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34 - Kodya y el destino

JiMin le condujo al centro de la meseta de guyot, por donde se entraba al interior del volcán submarino inactivo en el que se había instalado la colonia tiempo atrás y donde estaba ahora su santuario. Daba paso a un túnel bastante estrecho. Oscuro y largo.

- ¿Qué es este lugar?

- Es el lugar más antiguo y sagrado para la colonia. Aquí, en esta cueva surgió nuestro asentamiento. Antes no éramos más que un grupo pequeño y asustado de sirenas nómadas. Siempre expuestas a los peligros del mar. La sirena más fuerte lideraba el grupo y la única tarea de la colonia era sobrevivir. Aquí fue donde nació nuestro primer rey, es donde hoy oramos a los dioses del océano para que sigan protegiendo a los nuestros y es el lugar donde vive el entregado.

- TaeHyung. - Pronunció la sirena encantadora.

- TaeHyung no debía ser el entregado, si no yo. ¿Lo sabías?

- Sí. Se queja de eso a menudo. - Aseguró JungKook mientras seguía a JiMin por las intrincadas cuevas, pero enseguida se preguntó si no había hablado más de la cuenta. Sin embargo, a pesar de todo, JiMin se mostró relajado e incluso rió un poco suavemente.

- Sí. Diría que me odia por eso. - Añadió JiMin.

- Eso nunca se lo he oído decir. Más bien creo que el le quiere y le admira. Pero piensa que eres un poco... - De nuevo estaba hablando de más.

- ¿Estricto? - Finalizó el rey. JungKook tan solo asintió. - Supongo que no le falta razón. - Resopló. - A él le toca cargar con el que fuera mi destino como yo hago con el de mi hermano mayor que eludió el suyo.

- ¿Y no podría TaeHyung eludir el suyo? - JiMin se detuvo y le miró entristecido.

- Es nuestra forma de vida lo que está en peligro, JungKook. - Declaró. JiMin sabía que TaeHyung no estaba hecho para esa vida. Conocía a su hermano mejor que nadie. Lo peor que podía hacerle era condenarle a una vida de servidumbre, oración y sobriedad. TaeHyung no era ostentso pero sí avaricioso. No en lujos ni en parafernalias. Pero era un espíritu aventurero, curioso, despreocupado y libre. Quería conocer, jamás estarse parado y experimentar cuanto pudiera. Ser el entregado ahogaría todo lo que él era. JiMin lo sabía pero... ¿qué otra cosa podía hacer JiMin? No tenía más opciones. - Ven, sígueme, te lo enseñaré.

Avanzaron un poco más y el estrecho y oscuro túnel se convirtió de repente en un amplio espacio. A pesar de que las sirenas podían ver bastante bien con poquísima claridad, dentro de una cueva así, en el interior de un volcán submarino no debería haber ninguna luz. Todo debería ser tétrico y oscuro. Sin embargo, ese lugar brillaba de algún modo. JungKook se paró para observar y quedó boquiabierto.

- ¿Qué es? - Adherido a la roca algo desprendía luces azules, verdes y rosas neón. El espectáculo de colores era magnífico.

- Es un alga bioluminiscente. - Explicó JiMin.

- Nunca había visto algo tan hermoso. -

- ¿JungKook? - Súmamente sorprendido, pues no acostubraba a relajarse tanto como para que le pillaran desprevenido, se dio la vuelta con un hábil coletazo. Y tuvo que arrepentirse de las últimas palabras que había dicho. Ahora sí que tenía frente a él lo más hermoso que había visto nunca. Y pensó que jamás volvería a ver algo así, por lo que se mantuvo observando a la sirena frente a él grabando cada detalle de su dulce rostro, su cabello que ondulaba con el agua y el precioso azul de las escamas de su cola. Tal vez ni el propio TaeHyung se dio cuenta, pero alguien había conseguido abrir los ojos al fin y podía entender claramente qué significaba esa mirada. - ¿Qué estás haciendo aquí?

- TaeHyung, quítate eso de la cabeza. - Le regañó una sirena que nada hacia él. TaeHyung había decorado su cabello trenzándolo con las algas que brillaban en la cueva por lo que se veía aún más hermoso que de costumbre. Mucho más que como acostumbraba a verle en la oscura cueva que era la cárcel.

- Me ahogas, Bogum. Déjame vivir un poco. - Le rogó. - No entiendo cómo podías soportar esto, JiMin. - Se quejó a su hermano.

Bogum pareció darse cuenta entonces de que su rey estaba allí.

- ¡Majestad! - Se sorprendió y bajó la cabeza. - No sabía que estaba usted aquí. ¿Viene a rezar por el bienestar de su esposo? - Pronunció afectado.

- Debería, sin duda. - Declaró el rey. - Voy a necesitar que los dioses del océano me den valor para lo que está por venir. - Suspiró no queriendo parecer alicaído y tratando de tomar fuerzas de donde ya no le quedaban. No sin YoonGi. - TaeHyung, debes hacer caso a Bogum.

- Es sólo un adorno, hermano. ¿Ni siquiera puedo usar un adorno?

- Un entregado debe ser humilde, no vanidoso. - Explicó Bogum. - Claro que no me importaría tanto que adornas3s tu pelo si no te hubieras saltado las oraciones matutinas. - Replicó.

- Es que es muy aburrido. - Se quejó a su hermano. - Si me dejaran hacer algo más emocionante...

- Es deber de un entregado...

- Pues sé tú el entregado. - Bramó TaeHyung interrumpiendo a Bogum y sobresaltando a todos, incluso a sí mismo. - Lo siento. - Dijo avergonzado.

- Tae... - JiMin puso una mano en el hombro de su hermano. - No te disculpes. - Pidió. - Estoy... empezando a creer que tienes razón.

- ¿Qué quieres decir, majestad? - Quiso saber Bogum.

- Acompañadme. Quiero contarle a JungKook la historia de Kodya.

JiMin siguió nadando a lo más profundo de la cueva. Los demás le siguieron de cerca, incluido el desconfiado Bogum, que no entendía cómo el prisionero estaba allí sin ningún guardia, sólo con el rey. ¿Y por qué era necesario contarle la historia de sus antepasados?

De pronto, se detuvo. JungKook miró a su alrededor sin entender nada. ¿Por qué concretamente ese lugar? Se cruzó con la mirada de TaeHyung y volvió a quedarse petrificado ante su belleza. El propio TaeHyung sonrió y con suavidad llevó su mano hasta la barbilla de JungKook para inclinarla hacia arriba. Entonces la sirena de cola escarlata descubrió los hermosos y peculiares dibujos en el techo de la cueva.

- Hace cientos de años, un gran tiburón blanco perseguía a un pequeño grupo de sirenas nómadas. - Empezó a decir JiMin señalando a las imágenes del techo que representaban sus palabras. - Eran nuestros ancestros. - Expuso. - Encontraron este lugar y aquí se ocultaron. Como has visto, un gran tiburón blanco no cabe por el agujero por el que hemos entrado. Pero en aquel entonces no teníamos una dieta vegetariana. Igual que tú, nosotros comíamos pescado. Al resguardarnos aquí dentro pasamos de ser cazadores a recolectores. Pero no puedes cambiar la dieta de una especie entera de un día para otro sin ocasionarles grandes problemas de salud. Por lo tanto, aquellas sirenas debían salir a cazar también o el grupo moriría.

- Pero fuera aún estaba el tiburón. - Comprendió JungKook.

- Y antiguamente no sabíamos cómo defendernos. Eras pocas y débiles. No teníamos guardianes y soldados como ahora. - Continuó el rey. - Como te decía, el más fuerte era el líder y si flaqueba y otro le ganaba en combate se hacía con su posición.

- ¿Y Kodya era el más fuerte? - Preguntó JungKook. Pero JiMin y los demás negaron.

- Todo lo contrario. - Aseguró TaeHyung. - Kodya era aventurero. A él le gustaba explorar e investigar. Era listo. Era...

- Era débil. - Expresó JiMin deteniendo la verborrea de su hermano menor. - Kodya era una sirena delgada y frágil. Pero inteligente y, sobretodo, valiente.

- Las sirenas de grupo morían día tras día. Ya fuera por el ataque del tiburón o por la escasez de comida al no poder salir a cazar. - Continuó Bogum.

- Cada vez eran menos. Así que Kodya, a pesar de que todos creían que estaba loco y que era un suicidio, decidió enfrentarse al tiburón blanco. - Formuló JiMin. Se acercó a la pared de la cueva y recogió el objeto que estaba allí apoyado y se lo mostró. Pero JungKook ya lo había visto antes.

- El tridente de YoonGi.

- Esta arma es la más fuerte, poderosa y hermosa de las que Kodya fabricó. - Dijo sosteniéndola con fuerza entre sus manos. - Ha sido entregada al mejor soldado una generación tras otra. Aunque no fue el arma con la que Kodya mató al tiburón, que quedó destruida. Decidió defenderse y creó la primera lanza en la colonia. Kodya supo liderarnos entonces y es su linaje el que reina hoy en día. Desde aquel momento, los nuestros comprendieron dos cosas. La primera, que ya no teníamos que ocultarnos en agujeros y huir constantemente. Podíamos crear un hogar estable y defendernos. - Expresó JiMin. - Y la segunda y aún más importante, el líder ya no tenía por que ser el más fuerte físicamente. Las cosas empezaron a cambiar, la colonia creció y fuimos capaces de vivir en paz. - Bajó la cabeza derrotado. - Hasta ahora.

- No digas eso, hermano. - Pronunció TaeHyung con lástima.

JiMin miró entonces a JungKook y puso una mano en su hombro.

- ¿JungKook, entiendes por qué te cuento todo esto?

La sirena de cola roja parecía algo confundida.

- Es la historia de tu colonia. Desconozco por qué tenías tanto interés en que la conociera. - Aseguró.

- Kodya no estaba destinado a ser rey. Se lo ganó por guiar a los suyos a una vida mejor. Se ha exigido eso a los reyes de esta colonia cada generación. - Explicó JiMin. - Puede que simplemente yo no dé la talla.

- Tú tampoco estabas destinado a ser rey, JiMin. - Se apresuró a decir TaeHyung. - Pero haces lo imposible para proteger a los tuyos y afrontaste este difícil destino para mantenernos a salvo. ¿Qué más se puede pedir de un rey?

- Le conozco desde que era pequeño, majestad. Eres amable, humilde y piadoso. - Apoyó Bogum. - Y valiente también. Sé que eres un gran rey. Lo de YoonGi ha sido un error. Una tragedia, pero eso no significa que debas creer que no eres suficiente.

- Es por eso que quiero que JungKook me ayude. - Declaró. - Quiero proteger a quien es importante para mí y JungKook sabe cómo desenvolverse ahí fuera. Necesito tu ayuda y te daré lo que quieras a cambio. Tu libertad es tuya. Me temo que en mi congoja y sobreprotección hacia mi hermano he sido muy injusto contigo. Así que esto no es más que un ruego, JungKook. Ayúdame a rescatar a mi esposo.

- Déjame quedarme aquí. - Se lanzó a decir de repente. Parecía que llevaba mucho tiempo pensándolo y no se había atrevido hasta ese momento.

Sorprendió a todos que le miraron ojipláticos por distintos motivos. Ninguno de ellos podía creer que eso era lo que JungKook quería de verdad.

- ¿Quedarte? ¿Eso es lo que deseas? - Quiso confirmar JiMin.

- La libertad de la inmensidad del océano es tan hermosa como aterradora. - Aseguró JungKook.

JiMin detectó la mirada de su hermano menor rogándole sin palabras que le permitiera permanecer en la colonia junto a ellos. A ser posible, junto a él, aunque TaeHyung fuera el entregado y no se le tuviera permitido emparejarse.

- Si es lo que deseas, si ya no quieres estar solo, será fantástico tenerte en la colonia, JungKook. - Respondió el rey. Entonces fue él el más sorprendido.

- ¿De verdad? - Preguntó anonadado. - ¿De verdad podré quedarme? - JiMin sólo necesitó sonreír para descubrir lo que JungKook llevaba guardando tanto tiempo. Podría haberse escapado mucho antes utilizando su poder de sirena encantadora. Podría haber engatusado a cualquiera e incluso tal vez a TaeHyung sin usar su poder, pero no lo había hecho. Había llegado allí por error y quizá sentía por primera vez que había encontrado lo que siempre había estado buscando.

JungKook miró a TaeHyung y este sonrió lanzándose a sus brazos alegremente. Riendo, ambos se abrazaron y JungKook les hizo dar vueltas con su fuerte cola. Se separaron riendo y al mirarse a los ojos de repente se sintieron incómodos y se separaron mirándose de reojo con una risilla nerviosa.

Begum parecía muy perturbado por la situación y JiMin no podía dejar de sonreír. Quizá todo aquello estaba equivocado. Quizá TaeHyung también podía cambiar su destino.

- Pongámonos manos a la obra. - Quiso JungKook cambiar de tema.

- Cierto. Hay que ponerse en marcha. - Alegó TaeHyung.

- Tú no vas a ningún lado. - Formuló Bogum.

- ¿¡Qué!? Tú no decides eso. - Expresó TaeHyung. - Voy a ir.

- TaeHyung, es peligroso. - Esa sería la primera vez que Bogum estaría de acuerdo con JungKook. - Es mejor que te quedes aquí. Es lo más seguro.

- No es justo. Yo también quiero ayudar. - Se quejó mirando a su hermano mayor.

- No sé si puedo protegeros a los dos. - Murmuró JungKook temeroso.

- Yo me protejo solo. - Gruñó. - JiMin. - Rogó. - Yo también quiero salvar a YoonGi.

- TaeHyung, no es buena idea. - Aseguró JungKook.

- ¿Tú crees? - Formuló JiMin pensativo. - Tal vez es el momento de que todos hagamos lo que debemos hacer. Aquello que nos dicta el corazón.

Nadie se pudo negar a las palabras del rey. JiMin se llevó a JungKook de allí para no perturbar más a la colonia. Por el camino, JiMin seguía sin poder dejar de sonreír.

- ¿De qué os reís desde hace un rato, majestad? - Quiso saber la sirena escarlata.

- Nada. - Aseguró divertido. - Sólo estaba pensando que es muy curioso cómo se ven las cosas desde fuera. De repente es todo tan obvio. - YoonGi también se le quedaba mirando embobado a él, tal y como JungKook no había dejado de mirar a TaeHyung. JiMin siempre había pensado que estaba imaginando cualquier cosa ajena o que le miraba porque tendría algún alga metida entre los dientes y no se lo quería decir. Qué tontería.

- ¿Qué quiere decir eso?

- Supongo... que lo sabrás cuando tenga que suceder. - Rió el rey. Lo que dejó más intrigado a la sirena encantadora a pesar de que no dijo nada más. - Ya me estoy preguntando cómo será mi hermanito cuando regresemos. Siento que a todos nos cambiará este viaje.

- Centrémonos en el presente, majestad. Primero hay que volver con YoonGi y con vida. - Sólo quería ser realista y JiMin tenía que darle la razón, así que calló.

Le proporcionó un pequeño lugar cerca de su propia cueva dormitorio. Sería mejor dormir bien y partir por la mañana. Debían recobrar fuerzas antes de irse. Aunque ninguno durmió demasiado esa noche.


Hola! Espero que os haya gustado mucho el capítulo.

Pronto inicia la aventura de sus vidas!!! ¿Qué pasará??

Un besazo!!

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