Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Todo al rojo (Cap. 7)


Eva

—¡Joder! ¡Uno a cero! —recuenta Equis haciendo alusión a algún tipo de marcador imaginario entre él y yo.

¡Cada vez me gusta más nuestro juego! —sea el que sea—. Y todavía más si acabo de marcar el primer punto y voy ganando.

—¿Te puedo preguntar algo directo yo a ti? —pregunto en modo jugadora que quiere llevarse su segundo punto cuanto antes. Él responde que sí con demasiada seguridad—. ¿Cuántas posibilidades crees que tenemos de acabar hoy de ese modo?

—No sé nada de posibilidades. Pero te puedo hablar de ganas, de las mías concretamente. Joder, Uve, ¡me estás poniendo a mil!

Una fugaz caída de ojos hacia su entrepierna me acaba de aclarar que estamos hablando de erecciones. Hemos llegado a este punto. No soy capaz de frenar mis ojos recorriendo en descenso su anatomía hasta divisar el bulto que se le marca en los tejanos.

Desvío la mirada hacia mi copa y vuelvo a morderme los labios porque la imagen de su miembro creciendo está haciendo que mi vagina arda en un fuego abrasador de deseo que me descontrola hasta los mecanismos de seguridad. ¡Y eso no puedo permitírmelo! Y aún teniendo eso claro, suelto lo siguiente de forma directa, sin pensarlo demasiado, y siendo muy Eva.

—¿Tienes muchas ganas de jugar al póker?

¿Y los mecanismos de seguridad dónde han quedado?

¡Lejos, cada vez más lejos!

Equis se parte de risa, una risa genuina y espontánea. Es tan bonita y auténtica que se me hace adictiva.

—Si eso es un eufemismo de tener sexo, o el nombre de una postura para hacer que te corras tal como has dicho, ¡SÍ! ¡Estoy deseando jugar al póker contigo! —grita aceptándolo muy sincero y varias personas de nuestro alrededor nos miran curiosas—. Si te refieres a quedarnos un par de horas en el casino alargando los preliminares, ¿quizá soy un poco masoca? porque también me atrae mucho esa idea —cuestiona con cierta ¿vulnerabilidad? En la mirada y observándome curioso por ver qué respondo.

Choco mi hombro contra el suyo en un gesto cómplice.

—No eres masoca. Lo que eres, es un jugador de los buenos —reconozco con admiración sincera—, y no hablo del póker, que seguro que también.

—¿Sabes eso que dicen de que entre jugadores nos reconocemos? —Asiento muy divertida y en completa sintonía con él—. Pues se nota que tú y yo nos hemos cogido el número enseguida.

—Eso parece, Equis. ¡Eso parece!

Nos bebemos el resto de la copa hablando de estrategias de póker. El tío tiene un montón y de las cuales solo conozco algunas. Pienso en Marc y en lo mucho que admiro su forma de jugar. Parece una tontería, pero es algo que me atrae mucho en un hombre. Para mí el juego, las estrategias y la psicología al apostar, me dicen tanto de una persona, que resulta decisivo para que alguien me atraiga del todo.

—¿Entonces, qué? ¿Vamos a una mesa y echamos un par de partidas? —propone Equis al terminar su copa.

—¡Sí!

—Pero, dime una cosa: ¿vas a seguir jugando conmigo mientras tanto?, ¿o tienes que concentrarte mucho en las cartas?

Me río mucho tras dar el último sorbo de mi copa.

—Haré lo que pueda.

—No me decepciones —pide muy teatral haciéndose el serio; reímos juntos de camino a la zona de póker.

Nos sentamos en una primera mesa en cuanto terminan la partida y dos jugadores se levantan y dejan sus sitios libres. Entramos suaves, sin hacer apuestas fuertes, cada uno jugando sus cartas. Es póker Texas Holdem así que solo tenemos dos cartas cada jugador, las otras se ponen sobre el tapete de juego, a la vista de todos.

Subo mi apuesta al ver el juego que tengo. Equis también sube la suya. De los otros dos hombres que juegan, uno no va, y el otro pasa. Equis y yo nos miramos; la cosa queda entre nosotros. Destapan otra carta y yo vuelvo a subir la apuesta. Equis se lo piensa y la ve. El otro jugador pasa. Destapan la última carta y yo hago all in —en mi línea kamikaze—. Marc me estaría echando bronca por ser tan ansias. Cuando venimos juntos, sus cien euros nos duran dos horas, ¿los míos? ¡Una sola partida!

Equis se lo piensa mucho, me mira analizándome como si pudiera leerme. Está calibrando si voy de farol o tengo algo gordo. Yo pongo mi póker face habitual y lo miro desafiante. Suele colar, aunque no tenga nada. Lo importante es la actitud que transmites, y yo —en eso— soy experta.

—No voy.

Equis devuelve sus cartas y, como solo quedo yo, las devuelvo sin enseñar lo que tenía y llevándome la victoria y la pasta. ¡Panda de rajados!

La siguiente ronda no empiezo tan bien, no tengo nada. Equis va más fuerte, se nota que tiene algo, así que me retiro a tiempo y dedico los siguientes minutos hasta terminar la partida a observarlo atentamente. Me centro en sus gestos y reacciones, ¡quiero calarlo! Pero es cierto que también me despisto bastante analizando al detalle cómo se le ajusta la camisa a los músculos marcando sobre todo los de los brazos.

Cuando vuelvo a concentrarme en su expresión facial lo encuentro muy concentrado, acariciándose de forma despistada la barba corta y oscura que lleva. La verdad es que tiene unas facciones de mafioso italiano peligroso que me echarían para atrás si no fuera porque ya lo voy conociendo y se nota que es solo una falsa apariencia.

La siguiente ronda nos pule uno de los dos tíos. La siguiente, el otro. Y cuando ya solo nos quedan fichas para una última ronda, me vienen cartas buenas y tengo juego desde la primera carta que me reparten. ¡Escalera!

Apostamos los cuatro. Reparten otra carta. Subimos apuestas todos. Reparten la última. Se confirma mi juego y ahora es todavía mejor. Madre mía, ¡qué suerte tengo!

Soy una puta ansias pero hago all in. Equis me mira muy divertido al descubrirme tan lanzada, pero no se queda corto. Él también hace all in. El tercer tío lo ve. El último no va.

Hora de destapar nuestros juegos. Muestro mi escalera. Lamentos por parte de todos y cartas sobre la mesa con mala gana. ¡Todo para mí!

—Ya he tenido bastante —se queja muy cómico mi compañero de juego esta noche—. ¡Menuda paliza!

Me río escandalosa.

—¿Te has quedado sin fichas? —me burlo mientras recojo todas las mías, tengo el triple de lo que he apostado. En euros son más de ciento cincuenta.

—No, me las has hecho perder tú, que es distinto —aclara con sorna pero sin dejar de sonreír.

Nos levantamos y yo voy cargada con todas las fichas.

—¿Qué quieres hacer? ¿Vamos a otra mesa de póker?

—¿Y si compramos una dosis de adrenalina más potente? —propongo ideando un plan.

—¿Cómo se hace eso? ¿dónde la venden?

Lo pregunta con mucha gracia y mostrando un interés real en si existe tal cosa.

—Ahí —señalo la mesa de la ruleta—. Lo apostamos absolutamente todo a un número.

—¿Estás loca? Es mucho dinero. ¿A un solo número? Eso no da ni adrenalina, ¡lo vas a perder todo en un visto y no visto! —concreta muy pesimista—. Si quieres hacer una apuesta arriesgada, que sea a color.

Mucho más cauto.

Nos encaminamos hacia la mesa de la ruleta.

—Venga, vale. Pero me dices tú el color.

—¿Seré tu amuleto de la suerte? —cuestiona con sonrisa y expresión de escepticismo.

—Eso es. Tú eres el amuleto y yo la que hace las apuestas.

—Está bien, voy a dejar que me uses esta noche, pero no te acostumbres... —amenaza muy sexy.

Nos hacemos un sitio en una de las mesas que vemos más animada. Las apuestas son muy fuertes, hay una mujer en chándal y con un moño deshecho que parece una señora indigente apostando con fichas de quinientos euros como si fueran centimillos.

No alucino porque ya estoy acostumbrada a ver cosas así de extravagantes en el casino. ¡Pero me sigue sorprendiendo!

Apoyo todas mis fichas en el tapete y Equis se pone tras de mí, rodeándome por detrás y pegándose a mi oído derecho para susurrar algo.

—¿Todo al rojo?

Su aliento cálido y tan cerca de mi piel hace que pierda por un instante la noción espacio-temporal. Por suerte me recupero pronto.

—Mmmm, me gusta mucho el rojo. ¡Sí! ¡Vamos con todo! —confirmo decidida y coloco todas mis fichas sobre mi apuesta.

El crupier hace girar la ruleta y dejo de respirar durante los segundos que la bolita se mueve saltando de una casilla a otra y... ¡rojo!

¡Sí! ¡Uooooo! ¡Qué suerte!

Doy saltitos de alegría como si fuera una niña chica. Equis celebra nuestra victoria estrechándome desde atrás entre sus brazos y susurrándome un «buena apuesta, bella» que no sabría decir si es más por el roce de nuestros cuerpos o por ese acento italiano en la última palabra, pero me provoca una ola de calor corporal de lo más agradable.

Me giro un poco sobre mi hombro derecho para mirarlo a los ojos. Por cómo le brillan, creo que no soy la única a la que le está subiendo la temperatura.

—¿Y ahora qué?

—Todo al rojo —propone con absoluta seguridad.

—¿Seguro?

Asiente sin dudarlo y yo me giro hacia la ruleta disfrutando lo máximo de la descarga de adrenalina que estoy sintiendo. Cojo todas mis fichas, que son el doble de antes y las coloco sobre el rojo de nuevo.

Equis esta vez se pega a mí, abrazándome desde atrás, cruzando sus manos sobre mi vientre y tomándose esa licencia de acercamiento que no le ha dado nadie pero que me parece de lo más acertada.

Va murmurando cosas como «venga, venga, rojo, no nos falles» que me hacen reír y recordar que estoy jugando y no me va la vida en ello.

Contenemos el aliento durante los segundos que la bolita pasa del rojo al negro y... ¡se queda en el rojo!

¡Toma ya! Madre mía, qué puta suerte.

Saltamos, gritamos, me giro hacia Equis y choco las dos manos con las suyas en el aire antes de fundirnos en un abrazo victorioso.

¿Estamos aprovechando mucho para tocarnos, o solo me lo parece a mí?

—¡Qué suerte estás teniendo! ¡Y es todo gracias a tu amuleto! —asegura orgulloso y risueño. Se nota que está disfrutando de nuestro triunfo, se lo veo en el brillo que desprende su mirada.

—Sé escoger muy bien mis amuletos.

—¿Retiramos la pasta y nos vamos a tomar otra copa? —propone, ¡el muy inocente!

Me río en su cara y me giro divertida a más no poder.

—¿Rojo o negro? —pregunto a mi amuleto.

—¿Vas a jugártelo todo? —cuestiona sorprendido.

—¿Rojo o negro?

—Rojo —propone finalmente.

—¿Tres veces rojo? ¿no es tentar mucho a la suerte? —pregunto curiosa.

—Hazme caso.

Equis está tan seguro, que ni lo dudo: todo al rojo. La señora de chándal hace una apuesta muy fuerte al negro, está picada con mi suerte y ha debido de pensar que tres veces seguidas no saldrá rojo, claro. Un razonamiento de lo más lógico.

Equis vuelve a estrecharme pegándose a mi espalda y susurrando cosas cerca mi oído mientras nuestros ojos se clavan en la ruleta. Tengo que reconocer que me está poniendo a mil el roce que nos traemos, ¡casi tanto como ganar apuestas!

Sutilmente, muevo mi cadera hacia atrás y compruebo que el principio de erección que he podido visualizar antes sigue ahí. ¡Esto sí que está siendo un auténtico desafío!

—Vamos, rojo, danos una última alegría. ¡Rojo! ¡rojo! ¡rooooo-jo! —canta bajito solo para nosotros.

Mantengo el aire en mis pulmones mientras la adrenalina me provoca un ligero temblor en las manos, se me han enfriado de golpe por la emoción que me provoca el juego. ¡Drogas buenas! Lo que yo decía. O quizá no tan buenas, pero mejores que las de diseño, ¡eso sí que puede ser!

La bolita salta de un color a otro y parece que va a parar en el negro; sin embargo hace un último esfuerzo y termina con un último movimiento perezoso que la coloca en el rojo.

¡Su puta madre! ¡que hemos vuelto a ganar!

Pego un grito de júbilo que debe oírse en medio casino y me giro saltando y buscando el abrazo de la victoria con mi amuleto.

—¡Qué puta suerte! —exclama él completamente asombrado y me abraza. En cuanto nos soltamos, me giro hacia la mesa y recojo todas mis ganancias.

Dios. Ya tengo un dineral. Y he empezado la noche con nada. ¡Qué locura!

—Ahora sí, vamos a cambiarlas y me invitas a una copa de las caras, ¿eh? —propone mi amigo, lo llamaré «el inocentón» a partir de este momento.

¡Se ha pensado que soy de esas! De las que ganan un poquito y se retiran a tiempo. ¡Qué equivocado está, el pobre!

Me río fuerte y lanzo mi pregunta.

—¿Rojo o negro?

—No jodas, Uve. ¡Esta es la partida en la que lo perdemos todo! —asegura intentando convencerme. Ya no se ríe y realmente está preocupado por el destino de mi dinerito.

La mirada de la señora picada subiendo muchas fichas al negro me desafía y reúno todavía más fuerza para seguir.

—¿Rojo o negro? —insisto sin titubear.

—Lo vamos a perder todo —asegura Equis realmente apenado.

—Si no te decides, lo pondré todo al rojo —amenazo mostrando decisión.

Se hace un silencio. Todo el mundo nos mira. El Crupier me pregunta si juego o no.

—Al rojo —susurra Equis en mi oído y una nueva descarga de adrenalina me recorre entera.

Sonrío llena de endorfinas y felicidad mientras pongo absolutamente todas mis fichas en el rojo. La señora dobla su apuesta al negro antes de que el crupier lance la bola y aún se suman dos hombres más que apuestan también al negro. Nos lanzamos miradas desafiantes los unos a los otros. ¡Soy demasiado competitiva! ¡Se me va de las manos!

El crupier cierra la jugada y no deja que se sumen más. Al parecer hemos despertado el interés de muchos jugadores. La mesa está rodeada de gente mirando y expectante. A la gente le encanta ver este tipo de linchamientos. Disfrutarán una barbaridad si lo pierdo todo.

Sé que es una jugada muy arriesgada y, sí, probablemente Equis tenga razón y lo perdamos todo. Lo que el pobre inocente no sabe es que la adrenalina que he comprado esta noche con esos cien euros es impagable. Me da completamente igual el dinero. No juego por ganar fichas. Juego por ganar sensaciones. Y hoy ya las he ganado todas. Lo he apostado todo solo por el placer de sentir una pequeña descarga más en mi sistema. Solo un poquito más...

La bolita comienza a rodar y no puedo evitar contener la respiración. Las manos se me han helado y me tiemblan ligeramente. Equis aparece cálido en mi espalda y vuelve a rodearme buscando sostener mis manos entre las suyas sobre mi vientre, calentándolas en su línea de calentarme entera. ¡Y con una erección más que prominente ya!

¿Cuándo pasamos a la parte sexual de la noche? ¡Espero que muy pronto!

No quitamos ojo de la bolita mientras salta alegre de un lado a otro. Cuando no soporto más la tensión, cierro los ojos y respiro profundamente mientras disfruto de los sonidos de la bolita saltando de una casilla a la otra; de la respiración agitada de Equis pegado a mi espalda; de los susurros de la gente deseando ganar con su apuesta.

—Venga, rojo, ¡danos una última alegría! Te prometo que yo mismo recojo las fichas de esta maldita loca y me la llevo de aquí —comenta muy gracioso provocando que yo sonría.

Y, de pronto, el cuerpo agitado de Equis pegando un bote fuerte, los lamentos de toda la mesa y los aplausos de la gente que nos rodean, hacen que abra los ojos y descubra que hemos ganado. Todo.

Me giro sobre mis botas, calmada, sintiéndome en mi hábitat, en mi zona de confort, ¡en mi mejor estado anímico en semanas!, disfrutando de estar viva, de arriesgar, de no tener miedo, de ser la Eva valiente que admiro, la Eva que no se acobarda, la Eva que va con todo. ¡Mi mejor versión! Es efímera y será reemplazada por la Eva más miedosa de mi existencia en cuestión de horas, así que más me vale saborearla mientras dure, y eso es justamente lo que pienso hacer ahora mismo.

Equis me mira curioso, esperando ver mis saltitos y mis gritos de todas las rondas anteriores. Esta vez no hay nada de eso. Lo que se encuentra es a Eva en calma, decidida, acercándose a sus labios con lentitud, con sensualidad y sin perder en ningún momento el contacto visual.

Cuando nuestros labios se rozan, todo mi cuerpo se enciende, ¡como si fuese la fuente del Bellagio! Una sensación maravillosa recorre mi columna vertebral y me sacude entera. Sus labios, cálidos, suaves y mullidos se aferran a los míos, con hambre y desespero. Nos deseamos. Mucho. Eso es una evidencia grande como mi triunfo de esta noche.

A pesar de tener infinitas ganas de perderme en las sensaciones, en la suavidad de sus labios y en el deseo por mí que he encontrado en su manera de besarme, me separo despacio. Sonrío y disfruto de su gesto impresionado.

—Me has traído mucha suerte, Equis. ¡Gracias! Ahora, vamos a recoger las ganancias, vamos a pulírnoslas enteritas y voy a agradecerte la buena fortuna como se debe.

—¿Qué dices?, ¿pulírnoslas?, ¿cómo?

Me río mucho mientras recojo mis fichas y los demás jugadores me felicitan, aunque es con cierto recelo, pero aún así se agradece la deportividad y el saber perder. El crupier me alienta a jugar más. No pienso hacerlo. Ya he obtenido lo que venía buscando. Ahora vamos a por la otra cosa que quiero obtener esta noche.

—¿Qué te parece si te invito a una copa de las caras, en una suite acristalada en lo más alto del hotel Vela? —suelto directa a mi amuleto de la suerte, de camino a la taquilla del cambio.

Equis se ríe como respuesta a mi propuesta y se me queda mirando entusiasmado.

—Te digo: ¡oh, sí!, ¡vamos allá! —responde levantando las manos, exagerado pero con un buen cúmulo de ilusión real acumulada en forma de brillo sobre sus ojos.

Entrego mis fichas en la caja de cambio y solicito el dinero en billetes de cien. No pienso quedarme ni un euro. Me lo voy a gastar todo. Mientras espero, aprovecho para mirar a Equis que espera a mi lado con una sonrisa ladeada y seguro que con muchas cosas pasando por su mente.

¿Estará pensando en que estoy más loca de lo que había previsto? ¿O estará imaginando lo que nos depara nuestra noche de hotel?

—Entonces, ¿te gusta mi plan? —pregunto solo por oír su voz de nuevo.

—Me gustas tú —responde pillándome desprevenida. A la vez, rodea con una mano mi cuello suavemente y deja un beso muy rápido sobre mis labios.

¡Me sabe a poquísimo ese contacto tan fugaz! Y me deja con mil ganas renovadas de más.

Presiento que me va a costar mucho saciar las ganas que tengo de él. Equis no deja de generarme más, y más ganas con cada nuevo input y con cada movimiento que hace para acercarse a mí.

Que el deseo alcance cotas tan elevadas, ¡es muy peligroso para mi seguridad!

Y si tenemos en cuenta que, en vez de huir de él, lo que deseo es tirarme de cabeza y explorarlo hasta el fondo, tenemos el nivel de peligrosidad por las nubes esta noche.

¿Punto débil lo llaman?

Podría decirse que sí, que quizá esté ante el chico que suponga un punto débil en Eva Busquets.

—Y me gusta mucho tu plan, ¡y toda la locura que te acompaña! —exclama al verme callada y perdida en mis cavilaciones—. ¿Siempre eres así?

Lo pregunta fascinado en cierta manera y me encantaría poder ponerme seductora y responderle que sí. Sería muy feliz si esta fuera mi identidad permanente, pero... ¡ni de lejos! Suspiro contrariada al venirme a la mente flashes de mí misma tomando tranquilizantes para poder dormir, encerrándome en mi habitación presa del pánico, con ansiedad constante, abrazada a mis piernas en el suelo de la ducha, o caminando por la calle con el temor y la sensación de que me está siguiendo alguien.

Definitivamente estoy muy lejos de ser siempre la Eva que era antes.

—Soy así siempre que puedo y la vida me lo permite.

Equis hace un gesto complacido ante mi respuesta. Me alegro de que le valga, no tengo ganas de profundizar en mis desgracias ahora mismo.

Recojo el dinero que me entrega el chico junto con su enhorabuena y salimos del casino con un nuevo fajo de dinero en mi bolsillo.

¡Afortunada en el juego y muy desafortunada en todo lo demás! Eso es lo que me diría mi abuela si viviera y le contara todo lo que me pasa.

Cuando salimos a la calle, veo que se ha hecho de noche aunque solo son las diez. El tiempo en el casino lleva un ritmo diferente al de la vida real. Las horas se pasan como si nada.

—¿Al Vela, entonces? —pregunta Equis mientras saca los cascos del baúl de la moto.

Asiento con total seguridad y me coloco el mío.

—Ya estoy visualizando todo lo que quiero pedir al servicio de habitaciones —planteo imaginando el festín—. ¡Invita el rojo!

—Genial porque me muero de hambre.

Lo dice mirándome como si yo fuera el festín que va a degustar.

—No te preocupes que yo te daré de comer —aseguro con mucho cachondeo y travesura.

Equis se parte de risa. Debo de parecerle muy graciosa, porque lleva toda la tarde riendo. O eso, o es que tiene la risa fácil. Pero no parece ese tipo de personas tan risueñas y alegres, más bien todo lo contrario. Creo que tengo mi mérito y que es genuino que se lo está pasando muy bien conmigo.

Nos subimos a la moto y, automáticamente, sus manos cogen las mías y las mete por debajo de su chaqueta, para las apoye en su vientre y que no se me congelen en el trayecto. Sonrío contra su espalda y me apoyo con el casco un poco contra ella, abrazándole con más confianza de la que tenía en el trayecto anterior, imaginando cómo será quitarle toda la ropa y entregarnos juntos al placer.

Menos mal que el trayecto consiste en menos de cuatro quilómetros y que con el poco tráfico que hay a esta hora, llegamos enseguida al Vela, porque con la línea de pensamientos tan tórridos que había tomado, si hubiese sigo más largo, llego incendiada.

Aparcamos en el parking y entramos al hotel con unos nervios buenos flotando entre nosotros.

—¿Haces el check-in mientras yo aprovecho para devolver un par de llamadas? —propone Equis señalando hacia la zona del bar y proporcionándome, de nuevo, un espacio para mantener mi privacidad. Algo que agradezco de formas tan profundas, que no sé ni cómo expresárselo.

—Gracias. Sí, ahora te busco en cuanto tenga la habitación —le guiño un ojo y me voy hacia la recepción.

Lo observo sacar su móvil y caminar hacia la puerta principal del hotel. Me deleito con el movimiento de su culo y de su espalda mientras se aleja. Cuando me giro hacia la recepcionista estoy mordiéndome el labio por no morder a Equis.

Pido una suite con todas las pijerías habidas y por haber y con las mejores vistas del hotel. La broma asciende a mil euros pero ya me estoy visualizando en esa habitación, apoyada en la pared acristalada con vistas panorámicas a la ciudad y al mar mientras Equis me da duro desde atrás, ¡y estoy por desintegrarme en cualquier momento!

¡Hola, Lectoras Vibrantes!

¿Cómo estáis?

¡Espero que vuestra semana esté empezando muy bien!

Os he puesto el capítulo aunque me falta documentación de una buena parte y hasta el finde que viene no podré llevarla a cabo (voy al casino 🤭😏🗒🖊 ya que la documentación va en torno al juego/ganancias). Así que... he cambiado algunas partes y ahora parece más vaga la información que respecta a esos aspectos... pero en la versión final (editada y publicada) podréis ver cómo queda todo bien completo y confirmado.

Al margen de esto, ¡espero que os haya gustado! No os olvidéis de votar ⭐️ y dejarme vuestro comentarios ❤️

¿Ganas de ir al Hotel W (Vela)? 🤭 ¿Creéis que va a ser un capítulo 🔥🔥🔥?

Solo os adelanto una cosita... La primera mitad del capítulo la narra ÉL... 🤭🤭🤭

Nos vemos en los comentarios, ¡un besazo! Y gracias por estar aquí leyendo mi novela 🥰🙏

Carol

🌈Pinterest: https://www.pinterest.es/xandyta/novela-seduccion-encriptada/

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro