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Capítulo 6.

Era jueves por la mañana temprano, y un joven chico coreano de negros cabellos se dirigía con paso decidido a la casa del chico que sospechaba que se le declaró por error.

Para su mala suerte, no le encontró nuevamente el día anterior después de toda la escena en el baño. Además el japonés no parecía ayudar mucho, ya que no contestaba a ninguno de sus mensajes.

El mejor amigo del japonés tampoco puso mucho parte de igual manera, ya que cada vez que se había cruzado con él por los pasillos había huido cobardemente en un intento de evitar un largo interrogatorio suyo.

Suspiró metido en sus pensamientos.

¿Y cómo es que sabía Sunoo la dirección de Nishimura Riki? Pues bien, esto es todo gracias al chico australiano que tiene por mejor amigo. Desconocía la razón por la que este conocía la dirección de su, probablemente, nuevo crush. Porque sí, puede que hubiera quedado ligeramente flechazo del rubio de gafas.

De todas formas, decidió no hacerle preguntas a Jake sobre las razones por las que sabía dónde vivía el japonés. Ya hablarían de eso en otro momento.

Cuando estuvo por fin frente a su destino, toda su confianza pareció disiparse al instante. Sus piernas temblando ligeramente.

Miró unos segundos más la vivienda y se giró para ir camino a la escuela. "Tal vez mañana" fue lo que pensó.

Pero tras unos pasos escuchó una puerta abrirse. Se tensó y sus ojos se cerraron con fuerza, con miedo de ver a su objetivo al darse la vuelta.

—¿Sunoo?

Escuchó una voz ligeramente ronca a sus espaldas, no parecía que le hubiera preguntado a él, sino más bien un murmura para él mismo.

"Ojos que no ven, corazón que no siente. No he escuchado, no he visto, sigo recto y todo irá bien." Pensó el mayor.

—¡Sunoo hyung, buenos días!

Una voz alegre sonó detrás de él, junto a unos pasos acelerados que llegaban cada vez más cerca. Cuando quiso darse cuenta tenía al lado a un lindo chico con gafas y una linda sonrisa, que quería pensar, era para él.

¿Cuándo cambiaron los papeles? Era una pregunta que se encontraba en los pensamientos de ambos. Antes Sunoo era el que se acercan alegre y con energías y Ni-Ki el que reaccionaba tímido y nervioso ante sus acciones.

Pero el nervioso ahora era él. Un muy suave sonrojo se había instalado en sus mejillas. Sonrió como bien pudo y susurró un "Muy buenos días a ti también Riki" antes de dirigir su mirada al suelo.

Hubo silencio por unos segundos mientras caminaban juntos.

—Hyung, yo... Quería darte las gracias por lo de ayer. Ya sabes, por la ayuda que me diste para no parecer un desastre durante todo el día.

—No hay de qué Riki, para eso están los amigos.

Cualquiera pensaría: "Eso me ha dolido hasta a mí", pero la realidad es que Ni-Ki estaba dando botes de alegría sabiendo que había hecho progreso con él independientemente de las cartas.

El silencio hizo presencia, las mentes de los dos pensando en cómo iniciar una conversación mientras caminaban el uno al lado del otro.

Tanta era la concentración que Sunoo casi se tropieza con un pequeño desnivel en el suelo. El chico japonés alcanzó a sujetar su mano para ayudarle a mantener el equilibrio.

La obvia preocupación en las palabras del rubio encendió nuevamente las mejillas del mayor.

Asintió torpemente con la cabeza y siguieron caminando, sin darse cuenta aún de que la mano de Ni-Ki seguía abrazando la de Sunoo, con temor a que vuelva a tropezar.

Cuando llegaron a la escuela entraron juntos, de la mano, dejando a los líderes de los clubes de literatura y baloncesto con la boca abierta de par en par.

Al momento de despedirse ambos quisieron hacer una reverencia, causando sin querer que su frentes chocaran. Parecía que el golpe les hizo reaccionar, porque fue ahí cuando se dieron cuenta de que sus manos seguían juntas.

Después de soltarse y de un desastroso intento de decir adiós, cada uno fue a buscar a su respectivo mejor amigo para hablar un rato antes de entrar a clases.

Las clases pasaron lentas, al menos para Ni-Ki y Sunoo, que estaban rogando que el tiempo de descanso llegara de una vez para así finalmente poder salir al patio. Y es que cuando por fin llegó la hora, ambos salieron disparados de sus clases, con ganas de verse nuevamente.

Mientras, Heeseung y Jake intentaban alcanzar a su respectivo amigo entre la gran multitud de gente en los pasillos.

Poco tardaron el rubio de gafas y el azabache coreano en cruzar miradas. Ambos se quedaron quietos por un momento, sin embargo fue el japonés el que dio el primer paso para acercarse más, hasta quedar frente a frente.

Tras una corta conversación banal, decidieron encaminarse juntos hacia el patio del edificio.

Heeseung, que miraba desde lejos la situación se llevó las manos a la cintura soltando un suspiro. Estaba feliz por Riki, pero en su mente solo cruzaba la pregunta: ''¿Y ahora que hago yo?'' No era de esos que tenían un amplio circulo social, y no quería hacerles mal tercio a los chicos.

Sus problemas estaban a punto de ser solucionados. Un chico australiano puso una de sus manos en su hombro mientras hablaba.

—Vaya, me parece que acaban de dejarnos tirados.

El mayor pegó un respingo ante la sorpresa. ¿Había mencionado que era realmente asustadizo? 

—Oh, wow, lo siento tío, no quería asustarte.

Los ojos del azabache se abrieron ampliamente ante la manera en la que el extranjero le había hablado.

El silencio reinó hasta que Jake se dio cuenta de lo que acababa de decir. De inmediato retiró su mano del hombro del mayor haciendo una reverencia con la cara y las orejas rojas.

—¡Lo siento muchísimo! Se me olvidó por un momento que usted es mayor que yo, en serio lo lamento.

—No, no, si tampoco es para que me trates de usted...

—Tengamos una cita para que pueda pedirle disculpas.

Y el silencio volvió a aparecer mientras a Heeseung se le subía la sangre a las mejillas. ''Si Ni-Ki fuera tan directo Sunoo seguramente se habría alejado de él muy rápido. ¿Cómo puede alguien así ser mejor amigo de él?''

—Bueno, entonces el domigo a las seis de la tarde en el parque de aquí al lado. Por ahora, vayamos al patio, nos regañarán por quedarnos dentro.

Tomó la mano del chico coreano arrastrandole con él. Este todavía no había vuelto a abrir la boca. Le estaba costando procesar todo lo que estaba pasando. 

Ambos se sentaron en un banco. Y, cómo no, fue el menor quien inició la conversación.

—Parece que Ni-Ki está avanzando mucho. Todavía no sabría decir si me agrada la idea de que esté cerca de Sunoo o no. Si le da por contarle todo no sé cómo de mal acabarán las cosas.

Murmuró el chico.

—Sí... Creo que le hace bien intentar volver a hablarle y eso.

El coreano volvió a callarse analizando nuevamente lo que había dicho Jake. Estaba siendo realmente lento hoy.

¿Cuánto y cómo sabía el castaño de su mejor amigo? Y, oh, por los dioses, ¿cómo acababa de llamarle a Riki?

—¿¡Sunoo te ha contado lo del apodo de Ni-Ki!?

—¿¡Sunoo sabe lo del apodo de Ni-Ki!?

Silencio, nuevamente.

Sin duda ellos tendrían que hablar. Había muchas preguntas que ambos querían hacerse.

—¿Sabes, Riki? Me parece impresionante la cantidad de palabras tan bonitas que conoces. ¿Es por leer tanto? Lo digo por, ya sabes, cuando me ayudaste en la biblioteca.

—En realidad...— Paró un momento a pensar cuál sería la mejor respuesta para dar. —Cuando era pequeño tenía un gran amigo, mi mejor amigo. Él siempre me decía palabras bonitas que leía en libros. le encantaba leer.

El chico rubio alzó la mirada al cielo con una sonrisa.

—Siempre me contaba emocionado las apasionantes historias que leía. Las de romance siempre eran sus favoritas. Cuando tuve que volver a Japón por primera vez le prometí, entre otras muchas cosas, que algún día aprendería incluso más de esas bellas palabras para poder enseñárselas yo a él.

Esta vez su mirada se dirigió al suelo y mordió su labio.

—Podría decir que, aquel chico que conocí ya no existe más y nunca volverá, — "a ser el mismo", pensó— pero, me prometí a mí mismo que algún día, le enseñaría a alguien que me haga tan feliz como él, todas esas palabras.

Cuando dirigió la mirada al de cabellos negros y vio sus ojos cristalinos su corazón estuvo a punto de saltarse un latido.

—¡Lo siento! Lo siento.— Dijo Sunoo mientras frotaba sus ojos con las mangas de su camisa y reía suavemente. —Soy demasiado sensible. Siento que ya no esté más, seguro que era una gran persona.

—La mejor que he conocido nunca, eso seguro.

El chico de gafas sacó de su bolsillo un pañuelo de tela y se lo tendió al contrario.

—Usa esto hyung, te harás daño si frotas mucho con la camisa.

El mayor agradeció tomando el pañuelo con una sonrisa. Pensó que tal vez era un buen momento para comprobar "eso".

—Oye Riki... Verás, aquel día en la biblioteca, esas palabras que buscaba, eran en realidad de una carta. Supongo que lo sabes, después de todo una chica te pidió que me dieras la carta de ayer, ¿verdad?

—¿Una chica...? ¡Oh! Sí, sí claro.

¿Heeseung le dijo que lo pidió una chica? Juraría que le había dicho que Sunoo era gay, menudo desastre.

Y bueno, no, Heeseung no había dicho eso, él dijo claramente "un chico"

El chico coreano estaba contento, Riki se había expuesto a sí mismo.

—¿Así que una chica, eh...?

El japonés tragó saliva, diablos, ¿acababa de caer una trampa? Pero había leído suficientes novelas como para saber cómo salvarse.

—Bueno, no estoy seguro al cien por cien. Creo que viste que no estaba en mis cinco sentidos, hyung. Pero sí Heeseung te dijo eso, supongo que lo era.

Sunoo apretó los labios. El plan no funcionó, tendría que pensar en una mejor estrategia.

Quiso decir algo más en otro intento de comprobar qué tan ciertas eran sus sospechas, pero la campana que indicaba el final del recreo frustró sus planes.

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