08
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Parezco una tonta, como un perrito que sin importar cuantas veces lo regañe el amo él sigue fielmente ahí presente... Así estoy yo ahora.
Estoy sentada en un sillón del lobby del hotel mientras espero a dicho hombre que me avisó que estaba por llegar.
Mis amigas al llegar a la habitación nuevamente y verme frustrada me pidieron saber qué pasaba, y les conté toda la conversación... por ellas mismas es que estoy ahora mismo aquí, esperando por mi verdugo.
Suspiro cuando un empleado del hotel se me acerca para informarme que ya han llegado por mi. Me levanto acomodando el vestido que por suerte me llega a los muslos y me hace sentir calmada, camino hacia la salida y veo un hermoso Porsche negro esperando por mí, el mismo empleado que me guió me abre la puerta. Al entrar al auto suelto un suspiro con el tremendo hombre que se encuentra a mi lado.
Jimin está excesivamente guapo y sexy esta noche. Trae puesto un traje negro hecho a la medida, su cabello negro se ve muy elegante con ese peinado que le da el protagonismo a su precioso rostro. Puedo notar que sus labios tienen un poco de bálsamo que los hace ver aún más apetecibles.
Y sencillamente me vuelve loca.
Suelto un suspiro que parece llamar su atención, él me regala una mirada sin expresión para verme desde los zapatos pasando por mis muslos hasta llegar a mi rostro sin obviar el escote en mi pecho. Sonríe un poco de lado pero con más malicia que picardía.
— Sabía que te verías extremadamente guapa y excitante. — murmura para dejarme ver como relame sus labios y luego empieza a manejar como si nada.
No sé porqué me he quedado muda... ah no, ya sé, por el hombre más guapo que he visto en mi vida a mi lado.
Trago fuerte y empiezo a sentirme algo nerviosa e incómoda, por lo que rozo mis muslos entre sí. Él baja la mirada a estos y cuando estamos en carretera baja su mano y la posa sobre mi muslo izquierdo.
Me tenso un poco al sentir el contacto frío de sus anillos sobre mi piel, y me estremezco cuando aprieta levemente para luego sobar un poco. Obviamente no paso por alto sus cruces de límite cuando sube más allá del borde del vestido en sus caricias.
No dejo de tragar fuerte por esa acción de su parte que se repite cada cierto tiempo, pero cuando llegamos al que supongo es el hotel que me dijo me calmo un poco al dejar de sentir el tacto.
Él baja del auto y camina al otro lado para abrirme la puerta, luego extiende su mano para ayudarme a salir, lo hago y cierra la puerta detrás de mí, su mano libre me sostiene la mía mientras me da una mirada que dura tan solo unos segundos. Nos damos la vuelta y él le da unas indicaciones al ballet parking antes de llevarme al interior del hermoso lugar.
Lujo es lo que sobra en el lugar, la arquitectura es preciosa, la recepción es igual de hermosa para enamorarte al primer paso que des dentro del amplio lugar. Unas hermosas chicas en recepción nos reciben con una sonrisa mientras yo no dejo de observar la parte trasera de la cabeza de mi acompañante, que por su cabello se ve que recién se lo ha cortado.
— Buenas noches. — la mujer de labios rojos nos hace una reverencia pequeña con su cabeza mientras observa de más al guapo hombre frente a mí. No la culpo, Jimin hoy está ardiente— ¿Les puedo ayudar?
— Tenemos reservación en el restaurante Narnia. — la chica sonríe asintiendo y le dice algo a Jimin antes de indicarnos que la sigamos.
Él no suelta mi mano en ningún momento y eso me pareció algo incómodo cuando hablaba con la chica. Pero cuando subimos las largas escaleras de la entrada del restaurante me ayuda en cada escalón por mis tacones, y me espera cuando me tomo mi tiempo al hacerlo.
— Puedo cargarte si lo deseas. — lo veo con cara de pocos amigos y su sonrisa ladina solo me hace bufar.
Llegamos luego de varios minutos al restaurante y la anfitriona del mismo nos guía a nuestra mesa cuando Jimin le da su nombre.
La mesa está en una ubicación preciosa, justo al lado del amplio ventanal que nos da vista a la playa a lo lejos. En verdad este es un restaurante para ideal para las parejas, y desearía que no me hubiese traído aquí.
Jimin acomoda mi silla luego que por cortesía me haya ayudado, la empuja suavemente y luego se dirige a la suya frente a mí. El camarero nos indica la especialidad del lugar y luego de varios minutos ambos decidimos por tomar ese platillo.
El camarero se retira y Jimin se me queda viendo fijamente, parece detallar mi rostro, mi cuello y mi cuerpo, y por una extraña razón eso me incomoda. Me remuevo en mi puesto mirando hacia el ventanal y veo el cielo de colores púrpura y naranja por el atardecer.
— Estás hermosa, JinEun. — casi de inmediato mi rostro vuelve a su dirección, veo sus ojos brillantes de lujuria y no me hago ideas.
— Gracias. — es lo único que le digo para volver a ver al paisaje. Es tan hermoso que no lo puedo ignorar.
Él no dice nada más, solo saca su teléfono y empieza a teclear sobre este. Suspiro cansada de ello, debió haber dejado el maldito teléfono y no lo hizo, eso sólo me hace pensar que a veces es muy patán.
Tras unos minutos guarda el teléfono y me mira nuevamente. Obtiene mi atención por un momento y lo aprovecha para volver a hablar.
— No sabes como me siento de verte así de hermosa frente a mi... — siento mi corazón saltar acelerado y espero por lo siguiente— no sabes lo mucho que me prendes. — susurra y suspiro con desgano mirando el paisaje nuevamente— mucho más cuando me haces esos ojitos... — suelta una risita y no lo miro. Escucho que vuelve a estar en silencio por unos segundos.
— ¿Para qué viniste? — pregunto siendo directa, lo miro a los ojos y él parece un tanto sorprendido por la pregunta, aunque se recompone de inmediato— Dijiste que no podías decirle que no a tu padre o a la empresa... ¿Por qué razón has venido aquí?
— Dijiste que querías pasar tiempo conmigo. — responde de inmediato. Espero por algo más que pueda decir, siguiendo lo mismo en hacerme ideas que no van con él.
— Interrumpiendo mis vacaciones con mis amigos, simplemente por uno de tus caprichos Jimin... esa es la realidad. — le digo por primera vez tan sincera y él se me queda viendo.
El camarero trae los platillos y empezamos a deleitarnos con el sabor de la comida.
A pesar de la incómoda conversación luego de tomar un poco de vino le seguí una conversación que él inició comentando algo respecto a la comida. Sé que por más molesta que pueda estar él me sigue moviendo el piso de una manera que me hace caer al suelo cada vez que él decida jugar.
— Estuvo muy bien todo. — dice mientras salimos del restaurante y nuevamente nos encontramos con las escaleras.
— La comida estuvo deliciosa y el lugar es asombroso... tiene una vista preciosa. — murmuro lo último pensativa. En realidad sí me había gustado mucho el lugar, no lo puedo negar.
Jimin me extiende la mano cuando tengo que bajar los primeros escalones y me ayuda con pasos tranquilos y sin apresuro.
— ¿Te gustó mucho la vista? — pregunta y levanto la mirada un momento para asentir con una suave sonrisa y continuar bajando los dichosos escalones que me torturan los pies— En la habitación se ve mucho mejor el panorama. — murmura estando cerca de mi y levanto nuevamente la vista para observar sus ojos cuando ya llegamos al final de las escaleras— ¿Quieres quedarte conmigo hoy JinEun?
Me quedo viendo su rostro un momento sin saber qué responder. Mi cerebro me dice que no, que tengo que quererme un poco más... pero mi corazón sólo me dice que asienta y salte hacia él.
— Mis amigas están esperándome.
— No tienes porqué ir. — niega en un susurro con su rostro a centímetros del mío.
— Prometí encontrarlas en la discoteca y...
— Sí quieres bailar hazlo conmigo... — trago fuerte y veo sus labios esponjosos tentarme— pero solos tu y yo en la habitación. — susurra mirando mis labios también. Muerdo el inferior mientras subo la mirada a sus pupilas dilatadas mirando mi rostro.
Mi mano toca su mejilla y luego la poso en su cuello para acariciar los cabellos de allí. Me acerco un poco más y beso sus labios de una forma lenta y parsimoniosa que me hace sentir un cosquilleo en mi vientre y una pequeña punzada en mi intimidad.
Esas copas de vino me han caído mal...
Al separarnos su sonrisa ladina me seduce y su mano toma la mía para llevarme a donde supongo está su habitación. Entramos al complejo y él saca una tarjeta de su bolsillo, sin soltar mi mano ingresamos al elevador y en unos tres o cuatro pisos bajamos del mismo.
— Espero que si tenga una buena vista. — escucho su risita y sonrío ampliamente por las cosas que me hace hacer.
Llegamos a una puerta de madera oscura en ese pasillo lujoso forrado de una fina cerámica color claro, ingresa la tarjeta y el click le indica que la ha desbloqueado, se gira hacia mi luego de abrir y me señala el interior para darme paso.
Entro en la habitación algo tenue y escucho como cierra detrás de mí. Veo el ventanal cubierto con una amplia cortina y sonrío.
— Me has engañado, pensé que entraría viendo el paisaje. — digo con tono seductor y camino hacia el medio de la habitación, me detengo al frente de los pies de la cama y me doy la vuelta para verlo caminar hacia mi.
— Ay nena, no te he engañado... hoy te haré ver las estrellas. — murmura desabrochando los botones de su camisa.
Sonrío ampliamente y mis manos toman su cuello cuando toma mi cintura con las suyas. Me apego a él para sentir como su calidez y su respiración se mezcla con la mía.
Chasquidos de la humedad de nuestros labios se empiezan a oír por toda la habitación y me estimulan de una manera sobrenatural. Mis dedos se sumergen en sus hebras azabaches mientras el sabor a vino de sus labios me deleitan hasta embriagarme.
Desabrocho los últimos botones de su camisa y con su ayuda la quito junto a su blazer. Su mano me aprieta a su cuerpo y mis manos bajan para tener contacto con su torso. Tan suave y cálido que despierta esas ganas de dormir sobre él toda la noche.
— Déjame quitarte esto. — pide en un susurro mirando mi pecho y apretando el vestido entre sus manos.
Sus manos se aprietan a mis caderas y poco a poco sube la tela del costoso vestido que para él no importa tirar a lo lejos. Me ve en un conjunto de lencería sencillo y sonríe de lado para atraerme a su cuerpo desde su agarre en mi cintura, me vuelve a besar y procedo a tantear con mis dedos la orilla de su pantalón.
Nuestras respiraciones mezcladas siguen aceleradas y no me detiene cuando empiezo a quitar el broche de su cinturón, desabrocho luego el pantalón y sus manos toman mis muñecas para volver a besarme. Después con paso lento me lleva hasta la orilla de la cama donde caemos en la suavidad de esa superficie que será un nuevo testigo de lo que vamos a hacer.
No dejo de besarlo y acariciar su cuello cada vez que puedo, tras varios besos baja sus labios a mi mandíbula y luego a mi cuello donde muerde con suavidad cada cierto tiempo. Mientras sus manos acarician mi cintura él va bajando sus labios a mi pecho para llegar a mi abdomen, allí levanta su mirada para chocar con mis ojos atentos a sus movimientos.
Su rostro serio se levanta de mi abdomen mientras se sostiene de sus brazos, y sigo viéndolo atenta cuando está su rostro sobre el mío. Toma mis manos y las coloca cruzadas sobre mi cabeza, mantiene su agarre donde ambas se cruzan y luego se acerca para dejar un beso húmedo en mis labios.
Su mano libre empieza a acariciar con sus dedos todo mi torso, haciendo que me remueva con el tacto frío de las yemas de sus dedos, dedos que se escabullen dentro de mis pantis mientras no deja de mirar mis ojos con los suyos brillantes de lujuria, sus labios brillantes y rojos por los recientes besos reciben de mi parte un gemido algo fuerte cuando empieza a tocar mi punto sensible, y él es tan masoquista consigo mismo que pega sus labios a los míos solo para sentir mis gemidos en su boca mientras se tortura.
No puedo mover mis manos, quiero moverlas, quiero acariciar su rostro y cabello mientras me hace sentir en las nubes... lo único que puedo hacer es besarlo, y esos besos los continúa por varios segundos hasta que muerde algo fuerte mi labio inferior, por lo que suelto un quejido separándome de los suyos. Con mi lengua puedo sentir el sabor metálico de la sangre y aún entre gemidos de gloria puedo fruncir el ceño con su extraña actitud.
Él nunca había sido tan rudo como para hacer sangrar mis labios, y tampoco me había privado de tocarlo en nuestros encuentros. Y no quiero preguntarle por la mirada que me está penetrando el alma. Sus ojos están oscuros, no brillan como hace rato y eso me hace fruncir un poco el ceño.
Y cuando estoy por alcanzar mi orgasmo él simplemente se detiene. Abro los ojos para verlo confundida y los suyos me miran con frialdad.
— Tendrás tu orgasmo cuando empieces a portarte bien. — dice con seriedad mientras saca su mano de mis pantis. Frunzo el ceño cuando lo veo levantarse de la cama y caminar hacia el baño.
¿Qué?
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