Capítulo 2.
Ya era martes, y cómo era costumbre, Sunoo estaba caminando hacia la escuela. Esta vez junto a Jake, quien se sentía lo suficientemente bien como para ir a clases.
Si no fuera por toda esta situación de la carta de Sunoo la idea de levantarse a las siete de la mañana ni siquiera habría cruzado su cabeza.
—¿Crees que encontraré otra carta al llegar Jakey?
—Pues no lo sé Sunsun, ni siquiera sabe si estás feliz por la carta. Haz cuenta de que no ha podido verte todavía. Si te notara incómodo no lo haría de nuevo supongo.
Eso era lo que pensaba el mayor de los dos, el cual no tenía ni idea de que en realidad, el pequeño autor de las cartas había dormido mejor que nunca la noche anterior cuando vio a su crush tan feliz por su obra.
—Supongo que tienes razón, ¡entonces me aseguraré de que se note a kilómetros lo feliz que estoy!
—Pero tampoco te excedas, no queremos que se asuste y salga corriendo lejos de ti.- Bromeó el australiano mientras jugaba con la pelota de baloncesto que siempre llevaba consigo a la escuela.
—¡Yah, Shim Jake! No digas bobadas, él no haría eso... Creo. ¡Bueno! El caso es que no tendría razón para hacerlo. Él dijo que le gusta verme sonreír.
—Tal vez se canse si lo haces mucho.
Y así fue como el castaño se llevó un golpe por parte del azabache, que aceleró su ritmo ignorando al mayor hasta llegar a la escuela mientras él solo reía y se disculpaba.
—¡Heeseung hyung! ¡Aquí!
El pequeño rubio agitaba su mano en el aire buscando llamar la atención de el líder de su club, el cual había comenzado a buscarle con la mirada nada más entrar al recinto escolar.
Cuando el mayor notó al chico de lentes se acercó de inmediato a él, saludándole con unas palmaditas amistosas en su hombro.
—Buenos días Ni-Ki, ¿qué tal estás?
—¡Estoy muy bien! Tengo listo el papel y el sobre para escribirle otra carta hoy. La escribiré y la meteré en su casillero al acabar las clases antes de que se vaya.
—¿Justo en el último momento? Pero Ni-Ki, es martes, hay actividades de club después y si él está en alguno tendrá que darse prisa.
—Él no lo está, pero su amigo sí, está en el club de baloncesto. Seguro que Sunoo hyung le acompaña.
—¿Y entonces cómo piensas meter la carta antes de que pase a su casillero y se vaya con su amigo?
—Pues justo de eso quería hablarle hyung...
El pequeño río nervioso apartando la mirada del mayor.
—Uh, esto ya no me gusta tanto, ¿qué necesitas?
—Verá, necesito que distraiga a Sunoo.
—Ni-Ki, tengo que irme pronto para preparar las actividades del club antes de que lleguen los demás.
—¡Solo serán cinco minutos! ¡Por favor!
—Bueno, bien, pero solo cinco minutos. ¿Cuál es tu magnífico plan para entretenerle?
—Quiero que hagas como esas personas molestas en el centro comercial y le pidas unos minutos para hacer una encuesta.
El silencio hizo presencia entre los dos por unos segundos. Heeseung iba a hablar pero una bola impactó contra su cabeza.
—¡Kim Sunoo, si ibas a tirarme la pelota podrías haber apuntado bien!
Se pudo escuchar a lo lejos un grito. Riki reconoció de inmediato al dueño de la voz. Era Jake, el amigo de Sunoo. El castaño corrió hacia ellos tomando la pelota entre sus manos y haciendo una reverencia.
—¡Lo siento muchísimo! Mi amigo y yo tendremos más cuidado la próxima vez, se lo aseguro.
Heeseung se giró para ver al chico que le estaba hablando. No pudo evitar sonrojarse de inmediato al ver a un hermoso chico de facciones extranjeras que lo observaba con preocupación.
—Esto... ¿Se encuentra bien...?
Eso lo dijo el chico de cabellos azabache que siempre se encargaba de que el corazón de Riki se acelerara.
—Sunoo, creo que lo has roto...— Habló en un susurro el castaño.
—Heeseung hyung.- Llamó el rubio agitando su brazo.
—Sí, sí! Estoy bien, estoy bien, no pasa nada.
Exclamó de repente haciendo que el australiano y el coreano menor dieran un pequeño saltito por la sorpresa.
Heeseung se sentía avergonzado, pero sonrió cuando escuchó la risa del dueño de la pelota.
—Eso me alegra. Entonces nos vamos, ¡tened un buen día!
—Adiós Riki.— Sunoo se despidió del chico con el que tropezó accidentalmente el día anterior con una sonrisa.
Y así los dos chicos se alejaron avanzando cada uno hasta su respectiva clase.
Mientras tanto, Heeseung y Ni-Ki estaban totalmente pasmados y rojos en medio del pasillo.
—¿Dijiste cinco minutos verdad?— Murmuró el mayor de los dos todavía medio metido en su mundo y sin apartar la mirada del chico castaño que estaba frente a él hace unos segundos.
—Ajá...
Fue la afirmación de Ni-Ki quien quería explotar de la emoción por haber escuchado a su crush decir su nombre.
Pasaron alrededor de tres horas cuando por fin la campana que marcaba el inicio del recreo sonó.
Lo normal era ir al patio a comer y tomar el aire un rato después de estar tanto tiempo metido en un aula. Sin embargo el chico japonés de gafas redondas se dirigió a la biblioteca sin si quiera tener que pensarlo dos veces.
Iba a aprovechar ahora para escribir la carta, teniendo tiempo para poder expresar con tranquilidad sus sentimientos y procurar que su caligrafía fuera bonita.
Para el chico acendrado.
Tu linda cara de felicidad cuando viste la carta en tu casillero y saliste del instituto corriendo de camino a casa con el sobre y la carta en manos es un recuerdo que se mantendrá indeleble en mi cabeza por siempre.
Ver tus mejillas rojizas y tus ojos que parece que también sonríen provocan en mi un gran gigil que al estar tan lejos de ti no puedo calmar.
El pensamiento de poder estar a tu lado es una asíntota que no quiere cambiar. Pero si las cartas hacen de tu alegría algo perenne, no dudes que recibirás una cada día.
Te quiere,
-N.
Y una vez terminó de escribir, tomó la carta y el sobre yendo a buscar a Heeseung.
—¿Y bien, qué te parece? ¿Tú crees que le gustará?- Los ojos del rubio brillaban tras sus gafas, buscando la aprobación de su hyung.
—Es preciosa Ni-Ki, tal como la otra. ¿Pero estás seguro de que él entiende todo?
—En realidad, me aseguro de poner cosas que no sepa lo que son.
—Espera, ¿qué?
—Me enteré de que deben hacer una lista de palabras que nunca antes hayan escuchado o leído. Así que decidí también ayudarle un poco con eso, hyung.
—¿Y estás seguro de que su felicidad no será solo porque tiene palabras que agregar a su lista y podrá hacer la tarea?
El pequeño se sorprendió y bajó la mirada hacia la carta mientras su sonrisa desaparecía por unos segundos. No había pensado en eso, ¿y si Heeseung tenía razón?
—Oh Ni-Ki, no estés triste, no era mi intención desanimarte de esa forma... Pero sabes que no todo siempre acaba como los libros de romance del club.
—Lo sé hyung, lo sé. Pero aún así, incluso si su alegría fuera solo por eso seguiré entregándole cartas. Amo su sonrisa, y usted lo sabe.
El mayor revolvió el cabello del chico de gafas cuando lamentablemente la campana sonó indicando que debían regresar a clases tres horas más.
—Tú no te rindas Ni-Ki, seguro que logras que se enamore de ti, sea por las cartas o no.
Tras eso, cada uno fue a su clase, esperando que pasaran las últimas horas antes de su plan.
Tras tres largas horas de clases, finalmente un chico australiano de cabellos castaños pudo salir con su pelota en mano y la mochila en la espalda yendo así a buscar a su mejor amigo.
—¡Kim Sunoo!— Gritó en medio de todo el pasillo, recibiendo como respuesta un golpe en su brazo. —Sabía que funcionaría.
—¿Estás loco? No me avergüences de esa forma.
—¿Avergonzarte yo? ¿Dónde quedó tu respeto a los mayores?
Sunoo rodó los ojos y tomó su mano comenzando a caminar.
—Date prisa, debemos pasar por mi casillero antes de ir a tu club.
Jake frenó, consiguiendo así que el menor lo hiciera también.
—De eso quería hablarte. El capitán dice que la práctica de hoy debe ser privada, así que no puedes venir hoy.
—¿Qué? ¿Y qué se supone que haga entonces? Demonios... Supongo que te esperaré en la biblioteca entonces.
—Me parece perfecto, ¡adios!
El australiano salió corriendo dejando al chico de cabello azabache molesto por ni si quiera permitirle despedirse.
Suspiró frustrado, estaba a punto de ir hacia su casillero cuando escuchó una voz que le llamaba. Reconoció al chico al que había golpeado con una pelota en la mañana.
—Oye, perdón, ¿Sunoo verdad? ¿Tienes unos minutos para ayudarme con una encuesta?
El menor sonrió y asintió de inmediato, comenzando así con una sesión de aproximadamente cinco minutos de preguntas y respuestas.
De lo que no se percataron fue de que un chico castaño con su pelota de baloncesto en mano sonreía mientras les miraba.
Porque así es, Jake mintió. La práctica se había cancelado.
Viendo que el plan de los dos chicos del club de literatura -que accidentalmente había escuchado- parecía estar saliendo bien, corrió hacia el casillero de Sunoo, sabiendo que allí se encontraría a un pequeño chico rubio con una carta en manos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro