte ¿Puedo abrazarte?" Es lo que verdaderamente quiero decir.

Hay una explosión en ella, camina hasta mí y cuando llega a mi altura, siento el impacto de su palma contra mi mejilla.

Ha sido un golpe duro, pero daría cualquier cosa para que me toque de nuevo, incluso si tengo que tener que permanecer con la mejilla roja por el resto de mi vida.

Tocame de nuevo, Ashley, me haces sentir vivo.

—Eso es por Beatriz ¿Sabes lo preocupada que estuvo por ti cuando te fuiste? ¿Tienes una idea de cuántas noches tuve que consolarla porque su tonto hijo desapareció? —diablos, cuánto extrañaba su voz.

Sí, ella me contó todas esas veces y te lo agradezco, pero hay un error, no lloraba por mi presunta nula comunicación. Mi madre siempre supo dónde estaba, siempre hablamos, jamás te lo dijo por petición mía. Su dolor era por otra cosa, la misma cosa que si te llegas a enterar, me desterrarías de tu corazón.

—¿A qué has venido, Ashley? —no quiero pensar en ella conduciendo hasta aquí, por mí, no quiero adentrarme en su mente y sobre todo, no quiero pensar en lo fuerte que sigue su amor como para buscarme sin dudarlo— Estás muy lejos de casa.

Sus ojos brillan.

Mi quijada empieza a temblar.

—¿Cómo sabes que estoy lejos de casa? —una maldita esperanza florece en su voz.

Demasiado inteligente, demasiada peligrosa.

Preciosa.

—Si vivieras en esta ciudad, créeme que ya me hubiera ido —odio cada palabra que digo. Tanto porque es verdad y por la expresión derrotada que pone.

La estoy hiriendo, me estoy destruyendo y por consiguiente, también nos estoy salvando.

—Estás mintiendo —asegura, moviendo su cabeza en negación.

—¿Cuándo te he mentido, Ashley? —saboreo su nombre en mi voz.

Junta sus labios en una fina línea recta, analizando mis palabras y escogiendo las suyas.

De pronto, alza la cabeza con decisión y empieza a caminar en mi dirección. Paso lento, con miedo a ser rechazada y yo con el temor de no ser lo suficientemente fuerte.

Por favor, para.

Por favor, no me hagas esto.

No quiero herirte. No quiero alejarte, solo deseo abrazarte, soy feliz con tan poco cuando se trata de ti. Incluso me basta con verte sana y salva ¿Sabes cómo me sentí al saber que estabas en peligro, amor?

Se posa a solo centímetros de mi rostro y levanta su quijada por la diferencia de altura.

"No es necesario cariño, podría arrodillarme ante ti si quisieras"

Se ve poderosa, más que la última vez que la vi y en cuanto mas la veo, mas me aseguro de que sus ojos son dañinos para mí sistema cardíaco.

Estoy cediendo, lo siento en mi corazón que empieza a regular sus latidos; reconoce cuando su casa está cerca.

De pronto, observo como su mano se empieza a elevar hacia mi rostro, hacia mi piel que ansia su toque y entonces corto cualquier canal de debilidad. Sujeto su mano a medio camino, utilizando la fuerza, pongo todo de mí para no pensar en la suavidad de su piel.

Si Ashley me toca estoy perdido, si me sigue mirando con esos ojos de amor ya no podré resistirlo más. Mi cordura tiene un límite, mis buenas intenciones no son duraderas.

Es irresistible.

Mis ojos viajan a su cuello, su manzana de Adán se mueve y se tensa bajo mi toque. No es miedo, ella aún no me teme, está afectada por mi cercanía y odiando mi actitud.

—¿Qué te paso? —murmura.

—Tengo clases en dos horas, Ashley, mi tiempo es limitado así que hazme el favor de decirme que haces aquí.

—¿No es obvio? —no lo digas— Estoy aquí por ti.

Un nudo se forma en la boca de mi estómago.

—Disculpa, pero no lo comprendo.

Ashley jadea y retrocede, zafándose de mi agarre. Sus ojos se humedecen poniendo en alerta todo mi cuerpo.

—No llores —digo sin poder controlarlo.

Lo siento mucho.

—Te busqué, Adrián. Ese día que te fuiste, ese mismo día fui a tu casa para decirte que estaba lista para avanzar, que sane, que ya nada se iba a interponer entre nosotros. —su voz se entrecorta— Estuve horas en el aeropuerto esperando que no te subieras a ese avión, incluso compré un boleto para entrar a la sala de espera ¡Hice de todo para verte! —una lágrima se desliza por su pómulo— Tenía esperanza, pero jamás apareciste, te fuiste sin despedirte. Tu prima tuvo que venir a sacarme del maldito aeropuerto, te llore toda la noche y mire mi celular esperando un mensaje tuyo. Pero me bloqueaste, me dejaste fuera de tu vida como si no significa nada.

Lo significas todo, Ashley, absolutamente todo.

Muerdo mi lengua para no desplomarme.

Con rabia, limpio otra lágrima que se ha escapado de sus ojos. Soy rápido, pero el calor de su piel se quedan en mis yemas.

No puedo pensar mucho, solo me queda mentir.

—¿Quién alejo primero al otro, Ashley? —acuso— ¡Quién me bloqueo sin tener la oportunidad de decir algo! Fuiste tú, eres la causante de nuestra ruptura así que no me vengas con esta hipocresía porque no lo soporto.

—Y-Yo...

—¿Tú qué? Podías sanar sin alejarme ¿No dijiste que querías hacerlo sola? Entonces que pintaban Ariel y Dereck en todo el asunto. —descienden más lágrimas— No pongas esa cara ¿Creíste que no me iba a enterar? Sé que te mantuviste comunicada con ellos.

—¿Quieres saber cuál es la diferencia entre otros hombres y tú, Adrián? ¿Sabes por qué si acepte la cercanía de ellos y no la tuya? Porque te amo a ti, porque estaba aterrada de generar una dependencia por mis sentimientos. El resto es irrelevante, podía tenerlos a mi lado, apoyándome, pero al único que quería es a ti.

Lo sé, cariño, pero necesito decir todo esto, necesito que me odies.

Sin embargo, no pareces dolida, no pareces herida y tienes razón de sentir seguridad dentro de tu pena.

—Ya no te amo —miento.

Siento todo, Ashley ¿No vez como me estoy muriendo sin ti? ¿No te das cuenta del sacrificio que estoy haciendo por nosotros? ¿Si? ¿No? Por favor, olvídame.

Ella lleva su mano a su boca y silencia un sollozo. No hago nada, me quedo quieto porque si me muevo, soy capaz de hacer de todo para que vuelva a sonreír.

—Prometiste jamás mentirme —dice.

También jamás hacerte daño.

—Sigo manteniendo mi promesa.

—No te creo, —mueve su cabeza en negación— estás mintiendo.

Todo por ti.

Lo siento.

—¿Cómo podría seguir amando a la mujer que me comparo con el psicópata de mi padre? —doy un paso adelante y levanto mi dedo índice para presionarlo contra su pecho— ¿Cuáles fueron tus palabras? Ya recuerdo: No quiero que te conviertas en tu padre. —cito— ¿En serio eres capaz de pensar que te haría daño? ¡Yo di todo por ti! Hice de todo para enamorarte, me adapté ¿Te asustó mi confesión? Ya no me interesa. ¡Me jodiste la cabeza, Ashley! ¿Cómo crees que me sentí? Estuve días sin poder ver a mi madre a los ojos por vergüenza, por asco hacia mí.

Ashley rompe en llanto, sus quejidos llenan mis oídos y aprieto fuertemente mis puños. Me desgarra el alma, me recuerda a su llanto de hace años cuando se quebró.

Me alejo por el impacto.

Por favor, ya no más.

¿Este es el último recuerdo que voy a tener antes de que te vayas para siempre?

—Y-Yo no sabía. Lo que dije fue para huir, no me querías soltar y yo necesitaba sanar. —toma una respiración profunda— No eres igual que tu padre, eres el hombre que amo, quien me ayudó con Luke, que me regaló unos tulipanes...

—Fue mi madre.

—¿Qué?

—Sé que creíste que fui yo, pero fue mi madre. Ella te los dio y te hizo creer que fui yo —mentira, mentira. Apenas vi que querías unos malditos tulipanes, se los compré y se lo encargue con Beatriz.

Su boca se entreabre.

—Pero...

—No te amo, te superé y al igual que tú, me puse primero delante de todos —corto cualquier excusa que esté creando su mente— ¿Qué esperabas al venir? ¿Qué te iba a recibir con los brazos abiertos y que íbamos a retomar las cosas donde las dejamos? Lamento arruinar tu cuento de hadas, pero esto es la vida real.

—Lo lamento, perdóname por favor, jamás quise hacerte sentir mal.

—¿Tú me perdonarías si te comparo con Vince, Ashley? ¿Qué sentirías si te dijera que eres igual de violenta que él? —su rostro se descuadra— Lo ves. —evidencio— Puedes estar tranquila, tú no eres como él, eres luz, pero no puedes obligarme a sentir algo que ya caduco.

—¿Me odias?

Te amo.

—No siento nada por ti, Ashley. —mi garganta quema— Vete y sigue con tu vida.

—Adrián —suplica.

—No me hagas odiarte.

Ashley retrocede, se toca su pecho y tengo que esquivar sus ojos para no caerme.

—No fue mi intención, solo quería sanar, solo quería estar bien, no pensé en lo que dije, lo lamento. —me mira— Tus ojos están diferentes, ya no me ves como antes.

—No siento como antes. —todo es más intenso.—Me hiciste dudar de mi propia existencia, de mis valores, me odié y mi amor por ti se desvaneció.

—Y-yo...

—No necesito unas disculpas, no necesito nada de ti. —mentira— Adiós, Ashley.

Giro mis pies y camino lejos de ella. Ignoro su llamado, clavando una estaca en mi corazón.

—Lo siento, lo siento, lo siento —susurro sin detener mis pasos.

Me adentro a mi habitación y encuentro a Dalesa a unos metros, mirándome con pena ¿Escucho todo? ¿Ella también me odia?

Apoyo mi espalda en la madera al sentir que el aire no puede entrar a mis pulmones. Agacho la cabeza y cuando siento un jadeo querer escaparse, tapo mi boca con fuerza.

No puedo llorar.

No con Ashley aquí.

Si me descubre todo abra sido en vano.

Unos brazos me rodean y por su perfume sé que es Dalesa. No peleo, no lucho, la abrazo con más fuerza, descargando todos mis sentimientos en ella.

—Ashley merece saber la verdad.

No respondo, oculto mi rostro en su cuello y cuando menos lo espero, siento mis lágrimas descender y empapar toda su piel.

Duele.

Quema.

—Por favor, ve con ella, te necesita más que yo —ruego sin darle tiempo de replicar. Abro la puerta y la empujo afuera, echando seguro a la puerta.

Camino con dirección al baño y de igual forma, me encierro.

No pasa ningún segundo cuando me derrumbo por completo. Mis piernas fallan y caigo al suelo con mi espalda pegada a la puerta. Cierro los ojos y todo lo que puedo ver es su dolor, su llanto retumba en mi oído y me odio por ello.

Miro mis manos con temor al sentir algo que hace meses no sentía y cuando enfoco mi visión me doy cuenta de que es real, me estoy cayendo. Mis manos tiemblan sin control, mi corazón late con rapidez y mi respiración va disminuyendo poco a poco, para finalmente caer en la oscuridad.

Lo lamento tanto.

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Hilary Fox ¿Alguien me puede traducir su apellido por favor? 🥺

Este capitulo es importante ya que en el próximo, la decisión que tome Ashley será fundamental y obviamente necesitaban saber el porqué desde una perspectiva distinta, entender mejor la culpabilidad que incomoda a Ashley desde hace años.

Sin más... SE QUE FUE MI CULPA XD, se que dije que me iba a ver beso en el anterior capitulo, pero no recordé que lo había recortado así que si (ya verifique) es en el siguiente capítulo (la continuación) donde sucede el beso 💋.

Hagan sus apuestas ¿Con quién se besará Ashley curiosa Wood?

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