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| 03 | ARROJADA DIRECTAMENTE A LA BOCA DEL LOBO



SHOSHANNA

Esa mañana me había levantado con un optimismo que hacía mucho tiempo no tenía. No sabía si se debía a que el sol radiante iluminaba la ciudad y el clima era ideal, a que desde que estaba en casa de Kiara tenía un desayuno normal y delicioso, o a que pude, después de diez años, recuperar un poco de mi dignidad rechazando al imbécil de Kyle Stantton.

Atravesé el vestíbulo hacia el elevador y cuando las puertas se abrieron, la secretaria de Taylor apareció en mi campo de visión.

Sarah era una mujer sumamente amable, contrastaba con el carácter arrogante de Taylor y aunque a este le hubiese gustado despedirla ni bien ocupó su puesto, la cláusula de contrato que su padre le hizo firmar se lo prohibía hasta que esta se jubilara. Le dedique mi más simpática sonrisa.

—Buenos días, Sarah.

—Buenos días, Shoshanna —suspiró agotada, empujando con su dedo índice las gafas en el puente de su nariz —. El señor Thompson te requiere en su oficina, Shoshanna. Pidió que fueses ni bien llegaras.

—Tenía un buen día y me imagino que el señor Thompson lo arruinara. Nada puede ser peor que Taylor y sus ideas de mierda.

—Cariño, nunca se dice eso. —exclamó riendo mientras acomodaba las hojas que se salían de una extensa carpeta —. Es como una regla básica, cuando dices que nada puede ser peor, los dioses se burlan de ti y te envían una maldición.

—Terminemos con el imbécil de nuestro jefe. —me encogí de hombros —. Tengo una columna que escribir y ese hombre absorbe toda mi creatividad con sus tonterías.

—Buena suerte, cariño.

Apreté el botón que me llevaba directamente a su piso. ShellPost abarcaba tres de los cuarenta y seis pisos de la torre Benson, en el centro de la ciudad. Me observe en el espejo, tenía buen aspecto a pesar de apenas pegar los ojos la noche anterior. Mi cabello se encontraba atado en un moño, el delineado resaltaba mi color de ojos y estaba completamente conforme con mi vestimenta. El rechazo hacia Stantton me dio una seguridad que hacía mucho no experimentaba.

Al llegar a la oficina de Taylor, me sorprendió ver dos hombres enormes, vestidos de traje con auriculares en sus orejas, parados firmemente en la puerta de mi jefe. Pedí permiso para ingresar y me abrieron la puerta gentilmente, lo cual me pareció algo extraño. Mi maldita curiosidad hizo que los inspeccionara más de la cuenta, trabando mi zapato con la alfombra.

— ¿Contrataron a los Hombres de Negro? —dije, acomodando mi tacón y bufando de frustración al notar una grieta en el —.  Hay dos monigotes enormes estorbando en la puerta. Si descubriste alienígenas no me lo digas, no quiero que me coloquen una sonda por el cu...

— ¡Shoshanna!  —interrumpió Taylor, obligándome a mirarlo. Un hombre se encontraba de espaldas, sentado con las piernas cruzadas frente a mi jefe.

Mis mejillas se prendieron al instante.

—Oh, lo siento. No sabía que estabas ocupado. —Hice un ademán con las manos, con intenciones de regresar a la puerta —. Volveré después.

—No. —levanto la palma de la mano —. De hecho, te esperábamos.

El hombre extraño se levantó, se giró para saludarme y cuando mis ojos chocaron con dos iris azul profundo, me congelé. Taylor no había descubierto Alienígenas, pero sin duda había encontrado al monstruo en mi armario.

—Buenos días, Shoshi.

—Señor Stantton —masculle con voz severa.

— ¿Por qué las formalidades? —pregunto con esa sonrisa descarada tan característica de él.

—Porque así debe ser. —Le clavé una mirada glaciar a mi jefe, torciendo el gesto —. Lo siento, tengo la leve impresión de estarme perdiendo de algo aquí.

Kyle señalo la silla junto a él, invitándome a sentarme, como si fuese el dueño del lugar. Me cruce de brazos, esperando una explicación, negándome completamente a su solicitud. No lo quería cerca ni por casualidad.

—El señor Kyle Stantton ha accedido a concedernos una entrevista exclusiva antes de las elecciones —dijo Taylor con un brillo particular en los ojos.

Me encontraba feliz por él, ya que su insistencia y su arduo trabajo para conseguir esa entrevista dieron los frutos que Taylor esperaba, y quizá, cambiase de parecer con respecto a mi cambio hacia el sector que me correspondía. Éramos una revista pequeña, pero la parte de investigaciones contaba con suficiente solvencia como para competir con grandes corporaciones.

Agradecí haberle presentado a Solange, mi compañera solía ser muy perseverante y seguramente, su escote hizo un mejor trabajo que el mío engatusando al futuro senador.

—Oh, me alegro mucho por la revista. Pero sigo sin entender porque me esperaban.

Odiaba notar lo bien que olía. Y lo bien que se veía. Su piel bronceada resaltaba el azul de sus ojos, ese traje negro le daba aún más carácter y su presencia exudaba poder en todos los sentidos posibles. Esa sonrisa, lenta y oscura, adornaba ese rostro tan perfecto y masculino.

—Estuve pensándolo seriamente. Sabes que no doy entrevistas a no ser que sean medios que Samantha o mi equipo técnico aprueben después de exhaustivas investigaciones, pero... debido a que nos conocemos, tenemos historia y una vieja amistad que nos une, creo que tú deberías entrevistarme.

Me quede congelada. Sus ojos azules me observaban como si yo fuese alguien importante para él. ¿Era posible que fuese tan descarado? ¿Amistad? ¿Historia? Iba a asesinarlo. Mi odio por el incrementaba a medida que mis pulmones inhalaban y exhalaban. Deseaba arrancar su cabeza y jugar al futbol con ella.

—Señor Stantton, no hay ni una amistad, ni una historia entre nosotros —mi voz salió más grave de lo que esperaba —. Creo que debería reconsiderarlo, puesto que no soy quien se encarga de la columna sobre política. Hudson puede hacer ese trabajo, esta visiblemente más calificado.

—Pienso lo mismo, Señor Stantton. Hudson seguramente...

Kyle lo callo, haciendo un movimiento con su mano y Taylor se quedó en completo silencio. Cobarde de mierda.

—He leído tu columna, Shoshi... —expresó el futuro senador, provocándome una exasperación ilimitada.

— ¡Shoshanna! —mi voz ya había sobrepasado los decibeles normales. El rostro de Taylor palideció.

—Perdón, Shoshanna —hizo una pausa, saboreando mi nombre en sus labios —. He leído tu columna, Shoshanna creo que tienes mucho potencial que estas desperdiciando con trivialidades. A nadie le interesa la última dieta que hizo adelgazar a Kim Kardashian —su ceño se frunció —. Además, la entrevista que pretendo no será exclusivamente de política.

¿Y ahora este sabia de periodismo?

—Planeamos mostrar al hombre común detrás del gran abogado exitoso. —comentó mi jefe, pasando la mano por su cabello, mientras observaba a Kyle de reojo —. Vamos, has hecho algo similar con George Clancy, no será difícil para ti.

—George Clancy era diferente —mascullé.

Principalmente porque era un hombre agradable, caballero y filantrópico. Todo lo que Kyle Stantton no era. Y George Clancy no provoco que pasara un semestre en un internado religioso.

—Yo soy mucho más atractivo, piénsalo —Kyle emitió una sonrisa sarcástica que yo desee borrar de un puñetazo. Se acercó a mí y extendió su mano, tomando un mechón de mi cabello —. Me agrada como te queda el rubio. Nos vemos pronto, Shoshi.

Mi corazón palpito con rapidez y tuve que luchar con esa maldita sensación en el pecho. Salió de la oficina sin siquiera saludar a Taylor y cuando su anatomía ya no fue visible para nuestros ojos, me voltee hacia mi jefe.

—No puedo hacer esa entrevista —aseguré.

—Debes hacerla —sentenció, acomodando su trasero en la silla —. Nos dará la exclusiva, Shoshanna. Tú más que nadie sabes que la revista no está teniendo los números que esperamos este trimestre y esto nos beneficiara demasiado.

—Taylor no...

— Cada portal tendrá que pagarnos por la noticia, incluso la KBBC. ¿Imaginas a los Fox teniendo que pagar los derechos para levantar una nota nuestra? Eso sería cine en su máximo esplendor.

Suspiré inconforme, buscando soluciones que nos beneficiarían a ambos. Taylor estaba obsesionado con los Fox. La KBBC era todo lo que Shellpost nunca pudo lograr, y la familia Fox era una eminencia, de la cual casi no se conocía información porque controlaban el noventa por ciento del monopolio de las comunicaciones. Ninguna noticia o primicia se escapaba de ellos, por lo que una entrevista exclusiva a Kyle Stantton era algo espectacular para Shellpost.

—Acepta, pero que otro haga la entrevista.

—Te ha elegido a ti, cariño.

Mi jefe no estaba preguntándome si me apetecía hacer la entrevista, me estaba arrojando directamente a la boca del lobo. Maldije a Sarah y sus teorías de que el día podía empeorar con una sola frase, porque si... mi día acababa de empeorar. Y mi vida se estaba yendo a la mismísima mierda.

—No estás pensando con la cabeza, Taylor. —Intenté apelar a su sentido común —. Acaba de decir que nuestras columnas son triviales y no has defendido la revista.

Dejo de leer lo que tenía en la mano y me observó.

—Cariño, es Kyle Stantton. Si quiere decir que todo el maldito trabajo de mis generaciones es una mierda, puede. —Sacudió la cabeza —. Si quiere que pase mi lengua por el maldito piso del salón, lo haré. —Torció el gesto —. Y si quiere que el amorcito de su instituto le haga la maldita entrevista, tendrá eso. Él puede hacer cualquier cosa.

¿Amorcito de su instituto?

Dios, ¿por qué me odias? ¿Por qué pones a Stantton nuevamente en mi camino y justamente en el peor momento de mi vida?

No sabía cómo lograr que me dejara en paz con respecto a Stantton. Podía decirle la verdad, claro, pero eso me aseguraría un sermón del tipo "debes soltar el resentimiento para poder crecer".
Odiaba que no tuviese el coraje suficiente para enfrentarse al infeliz, y la atracción que sentía por él se evaporó en el instante que intentó acercarme a Kyle.

—Las personas como el no deberían tener tanto poder —escupí con furia.

— ¿Por qué lo detestas tanto? —pregunto desconcertado mientras me tendía una carpeta. —. Dijo que eran amigos de la infancia.

En la carpeta había un informe detallado sobre los horarios del maldito. Se suponía que, en base a eso, yo modificaría todos mis planes para que su entrevista coordine con los momentos que el futuro senador tenia libres, los cuales eran escasos.

—Nunca fuimos amigos, tenlo por seguro —señalé la carpeta —. Pensare sobre esto.

—No hay mucho que pensar, Shoshanna. Si perdemos la exclusiva, te despediré —dijo con determinación y mi cuerpo entero se puso rígido —. No sabes el dinero que hay en juego.

Mis ojos se abrieron. Estaba impactada por la crudeza de sus palabras.

—No puedes despedirme por eso.

—Por incumplimiento laboral, sí. —Se cruzó de brazos, desafiante —. Y como está la economía y tu reciente divorcio, deberías pensarlo bien antes de dar una negativa.

Bien, el muy imbécil me estaba amenazando. Después de todo lo que había hecho por su revista mediocre. Después de haber dejado de lado la propuesta de mí esposo de ir a Sudáfrica y romper mi matrimonio por un ascenso que nunca me dio. Después de haberme obligado a vestir sexy para conseguir una entrevista. Sentí que el pecho me ardía.

—Primero me dices que no puedes darme el pase a investigaciones porque mi lugar estaba en Bienestar y Salud... ¿Y ahora me dices esto?

—Shoshanna, no seas tan dramática.

—Me merecía ese puesto. Hice mucho por esta revista. Sacrifique demasiado —lo señale acusatoriamente con mi dedo índice. Las lágrimas me escocían los ojos —. No soy una simple pasante, no me trates como una.

El solo me observo, como si le aburriese mi reclamo.

— ¿Terminaste con tu ataque de histeria? —pregunto.

Algo estallo en mí. Por primera vez en mucho tiempo, decidí no dejarme pisotear por alguien más. Decidí que no importaba el poder que conlleve una persona en sus manos, ya no dejaría que me aplastaran como si fuese un insecto.

—No puedo soportarlo más —la osadía en mi voz se hizo evidente. El ceño de Taylor se frunció.

— ¿A qué te refieres?

—Renuncio —Le arroje la carpeta encima, mientras el me observaba atónito —. Hazme un favor... has un tubo con esta carpeta de mierda y métetela por el culo, Taylor.

Me di la vuelta y salí por la puerta. Taylor intento detenerme, corriendo hasta mí y tomándome del brazo.

— ¡Shoshanna! —gruñó, pero quito su agarre cuando una mirada voraz en su dirección lo dejo inmóvil.

No llegue siquiera a tomar las cosas de mi cubículo. Salí de allí como si me estuviese persiguiendo Jack el destripador para hacerse un collar con mis intestinos. Una vez en la acera, emití un gruñido de frustración que asusto a más de un transeúnte.

No sabía qué hacer ni a donde ir. Estaba sola, divorciada, sin empleo y triste. Sin contar que mi casa... esa casa que tanto me costó comprar, se transformó paulatinamente en un infierno, recordándome que hasta hacia poco había sido el lugar en donde había planeado crear mi propia familia con Markus. Todo aquello había sido un sueño hermoso que poco a poco se había convertido en una jodida pesadilla.

•••

Me la pase todo el día caminando por mi antiguo barrio, saludando vecinos que me daban el pésame por mi matrimonio fallido, aspirando el aire puro que envolvía el circuito de residencias de Capítol Hill.

Cuando decidí que ya se había hecho bastante de noche como para volver a casa de Kiara, tome un taxi hasta allí. Mi móvil estaba colapsado de llamadas de mi jefe, pero no me iba a retractar en mi decisión. Todos los Stantton debían permanecer lejos de mí.

— ¿Qué te sucedió? —pregunte al abrir la puerta y encontrar a mi prima sentada en el sofá con el maquillaje esparcido en sus mejillas, toda desarreglada y con la mano en una cuchara enterrada un tarro de helado de chocolate con chispas.

—Grayson me dejo... —exclamó con voz grave —, dijo que quiere enfocarse en su carrera y no sé cuántas otras mierdas sobre estar solo y encontrarse a sí mismo —Metió un poco de helado a su boca —. Es obvio que está durmiendo con otra.

—No lo creo. No tiene que ser necesariamente otra mujer.

Puso los ojos en blanco.

—No teníamos sexo hacía semanas y nadie deja a otra persona sin un polvo de despedida después de tanto tiempo sin sexo, Shoshi —Las lágrimas se agolparon en sus ojos —. ¿Por qué los hombres me joden la vida?

Quería consolarla, decirle que todo se solucionaría. Que la vida tenía algo espectacular para ella en el futuro, pero eran palabras que ni yo me creía. Nunca me había caído del todo bien su novio, sobre todo porque apenas lo conocía.  Grayson era asesor bursátil, trabajaba en una compañía prestigiosa y siempre tenía excusas para no asistir a reuniones familiares con Kiara.

Por mucho tiempo, mi madre creyó que Grayson era producto de la imaginación de Kiara. Hubiese querido que fuese así. El maldito la trataba como a un juguete. No le interesaban sus sentimientos, ni que con cada ruptura Kiara iba apagando más y más su luz.

No podía culparla. Los hombres también me arruinaban la vida. Primero Kyle con ese estúpido video, después Markus... y ahora Taylor en conjunto con Kyle.

— ¿Estas bien? —fue lo único que se me ocurrió preguntar.

—Tuve un momento de debilidad donde quise arrancar sus pelotas y hacer malabarismo con ellas... —exclamo con expresión molesta —, pero luego recordé que soy hermosa, espectacular y que no me merece.

Emitió una sonrisa que no llego hasta sus ojos. Amaba eso de ella, a pesar de cualquier situación de mierda, buscaba optimismo para sobrellevarla.
Me senté a su lado, acomode un poco sus ondas castañas y pase mi pulgar por sus mejillas intentando quitar el maquillaje.

—Es un mal día para las mujeres Warrenhouse —murmure. Kiara apoyo su cabeza en mi hombro —. Renuncie a mi empleo.

— ¿Qué? —dijo, alejándose de mí y clavando su mirada color celeste. Ese color que ambas compartíamos —.  ¿Por qué?

—Kyle Stantton apareció en mi trabajo dándome la exclusiva que Taylor pretendía, pero con la condición que yo fuese quien lo entrevistara. —exhalé todo el aire de mis pulmones, agotada —. El imbécil quiere burlarse una vez más de mí. Se equivoca si cree que caeré nuevamente en su juego. Ya no tengo diecisiete años.

— ¡Que idiota! —se quejó Kiara —. Sí que está obsesionado con hacerte la vida pesada. —se pasó las manos por el rostro, borrando los restos de rímel —. ¿Qué le has hecho?

— ¿Yo? —pregunte indignada —. ¿No recuerdas lo que sucedió conmigo?

Una lenta sonrisa apareció en su rostro.

—Quizá es verdad que estaba enamorado de ti,  y ahora quiere recuperarte.

— ¿Qué Kyle estaba enamorado? Claro, por eso mismo me jugó la más vil de las bromas, conspirado con su novia de grandes tetas y su hermana —mis palabras destilaban sarcasmo.

—Quizá sí.

Y fue allí cuando comprendí porque siempre perdonaba a Grayson. Las mujeres no eran una jodida clínica de rehabilitación para los bastardos traumados que pretenden tener una relación con ellas.

—Kia, te creía más inteligente —Apoye mi espalda en el sillón —. Si un hombre te maltrata no es porque te ama y no sabe cómo expresarlo, es porque es un misógino de mierda. Creo que debes enterarte de eso.

Hundió los hombros.

—No sé qué decirte. No lo conocí, pero parte de mi le esta agradecida. —puso el tarro de helado en la mesa —. Fue una mierda, pero esos pocos meses me ayudaste a soportar ese maldito infierno de internado, y te estoy agradecida por eso. Si no hubieses ido, lo más probable es que me hubiese suicidado.

Pensar en eso me helo la sangre.

—No digas eso.

—Es verdad, Shoshi. Lo pensé muchas veces. Me sentía... sola e incomprendida. Mejor hablemos de otra cosa.

Mis ojos se posaron en mi mano. Aún tenía puesta la sortija de matrimonio. Me costaba dejar mi pasado atrás, esperaba en algún momento estar lista para poder quitármela de una vez, aunque todavía albergaba alguna esperanza que Markus entendiera que su vida sin mí sería una mierda. Igual que la mía.

Sacudí la cabeza, despejando esos pensamientos.

—Necesito buscar empleo.

—Tengo ocho mil dólares ahorrados en mi cuenta —menciono Kiara reincorporándose para caminar hacia la cocina —. Te los doy si los necesitas.

—Eso es para tu empresa de catering —negué con la cabeza —. No voy a seguir exprimiéndote. Conseguiré otro empleo, me postulare a todos los diarios que existan en la ciudad.

Kiara enarco las cejas.

—Necesitamos un trago de emergencia y ver mucho porno homosexual.  —Dijo, agachándose para tomar un envase de limpiador liquido con cloro —. Si la vida te da limones...

La mire fijo mientras caminaba hacia ella, un poco sorprendida.

— ¿Te suicidas bebiendo cloro?

— ¡Es tequila! —Lanzo una carcajada, observando el envase —. Mi compañera de piso se la pasaba bebiéndose mi alcohol y aportando cero dólares, por lo que se me ocurrió esconderlo en las botellas de cloro al fondo.

— ¿Y si se le ocurría asear la casa?

—Nunca los encontró porque no solía ser muy higiénica. —Rebusco entre las botellas mientras yo me preguntaba cómo había soportado tanto tiempo junto a una persona así —. Tengo tequila en botellas de cloro, whisky en envases de limpiador líquido, ron en...

—Dame eso —se la quite de la mano y fui en busca de vasos.

Esta noche me iba a embriagar como nunca.

A la mierda Taylor. A la mierda Markus.
Y, por supuesto, a la mierda Kyle Stantton.

•••

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