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Capítulo 6

Estoy concentrada en la novela cuando alguien toca a la puerta de mi habitación. Levanto la vista del libro y me encuentro a Alex parado junto al marco de la puerta.

¿Pensé que la había cerrado?

—¿Necesitas algo? —le pregunto al ver que no entra en la habitación.

—Crees que pueda usar tu ducha, la mía parece estar teniendo problemas.

—Sí, puedes utilizarla. —le digo mientras él se dirige hacia el baño y cierra la puerta detrás. Y yo vuelvo mi atención a la novela.

Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que él ha hecho por mí. En cuanto siento el agua de la ducha cayendo dejo de leer y miro la puerta fijamente.

¿Cómo luce alguien que ha bajado tanto de peso?

Creo que no quiero saberlo. Me había parecido musculoso anoche cuando lo toqué y hace un momento cuando me sostuve de sus brazos, pero mi vista y mi tacto pudieron haberme engañado. Especialmente después del golpe en la cabeza, y en el culo. Sé por los videos de los reality shows que he visto como queda el cuerpo de las personas que bajan de peso, y decido apartar las imágenes de mi mente. Así que me concentro una vez más en la novela.

Al menos hasta que su voz me interrumpe nuevamente.

—Gracias por dejarme usar el baño. De verdad necesitaba esa ducha. —me dice haciendo que yo levante la vista de la novela.

—Si, no hay de q...

Pero las palabras se quedan atoradas en mi garganta y se niegan a abandonar mis labios. Esto no me lo esperaba. Deslizo lentamente la vista por su cuerpo mientras repentinamente comienzo a sentir mucha sed. Tiene el torso gloriosamente desnudo mientras unas gotas de agua lo mojan. Continúo bajando la vista. Por suerte trae una toalla enredada en la cintura cubriendo su cuerpo. Tiene otra en una mano, pero con ella se seca el pelo mojado de la ducha. Y en la otra mano, trae la ropa que se acaba de quitar.

Pero el menor de los detalles es que estuviese desnudo de la cintura para arriba. Deslizo la lengua inconscientemente por mis labios mientras continúo observando, ahora en detalle, su cuerpo. Su pecho, ancho y musculoso, al igual que sus brazos. Su abdomen está perfectamente definido y puedo ver como sus abdominales se tensan ligeramente ante mi mirada curiosa. Pero eso no es todo. Tiene un tatuaje de un lobo que le cubre el pecho del lado derecho y parte del hombro. El lobo está hecho detalladamente y me mira fijamente mientras muestra una sonrisa irónica. Detrás del lobo se extiende un bosque brumoso con árboles sin hojas, una enorme luna llena y aves que escapan volando del depredador.

Aparto mi mirada de la desconcertante imagen del tatuaje en blanco y negro y vuelvo a deslizar mis ojos por su cuerpo. Su cuerpo no es lo que me había imaginado. No es el cuerpo deforme de alguien que ha bajado mucho de peso. Definitivamente no tiene ninguna deformidad. A menos que estar tan bueno entre en esa categoría. O que la tenga de la cintura para abajo. Me le quedo mirando a la toalla anudada en su cintura, mientras entrecierro los ojos esperando que por arte de magia esta se desate y poder comprobar si está tan bueno en la parte de abajo como en la de arriba.

Desde que comencé a mirarlo, mi respiración se ha ido acelerando rápidamente. Entiéndanme, al último hombre que vi semidesnudo frente a mí fue al último ex. Y debo reconocer que Alex está macizo por todas partes, nada que ver con los novios que he tenido.

Cierro los ojos y aprieto los muslos con fuerza mientras contengo un gemido que quiere escapar de mis labios. Definitivamente la falta de sexo ya está afectando mi mente. ¿O es su presencia? Estoy por pensar que Beth tiene razón. Creo que si no tengo sexo pronto me voy a volver loca.

—¿Nunca habías visto a un hombre semi—desnudo?

Su pregunta me trae de regreso a la realidad y aparto la vista de su cintura estrecha. Me incorporo en la cama sentándome y levanto la vista hacia su rostro.

¡Por Dios!

Ese pelo desordenado y mojado acompañado de una sonrisa torcida y una ceja levantada, es para quitar el aliento. Y por un momento me imagino que soy yo la que le está secando el pelo y deslizando mis manos por este.

—Sí. Disculpa, es que estaba metida en mi novela. —le digo a modo de explicación por mi reciente perdida de vocabulario.

—Gracias por la ducha. —me dice mientras sale de mi habitación secándose el pelo sin mirar atrás.

Dice algo más sobre herramientas y la ducha, pero ya no le estoy prestando atención. Me le quedo mirando en todo momento. Su espalda ancha, completamente definida y aún mojada. Los músculos moviéndose mientras camina hacia la puerta. Y bajo un poco más la vista hacia su trasero. ¿Por qué la toalla no se desata y me deja admirar su trasero?

Después que el abandona mi habitación, me es imposible continuar concentrándome en la novela. Mientras leo, imagino que el protagonista principal es Alex y creo que resultaría muy peligroso para mi pensar en Alex y sexo en la misma oración. Lanzo la novela a un lado. De repente está haciendo mucho calor en la habitación. Demasiado calor.

¿Beth lo habrá visto así alguna vez? Imagino que no, pero no pierdo nada con preguntarle y así saciar mi curiosidad. Busco corriendo el celular y le marco, contesta al segundo tono.

—¿Y ahora que sucedió?

—Beth, ¿alguna vez has visto a Alex sin camisa? —inquiero con curiosidad.

—No. Imagino que no le gusta exhibirse. ¿Por qué lo preguntas?

¿No le gusta exhibirse? Eso no es lo que me ha parecido. Por un momento no sé si contarle o no lo que acaba de suceder. Pero al final sé que necesito desahogarme con alguien.

—Acabo de verlo sin camisa. —le digo mientras aún recuerdo su impresionante y musculoso cuerpo mojado frente a mí.

—¿Cómo luce alguien que ha bajado tanto de peso? —me pregunta exactamente lo mismo que yo pensé cuando él entro en mi baño.

—Jodidamente bien. —le contesto aún perdida en la imagen de él semidesnudo en medio de mi habitación.

—¿Qué quieres decir?

—Que el tipo está muy bueno Beth, nada que ver con el cuerpo de una persona obesa. Tiene músculos por todas partes. —al menos las partes visibles, hasta donde sé.

—¡No me lo creo! ¿Y cómo es que en tanto tiempo viviendo con él yo nunca lo vi sin camisa y tú en solo 48 horas ya lo has tocado, te ha cargado en sus brazos y lo has visto parcialmente desnudo?

Al parecer según su punto de vista, yo he tenido suerte. Desde mi punto de vista no ha sido así.

—Tenía un problema con su ducha y se duchó en la mía. —le digo quitándole importancia.

—¿Y cuándo fue que lo viste sin camisa?

—Cuando salió de la ducha mojado con la toalla por la cintura. —le digo y me cubro la boca arrepentida de lo que acabo de contarle.

—¡Por dios! Necesito más detalles Lia. Nunca he tenido un tipo bueno saliendo de la ducha mojado y en toalla.

—Pensé que Liam no estaba mal.

—Bueno excepto Liam claro. Cuéntame.

—¿Qué te cuente qué?

—No te hagas la tonta Lia. Llevas un año sin sexo y sin ver a un hombre en vivo y a todo color semidesnudo. ¿Qué sentiste? —no sé porque la llamé, sabía que esta conversación iba a terminar así.

—Me quede impactada. Cuando me pidió usar la ducha no pensé que fuera a salir semidesnudo, mucho menos mojado. Y tampoco imaginé que luciera así de ardiente y atractivo. —lo último lo digo en voz baja. —¿Sabías que tiene un tatuaje en el brazo y el hombro?

—¡Ardiente y atractivo, eh! —veo que no captó la parte del tatuaje.

—No sé ni para que te llamé, mejor voy a ver algo en la televisión.

—Sí, creo que será lo mejor a ver si te olvidas del tipo bueno que está al otro lado de la pared.

Y le cuelgo. Cierro los ojos mientras lanzo el teléfono en la cama y pongo mi mente en blanco. Aparto todo pensamiento de Alex, ya sea con o sin ropa, de mi mente. Me levanto de la cama y voy a hacia la sala a ver televisión con la esperanza de no encontrármelo.

Estoy sentada frente al televisor cuando Alex sale de la habitación, por suerte para mi juicio mental completamente vestido, y se marcha.

Regresa una hora más tarde cargado de herramientas de plomería. Seguro fue a buscar a alguien para que le reparara el baño.

Unos minutos más tarde siento el golpeteo en su habitación, y el ruido de herramientas. No recuerdo que haya entrado nadie al apartamento a reparar su ducha. ¿El mismo está reparándola? Intento ignorar el ruido proveniente de su habitación y concentrarme en la película que estoy viendo.

—¡Lia! ¡Puedes venir un momento! —me grita desde su habitación.

Me levanto y me dirijo hacia allí sin imaginarme lo que me voy a encontrar. Lo primero que veo son las herramientas dispersas en el suelo, las cuales esquivo evitando tropezar con ellas y caerme. Luego veo las losas que ha quitado para poder arreglar la tubería. Pero después alzo la vista y lo veo a él.

Está de pie, debajo de la ducha, mientras sujeta con una mano la pieza nueva en su lugar. Pero ese no es todo el panorama. Está completamente mojado. El pulóver blanco que trae puesto se adhiere a su cuerpo como una segunda piel dejando ver los músculos de su cuerpo debajo. El esfuerzo físico ha hecho que estos se tensen más. Es como tener mi propio y privado show de camisetas mojadas.

Debo decir en mi defensa, que el que me quede embobada viéndolo, tiene que ver con que ninguna de las parejas que he tenido han tenido esos cuerpos de infarto de modelos de revista o de actores de Hollywood. Además, de que llevo un tiempo a dieta y la sola visión de un espécimen como este hace que se me acelere la respiración. Y si a eso le sumas que está mojado. Mmmm, es una deliciosa y peligrosa, muy peligrosa combinación.

—Me puedes alcanzar la llave inglesa. —me dice señalando el suelo.

Salgo de mi trance, cojo la llave con manos temblorosas y se la alcanzo. Y me quedo allí parada, debajo de la ducha, junto a él, observando lo que hace, esperando a ver si necesita algo más. Viendo como su brazo se mueve apretando la pieza mientras con el otro se apoya a la pared. Él no me mira, está muy concentrado en lo que hace.

Contengo un gemido que quiere escapar de mis labios al verlo trabajar. ¡Mierda! ¿Quién me iba a decir que ver a un hombre completamente mojado trabajando en una ducha podía excitarme? No solo trabajando en la ducha, cuando salió mojado de mi baño también tuve que contener un gemido y apretar mis piernas. Esto es nuevo. Creo que convivir con un hombre después de todo tiene sus ventajas. Y si es uno que esté tan ardiente, mucho más. Pero creo que también tiene sus desventajas. Si cada vez que lo veo, me voy a sentir de esta forma, voy a tener que mudarme. Ya es suficiente frustración sexual con no tener sexo. Y aún más si lo veo a él diariamente.

Entonces todo sucede muy rápido. El sonido de un clic. La pieza que se rompe. El agua que comienza a salir en todas direcciones mojándonos a ambos.

—¡Ahhh! —grito cuando el agua helada comienza a caer sobre mí.

Alex intenta contener el salidero. Me señala otra pieza en el suelo y se la alcanzo. Y el tan rápido como puede la coloca y la ajusta lo suficiente para que no salga más agua. El agua se detiene después de unos segundos. Pero es demasiado tarde. Estoy completamente mojada y Alex me mira de arriba abajo mientras se echa el pelo hacia atrás con una mano y me sonríe.

Ese simple gesto, acompañado de la sonrisa más hermosa que he visto en mi vida, hace que mi respiración se acelere y el pulso en mis venas comience a palpitar aceleradamente. Más aún de lo que lo hacía unos minutos antes.

—Lo siento. Te he mojado toda. —me dice disculpándose.

Me recuesto a la pared del baño cuando siento mis piernas flaquear ante lo que me acaba de decir. Nunca unas palabras me habían sonado tan eróticas y sensuales. Si el supiera la verdad que se esconde detrás de lo que acaba de decir. Y la verdad es, que mis bragas, estaban mojadas antes de que la ducha lo hiciera.

¿Cómo me puedo excitar viéndolo o escuchándolo hablar, cuando sé que no le van las mujeres? O al menos es lo que creo. Ya no estoy tan segura de nada de lo que me ha dicho Beth. Mucho menos por la forma en que me está mirando en estos momentos. Su mirada se pierde brevemente en el escote en V de la blusa que llevo puesta. Pero rápidamente sube la vista hacia mis ojos, y me pierdo en su mirada. Entreabro los labios pues me está costando respirar con él tan cerca de mí. Siento mis pezones tensarse contra el sujetador mientras él continúa mirándome fijamente. Nunca he estado tan excitada en toda mi vida. Y ni siquiera me ha puesto un dedo encima.

El da un paso adelante, acorralándome contra la pared de la ducha. Su cuerpo está casi pegado al mío, solo nos separan unos centímetros. Observo como su pecho sube y baja con la respiración acelerada al igual que la mía. Acabo de olvidar mi mantra. Quiero que me bese. Quiero sentir esos labios carnosos sobre los míos. Quiero volver a sentir sus manos fuertes y sus brazos musculosos sobre mi piel sobreexcitada. Y quiero que me tome aquí mismo contra la pared de la ducha. Se inclina un poco más, su cuerpo rozando levemente el mío. Cierro los ojos porque imagino que va a besarme. Pero entonces siento algo rozando mi piel y los abro. En lugar de besarme, me alcanza una toalla para que me seque.

Que tonta soy. Desde luego yo no soy el tipo de mujeres que el busca. Jamás se fijará en mí.

—Gracias. —le digo quitándole la toalla de la mano.

Lo observo coger otra y comenzar a secarse también.

Mientras me seco un poco, me marcho rápidamente de allí. Creo que definitivamente es gay. O yo no le atraigo lo suficiente como para hacer lo que mi mente pervertida imaginaba que sucedería en la ducha.

Tengo que aceptarlo, soy consciente que él nunca se va a fijar en mí cuando no se fijó en Beth. ¿Pero en que estoy pensando? Si me dije a mi misma que no quería saber nada de los hombres. ¿Porque desde que lo conocí a él no puedo dejar de pensar en hombres y sexo y relaciones? —porque te sientes atraída por el—me grita mi subconsciente, pero lo ignoro, como siempre.

—Definitivamente todos los hombres son unos idiotas. —me digo a mí misma mientras entro en mi habitación poniéndole el seguro a la puerta, no sé porque, y voy directo hacia el baño.

Lanzo la toalla a un lado, furiosa, comienzo a quitarme la ropa violentamente. Lanzo la blusa a un lado y los zapatos y los jeans le siguen después. Casi resbalo con el suelo mojado por el agua que aún gotea de mi cuerpo.

Cuando me visto con ropa seca me dejo caer en la cama y recupero la novela que había abandonado. Son las 5:30 pm. Solo faltan unas horas para mi clase de kick boxing. Y lo siento mucho con quien me toque de compañero, porque con la frustración sexual que he acumulado estos días y lo furiosa y excitada que estoy, la va a pasar muy mal.

Ya es hora. Me visto y salgo hacia el club con la bolsa que me compré al hombro donde van mis guantillas, guantes y protectores. Es una suerte no haberme cruzado con Alex. Cuando llego al gimnasio me indican donde es la clase del profesor Hurt. Hay varias mujeres en la clase, pero la mayoría son hombres. Me siento en un banco, abro mi bolsa y saco mis vendas. Cuando llega el profesor ya estoy lista.

—Buenas tardes.

El profesor no es lo que yo me había imaginado. Para ser un ex campeón de MMA, no mantiene muy bien su forma física.

—Elprofesor Hurt ha tenido un problema personal así que yo les daré la clase dehoy, formen las parejas para el calentamiento.


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Espero les guste este capítulo. ¿Se imaginan a Lia practicando Kick Boxing?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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