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| 27 | UN ENCUENTRO NADA AFORTUNADO CON EL EX ESPOSO



SHOSHANNA

A lo largo de los días, las llamadas perdidas por parte de mi madre comenzaron a acumularse. No quería ser una ingrata, pero sentía que todavía no estaba lista para enfrentarlos. Por suerte, Kyle había logrado parar el acoso mediático, por lo que decidí volver a mi casa. Kiara apenas había estado en casa de Kyle, ya que una vez más, se había amigado con Grayson.

Al regresar, me enfrenté a un hogar que, a pesar de ser conocido, parecía extraño después de la extravagancia y la intensidad de los últimos días. Aunque agradecía la pausa en el foco mediático, la tranquilidad me parecía un tanto desconcertante.

Me sorprendí encontrando las luces de la sala encendidas. Supuse que la última vez que había estado aquí las dejé así, y comencé a lamentarme hasta que un ruido se escuchó desde la cocina. Había hablado hace solo unos minutos con Kiara, por lo que estaba segura de que no se trataba de ella. Tomé un atizador de la chimenea y caminé lentamente, mientras marcaba al servicio de emergencias, pero cuando abrí la puerta de la cocina me paralicé.

Allí, descubrí la figura de alguien. Un hombre que se movía, ajeno a mi presencia. Mis músculos se tensaron, y la voz del operador de emergencias quedó en segundo plano mientras mi mirada se encontró con la del desconocido.

— ¡Oye, ¿Quién diablos eres?! —exclamé, mi voz temblorosa mientras apretaba el atizador con más fuerza.

La figura se giró hacia mí, revelando un rostro que reconocí de inmediato. Una mezcla de sorpresa y nerviosismo cruzó sus ojos, pero antes de que pudiera reaccionar, noté algo más. La cocina estaba repleta de bolsas de supermercado con víveres y la mesa llena de frutas y verduras. Él estaba cocinando. En mi cocina. Después de todo lo que había sucedido.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, mi corazón latiendo con fuerza mientras la situación se volvía más surrealista con cada segundo.

Parpadeé frenéticamente, intentando descifrar si era o no real. Markus rodeó la encimera, acercándose lentamente con una sonrisa. Su cabello estaba corto y perfecto, su piel más bronceada de lo que acostumbraba. Había ganado masa muscular, y su vestimenta era desestructurada, como solía ser él.

— Cariño... —susurró, colocando una mano en mi mejilla. Tarde unos segundos, pero la aparté.

— ¿No oíste lo que pregunté? ¿Qué haces aquí? —mascullé.

Me observó sorprendido.

— Es nuestra casa, Shoshanna.

La respuesta resonó en mi mente, mezclándose con la incredulidad y el desconcierto. La realidad de la situación comenzaba a asentarse, pero mi mente luchaba por aceptar que Markus, mi ex, estaba de pie frente a mí en nuestra antigua casa. La conexión con el servicio de emergencias seguía activa, pero mi atención estaba completamente enfocada en él.

— No puede ser. ¿Cómo... cuándo volviste? —pregunté, mi voz temblando con una mezcla de emociones que aún no podía procesar.

Markus soltó un suspiro, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas.

— Vine hace poco, Shosh. Necesitábamos hablar, y pensé que sería mejor hacerlo aquí, donde solíamos ser felices.

— Solíamos, lo acabas de describir perfectamente. —respondí, alejándome de él. No me permitía pensar con claridad —. No puedes aparecerte aquí, hay un divorcio firmado.

— Te transferí nuevamente el dinero, no sé en qué pensaba. —exclamó, siguiéndome a la sala —. No quiero que esto se termine, te extrañé cada jodido día que estuve lejos de ti.

Pude apreciar sus maletas a un costado del sofá, y comencé a sentirme muy incómoda con su presencia. Un tiempo atrás, solo veía las cosas buenas de su persona, incluso solía ver los defectos de Markus como algo positivo. Ahora, me sofocaba. Se sentía como si alguien estuviese aplastando mis malditos pulmones. Era horrible.

— No puedes venir aquí después de meses de desaparecer sin llamarme, de haberme exigido el divorcio, intentado robarme la mitad de lo que tanto me costó, y decir una cosa semejante. —tragué duro y tomé valentía para correrlo —. Vete de aquí o pediré a la policía que te saque de mi casa, Markus.

Su expresión era un poema.

La sorpresa, el arrepentimiento y la incredulidad se reflejaban en sus ojos mientras intentaba asimilar mis palabras. A pesar del poco tiempo que había pasado, el dolor y la traición todavía estaban enterradas en lo más profundo de mí ser. Él sabía bien que para mi, la lealtad era muy importante, y le dio igual.

La sensación de ser invadida en mi propio hogar por alguien que había sido parte de mi vida era insoportable.

Mientras lo veía, esperando una reacción, me di cuenta de que ya no era la misma persona que permitiría que alguien jugara con sus emociones de esa manera. La valentía y la determinación se apoderaron de mí, y aunque temblaba por dentro de rabia, mantenía una mirada firme y estoica.

— Shoshanna, por favor... fue un episodio, no quiero separarme de ti. No firmé el divorcio, no pensé que tú lo harías, creí que lucharías por nosotros —dijo, con ojos cristalizados —. Puedo esperar a que termines de organizarte aquí y luego podemos volver juntos a Berlín. Nat Geo me ofreció un buen trato, viajaremos por el mundo, cariño, como siempre hemos querido.

¿Qué?

—Nunca he querido eso. —respondí con severidad.

Mantuvo sus ojos pegados en mí. La habitación estaba cargada de tensión, y mi mente luchaba entre el deseo de cerrar este capítulo doloroso y la angustia de enfrentar la realidad de que Markus estaba de vuelta.

— Shoshanna, sé que cometí errores, pero puedo cambiar, mejorar. Será como comenzar una nueva vida en otro lugar —imploró, acercándose con cautela.

Respiré hondo, tratando de encontrar la claridad en medio del caos emocional.

— Markus, lo nuestro se rompió mucho antes de que decidieras desaparecer. No podemos volver atrás.

— Solías apoyarme, ser mi compañera... ¿Qué cambió?

—Descubrir que eres un imbécil mimado de treinta años que vive de sus padres y tiene menos nivel madurativo que un niño de diez años. —farfullé.

Lo conocía lo suficiente como para darme cuenta de que no podía acreditar mi comportamiento. Estaba cansada de ser invisible, de pasar desapercibida en mi matrimonio. Estaba cansada de dejar pasar las cuestiones que me desagradaban solo para hacerlo feliz. Quería ser egoísta por primera vez en mi vida y colocarme a mí como una prioridad.

— Me equivoqué, Shoshanna. —suplicó, tomando mi mano —. ¿Tirarás por la borda todos nuestros años juntos, nuestros proyectos, nuestros deseos de tener una familia?

Me quedé en silencio por un momento, sintiendo la presión de sus palabras. La tentación de ceder, de dejar que la historia conocida volviera a tomar el control, estaba ahí. Pero miré hacia abajo, hacia nuestras manos entrelazadas, y recordé las veces que había sacrificado mis propios deseos por el bien de la relación.

—No es solo por un episodio, Markus. Es por toda una vida de sentirme invisible, de sacrificar mi felicidad por la tuya. No quiero seguir así. Necesito ser fiel a mí misma, aunque eso signifique dejar atrás todo lo que teníamos.

Su rostro mostraba una mezcla de dolor y desesperación mientras absorbía mis palabras. Pero en ese momento, la decisión estaba tomada. Ya no podía vivir en la sombra de un matrimonio que ya no me satisfacía. La vida me estaba llamando a ser fuerte, a enfrentar la verdad y a buscar mi propia felicidad, incluso si eso significaba renunciar a lo que una vez consideré mi vida entera.

Tomó su teléfono móvil y me mostró la página de ShellPost donde salía con Kyle.

— Es por él, ¿cierto? ¿Hace cuánto me eres infiel con este imbécil?

Comprendí en el instante que no había vuelto por mí, solo no quería perder con alguien más importante que él. Cerdo narcisista y ególatra.

— No, Markus. No te estoy siendo infiel. —Respondí con firmeza—. Mi relación contigo se terminó mucho antes de volver a ver a Kyle. No lo uses como excusa para tu propio ego.

El juego manipulador de Markus estaba claro. Quería convertirme en la culpable de nuestros problemas, cuando en realidad, él era el que no había estado a la altura. Me negaba a ser arrastrada por sus intentos de control y manipulación.

— No voy a seguir permitiendo que me hagas sentir culpable por tus propias fallas. —añadí, soltando su mano y alejándome de él.

Continué alejándome de Markus, decidida a poner fin a esa conversación tóxica que solo añadía más capítulos a una historia que ya debía terminar.

— Shoshanna, espera. Necesitamos hablar más sobre esto. —exclamó Markus, tratando de alcanzarme.

Me detuve y lo miré directamente a los ojos, una mezcla de determinación y agotamiento en mi mirada.

— Markus, ya hemos hablado lo suficiente. Nuestra relación se acabó, y no hay vuelta atrás. No quiero seguir viviendo en un ciclo de mentiras y desilusiones. Necesito seguir adelante y encontrar mi propia felicidad.

— Estás cometiendo un error, Shoshanna. —gruñó casi amenazante. Abrí la puerta de mi casa y le señalé la salida.

— Mi único error fue casarme contigo, y por suerte gracias a ti pude solucionarlo.

Tomó sus maletas y salió por la puerta, no sin antes exigirle que devolviera las llaves y cerrar la puerta en sus narices. Tuve que correr a la cocina, ya que su comida se estaba quemando en la estufa.

— ¿Hola? ¿Señorita? —la voz de la mujer de emergencias en el teléfono me sobresaltó. Colgué la llamada antes que enviara a la policía, ya que la amenaza estaba neutralizada.

Cuando por fin pude respirar, una risa estruendosa se adueñó de mí. Había puesto en su lugar a dos hombres que me presionaban constantemente, y me sentía orgullosa de mí misma.

La risa liberadora resonó en mi hogar recién reconquistado. Había tomado el control de mi vida, había cerrado capítulos dolorosos y había elegido mi felicidad sobre la toxicidad del pasado. Aunque sabía que el camino por delante no sería fácil, me sentía empoderada y lista para enfrentar cualquier desafío que la vida me presentara.

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