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12| Una peculiar conexión.


Ashley Wood

Thomas no murió.

Aún.

Cuando el avión aterrizó en nuestro destino, tanto Dereck como yo estábamos serenos, considerando la situación de estrés que nuestro amigo ocasionó. La preocupación era nula, no importará que Thomas siguiera ignorándonos, aún así nuestro entorno se sentía extraño.

Justifique la rara comunicación al estado de sobriedad de Dereck, aunque se viera totalmente cuerdo. Sin embargo, el clima nos fue siguiendo al hospital donde por supuesto tuvimos que detener a Bralow de su infinito discurso de odio.

Su forma de expresar su cariño es peculiar, pero al menos existente.

Mi enojo ya había bajado para ese entonces, no tenía nada que reclamar, solo copié la acción de Kalesi y me fundí en un abrazo con Thomas.

«—¿Qué es esto, cariño? —preguntó

—Cállate o juro por Dios que seguiré con el testamento de Bralow —su pecho vibra contra el mío.

—Joder, no juegues con eso, aún puedo seguir escuchando los ecos de su voz. —jadea— Aunque si hubiera sabido que la fórmula para tenerte era estar al borde de la muerte, hace tiempo me hubiera lanzado contra un auto.

—Estas demente.

—Solo por ti, bebé»

Estaba más feliz que cualquier día porque había concretado una cita con una de las enfermeras. Pero cuando llegó el momento de pedir explicaciones, Thomas bajo sus niveles de testosterona.

Le informamos todo lo que vivimos y él no podía creerlo. También nos detallo que cuando estaba en el complejo, escucho un ruido y fue a revisar, encontrándose con un extraño tratando de abrir el casillero de Dereck.

Obviamente no iba a permitir un robo así que se acerco, pero el desconocido lo noqueo con habilidad. Cuando despertó llamo a la policía y una ambulancia lo traslado a un hospital, a pesar de que declaraba que se sentía bien.

Es obvio que él no imagino que el dueño del complejo iba a ser avisado y por ende, todos los miembros para ver si el ladrón había logrado llevarse algo.

Confesó que cuando vio nuestras llamadas insistentes, lo ignoro y después termino por poner su celular en modo avión, impidiendo que nuestros mensajes fueran recibidos.

La situación fue aclarada, nadie tenía dudas y seguimos con nuestras vidas como antes de la noticia. Sin embargo, mi relación con Dereck se estanco en un pozo.

El primer día trate de ser empática, pero su extraño comportamiento se extendió con plazo indefinido.

Hoy, una semana después, puedo decir que Dereck Orwell me está evitando como si fuera la mismísima peste personificada en persona.

He intentado varias veces hablar de lo sucedido en el matrimonio de mi madre, pero su única respuesta está conformada de silencio y evasión.

Nuestra convivencia en el departamento es incómoda. Los únicos momentos donde hemos estado juntos ha sido en el avión de regreso a casa y en un entrenamiento que hemos tenido hace dos días. Sé que podría quedarme despierta hasta altas horas de la noche para atraparlo, pero trabajo y con Lucio como jefe y mi responsabilidad consciente, no puedo desvelarme. Intento levantarme temprano para encararlo, pero cuando abro mis ojos, él ya no está. Sé que duerme aquí porque me asomo a su cuarto y encuentro las cosas en diferentes lugares.

Por lo menos sé que sigue con vida. Por qué la comunicación que tenemos se basa en mensajes de texto que solo responde cuando le conviene y finge no haber leído los innumerables reclamos.

Chasqueo los dientes.

—¿Estás bien, cariño? Te has puesto roja —me dice Rosita con un gesto preocupado.

Sacudo mi cabeza ligeramente.

—Sí, no te preocupes, solo tengo un poco de calor.

Frustración mejor dicho.

—Hay cariño, a tu edad también me gustaba andar en prendas cortas, pero a estas alturas de la vida siento hasta la mínima brisa como hielo en mis huesos —cuenta, inclinando su cabeza a un lado y recordando los momentos de su juventud.

Ambas nos estamos dirigiendo al ascensor del hospital para salir del complejo. Ella ha sido mi última paciente este día y al no tener nada que hacer, hemos quedado en almorzar en su casa, justo como me lo pedía hace semanas.

Lo pensé mucho, no lo negare, pero si me dan a elegir entre tener un almuerzo agradable o ir a un departamento solitario, creo que la respuesta es clara.

Las puertas del ascensor se abren para sorpresa nuestra, siempre tiende a demorar unos minutos por la alta demanda. Me hago a un lado para que ella pueda entrar con su silla de ruedas y después la sigo, me encantaría ayudarla, pero Rosita Hernández es terca y a decir verdad, muy capaz de valerse por sí misma.

—¿Tienes que recoger unos análisis o vamos de frente a la salida? —pregunto antes de presionar el botón al primer piso, recuerdo que nuestra sesión anterior me había comentado de unos análisis que tenía pendiente para esta semana.

—Oh no, es dentro de unos días, vamos directo...

—¡Hey! Detengan el ascensor —una voz masculina y renegona nos interrumpe.

Rosita cierra los ojos y niega lentamente.

—No puede ser —murmura.

Contengo una risa y me devuelvo a mi peor paciente: Elias Walker. Viene con sus muletas a paso rápido, casi con rabia en sus movimientos, todo en él es tosco

—Pase —le digo, obstaculizando las puertas del ascensor.

—Gracias muchachita.

—Sabes agradecer, que novedad —susurra Rosita.

Aguanto una risa y retrocedo para por fin marcar el botón número uno, ambas necesitamos salir lo más rápido posible de aquí.

—¿Qué dijiste, insípida? —farfulla Elias.

—Pensé que ya no se encontraba aquí Walker, nuestra sesión termino hace dos horas —intervengo lo más amigable posible antes ser testigo de un asesinato.

Él deja de mirar a Rosita para posar sus ojos afilados sobre mi rostro.

—Lo que yo haga con mi vida no es de su incumbencia, Wood —mis comisuras tiemblan.

Hernández jadea y gira su silla de ruedas hacia Walter, que la mira como si estuviera demente.

—Eres grosero, pedante, machista, pobre y aparte con carencias atractivas —escupe con furia.

Hay, Rosita, yo tratando de salvarte, pero tú no colaboras.

—¡¿Cómo dijiste Rosita insípida?! —la piel de Elias se enrojece y aprieta sus manos en sus muletas.

—¡Es Rosa para ti!

—¡Yo te llamo como yo quiera!

—¡No, tú no...

Las puertas del ascensor se abren y relajo mis músculos, solo un poco al sentir el aire fresco. Mis ojos observan a Karlyelis, enfermera de pediatría y fundadora del club de fans de Lucio Lancer, mi jefe.

No soy de relacionarme mucho con otras áreas, más que nada por mi tiempo limitado, pero con Karlyelis siempre me encuentro en los ascensores y normalmente conversamos hasta tomar caminos separados, sin embargo, hubo una ocasión dónde me invitó a una fiesta donde iban a estar todas sus amigas, la mayoría de pediatría, y ahí es donde me enteré del fetiche que tenían con mi jefe.

Me han pedido ayuda para conquistarlo, pero la verdad es que Lucio Lancer es reservado con su vida sentimental desde que murió su esposa.

Karlyelis es guapa, cabello negro abundante, ojos verdes y un cuerpo de infarto. Su personalidad es igual de bella, el amor que le tiene a los niños, sus pacientes, es realmente algo que no se ve todos los días. Aun así, es juguetona y una empedernida enamoradiza.

—¿Todo bien por aquí? —dice mirando la escena y adentrándose.

—Por supuesto —responde Walker.

Karlyelis busca mi mirada para aprobar el hecho.

Solo giro los ojos y me acerco a su oído para susurrarle:

—Es Elias Walker —sí, tal vez me he quejado de mi paciente con todos los que he podido.

—Ese desgraciado —responde con desprecio.

Miro atrás y me doy cuenta de que Rosita está con sus brazos cruzados mirando la pared del elevador y Elias el otro extremo.

Se calmaron, puedo regular mi ritmo cardíaco al saber que no tendré que ir a la comisaría a testificar nada.

—¿Alguna novedad? Siempre me traes los mejores chismes —me vuelvo a Karlyelis y meneo mis cejas.

Agranda sus ojos, lanzándome una mirada cómplice.

—¿Te acuerdas de los enfermeros que encontraron en el baño del quinto piso teniendo sexo? —habla bajo, con cuidado de que las dos personas de atrás no oigan.

—Por supuesto, fue el tema del año pasado ¿Qué pasa con ellos? Los despidieron —respondo de la misma forma.

—Si, pero la chica está embarazada y adivina ¡El hijo no es del enfermero, es del jefe de psicología!

Mi quijada decae.

—¿Se metió con su compañero y el psicólogo del hospital? —digo asombrada— Diablos, debí conocerla, necesito saber más de este caso —me rio bajo.

—Yo igual, pero no te preocupes, tengo mis contactos que me conseguirán más detalles.

—Espero la actualización.

Las puertas del ascensor se abren, me despido de Karlyelis y no espero más para ir atrás y ayudarle a Rosita a salir del espacio. Ella reniega, pero no me importa, casi puedo sentir como Walker planea seguirnos para continuar la pelea.

Cuando estoy a unos metros, volteo con disimulo y en efecto, él está con su cara enfurecida y siguiéndonos con sus muletas.

Jamás en mi vida pensé sentirme agradecida porque Elías este en negación y no haya tenido buenos avances.

—Paremos ese taxi —le señalo a Hernández un auto con su distintivo color amarillo.

—No, cariño, mi hijo está aparcado aquí.

Frunzo mi ceño ¿Dónde está? Lo único que veo es un auto de último modelo, de esos deportivos que normalmente utilizan los solteros millonarios de la alta sociedad.

—No veo a nadie, Rosita.

—Ahí —levanta una de sus manos y señala el auto lujoso que antes estaba tachando de presuntuoso.

—¿Estás segura? —tal vez el enfrentamiento con Walker la ha desestabilizado.

—Si, cariño, ven.

Dejo de tocar su silla de ruedas y ella misma empieza a manejar con dirección a la pista. Me coloco a su lado de inmediato. Las lunas del vehículo están polarizados así que no puedo ver nada más que el reflejo de la calle. Sin embargo, cuando estamos a una distancia prudente, las luces del auto se encienden y la puerta del copiloto se abre, dejando al descubierto al conductor.

Lo primero que veo es su cabello negro, después su piel pálida como la nieve y sus labios resecos por el clima frío. Él no se detiene en ningún momento, de hecho cuando creo que ha terminado de salir del auto, su altura aumenta. Es demasiado, jamás he conocido a un hombre tan grande. No es exagerado para tacharlo como un mutante, pero tiene un aura demasiado intimidante como para ser el hijo de la encantadora Rosita.

Es un hombre de negocios, lo noto desde su vestimenta, ropa fina, elegante y un muy buen gusto de calzado. Tú lo ves y estás consiente que se pudre en dinero.

Sus pasos hasta nosotras es coordinado, casi calculador.

Es atractivo.

Es... Tiene algo que llama mi atención, pero no me refiero a algo romántico o sexual, simplemente lo siento en mi corazón.

—¿Te conozco? —pregunto a penas se planta a mi altura.

Las palabras salen por si solas, casi como si necesitará una confirmación.

Sus ojos grises se ven incluso más llamativos desde cerca.

Sonríe.

Esa sonrisa... Mi corazón empieza a latir con más rapidez.

—Me presento, soy Arlon Brax —me tiende su mano pálida.

No lo pienso, extiendo la mía y entonces toco su piel. Fría, al igual que su tono, pero tan caliente como para generar algo en mi sistema. Mi piel se eriza y mi subconsciente me grita algo que no puedo escuchar, pero siento su desesperación, su dolor.

Retraigo mi mano de inmediato.

¿Qué fue eso?

—¿Brax? —repito.

—Adopte a Arlon a los quince años y él decidió quedarse con el apellido de sus progenitores —me informa Rosa, tomándome por sorpresa.

—Pero eso no quiere decir que no te ame. —añade su hijo que se inclina a ella y deposita un beso en su frente— Te lo he dicho miles de veces, tú eres y siempre vas a ser mi única madre, la familia que nunca tuve.

—Lo sé, mi amor.

Él sonríe con satisfacción y luego vuelve a mirarme.

—Soy Ashley Wood, fisioterapeuta de tu madre —me presento, sintiendo un vacío en mi estómago.

—Lo sé, mi madre no deja de hablar de ti, eres su salvadora. —su forma de hablar me transmite nervios, ráfagas de electricidad— Si estás aquí supongo que por fin has aceptado el almuerzo que tanto a querido —señala a su madre.

—Amor, no me expongas por favor.

—Solo hago mi trabajo, pero no puedo negar que Rosita se ha robado mi corazón, es encantadora.

—Sí, así es mi madre —concuerda.

Suelto un suspiro lento para controlar la extraña sensación, Arlon me observa con detenimiento mientras achina sus ojos, buscando algo, como si tratará de descifrar un enigma.

Hago lo mismo, esto es demasiado poderoso para poder ignorarlo.

Rosita interrumpe nuestro silencioso análisis, para después continuar con nuestro camino. Brax la ayuda a subir al auto mientras que yo me acomodo en la parte de atrás, pasando por el asiento delantero. Desde adentro incluso puedo ver más detalles costosos, todo está cubierto de cuero.

Arlon cierra la puerta donde está Rosita y ella inmediatamente se voltea a mí para poder susurrar bajo:

—¿Es guapo, verdad? Ustedes harían una excelente pareja.

Suelto una risa pequeña al tiempo que Brax toma posición de su sitio y enciende el vehículo.


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La sensación se va, esa extrañeza se esfuma y poco a poco me voy acostumbrando a su presencia, su aura. Aunque no llego a esa conclusión hasta que Arlon roza su mano con la mía para recoger el plato vacío de mi al frente

Lo máximo que he sentido es su frialdad y lo admito, durante unos segundos lo he relacionado con Eduard Collen. No puedo culparme, ambos tienen el mismo porte, especialmente su piel pálida. Si tuviera dieciséis años tal vez tendría esperanza en la existencia de los vampiros o cualquier ser sobrenatural, sin embargo no es el caso.

—Gracias —le digo a Arlon, que me da una sonrisa y también recoge el plato de su madre, para después perderse en la cocina.

Rosita ha preparado su sopa casera, la que tanto ha llenado de halagos desde que nos conocimos y no es para menos, puede ser sopa, pero es la más exquisita que he probado en toda mi vida. Cabe mencionar que esto jamás lo diría frente a mi madre, posiblemente se entristezca por sus limitados conocimientos en cocina.

—Tienes que pasarme la receta —limpio mis labios con una servilleta.

Si bien ayude a cortar las verduras, Rosita no me dejó ver los ingredientes que le echaba al caldo.

—Es secreto, cariño —pone su mano en mi hombro y me da ligeras palmadas con compasión.

Gimo.

—No perdía nada por intentar.

—Hay cariño, podría reconsiderar mi respuesta si te casas con mi hijo o si tan solo se convierten en enamorados, serías parte de la familia, tendrías mis recetas y seríamos la mejor suegra y nuera del mundo —junta sus manos a la par que sus ojos brillan— ¿No te parece una increíble idea?

Los nervios se hacen presentes.

—Oh, bueno, claro, sería una idea brillante, pero en estos momentos de mi vida estoy enfocada en mi trabajo y realmente no tengo tiempo para conocer a una persona en el plano amoroso —una verdad a medias.

—Oh, ya veo. —hace un mohín— ¿Hay otro hombre? Jamás me has comentado de nadie, pensé que éramos íntimas, cariño.

—¡No! Bueno sí, pero es complicado —estoy trabajando en ello.

—Ya veo, las cosas del amor siempre son así. —tira sus labios a un costado— Sé que dije que sería solo un almuerzo, pero de verdad me gustaría que te quedarás un poco más ¿Sabes que los pay de manzana también me salen deliciosos?

Me río, no lo dudo.

—De verdad me gustaría, pero tengo que ir a alistarme para una reunión con un agente inmobiliario. —explico mientras me pongo de pie— El almuerzo ha estado muy rico, gracias y espero venir más seguido —me sincero, inclinándome para besar su mejilla.

—No te preocupes cariño, comprendo. —asiente— Nos vemos en la próxima cita y por favor, acepta que mi hijo te lleve a tu casa.

—Oh no, no es...

—¡Arlon, ven aquí! —de inmediato miro el lumbar de la cocina por dónde viene Arlon, secándose sus manos con un trapo blanco.

—¿Todo bien? —dice mirándonos con extrañeza.

—Ashley ya se va a su casa, llévala y asegúrate de que nada le pase ¿Sí? Hay muchos imprudentes hoy en día en esta ciudad —Rosita suelta un suspiro exasperante.

—No es necesario, de verdad puedo tomar un taxi.

—Para mí no es ninguna molestia, —contradice Brax— déjame llevarte.

—Ya vez, cariño, mi hijo es un caballero.

Atino a sonreír tratando de contener mis nervios. Ha pasado un buen tiempo desde que nadie me había intentado emparejar con alguien desconocido.

Supongo que la racha ha acabado.

Después de un despido prolongado a Rosita, Arlon y yo salimos de su casa y nos hundimos en su auto de lujo.

Un escalofrío me recorre al sentir el ambiente helado, sin embargo trato de que no se note.

—¿Deseas qué prenda la calefacción? —pregunta con sus manos a punto de apretar el botón.

—La verdad es que si —froto mis manos entre sí.

No espera más, aprieta el botón y da marcha al auto. A los pocos segundos, se siente el calor inundar el ambiente.

—Eso fue rápido —bromeo.

—Te sorprendería lo que uno puede lograr con el dinero necesario.

—No lo dudo —susurro.

—Por favor, pon tu dirección en la pantalla —señala el aparato con un movimiento de cabeza.

—Claro —me inclino y empiezo a teclear en la pantalla con la aplicación de Waze abierta.

Una vez que doy clic en iniciar viaje, una voz robótica empieza a sonar por los altavoces. De la impresión, doy un salto en mi sitio.

—Lo lamento —se disculpa, bajando el volumen y haciendo tenue la voz.

—No pasa nada.

Aseguro mi cinturón de seguridad y me acuesto en el respaldar del asiento para poder observar el exterior, todo está opaco y por las nubes grises en el cielo, se pronostica una fuerte lluvia está noche.

Podré estar viviendo cinco años aquí, pero jamás me voy a acostumbrar al clima.

Una fuerte vibración se presenta desde mis pantalones y con una interrogación en mi rostro, saco mi celular y miro la pantalla.

Petroval, mi agente inmobiliario.

—Hola ¿Todo bien? —digo, respondiendo la llamada.

—Buenas tardes, Ashley. Tengo malas noticias, he tenido un percance familiar y no podré reunirme contigo a la hora acordada, pero te he transferido con otro agente que va a ocupar mi lugar. —hago una mueca. De por sí tengo pocas esperanzas de encontrar un buen lugar y con estas noticias siento que el destino se burla de mí.

—Oh, ya veo, no te preocupes, supongo que después de tu llamada el otro representante me llamará.

—Así es, su nombre es Walter Jox.

—Walter Jox. —repito— Entendido.

Petroval se despide y solo entonces puedo soltar un bufido de exasperación.

Si algo comienza mal, va a terminar mal. Y en este caso, mi búsqueda de departamento parece nunca terminarse, siempre hay algún impedimento, alguna falla, no encuentro el lugar indicado.

—¿Cómo conoces a Walter Jox? —pregunta Arlon, llevándose toda mi molestia y generando intriga.

Tiene la vista al frente, pero de igual forma puedo ver la pequeña arruga de su frente.

—Mi nuevo agente inmobiliario —informo— ¿De qué lo conoces tú?

—Es mi trabajador.

En ese momento, mi celular comienza a vibrar entre mis manos y antes de que pueda contestar, Arlon tiende su mano en mi dirección como pidiendo permiso para atender la llamada.

Se lo doy sin pensarlo, algo dentro de mí dice que es lo correcto, se siente bien.

Brax baja la velocidad del vehículo y desliza el botón verde de mi celular para después poner el aparato en su oído.

—Walter, soy Arlon, por favor envíame todos los datos de la señorita Ashley Wood a mi correo. —detiene sus palabras y vuelve a retomar la charla segundos después— Sí, gracias.

Aleja el celular de su oreja y me lo tiende sin despejar la vista del camino.

—¿Acabo de temer en problemas a Petroval o Walter? —bromeo con una pizca de seriedad.

—Por supuesto que no —niega con un intento de sonrisa.

Arlon se desvía de la ruta de mi casa y la voz robótica del Waze se lo recalca haciendo que repita varias veces las diferentes rutas nuevas que tiene que tomar.

Finalmente, cuando estoy empezando a dormirme, Brax estaciona su vehículo en los alrededores de un parque.

Afloja su corbata y saca su celular, empezando a revisar el aparato con un gesto analítico. Lo llamo por su nombre para saber lo que pasa, pero él me ignora y la verdad es que no creo que sea adrede, parece absorbido por la pantalla.

Me inclino a su lado para ver lo que es de su interés.

Son mis datos. Está todo, mi edad, mi dirección actual, mi trabajo, lo que busco en un inmueble y todo lo que no, mi presupuesto e incluso un perfil psicológico que no sé cuando me lo han tomado.

No tengo idea de la compañía que Arlon maneja y para ser honesta, recién llevo una cita con Petroval como para calificar los servicios que ofrecen. La primera cita que tuve con él, me llevo aún departamento a cuarenta minutos del hospital, era más lejos del lugar de donde estoy viviendo, pero aun así cumplía con los requisitos que pedí en un inicio.

Era perfecto, realmente pensé que por fin había encontrado el lugar indicado, sin embargo, tuvo que pasar algo. Justo cuando estábamos saliendo del lugar, Petroval y yo fuimos testigos de como asaltaban a una pareja joven al cruzar la calle.

Quedé asustada.

La zona en sí no era peligrosa, lo chequeé después de llegar a casa, pero nada podía hacer mi agente con el miedo que había generado al lugar.

Cómo dije, siempre tiene que pasar algo.

—Me corrijo, Walker está en serios problemas —dice mi acompañante, guardando su celular

—¿Qué?

—Te iba a llevar a un lugar que no cumplía con tus requisitos, el primero que te llevo Petroval era ideal, pero comprendo la situación que se generó en la despedida del inmueble. —su tono se ha vuelto más serio, justo como cuando Ariel quiere ejercer su profesión conmigo.

—Un error lo puedo cometer cualquiera —trato de interceder por el pobre desconocido, dejar a alguien sin empleo no esta dentro de mis planes.

—No en mi compañía. —Arlon se acomoda en su asiento para mirarme con mayor amplitud, sus ojos me barren y aun así no hay nada morboso en ellos— No quiero incomodarte con lo que te voy a decir, pero tu vestimenta no tiene nada de malo, no necesitas ir a cambiarte para tu cita, que te informo que está cancelada con Walter. Quiero llevar tu caso, tengo en mente un lugar que es específico para ti y lo mejor es que está dentro de tu presupuesto ¿Qué opinas, Ashley? Llegaremos en quince minutos.

Mis ojos se abren de la impresión y mi pecho se contrae.

Algo en mi interior grita: Por fin.

—Llevo meses buscando un lugar decente, de seguro debes saber lo agotador y exasperante que se puede volver esto así no veo problemas en ponerme en las manos de un experto.

—Estás ayudando a mi madre de una forma que no tienes idea, gracias por dejarme hacer esto por ti —sus palabras son suaves, sin perder la elegancia.

Aún así no hayo una justificación para lo absoluta confianza en Arlon. No es normal, mi pasado ha dejado cicatrices y no creo que haya pasado un milagro. Deduzco que esto se trata de él, de su absoluta persona, pero la pregunta es ¿Por qué? ¿Qué tiene Arlon Brax de especial?

Sus pupilas se dilatan, dándole un aspecto encantador a sus grises y sin medir mis emociones, me lanzó a su cuerpo y lo abrazo.

Un impulso que surge desde la nada. Sin embargo no se siente incorrecto, de hecho se siente demasiado bien, la forma en que me envuelve es casi familiar, puedo sentir un verdadero cariño emanando de sus poros.



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Hola 🤍

¿Un poco raro que actualice seguido? Que puedo decir, la inspiración esta en el aire, estas vacaciones han sido necesarias así que espero que disfruten todo lo que voy a ofrecerles 🤜🤛. El próximo capitulo si esta potente así que solo me sentare y mirare como todo arde jajajaja (las que leyeron la versión anterior supongo que ya sabrán, pero cambiaran las cosas así que de igual forma no se admite spoiler)

Por cierto, esta semana es la independencia de mi país (Perú) así que un buen "regalo" seria que comenten mucho jajaja, ya saben mi obsesión por eso. 

Por cierto ¿Les gusto el nuevo personaje? Quisiera leer las teorías que tengan 👀.

Cuídense mucho, bai.




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