
| 11 | RECUERDOS DEL PASADO
SHOSHANNA
10 años atrás.
La casa de Charlotte en el lago era como sacada de un sueño. No podía evitar emocionarme cada vez que venía. Primero, porque estaba rodeada de bosques, lo que le daba ese toque mágico y aislado. La fachada tenía esa onda rústica chic con piedra y madera, y las grandes ventanas dejaban entrar toda la luz del sol. Era como vivir en un cuento de hadas.
Cuando ingresabas, te golpeaba esa sensación de calidez que solo una casa bien cuidada podía tener. La sala de estar es súper acogedora, con cómodos sofás y una chimenea que es ideal para acurrucarse en las noches frías. Y, claro, las vistas al lago desde allí eran simplemente alucinantes, pero lo que más me gustaba era el jardín. Había flores por todas partes y arbustos súper bien cuidados.
Mis veranos en este lugar junto a Sam eran inolvidables. Mi padre mantenía una amistad cercana con Lottie, así que esta casa en el lago se convirtió en nuestro refugio cuando las clases terminaban. Bajo la atenta mirada de su abuela, disfrutábamos de la libertad que entendía que merecíamos a nuestros diecisiete años.
A diferencia de mis padres, Lottie comprendía perfectamente que estábamos en esa edad en la que las noches debían ser exploradas, y las citas y bailes eran parte de la diversión. Ella nos daba un espacio para disfrutar de esas pequeñas libertades, sabiendo que, de alguna manera, nos estábamos creando nuestras propias historias de verano.
Claro, mis padres no tenían ni la menor idea de nuestras escapadas nocturnas. Si se enteraban, seguramente no me dejarían volver. Especialmente mi madre, con su preocupación constante. Así que, bajo la discreta mirada de Lottie, Sam y yo vivíamos nuestras pequeñas aventuras adolescentes.
La diferencia que marcaba este verano, en comparación con los anteriores, se centraba por completo en la inesperada presencia de Kyle. Normalmente, él solía mantenerse al margen hasta la última semana, momento en que se desataba la esperada fiesta multitudinaria en el muelle privado de William Halsey. En este evento anual, cientos de jóvenes se sumergían en la agitación de despedir el verano con un estruendoso estallido de música y diversión.
Aquella última semana se convertía en la culminación de la temporada, con el muelle privado convirtiéndose en el epicentro de la celebración. Las risas resonaban en el aire, y las conversaciones animadas se entrelazaban con la música vibrante que se extendía por toda la orilla.
La presencia carismática de Kyle siempre añadía un toque especial a cualquier ocasión. Su llegada, que solía ser un evento, generaba expectación entre todos los presentes. Las chicas universitarias se le arrojaban encima, los chicos querían entablar amistades. Hasta los adultos del pueblo lo idolatraban. Él era increíblemente popular.
Sin embargo, cuando lo vi llegar cuatro semanas antes del evento anual en el muelle, me percaté de que algo no estaba bien. Charlotte lo confirmó más tarde: su nieto había sido arrestado por conducir en estado de ebriedad y chocar el Aston Martin de Giovanni. Como castigo, su padre lo envió hasta aquí.
El hecho de que enviar a Kyle aquí se considerara como un castigo me resultaba un tanto desconcertante. En realidad, Charlotte parecía tener dificultades para lidiar con su nieto, quien la mayor parte del tiempo parecía escaparse de sus intentos de imponerle límites.
En lugar de eso, solía pasar la mayor parte del tiempo de fiesta con Daysi, esa rubia superficial de enormes pechos, cuya única motivación parecía ser incitar a Kyle a beber hasta desmayarse. Era evidente que Daysi perseguía algo más que un simple amor de verano; estaba decidida a atraparlo en sus redes, aprovechando la riqueza de la familia de Kyle.
Y no lo decía de celosa. Todo el pueblo lo sabía.
Sentía una melancolía profunda al pensar en Kyle Stantton, pues su belleza era simplemente increíble. No me refería únicamente a sus hermosos ojos azules; era un conjunto de características encantadoras. Su sonrisa cautivadora tenía el poder de iluminar cualquier día sombrío, la manera en que inclinaba la cabeza para observar con atención pero, sobre todo, era su trato hacia mí, siempre con dulzura y amabilidad, lo que me hacía sentir única y apreciada.
A medida que transcurrían los días y me sumergía aún más en ese sentimiento, me encontraba más enamorada de Kyle. Estaba segura de que no se trataba de una simple obsesión adolescente, como podría sugerir Samantha. Lo que experimentaba iba más allá de caprichos; era un sentimiento profundo, directo en el corazón.
Kyle se había convertido en más que una figura atractiva para mí; era alguien con quien compartía risas, miradas cómplices y momentos significativos. Un chico malo con actitudes tiernas.
Cada día, nuestra conexión se fortalecía, y la certeza de que esto era amor verdadero se arraigaba en mi corazón. Samantha podía catalogarlo de muchas maneras, pero para mí, era la verdad que florecía con cada latido de mi corazón, un amor auténtico que superaba cualquier descripción superficial. Hice un intento consciente por alejarme de esos sentimientos, tratando de establecer una distancia entre nosotros. La diferencia de edad entre Kyle y yo era evidente, y además, sabía que mis padres no lo aceptarían fácilmente. En su perspectiva, aún era demasiado pequeña para tener un novio. No obstante, resultó ser una tarea imposible mantenernos lejos el uno del otro.
Las posibles objeciones de mis padres era algo importante, pero cuando estábamos juntos, esas preocupaciones quedaban en segundo plano. Era como si estuviésemos destinados a encontrarnos, y cada día que pasaba, la resistencia que intentaba mantener desaparecía ante la realidad de lo que sentía por él.
Sam ingresó a la habitación de huéspedes en donde yo dormía, la cual estaba contigua a la suya, y se dejó caer en la cama con un suspiro. El sonido resonó en la habitación, marcando el final de lo que parecía haber sido un día agotador. La expresión en su rostro sugería una mezcla de cansancio y tal vez algo más. Con precaución, decidí romper el silencio.
— ¿Todo bien, Sam? —pregunté con delicadeza, dejando que el interrogante flotara en el aire como una invitación a compartir lo que quisiera.
—Es él, Shoshi. Él es mi alma gemela —volvió a suspirar —. Jonas, el mejor amigo de Daysi es el chico que menciono la bruja.
Rodé los ojos. Hacía dos años, a Samantha se le ocurrió la brillante idea de acudir a una vidente muy famosa del estado de Washington. Siendo la buena amiga que soy, la acompañé al lugar, pero no tuve el valor de ingresar. La sola idea me aterraba, sobre todo por el temor a la reacción de mi madre al enterarse de que desafiaba su religión al visitar a seres paganos y, según ella, relacionados con el demonio.
— ¿No había dicho que tendría nombre griego? —pregunte.
—Se llama Jonas Dionisio Karagiannis. Dionisio es el dios griego de las festividades.
La mire a través de mi espejo.
—No lo sé, Sam. Creí que se llamaría Ares, o Eros... —me burle —, no Dionisio.
Samantha me miró con la esperanza brillando en sus ojos. La revelación de la bruja había despertado una chispa de emoción en su corazón, pero la duda aún se aferraba a sus pensamientos.
—Piénsalo, la bruja dijo que tendría nombre de dios griego, que me lo presentaría una mujer y que esa mujer seria rubia con un nombre que comenzaría con D. Todo encaja. Daysi es su mejor amiga, si le pido que me lo presente...
No me caía en gracia Daysi, y si debía ser sincera, que este rondando a mi mejor amiga me sentaba fatal.
— ¿No estarías interfiriendo en el destino? Digo, si realmente es tu alma gemela, quizás deberías permitir que todo siga su curso natural y dejar que ella te lo presente sin forzar nada.
—En realidad, creo que solo estaría agilizando un poco las cosas. —exclamo con convicción. Su ceño se frunció al notar que me arreglaba más de la cuenta —. ¿Por qué te estás maquillando tanto? ¿Vamos a salir?
Negué con la cabeza.
—Tengo una cita.
— ¿Una cita? —Su rostro asombrado me hizo reír — ¿Con quién? ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —se enderezo —. Si últimamente apenas sales de aquí, ¿en qué momento surgió esta cita? —frunció el ceño, pero una chispa de entendimiento la inundo —. Oh... no es con mi hermano, ¿verdad?
—Sí, de hecho. Kyle me invitó a una cita en el lago.
Ella suspiró, mezcla de asombro y preocupación, mientras procesaba la información. Decidí explicar más.
—Hemos estado hablando y creo que hay una conexión.
—Shoshi... —pude ver la pena en sus palabras —, tu enamoramiento te está cegando. Kyle está con Daysi.
—Ha dicho que es mentira —lo defendí —. Se lo pregunte y dijo que no es cierto.
Mientras hablaba, terminé de ajustar mi maquillaje, añadiendo un toque de confianza a mi expresión. Ella me observó con una mezcla de fascinación y escepticismo.
—Bueno, ¡espero que el idiota se comporte! Y, por favor, cuéntame todos los detalles después.
Hice una mueca divertida.
—Sería raro darte detalles de una cita con tu hermano, Sammy.
—Tienes razón —emitió una carcajada sonora —. Si todo sale bien, quiere decir que la brujería wicca que hicimos a los catorce funciono.
—Oh, dios. No me lo recuerdes que me da vergüenza. Estaba desquiciada en esa época.
—Por lo menos has dejado de robar sus perfumes y camisetas —se burló.
Mis mejillas ardieron al recordar esa locura. Era difícil de admitir, pero mi enamoramiento por Kyle no era algo reciente. Llevaba tres largos años suspirando por él, llegando incluso al punto de fantasear con la idea de usar una pócima de amor para tenerlo solo para mí. Por suerte, no funciono. O eso creía.
•••
Me sorprendí al notar que Kyle había improvisado un picnic. Empacó una cesta con todo tipo de delicias, desde sándwiches y frutas hasta pequeñas porciones de pastel. Se aseguró de que la manta fuera lo suficientemente grande para ambos y de que el lugar elegido ofreciera una vista panorámica del lago. Era demasiado romántico, incluso hasta para mí que solía ser una romántica empedernida.
Un tanto tímida pero emocionada, camine hacia él. Kyle me ofreció un asiento en la manta extendida bajo la sombra de un frondoso árbol. Parecía una ilusión. Una ilusión muy tierna y perfecta.
—Me sorprendiste, apareciendo con esa canasta y esa sonrisa de "tengo todo planeado".
—Bueno, es uno de los lugares más significativos para mí —musito —. Quería traerte a un lugar especial.
— ¿Por qué aquí? —pregunte.
El sonrió y con ese gesto se me contrajo el estómago.
—Este lugar es tranquilo, mágico, y siempre me ha dado un escape. Necesitaba compartirlo contigo.
—Y yo pensando que solo querías impresionarme con tus habilidades para preparar picnics.
— ¿Acaso no funcionó? —pregunto, enarcando una ceja. Tenía la ligera impresión que mi corazón estallaría en cualquier momento.
—Claro que sí —respondí.
Me quede en silencio, apreciando la hermosa imagen que podían ver mis ojos del perfil de Kyle con el reflejo del lago de fondo.
—Así que... ¿aquí vienes a soñar despierto?
—Siempre —las puntas de sus dedos recorrieron mi brazo, provocándome escalofríos —, pero ahora mis sueños también incluyen a alguien más.
— ¿Y quién sería esa persona?
—Alguien con quien compartir picnics para siempre, tal vez —respondió, casi en un susurro.
Le sonreí. No comprendía en que momento él cambio y decidió que yo era la persona que quería, pero estaba feliz de que fuese así.
Kyle se acercó lentamente, sus ojos azules fijos en los míos, mientras mi corazón latía con anticipación. Finalmente, la distancia entre nosotros se desvaneció. Sus labios chocaron con los míos en un beso que inició con suavidad, pero que pronto se tornó apasionado. Sus manos se posaron en mi cintura, y su cuerpo se fundió con el mío, regalándome pequeñas descargas de adrenalina y deseo que recorrieron todo mi ser.
No podía creer que estuviese pasando. Mi yo de hace tres años, esa que creía que esta situación era imposible, estaría llorando de emoción.
Aunque nunca había experimentado el sexo en ningún ámbito y no consideraba que ese momento fuese el indicado, el fuego en mi interior, esa ardiente sensación, estaba desencadenando una locura dentro de mí.
Cada beso, cada caricia, encendía una chispa que avivaba el deseo, pero mi mente recordaba la importancia del acto sexual y repetía las palabras de mis padres en mi cabeza, sobre permanecer virgen hasta el matrimonio.
Aun así, me apreté más contra él, en mis intentos de obtener más de eso. Kyle suspiro, y decidió frenar el impulso. Nos separamos, pero la intensidad del momento seguía ahí, en el aire. Las respiraciones agitadas y los cuerpos entrelazados revelaban el deseo que sentíamos el uno por el otro. El susurro de Kyle resonó en la quietud de la noche después de nuestro beso apasionado.
—Vaya, ese beso fue...
—Perfecto.
—Sí, perfecto —dijo, apoyando su frente en mi hombro —. Tú, Shoshanna Smith, vas a ser mi destrucción.
Una risa suave escapó de mis labios mientras deslizaba mis dedos por su cabello sedoso, aun incrédula de la situación.
—No deseo ser tu destrucción. Suena algo horrible.
Kyle sonrió, pero sus ojos reflejaban una intensidad que no podía ignorar. Nos quedamos en silencio por un momento, como si el peso de sus palabras flotara en el aire.
—No me malinterpretes, Shoshi. Quiero decir que eres tan increíble que temo caer por ti hasta el punto de no poder volver atrás. No eres alguien fácil de olvidar.
No quería que me olvidara. ¿Por qué decía algo como eso?
La vulnerabilidad en sus palabras resonó en mi corazón. No podía evitar sentirme atraída por la sinceridad de sus sentimientos, aunque la idea de ser su "destrucción" parecía ser algo negativo, imaginaba que por Giovanni y sus deseos de que sus hijos tuviesen vinculaciones amorosas que aportaran más sofisticación a su familia.
—Kyle, no sé qué deparará el futuro, pero no creo que tener sentimientos por alguien sea algo destructivo. Creo que es algo hermoso y significativo.
Nos miramos, y en ese instante, la conexión entre nosotros se profundizó. El lago reflejaba la luz de la luna, creando un escenario único. Mientras compartíamos más risas y secretos bajo la luz de la luna, nuestros besos intensos se convertían en un recordatorio constante de la pasión latente que existía entre nosotros. Y que parecía no tener fin.
•••
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