6 - La presión del deber
- ¡TaeHyung! - Gritó JiMin llegando hasta su hermano velozmente. Le abrazó con fuerza. El príncipe se dio cuenta entonces del miedo que debía haber pasado su hermano mayor al no encontrarle.
Todos a su alrededor bajaron la mirada mucho más que antes, al encontrarse en presencia del rey. YoonGi era el único que la tenía levantada, pero, aún así, no miraba a los hermanos, porque aún respetaba la intimidad de la realeza incluso si era el esposo del rey. JungKook les imitó porque sentía la mirada de YoonGi sobre él. En el océano es difícil encontrar muros con los que resguardarse de las miradas ajenas. La colonia tenía su cueva en el arrecife para protegerse, y a ellos, por ser quienes eran, les correspondían cavidades que eran más privadas, pero el resto del grupo dormía y hacía vida en dependencias comunes y enormes y, habitualmente, excepto para descansar, en el exterior de la cueva. Por ese motivo, la intimidad, en parte, era responsabilidad de todos, sencillamente mirando hacia otro lado. Y la intimidad de la familia real se valoraba y respetaba mucho.
- ¿Dónde estabas? - Parecía alterado y a YoonGi eso no le gustaba. - ¿Tú sabes el susto que me has dado? - Estaba seguro de que por preocupación y por enfado, su corazón estaría latiendo con fuerza.
- Lo siento. Yo sólo quería...
- ¿No entiendes que no puedes hacer esas cosas? Es peligroso. Si te pasara algo.
- Pero JiMin, era nacesario. Tenía que...
- ¡TaeHyung! Ahora nada es más importante que tus nuevas responsabilidades. Además, tienes mucho que aprender para ejercer tu puesto como nuevo entregado. - Pronto JiMin pasó de la preocupación al enfado y comenzó a sermonear a TaeHyung. - Es el peor momento para estar escapando por ahí para jugar y perturbar más aún la paz de la colonia. - Al joven príncipe, sin embargo, no le agradaba que le estuviera recordando su nueva posición, la cual él no quería y tampoco le apetecía ser regañado delante de toda esa gente. Pero lo que menos soportaba era que su hermano mayor, al que siempre había estado tan unido, ahora siquiera le escuchaba.
- No me estás atendiendo, JiMin. Te estoy diciendo que era necesario. Jin debía saberlo. - Espetó con agresividad. JiMin aspiró con fuerza y luego calló produciendo un silencio incómodo.
- ¿Has intentado llegar hasta Jin? - Su voz sonó más aspera que nunca.
- No lo he intentado. Lo he conseguido. Él merecía saber que nuestros padres...
- ¿Que has hecho qué? - Bramó. - ¡Has subido a la superficie! ¿Pero tú sabes lo que te podría haber pasado? ¿En qué pensabas? - Dijo absolutamente enfurecido. - Tienes una resposabilidad con esta colonia y con nuestra especie. Si lo humanos descubren nuestra existencia. ¡¿Es que no piensas?!
- Pero Jin...
- ¡Jin nos abandonó! - Gritó. - ¡Él ya no forma parte de nosotros!
- No puedes hablar en serio. Él es nuestro hermano mayor.
- ¡Cállate! Ya no puedo oír tus tonterías por más tiempo. - Bramó alterado. Su corazón empezó a latir con fuerza. YoonGi se acercó a él con cuidado.
- JiMin... intenta calmarte, por favor. - Le pidió con suavidad.
- ¡No me digas que me calme! - Estalló.
- JiMin. - Volvió a susurrar. - Este no es el lugar adecuado para esto. - Había muchas sirenas mirando, pero ese no era el único motivo, JiMin llevaba días cansado, no era bueno que se alterase tanto. - Un rey no debe comportarse así.
- ¿Es que no sabes lo peligroso que es ir tú solo a océano abierto? - Dijo ignorando a su esposo por completo. - Si te hubiera pasado algo...
- Pero no pasó nada, JiMin. - Le interrumpió el menor. - JungKook me protegió y me acompañó de regreso.
- ¿JungKook? - Entonces el rey, muy confundido, miró a la figura de larga y brillante cola roja. Como por instinto, fijó la vista en la cicatriz de su aleta caudal. - ¿Quién es él? - De nuevo, esa faceta del rey que nadie había visto. Su voz no dejaba de ser dulce, pero se volvía grave y densa. Como si hablara a traves de un agua turbulenta y espesa y no en el océano en calma en el que estaban. - Has traído a un desterrado a nuestro territorio. ¿Sabes que eso supone poner en peligro a toda la colonia?
- JungKook no es ningún peligro. Él me salvó.
- ¿Cómo sabes que está solo? ¡No puedes ser tan ingenuo! - Era curioso oír a JiMin decir algo así. Sin duda, él estaba considerado como el más inocente de toda la colonia. Él siempre había sido el perfecto entregado. Ahora se exigía mucho más de él, porque ahora era el rey. - ¿¡Cómo sabes que no te está utilizando!?
- Pero él... me salvó. - Aturdido por no haberse planteado la posibilidad de que JungKook no estuviera solo y le estuviera engañando vilmente, y de que su antaño siempre dulce hermano mayor le estuviera gritando de aquella forma delante de tanta gente, no supo que más decir.
- ¡Inconsciente! - El propio JiMin había llegado a un punto de enfado del que no sabía regresar. Comenzó a usar una coz chillona y exasperada, con palabras atropelladas. - ¿¡Por qué haces esto!? No sólo descuidas tus obligaciones, sino que cargas de trabajo y preocupaciones a quienes ya tienen mucho que hacer. ¡Y en el peor momento! - Su corazón latía con tanta fuerza que YoonGi sentía que podía escucharlo y no le gustaba.
- JiMin... - De su boca escapó un susurro sin atreverse a interrumpir de nuevo al monarca.
- ¡No estoy dispuesto a aguantar tus estupideces por más tiempo! ¡No tengo tiempo para esto! ¡No pue...! - De pronto, su voz se quebró, que se llevó la mano a la cabeza, su cuerpo se dobló por la mitad al querer encogerse y su cola se retorció.
- ¡JiMin! - YoonGi se lanzó hacia él para socorrerle. - ¿Qué te ocurre? - Estaba pálido cuando levantó un poco la mirada hacia su esposo.
- Me duele la cabeza. - Pronunció en un quejido. YoonGi le sostuvo por la cintura mientras JiMin apoyaba las palmas de las manos en sus hombros para sostenerse. Bien sabía YoonGi que JiMin era muy sufrido. Llevaba doliéndole la cabeza por el estrés y el cansancio constantemente desde hacía varios días, pero no se había quejado por ello y mucho menos en público. Pero finalmente, tras las acciones negligentes de TaeHyung, no había podido soportar la presión por más tiempo y el dolor había estallado dentro de él. Y ahora que le miraba, veía como su vista se nublaba. Parecía completamente mareado.
- ¿Te encuentas bien, JiMin? - Preguntó su hermano en voz baja. Se acercó lentamente con el único propósito de ayudar.
- Déjame. - Se zafó el mayor con pocas fuerzas. - Ya has hecho bastante. - TaeHyung retrocedió.
- Tae. - Le habló YoonGi con amabilidad. - Ve al santuario. Te esperan allí. - El príncipe se marchó avergonzado mientras veía a su hermano caer casi desplomado en los brazos de su esposo. - Tranquilo JiMin, ya te tengo. - Le dijo mientras todo a su alrededor se volvía oscuro para el rey.
Jin llevaba algunos días profundamente deprimido. NamJoon no podía culparle. ¿Quién no lloraría la muerte de sus padres? A cada momento, NamJoon se sentía impotente por no poder hacer nada por él sin imaginar el bien que le hacía con tan solo abrazarle día y noche. Pero NamJoon no podía evitar, egoistamente, querer más. Por eso le preguntó por qué no volvía a llamar a su hermano. ¿Cómo habían fallecido? ¿Por qué no iba hasta allí donde sus padres descansaban? ¿Acaso no quería despedirse? Pero Jin siempre respondía de la misma forma. Se echaba a llorar desconsolado en sus brazos mientras decía: "No puedo volver." Así que NamJoon había terminado por dejar de hacer preguntas al darse cuenta de que eso sólo le ocasionaba más dolor. Aunque eso no hacía que tuviera menos preguntas. ¿Qué era eso que le alejaba de su hogar de forma tan drástica y determinante? Se le partía el corazón al verle tan triste y llorando repentinamente de tanto en tanto en cualquier momento, sin ningún motivo concreto que lo desencadenara. Por las noches, Jin dormía poco y mal y NamJoon se despertaba al sentir el colchón temblar con sus sollozos. Entonces le guardaba entre sus brazos, dejando que sus lágrimas cayeran contra su pecho descontroladamente y acariciaba su espalda con todo el amor que podía demostrar con su tierno contacto, que era mucho, pero no tanto como albergaba en su corazón.
- Tranquilo, mi amor. - Le susurraba. - Llora cuanto quieras, vida mía.
Los deseos de Jin se entremezclaban con dureza. Por una parte, no había nada que quisiera más que volver a casa. Durante ese tiempo con NamJoon siempre había algún momento en el que su corazón le pedía arrojarse al agua, aunque fuera para sentir su frío y embriagador abrazo. Pero ceder a ese instinto sería terriblemente peligroso, y cuando miraba a NamJoon sonriéndole y amándole incondicionalmente, todas sus dudas se alejaban de golpe. Pero ahora era distinto. En el fondo siempre había querido arreglar las cosas con su familia, pero tenía un miedo terrible a imaginar que pensarían de él después de haberlos abandonado. No es que se fuera una noche sin dejar rastro. Hubo muchos indicios antes y numerosos intentos por hacer entrar en razón a sus padres. La última vez que los había visto habían tenido una terrible discursión, algo que no se podía quitar de la cabeza. Quería volver a casa. Poder despedirse de sus padres, aunque ellos ya no pudieran responderle, explicarles de nuevo que lo hizo por verdadero amor. Que les quería, pero que había un camino distinto para él. Quizá sus hermanos podían aún entenderlo. ¿Qué pensaría JiMin de todo aquello? No podía imaginarse al bondadoso y delicado JiMin como rey. La tristeza le invadía al pensar que ahora sus hermanos pequeños, a los que siempre amó con locura, estaban solos, sin familia. Quiere abrazarlos de nuevo. NamJoon tiene razón, la única forma de aliviar su corazón es regresar y poder despedirse y pedir perdón, pero no es tan fácil. Se siente culpable por tratar a NamJoon tan mal últimamente. Quisiera poder contárselo todo, pero el miedo le invade. ¿Qué haría NamJoon si le dijera que es una sirena? El hecho de que era un anterior heredero al trono era ya una locura, pero serlo de una colonia submarina de unas criaturas que los humanos consideraban mitología barata es mucho peor. Sin duda le tildaría de loco. Con todo su amor, haría lo posible porque entrara en razón y, destrozado, intentaría llevarle a un psiquiátrico pensando sólo en su bien. Habría una forma muy sencilla de evitar eso, claro. Sólo tenía que demostrárselo. Saltar al mar y dejar que su amor viera su verdadera naturaleza, pero entonces ¿qué cara pondría? ¿Se volvería loco, le miraría con asco, le odiaría? Jin no podría soportar eso. Si perdía a NamJoon lo perdía todo. Quería volver a su hogar, pero no para permanecer en él. Ya no había una vida para él allí. Su única vida estaba con NamJoon. Se sentía horrible por no poder decirle la verdad, pero tenía tanto miedo. Mientras era consolado entre sus brazos, su dulzura no hacía más que derribarle por dentro. No era justo. Debía saber con quien estaba. No podía soportar seguir engañándole. No ahora que, además, sabía perfectamente que NamJoon se estaba guardando miles de preguntas. No tardaría en estallar todo. Jin conocía a los padres de NamJoon y a su hermana pequeña a pesar de que vivían considerablemente lejos. Sabía sobre su infancia. Sabía todo de él porque siempre había amado escuchar sus historias. Pero Jin no podía contarle nada. ¿Cómo podía hablarle del día en que sus hermanos y él se encontraron a un grupo de delfines y empezaron a jugar con ellos? ¿Cómo podía explicarle que la primera vez que salió a la superficie, YoonGi sostenía su mano mientras contemplaban las maravillosas, lejanas y desconcertantes luces artificiales de la costa? ¿Cómo podía?
Sin embargo, debía decidirse. Las opciones se agolpaban en su cabeza atropellafamente. Sólo el hecho de intentar volver a casa ya era muy peligroso. Hacía muchísimo tiempo que no se tranformaba, así que no sabia bien cómo iba a responder su cuerpo, además, incluso en un lugar como ese, en el alejado faro, cualquier humano en tierra o en una embarcación podía verle. Ahora cualquiera está apuntando con la cámara de su movil a todos lados. Cada vez más la gente tiene drones y miles de formas de captar accidentalemnte a una sirena que se atreva a estar cerca de la superficie. Lo que había hecho TaeHyung había sido una acción muy poco meditada que podía costarle la vida a toda su colonia. Los humanos tienen medios de investigar el fondo marino, pero hasta ahora no los han aprovechado bien ni invertido suficiente en ellos porque no consideran que haya nada intersante allí abajo. Si descubrieran la existencia de las sirenas, estarían acabados. Millonarios del mundo se pondrían de acuerdo sólo para hacer aquello que los humanos anhelan más que nada. Controlarlo y destruilo todo. Pero ese enorme problema mundial no sería el único ni el más cercano. Para empezar, si pretendía ir a casa, NamJoon querría acompañarle y eso era ridículamente imposible. Tendría que mentirle de nuevo o contarle finalmente toda la verdad. Y ninguna de las dos opciones le convencía ni lo más mínimo. Entonces, ¿sencillamente no podía regresar? Eso era lo que se había prometido a sí mismo tiempo atrás pero ahora que sus padres ya no estaban, era más fácil decirlo que hacerlo. Su corazón no soportaría vivir toda una vida con ese dolor. No podía pasarse la vida ocultándose y llorando.
Se encogió aún más entre los brazos de su amado humano. ¿Qué debía hacer? Estaba hecho un lío y su corazón se encogía con cada pensamiento. Ninguna posibilidad parecía la adecuada. Con todas cometía el riesgo de perderlo todo. Por Anfititre, ¿qué debía hacer?
Hola!!!! Siento haber tardado tantísimo en publicar, pero ya llegó!! Espero que os haya gustado el capítulo!!!!
¿Estará bien JiMin? ¿Qué será de JungKook?
¿Qué creeis que debería hacer Jin? ¿Decirle la verdad, ir directamente a su casa sin decirle nada...??
Supongo que habéis reparado en la hermosa foto del inicio. Es, como siempre, un brillante diseño de Shiki_art del fondo marino y la entrada a la cueva donde habitan nuestras adoradas sirenas.
Os la dejo por aquí para que la veáis mejor y le déis mucho amor a esta maravilla!!!!
Un besazo!!!! 💜💜💜💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro