Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

| 20 | INTENTANDO QUE JULIETA LE DIGA SUS SECRETOS A ROMEO



KYLE

Conquistar a Shoshanna resultaba una tarea ardua. Ella era una mujer sumamente difícil de cortejar. No estaba acostumbrado a enfrentar tantos obstáculos en el juego de la conquista, pero con ella parecía que debía remar contra la corriente por ambos. Sin embargo, no estaba dispuesto a darme por vencido tan fácilmente. A pesar de que anhelaba llevarla a mi casa y pasar la noche entera deleitándome con cada rincón de su cuerpo, cada porción de su piel, decidí no apresurar las cosas.

Quería que nuestra conexión volviera, pero de manera natural, sin forzar nada. Aunque mi deseo era evidente, comprendí que ganar su confianza y afecto requeriría tiempo y paciencia. No estaba dispuesto a arruinar lo que podría ser algo significativo entre nosotros al apresurarme y presionarla demasiado pronto. La conquista de Shoshanna se convertía en un desafío estimulante, uno que estaba decidido a superar con determinación y encanto.

— ¿Crees que si Sam no te hubiese traicionado, las cosas hubiesen sido diferentes para nosotros? —pregunté mientras observaba a Shoshanna degustar el postre de fresa con el cual estaba encantada.

Negó con la cabeza.

—No. Creo que nuestro destino, a lo Montesco y Capuleto, hubiese terminado de la misma manera.

— ¿Por lo que dijiste de tu padre vinculado a una investigación contra mi tío Cooper? —indagué. Sus ojos se abrieron y sus mejillas se volvieron fuego. Las confesiones ya se habían ido, pero los interrogantes me perseguían.

—Algo así.

En ese momento, percibí una tensión en el aire. Shoshanna parecía inquieta, como si estuviera debatiéndose entre revelar más detalles o mantener ciertos secretos bajo llave. No podía evitar sentir curiosidad por nuestras familias y las sombras que se escondían en su pasado.

—Shoshanna, necesito que me cuentes esa historia, porque siento que me la perdí. Sé que hay muchos cabos que debo atar y ni siquiera sé por dónde empezar —expresé, deseando desentrañar los misterios que rodeaban sobre nosotros.

—Deberías preguntárselo a tu padre —sentenció ella.

Supe que no me diría más y que tendría que investigar por mi lado. Su comentario resonó en el aire como una verdad incómoda. Había una carga de decepción y desilusión en sus palabras, ella y su familia habían experimentado en carne propia las consecuencias de la negligencia de los hermanos Stantton, pero quería saber hasta dónde había llegado mi padre para ocultar los secretos de su hermano.

El silencio que siguió fue tenso, y pude sentir la incomodidad flotando entre nosotros.

—Entiendo que hay secretos y heridas que no quieres revelar, pero me gustaría que confiáramos el uno en el otro. No quiero que haya desconfianza entre nosotros, sobre todo si estamos explorando la posibilidad de algo más.

Ella me miró con una mezcla de tristeza y resignación. Era evidente que el pasado pesaba sobre ella, pero también noté un destello de vulnerabilidad en sus ojos.

—Hay cosas, Kyle, que no estoy segura de poder contarte. Algunas historias no tienen un final feliz. Si realmente estás preparado para enfrentar la verdad, habla con tu padre. Solo el podrá quitarte esas dudas.

Negué repetidamente con la cabeza.

—Sé que no me lo dirá. Es tan protector de su hermano como yo lo soy de Sam.

—Pues los dos han hecho un muy mal trabajo cuidando a sus hermanos, si me permites opinar —respondió tajante.

Entendía la imagen que Shoshanna tenía sobre Samantha, pero ella estaba arrepentida por aquel hecho. Se lamentaba por perder a su mejor amiga, y yo ni siquiera comprendía qué la había llevado a tomar esa decisión de cambiar de la noche a la mañana y poner su popularidad por encima de la amistad de Shoshanna.

— ¿No hay nada que pueda decir que cambie la imagen que tienes de Samantha, no?

—No. Nada. —Apretó los labios, tomando una respiración profunda —. Lo siento.

El silencio se apoderó de la conversación, como un recordatorio constante de las grietas en nuestras vidas y la complejidad de las relaciones. Quería acercarme más a Shoshanna, pero cada paso parecía llevarnos más lejos. La verdad era esquiva, y ambos estábamos atrapados en una maraña de secretos y arrepentimientos.

— ¿Comprendes que si tenemos hijos en el futuro, ella será la tía? Tendrás que perdonarla algún día —dije.

Un sorbo de su bebida malinterpretado, seguido de una tos descontrolada que la llevó a golpearse el pecho en un intento por recuperar la compostura. Su expresión divertida contrastaba con la seriedad del tema que había surgido. Mantuve la mirada fija en Shoshanna mientras ella se recuperaba de su breve percance.

—Tú y yo no vamos a tener hijos, Kyle. Deja de decir tonterías.

Una sonrisa traviesa se dibujó en mi rostro ante su negativa categórica.

—Eso está por verse, caperucita.

—Deja de decirme así.

Decidí cambiar el tono de la conversación, buscando aligerar el ambiente.

—Este postre parece exquisito, ¿no es así? —comenté, tratando de desviar la atención hacia la deliciosa creación que adornaba la mesa.

Shoshanna sonrió, agradecida por el cambio de tema.

—Definitivamente. Los postres siempre han sido mi debilidad. A veces creo que mi relación con ellos es más sencilla que con las personas.

Ambos reímos, y durante unos minutos, nos sumergimos en una conversación más ligera sobre gustos culinarios y experiencias divertidas con la comida. Sin embargo, la sombra de las revelaciones anteriores seguía rondando en el fondo de nuestra interacción, esperando el momento adecuado para emerger de nuevo.

•••

La noche se desplegaba ante nosotros como un libro en blanco, lleno de posibilidades. Nos dirigimos hacia el Audi, pero mis planes no contemplaban poner fin a la velada allí. Shoshanna sugirió regresar a su casa cuando le propuse dar un paseo por la ciudad. Comprendí que, siendo yo una figura pública, prefería evitar la atención no deseada de los paparazzi, especialmente tras su reciente divorcio.

— ¿Mis pertenencias? —preguntó, extendiendo la mano al llegar a la puerta de su casa. Aún tenía en mi posesión su perfume y unas bragas con las que había imaginado mil perversiones distintas.

—Están en mi apartamento... ¿Quieres que vayamos por ellas? —ofrecí.

Entrecerró los ojos.

—Ese truco no funcionará. Adiós, Kyle.

Echó un vistazo hacia mí con una sonrisa engreída, y no pude evitar sonreír en respuesta. Mi intento de ingenio para prolongar la noche había sido descubierto, pero estaba decidido a no rendirme tan fácilmente. Observé el contorno de su figura mientras se alejaba y me di cuenta de que cada paso que daba era un desafío a mi paciencia.

—Se supone que este es el momento donde me invitas un café —grité, decidido a no dejar que cerrara la puerta.

—Cómprate uno de camino a casa —respondió con una mezcla de diversión y desinterés mientras abría la puerta.

—Déjame pasar, Shoshanna.

Entré a su sala antes de que pudiera cerrar la puerta en mis narices, y ella bufó en señal de desaprobación. Mi determinación era evidente, y mi expresión reflejaba una combinación de picardía y deseo.

—Eres una pesadilla —se quejó.

Me senté en el sofá, dejando que la atmósfera de su casa se apoderara de mí. Observé cada detalle: su cabello rubio, su sonrisa genuina al acariciar al can con un ojo, los movimientos gráciles mientras se deshacía de los tacones. Pero sobre todo, ese trasero perfecto que se estaba convirtiendo en mi nueva obsesión.

Ella regresó con dos tazas de café. Me las entregó con una mezcla de resignación y diversión. Mi mirada la desafió.

—Espero que este café justifique el atrevimiento de invadir mi espacio personal —bromeó mientras se sentaba a mi lado.

—Eso y más. ¿Sabes? Invadir espacios personales es uno de mis muchos talentos. —Sonreí, saboreando el café que ahora tenía entre mis manos.

—Eso lo he notado. ¿Cuántos corazones has conquistado con esa táctica? —preguntó, levantando una ceja con curiosidad.

—Lo suficiente como para saber que no estás inmune a ella.

Su risa resonó en la sala, y no pude evitar pensar en lo mucho que disfrutaba de esos momentos de complicidad con Shoshanna. Era una conexión diferente, intrigante y, aunque ella lo negara, inevitable.

No podía dejar de mirarla.

— ¿Por qué me ves tanto? —preguntó al percatarse de mi insistente evaluación.

Sonreí.

—No quieres saber lo que está pasando por mi cabeza en este momento —respondí. Ella ladeó la cabeza, curiosa.

—Sí. Quiero saber.

Me acerqué un poco más, sintiendo la complicidad entre nosotros crecer con cada segundo. Mis ojos se encontraron con los suyos, y no pude evitar dejarme llevar por la intensidad del momento.

—Estoy pensando que este momento es perfecto. Que, a pesar de todas las complicaciones, no hay lugar en el mundo en el que preferiría estar ahora mismo que aquí, contigo.

Shoshanna frunció el ceño, como si estuviera procesando mis palabras.

—Estoy pensando en cómo puede ser posible que te haya dejado pasar, Shoshanna. Pienso en todo lo que hubiese sido y no fue —agregué, dejando la taza en la mesa y poniendo mis manos en su cintura —. Y mi cabeza no puede dejar de procesar lo bien que se ve tu trasero en esos jeans.

—Venías muy bien y te fuiste por la acera, Kyle —se burló.

—Que puedo decir... es un trasero magnifico.

Shoshanna rio con complicidad, y esa risa resonó en la habitación como una melodía encantadora. Era evidente que estábamos entrando en un territorio más íntimo, y la tensión entre nosotros se volvía más palpable.

—Deberías alejarte, Stantton. Esto no lleva a nada bueno —advirtió Shoshanna, pero sus ojos contradecían sus palabras. En su mirada se reflejaba una mezcla de deseo y resistencia.

—No creo que pueda alejarme ahora —confesé, acercándome más, disfrutando de la proximidad entre nosotros.

Nuestros rostros estaban a centímetros de distancia, y podía sentir el calor que irradiaba Shoshanna. La conexión magnética entre nosotros se volvía notoria. Una chispa se encendió en el aire, y el deseo fluía libremente por toda la habitación.

—Eres peligroso, Kyle —susurró Shoshanna, pero su voz temblaba ligeramente.

Utilicé la mano envuelta alrededor de su cintura para atraerla más a mí. Abrió la boca para objetar, pero mis labios se estrellaron sobre los suyos, saboreando esa suavidad. Gimió sobre mi boca y me obligó a empujar con más fuerza. La sacudida que sentí en mi cuerpo fue grandiosa, necesitaba más de ella. Mucho más.

Nuestros besos eran intensos y apasionados, como si tratáramos de descubrir todos los secretos que se escondían detrás de esos labios. Shoshanna correspondía con ardor, y la tensión sexual entre nosotros se elevaba con cada segundo que pasaba. Cada roce de sus labios contra los míos encendía una llama más intensa.

Me perdí en la sensación de sus labios, explorando su boca con ambición. Sus manos se aferraron a mi camisa, buscando algo a lo que sujetarse en medio de la creciente tormenta de deseo. Nos movíamos en una danza frenética, sin querer detenernos, dejándonos llevar por la irresistible atracción que había entre nosotros desde hacía más de una década.

Finalmente, nos separamos, pero la conexión entre nosotros seguía sintiéndose en el aire cargado. Shoshanna me miraba con ojos llenos de deseo, y su aliento entrecortado delataba la intensidad del momento.

—Eres un verdadero problema, Stantton. Uno muy grande —murmuró Shoshanna, pero la sonrisa en sus labios contradecía sus palabras.

—Un problema del que no quieres escapar —respondí, disfrutando de la proximidad y del juego peligroso en el que nos habíamos sumergido.

Nunca había sentido tanta hambre, tanto deseo. La besé de nuevo, poniendo las manos alrededor de su trasero y tiré de sus muslos, guiándola a envolver sus piernas en mi cintura. Gimió en respuesta cuando sintió la hinchazón de mi erección y colocó sus brazos rodeando mi cuello.

—Dime si quieres que me detenga, Shoshanna —dije, intentando darle espacio para arrepentirse.

—No te detengas —susurró con voz ronca, y puedo apostar que eso que sentí fue mi polla emocionada.

Nuestros cuerpos ardían en una danza de deseo, sin restricciones ni inhibiciones. La conexión entre nosotros era eléctrica, y cada roce, cada gemido, alimentaba la llama que nos consumía. Mis labios exploraron su cuello, dejando besos hambrientos mientras avanzábamos hacia su habitación.

Iba a follarmela... de manera primitiva, salvaje y muy, muy ruda.

•••

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro