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Capítulo 5.

Era temprano en la mañana. Miércoles, solo quedaban tres días contando este para terminar con los días de escuela de la semana.

Heeseung se encontraba esperando a su pequeño amigo para charlar un rato antes de iniciar las clases. Entró a Kakaotalk para poder escribir al chico japonés y de este modo saber cuánto le quedaba para llegar.

"Última vez activo a las 5:32 am". Lo primero que pensó cuando vio eso en su pantalla fue que debió haber madrugado, pero cuando divisó a lo lejos la figura del menor arrastrando sus pies a paso lento y con su cuerpo echado hacia delante se dio cuenta de que su hipótesis no era correcta.

Según más cerca estaba el rubio, más podía notar el azabache que en realidad debió de haber dormido con suerte algo más de una hora.

Su cabello mal peinado, ojeras notables bajo sus ojos, sus gafas torcidas y su ropa mal colocada.

—Riki, ¿qué diablos pasó? Estás hecho un desastre, ¿cuánto has dormido?

—Media hora...— Murmuró el japonés para posteriormente soltar un bostezo.

Heeseung solo suspiró para después tomar la mano de su amigo llevándole a un ritmo asequible para él hacia el interior del edificio.

Llevo a Ni-Ki hasta el baño. Debía tratar de arreglarle un poco, aunque no sabía bien como haría eso. No tenía nada que pudiera usar para arreglar su pelo u ocultar sus ojeras.

Le hizo dejar la mochila a un lado para seguidamente intentar colocarle correctamente las gafas y la ropa. Todo esto mientras le regañaba por no haber dormido lo necesario.

Claro que el menor no escuchaba estaba muy ocupado haciendo un esfuerzo por no caer rendido ante el sueño.

Poco tardó la puerta en abrirse, dejando ver al chico favorito de Riki. Al contrario que el rubio él parecía perfectamente descansado, y como siempre su cabello, rostro y ropa tenían una apariencia pulcra y hermosa.

El coreano mayor se sorprendió al verlo, hizo una referencia saludando de inmediato, acción que imitó Sunoo.

El último mencionado dirigió su mirada hacia el más pequeño de los tres, el cual estaba tan cansado como para ni siquiera poder parar a pensar en que estaba luciendo como un desastre ante el amor de su vida.

—¿Se encuentra bien?

La voz suave y dulce del chico hizo a Ni-Ki quedar al borde del mundo de los sueños.

Heeseung lo sujetó por los hombros evitando que se cayera para después asentir con una sonrisa nerviosa ante la pregunta de Sunoo.

—No ha podido dormir mucho hoy y bueno, me toca a mí ayudarle a no ir por ahí luciendo mal.

—Permíteme...

El más bajo se acercó al rubio. Dejó una mochila en el suelo para después abrirla y buscar un peine en esta.

El mayor se apartó para poder dejarle espacio al pequeño.

—Hey, Riki, voy a peinarte, así que no te nuevas mucho, ¿está bien?

El chico de gafas asintió a pesar de que, siendo honestos, no había prestado atención a lo que le habían dicho.

Sunoo comenzó con su tarea de peinar al japonés, encargándose de dejar sus cabellos rubios en orden.

Aunque no tenía nada con que cubrirle las ojeras, pensó que no estaba nada mal.

Heeseung solo observaba todo con una sonrisa, aunque se quedó extrañado cuando de pronto el rubio se acercó a su mochila sacando de ella un sobre.

Cuando notó lo que era entró en pánico, claramente el menor no estaba pensando en lo que hacía.

Sin decir nada, le entregó la carta a Sunoo, le abrazó, tomó su mochila y salió del baño con pasos torpes.

El coreano menor estaba confundido, mirando el sobre. Comenzó a atar cabos y abrió su boca en clara señal de sorpresa y se giró para ver al mayor, preguntándole con la mirada si lo que estaba pensando era cierto.

Este último estaba pálido y con una terrible crisis interna.

—Todo tiene una explicación, verás, antes de entrar aquí nos cruzamos con un chico que nos dio esto y nos pidió entregarte ese sobre cuando te viéramos. Pero no tenemos ni idea de lo que pone en la carta- Es decir, no, no sabemos qué hay en el sobre, no tenemos ni idea, tal vez sea una carta. Sí, justo eso.— Soltó carcajadas nerviosas para después hacer una reverencia rápida.

"Debería de ir con Ni-Ki, quiero decir, Riki. Sí eso, nos vemos, Adiós." Y dicho eso el mayor huyó. Pero Sunoo no era tonto, claro que no.

Cuando Riki despertó, estaba en la enfermería. Estaba confundido, ¿cómo terminó allí?

Tras hablar con una enfermera descubrió que Heeseung había mentido diciendo que se encontraba muy mareado para que de esta forma pudiera dormir un rato.

Tendría que agradecerle después por eso.

Miró el reloj en la pared. Aún no se habían acabado las clases, quedaban exactamente siete minutos para que el recreo comenzara, lo que significa que había dormido únicamente tres horas.

A pesar de no haber dormido tanto se encontraba mucho mejor. Pensó en qué había pasado desde que salió de su casa hasta que terminó quedándose dormido.

Tenía un vago recuerdo de haber llegado con Heeseung al baño, pero nada más después de eso.

Hablaría con él de eso cuando el descanso llegara.

Se preparó, agarró su mochila y se dirigió al patio. Pensó que podría aprovechar los cinco minutos que quedaban para que sonara la campana para dejarle a Sunoo la carta en su taquilla, pero oh, sorpresa. La carta no estaba en su mochila.

Casi se le va el alma al cielo. ¿Se la dejó en casa? ¿Se le calló en algún sitio? ¿Qué haría si alguien la encontraba? Pasó los cinco minutos montando terribles escenarios sobre lo que pudo haber pasado con la carta y las consecuencias de cada situación.

El sonido de la campana le sacó de su mundo de pesadillas y de inmediato agarró su mochila corriendo hacia la clase de Heeseung.

Cuando este salió de su clase y vio la expresión de terror en el rostro de su mejor amigo fue capaz de suponer que se dio cuenta de que la carta había "desaparecido".

—Relájate, la carta está bien.

—Gracias al cielo, ¿dónde está?

—Se la diste tú mismo a Sunoo, merluzo apocopado.

El japonés juraba que podía desmayarse en aquel momento, pero viendo que el azabache estaba tranquilo quiso pensar que se las ingenió para buscar una excusa ante sus acciones.

Ni siquiera quería saber qué le había dicho, no quería saber más de las cartas por ese día. Heeseung agradecía eso, porque había mentido de pena y estaba rezando porque el crush del chico de gafas se hubiera tragado esa mentira barata después de haber expuesto el apodo de este.

Sunoo leía la carta una y otra vez. No entendía por qué le decía cosas tan tristes esta vez. No pensaba que el chico de las cartas fuera un cobarde.

Miró la firma, "N". Heesung le había llamado Ni-Ki. ¿Por eso sabía Riki el otro día la definición de todas aquellas palabras? ¿Por eso Heeseung le detuvo la otra vez antes de llegar a su taquilla? ¿Por eso estaba en la primera carta aquella palabra japonesa tan bonita?

Sus mejillas se tiñeron de un suave rojo mientras pensaba en la idea de que tal vez Riki pudiera ser quien le escribía las cartas.

Pero, ¿qué tal si Heeseung no mentía y todo eran coincidencias? Por más improbable que fuera no era imposible y la opción de que no fuera así no era descartable. Debía primero asegurarse de que estuviera en lo correcto, luego pensaría qué hacer.

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