Capítulo 18
Y por un segundo, solo un segundo, imagino que soy yo. Solo de imaginarlo hace que se me escape un gemido y rápidamente llevo una de mis manos a los labios para cubrir mi boca. Lo observo separar su boca de la mujer, y mirar en mi dirección. Creo que me escuchó. Porque veo sus ojos azules mirándome con curiosidad. Y entonces aparece en sus labios una sonrisa torcida la cual se está convirtiendo en mi perdición.
—¿Quieres unirte Lia? —pregunta Noah que al parecer también me escuchó gemir.
—¡No! —exclamo rotundamente mientras observo a Alex acariciarse la erección.
¡Dios! Verlo acariciando su dura, impresionante y gruesa erección hace que me excite aún más. Mucho más cuando lo veo colocarse un preservativo.
—Dale la vuelta. —le dice a Noah, pero sin apartar la mirada de mí.
Noah gira a la mujer que se pone a gatas mientras él se arrodilla frente a ella y Alex la sujeta por las nalgas. Veo a Alex dirigir su miembro hacia ella y hundirse en su interior arrancándole un gemido a la mujer mientras Noah la hace callar metiéndole su miembro en la boca.
Esto es demasiado para mí. No creo poder estar mucho tiempo en esta habitación observando lo que estoy observando. Debería estar prohibido hacer esto. ¿Por qué no les molesta que los esté mirando? ¿Por qué no me molesta a mí? Eso es lo que más llama mi atención. Debería salir corriendo de aquí, pero no puedo apartar mi mirada de lo que sucede frente a mí. Sé que debería avergonzarme de lo que estoy viendo, sin embargo, no lo estoy. Debería levantarme y salir corriendo, pero mi cuerpo no me obedece.
Regreso mi mirada hacia Alex, que en ningún momento deja de mirarme, y mientras lo hace, comienza a moverse en su interior. Y no sé porque, sé lo que significa esa mirada fija en la mía. Se en que está pensando. Está pensando que soy yo. Porque eso es exactamente lo que quiere. Quiere poseerme frente a todos y demostrar que soy suya y de nadie más.
¡Mierda!
Contengo otro gemido. Estoy excitada, muy excitada. Bajo la mirada hacia mí pecho y veo cómo se me marcan los pezones contra el vestido. Cruzo los brazos sobre mis senos. Aparto la mirada brevemente de la escena de la cama y miro hacia otro lado. Entonces observo que las otras dos parejas se marchan de la habitación.
Un gruñido escapa de Alex lo que hace que vuelva mi atención a él. Y lo veo aferrar las manos, más fuerte, al trasero de la mujer. Cada embestida de él, hace que ella se mueva hacia adelante y en cada movimiento el miembro de Noah desaparece en su boca.
Siento la humedad correr por mis piernas. En estos momentos desearía llevar bragas. Aprieto las piernas mientras siento como mi sexo palpita de deseo.
Se lo que deseo. Por encima de todo deseo conocerme a mí misma. Pero también lo deseo a él. A Alex. Y no sé cuál de los dos ganara la batalla final. Si el deseo de conocimiento o el de placer.
—¡Estoy cerca! —exclama Noah mientras se aferra con las manos más fuerte a los hombros y la cabeza de la mujer.
—¡Solo un poco más! —dice ahora Alex mientras continúa embistiendo ahora más rápido a la mujer.
¡Por Dios! Es justo como me lo imaginaba. Se la está follando con fuerza, con intensidad. Rudo. Justo como me había dicho que lo hacía. Y no sé porque la excitación crece aún más en mi interior. Mis paredes se aprietan y se contraen deliciosamente.
Alex deja escapar un gemido y yo igual.
A medida que continúo observando la erótica escena frente a mí, mi excitación y placer van creciendo. Intento contener los gemidos que comienzan a escapar de mis labios cada vez que siento a Alex gemir, pero no puedo. Mi cuerpo a decidido tomar las riendas de la situación. No puedo retenerlo más. Siento como mis paredes se aprietan y comienzan a relajarse mientras yo dejo escapar un gemido ensordecedor. El orgasmo llega a mí como un tsunami que arrasa con todo a su paso sin siquiera yo entender que me acaba de suceder.
—¡Abre! —dice Alex en medio de un gemido.
Y sé que no es con la mujer con quien está hablando. Es conmigo, quiere que abra mis piernas. Quiere saber si estoy mojada. ¡Dios! Nunca pensé que esto fuese tan erótico.
Lo miro a los ojos. Su mirada retándome a que lo haga. No soy consciente de lo que hace mi cuerpo. No cuando él me mira de esa forma. Y abro las piernas dejándole ver mi sexo. Lo veo deslizar la lengua por sus labios antes de morderse el labio inferior. Y mis manos se mueven como si tuviesen vida propia. Me inclino hacia adelante sin apartar mis ojos de él, y deslizo las manos por todas mis piernas, desde los tobillos, lentamente hasta llegar a la parte interna de los muslos.
—¡Tócate para mí! —me dice en tono demandante con la mirada cargada de lujuria.
Ya no soy consciente de lo que hago. Es como si me hubiese hechizado. Cierro los ojos y deslizo un dedo por mi sexo hinchado y mojado mientras dejo escapar otro gemido.
—Mírame. —me pide y yo obedezco.
La intensidad de los gemidos aumenta. Los tres gimen alto, fuerte. No puedo diferenciar a quien pertenece cada uno. Me quedo mirando el rostro de Alex, descomponiéndose de placer mientras alcanza el orgasmo con unas embestidas más. Alex sale del interior de la mujer, se saca el preservativo anudándolo y tirándolo en una papelera. Después se queda mirándome fijamente.
Cierro mis piernas, consciente de lo que acabo de hacer, y siento como mis mejillas se tiñen de rojo nuevamente.
¡Por Dios! Acabo de tocarme frente a otra persona. Nunca en mi vida lo había hecho, y lo acabo de hacer frente a dos hombres. Aunque no creo que nadie más que Alex se haya percatado.
Noah se levanta de la cama, tira de la mujer hacia él y la carga sobre su hombro.
—Imagino que no vas a seguir esta noche, así que continúo. —dice mientras sale de la habitación por una puerta lateral.
Alex da media vuelta y se dirige hacia la ducha que hay en la habitación. Miro a mi alrededor. Nos hemos quedado solos.
¿Qué se supone que haga?
No me vendría mal una ducha en estos momentos. Pero y si entra alguien más.
Miro hacia Alex en la ducha de cristales templados, que comienzan a empañarse por el vapor del agua caliente. Y no lo pienso nuevamente. Me levanto del sofá y camino hacia allí. Me detengo frente a la puerta, me quito el vestido y la abro. Alex se gira bruscamente hacia la puerta frunciendo el ceño.
—¿Puedo acompañarte? —le pregunto mientras él, al ver que soy yo, se relaja nuevamente.
—Adelante. —me invita a entrar.
Cojo una de las esponjas, le echo gel y comienzo a lavarme entre las piernas.
—Lia. —me dice de repente.
Alzo la vista y lo miro mientras el agua cae sobre nosotros.
—Si lo que deseas es conocerte a ti misma, necesitarás varias lecciones.
—¿Lecciones?
—Sí. Lecciones que te enseñaran a conocerte. Aunque creo que esto es una mala idea.
—¿Disculpa? ¡Que!
—Nada. ¿Qué has aprendido hoy? —me pregunta de repente.
No estoy lista para su pregunta y necesito unos segundos para pensarlo. Pienso en lo que acaba de suceder. Jamás me había sucedido algo así.
—Que puedo alcanzar el orgasmo sin que me toques. —le digo mientras lo veo alzar una ceja impresionado.
Siento mis mejillas arder con los recuerdos de lo que acaba de pasar hace unos minutos.
—¿Te estás ruborizando? —pregunta mientras desliza una mano por mi mejilla. —¿Te avergüenza lo que acabas de hacer?
—No lo sé. No sé lo que siento. Se supone que el sexo es algo privado entre dos personas. Que no debe verte una tercera persona cuando estás en la intimidad. Que no debo sentir lo que sentí mientras los veía.
—El sexo es para disfrutarlo sin prejuicios Lia. No importa si es entre dos, tres o cuatro personas. O si te está observando alguien. Lo que importa es que lo disfrutes.
—Pero eso no es lo normal, ¿o sí?
—¿Qué es lo que consideras normal?
—Sexo entre dos personas en privado. —le contesto mientras me aparto, alejando el calor de su mano de mi rostro.
—Sí, muchas personas consideran eso normal, pero otras consideramos que el sexo, mientras sea consensuado, puedes practicarlo con quien quieras, donde quieras y como quieras. —me dice con una sonrisa mientras se pasa las manos por el pelo. —El sexo entre dos personas puede ser intenso e íntimo, pero considero que solo debe ser así cuando ambas personas así lo desean.
—¿Tu lo deseas? —le pregunto de repente.
No tengo idea de porque se lo he preguntado. Y me arrepiento de haberlo hecho. El deja de sonreír. Me mira fijamente y da un paso en mi dirección mientras yo retrocedo otro.
—¿Lo disfrutaste Lia? —me contesta con otra pregunta mientras continúa avanzando. —¿Disfrutaste verme clavado hasta el fondo de esa mujer? —creo que comienzo a hiperventilar.
Choco contra el cristal frio de la ducha y él se detiene frente a mí, acorralándome con su estatura imponente y su impresionante físico. Tiene los músculos más definidos por el esfuerzo físico. Todo su cuerpo completamente mojado por la ducha. Siento que mis piernas me tiemblan mientras él me mira fijamente.
—¿Te excitaste al verme follándola exactamente como tu deseas que te lo haga? —lo sabía. Él lo había hecho a propósito. —¿Te excitaste al escucharme gemir?
No puedo hablar.
No puedo negarlo. Mi cuerpo no puede negarlo. Lo disfruté. Disfruté cada maldito segundo. Cada embestida, cada gemido. Su intensa mirada sobre mí. Pero no lo voy a admitir. No voy a darle esa satisfacción. Si lo hago él sabrá el poder que tiene sobre mi cuerpo y lo que me hace con solo una mirada.
Acerca sus manos y las coloca a ambos lados de mi rostro, contra la pared. Haciendo una jaula con su cuerpo y sus manos. Evitando que salga huyendo.
—Contéstame Lia. —me dice pegándose a mí.
—Me estoy excitando en este instante. —le confieso atrevidamente sin poderlo evitar y subo mis manos hacia su pecho.
Deslizo los dedos lentamente, rozando la fina capa de bello que cubre su pecho. Siento el cosquilleo en la punta de mis dedos a medida que deslizo las manos por él.
Alex me mira fijamente. Inclina su pelvis ligeramente hacia mí, haciéndome gemir cuando presiona su miembro contra mi cuerpo deseoso de él. Su miembro comienza a endurecerse mientras presiona contra mí. Y todo mi cuerpo se tensa en deliciosa anticipación. Y no puedo pensar en nada más que en él, en mi interior, moviéndose deliciosamente. Poseyéndome con la misma intensidad que la poseía a ella.
Inclina su rostro hacia el mío y roza su nariz con la mía haciendo que yo cierre los ojos esperando el contacto de sus labios sobre los míos. Que nunca llega. Abro los ojos. Tiene los suyos cerrados. No entiendo porque hace esto. Porque se contiene siempre que está conmigo. Porque no puede dejarse llevar por el momento.
—¡Alex! —solo entonces los abre. —¿Sucede algo?
—No te entiendo Lia. ¿De veras es eso lo que deseas? ¿Quieres aún conocerte a ti misma? —me dice en tono derrotado.
—Si, pero también te deseo a ti. —le digo en un jadeo mientras me aprieto más contra él.
—Quiero entenderte Lia, de veras que sí. Hace unas horas querías conocerte a ti misma y no querías ninguna relación, y ahora quieres acostarte conmigo.
—Quiero conocerme a mí misma, pero también te deseo a ti. ¿Es tan difícil entender? —le digo mientras subo mis manos hasta acunar su rostro. —¿Qué acaso no puedo tener las dos cosas?
—¿Qué quieres exactamente? Follar conmigo y también con otros. —me dice mientras abro más lo ojos y dejo caer mis manos.
—No entiendo a qué te refieres con follar con otros. Ya te dije que no tengo sexo desde hace tiempo.
Y no es que me interese hacerlo con otro que no sea él. Él es el único hombre que ocupa mi mente últimamente.
—Porque necesitarás hacerlo para conocerte a ti misma. —sigo sin entender a qué se refiere.
Se separa de mí. Puedo ver que está molesto mientras aprieta las mandíbulas. No entiendo porque está molesto. Yo no me acuesto con nadie desde hace tiempo. Y el acaba de hacerlo con una desconocida frente a mí. Y pretende que yo lo haga también con otros hombres para conocerme a mí misma. No creo que esto forme parte de lo que deseo.
—¿Acaso pretendes que haga como acabas de hacer tu? —lo recrimino.
Porque no creo que pueda acostarme con otro hombre, con uno que no conozco, solo para conocerme a mí misma. No podría hacerlo ni con los ojos vendados pretendiendo que es él.
Alex me lanza una mirada furiosa al parecer no entiende a que me refiero.
—¿No acabas de hacer lo mismo que pretendes que haga yo? ¿No acabas de follarla a ella imaginando que soy yo? —le suelto rápidamente sin siquiera pensar lo que digo.
—No me compares Lia, yo quiero algo contigo. Si tu desearas lo mismo, no estaríamos en esta situación. Te puedo garantizar que, si fueras mía, no te compartiría con nadie. Además, ya te dije que no sabía que ellos estarían aquí. —me dice furioso.
—Pues lo siento por ti. Tú fuiste el que se brindó a ayudarme, ¿recuerdas? ¿Acaso ahora te estás arrepintiendo?
—Prometí que te ayudaría, pero eso será todo. Esta fue la primera vez que entraste aquí y será la última que lo hagas conmigo. —me dice separándose de mí y cerrando la ducha.
—¿A qué te refieres?
—No pienso verte teniendo sexo con otra persona Lia, si quieres continuar con esto, bien. Pero no será mientras yo está presente. —me dice mientras cierra la ducha, coge una toalla y sale del baño.
Me quedó mirando su silueta distorsionada mientras recoge los jeans del suelo y después desaparece rumbo a la puerta.
¿Qué es lo que acaba de suceder?
________________________________________________________________________________
Espero les guste este capítulo. ¿Que opinan de la actitud de ambos?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
🐦⭐
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro