He dormido como una reina, aunque me decepciono de estar despertando en el pectoral de un íncubo, pero no me puedo quejar, al fin he dormido bien. No recordaba que el sexo fuera tan genial, no había tenido uno así en mucho tiempo. Aunque mi cuerpo está perfecto, me preocupa esa curación tan rara en mí, o sea parece bueno, pero no me puedo confiar. No es como si antes me hubiera alimentado y me hubiera curado tan rápido. Lleva su tiempo y solo te quita el hambre. Sin contar que he tenido sexo con un íncubo, no con un humano, no es normal para mí.

Recordar su piel contra la mía, me hace flexionar las piernas. Él dentro de mí, en cualquiera de mis orificios, y ese pene, no sé qué tiene, pero supo cómo tratar bien a mi ano en el segundo round. Los íncubos pueden generan lubricantes a través de sus miembros, suena raro, pero de esa forma pueden tomar energía también por detrás, así el cuerpo de la mujer no sufre ningún daño durante el acto sexual. Si bien aparenta sexo normal y puede haber daños como cualquiera, no provoca heridas graves, ni siquiera siendo sexo duro. Los súcubos y los íncubos no matamos a nuestras presas a menos que nos comamos toda su energía, no hay lesiones físicas, solo agotamiento. Y si las hubiera, sería porque se ejerció algo muy similar al sexo humano. Normalmente si tienes poco rango y emociones, pueden ocurrir estos errores mínimos. Por eso me parece extraño que ni siquiera tenga dolor en el trasero.

Bueno, basta de pensar en metabolismos sobrenaturales y excesivamente excitantes, aquí lo importante es que ahora que estoy recuperada, podré ir a la ciudad del control y averiguar sobre lo que me ha pasado, tengo una corazonada muy fuerte con ese lugar.

Ojalá recordara por qué.

―¿A dónde vas? ―Veo abrir los ojos a Ever y detener mi brazo cuando estoy por levantarme.

―Suéltame ―exijo.

Mantiene su fuerte mano en mí.

―Ya obtuviste lo que necesitabas, pero no es prudente lo que estás pensando.

―¿Y qué estoy pensando? ―Enarco una ceja.

Sonríe de lado.

―Volverás a salir.

―Qué miedo, me descubriste, era tan obvio. ―Ruedo los ojos.

―¿Te acompaño? ―Continúa sonriente.

―¡No! ―Logro zafarme―. Tú debes ir a recuperar tu energía con tu doctorcita y yo encargarme de mis asuntos.

Apoya el brazo en el colchón y lo flexiona poniendo la mano en su mejilla, se ve bastante cómodo la verdad.

―¿Celosa?

―Tú eres el cachondo conmigo, no yo contigo.

―Eso no dijiste anoche. ―Se relame los labios.

―Eres alimento, fin. ―Alzo la cabeza.

Me levanto de la cama, pero no me sigue, solo mueve su vista y se mantiene callado mientras me cambio. Todo el tiempo me está observando, pero abandono su mirada intensa cuando me salgo del cuarto.

Necesito llamar a Sem, así que iré a buscar su tarjeta en mi habitación y utilizaré a ese humano para entrar de nuevo en la ciudad del control.

Una vez dentro, estoy en la plaza principal. Hay robots por doquier, algunos vuelan vigilando, otros riegan las plantas. Me mantengo sentada en el banco esperando al chico. Con un permiso especial de su corporación, pude entrar por otra parte y evitar los controles. Tuve mucha suerte al encontrar a este muchacho. Quizás no debí venir sola, pero soy un demonio, es natural para mí trabajar en solitario.

Sem se está tardando mucho, tendré que entrar al laboratorio por mí misma. Me levanto del banco, entonces lo veo venir corriendo.

―¡¡Al fin!! ¡¿Dónde estabas?! ―me quejo.

Se avergüenza.

―Lo siento, se me hizo tarde.

Enarco una ceja.

―Ya vi.

Dejamos de hablar y nos dirigimos a los Laboratorios Corp. Una vez allí, ignoro al chico, esquivándolo y siguiendo mi camino sola, abandonándolo sin que él se dé cuenta. En el recorrido suena una alarma, así que lamentablemente me rodean los guardias. Mala suerte la mía, se me acabo la buena racha. Ya no sé ni qué pensar. No me queda otra que rendirme.

Al menos por ahora.

Soy llevada a un cuarto, me atan a una camilla, con bastantes dispositivos electrónicos y me dejan sola con un científico.

―Oí por ahí que los tuyos no me quieren muerta ―aclaro al recordar la conversación de los guardias de la otra vez―. ¿Sabes por qué me buscan?

El hombre mira los objetos de su mesa y por un momento se mantiene callado hasta que agarra una jeringa.

―Tu ADN. ―Pensé que no me respondería, pero sí lo hizo―. Los hechiceros no están de acuerdo, pero tienes mucho potencial.

―¿Qué es eso? ―consulto nerviosa, viendo que acerca la aguja.

―Tranquila, es un calmante. ―Lo inyecta en mi cuello―. Ahora relájate ―aclara mientras presiona unos botones, que hacen que la camilla se mueva, abriendo mis piernas atadas en esta―. Voy a mirar. ―Guarda la jeringa y toma otro objeto, aunque no logro dilucidar qué es.

Corta un pedazo de la tela de mi ropa interior y la pone en un frasco, luego se queda observando entre mis piernas con ese instrumento.

―Puede que sientas un poco de presión ―prosigue―. Quizás duela un poco, pero nada que un demonio sexual no pueda soportar, tu estirpe tiene el núcleo justo aquí.

―¿Crees que no lo sé? Estúpido ―expreso molesta y algo mareada por culpa del calmante que comienza a hacer efecto―. Hace calor. ―Respiro agitada.

―Es normal, tu cuerpo reacciona a la necesidad de comer por aquí, esta máquina simula el aparato reproductor masculino, pensarás que es su piel y todos sus tejidos.

―Di las cosas como son, parece un pene.

Se ríe.

―Solo tu cuerpo cree que sí ―me corrige y luego aclara―. Estoy tomando muestras, relájate, soy la menor amenaza para ti en este momento. Prometo que si cooperas no romperán ni una de tus moléculas.

―Estoy cooperando ―exclamo con sarcasmo―. Ni me muevo. ―refiriéndome a que estoy enganchada de pies y manos a esta máquina.

Vuelve a reír.

―La extracción es un método que requiere tiempo, aunque te necesito despierta para que tu cuerpo reaccione. Te hubiera dormido, pero la energía no se mueve tanto cuando estás inconsciente. Me disculpo por las molestias, eres un espécimen magnífico, deberían investigarte solo en tu hábitat.

―¿En la cama? ―Enarco una ceja y se ríe de nuevo.

―Qué bonita, claro que sí. ―Toca un momento mi barbilla.

―Mientras me traigan buen alimento, no me molestaría ¡Agh! ―Hago un quejido cuando un dolor llega a mis partes.

―Perdón, ya llegué al núcleo ―explica y mete su cabeza entre mis piernas otra vez―. Qué raro que esté tan en el fondo ―opina.

―¿Algún problema, doctor? ―digo en tono de burla.

Levanta la cabeza y me mira.

―Eres tan diferente a los súcubos que hace tantos años inspeccioné, fascinante.

―¿Inspeccionó súcubos? ¿A mis hermanas? ―pregunto intrigada―. ¿Y fue amable con ellas?

―Juro que lo intenté, tú eres diferente, tan pequeña e inofensiva, para nada complicada y peligrosa. Se ve que eres manejable al ser tan compacta, no entiendo cómo podrías ser una amenaza para los hechiceros.

Qué humillación tener este cuerpo.

―Mira, imbécil, que se hace el amable, si no me vas a diseccionar, ya mátame, me aburres.

Se ríe otra vez.

―¿Con esa carita amenazas? Eres adorable. ―Se aleja de mí―. Te portaste tan bien que te conseguiré algo para que comas. ―Pone la muestra de mi núcleo en otro frasco y se pone a revisar una revista―. ¿Qué tipo de hombres te gustan?

―No gracias, estoy llena.

Se gira a mirarme.

―Oh ¿Comiste esta mañana? Cuéntame más ¿Está vivo el hombre?

―No es de su incumbencia.

―Si no me lo dices te traeré uno, necesito que estés bien alimentada.

Bufo. No puedo arriesgarme a que me venga a follar cualquiera, mi cuerpo rechaza lo que sea, así que deberé darle esa información. Quizás hasta me sirva decirlo.

―Tuve sexo con un íncubo ―aclaro y se sorprende.

―Impresionante, creí que sus razas eran rivales y que solo se alimentaban de humanos.

―No puedo ver el brío, así que le pedí a uno que guiara la energía por mí, no soy tan súcubo como creen ―explico molesta porque no me gusta admitirlo.

―Debería ver la reacción de tu físico al cometer el acto sexual, quizás podría ayudarte.

―¿Para qué harías eso?

Chasquea los dedos.

―Está decidido, te traeré un hombre ahora e investigaremos juntos este problema. Necesito conocer todo el panorama de tu ADN y hacer más pruebas.