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Capítulo 13

Rápidamente dejo de sentir su peso sobre mis piernas y la música se detiene. Me siento de repente en la cama mientras me cubro con la sábana a mi lado. Alex está sentado en la cama, pensativo, de espalda a mí. Por un momento me distraigo con la visión de su ancha y musculosa espalda, pero después vuelvo a la realidad. Y la realidad es que él se ha detenido.

—¿Sucede algo? —le pregunto en voz baja.

—Creo que primero necesitamos hablar. —me dice girándose hacia mi mientras se pasa una mano por el pelo.

Este gesto solo hace que los mechones de su pelo se suelten y caigan sobre su rostro haciéndolo lucir aún más sexy y arrebatador de lo que es. Pero puedo ver por el gesto de su cara que está nervioso.

—Pensé que lo habíamos dejado claro todo ya. —le digo mientras mi estómago comienza a encogerse. —Me habías dicho que te acostarías conmigo después de la primera cita. —no entiendo porque este cambio de repente.

—Y me acostaré contigo Lia, es en lo único que puedo pensar. —me dice mientras lo veo con la mirada perdida.

—Pero. —inquiero mientras me aferro más fuerte a la sábana.

Siempre hay un, pero. Estoy acostumbrada.

—Pero tú no eres la única que lleva tiempo sin sexo. —me dice mientras me mira fijamente.

—¿Qué quieres decir?

—Yo también llevo un tiempo sin sexo Lia. Y para ti, después de tanto tiempo, será como la primera vez.

—¡Vamos! ¡No me vengas con estas idioteces Alex! —le digo mientras me levanto furiosa de la cama sosteniendo la sábana con ambas manos contra mi pecho.

—¡No! ¡Escúchame, por favor! —me dice llegando donde estoy con dos pasos.

Sostiene mis manos entre las suyas y me mira fijamente.

—Tengo una personalidad controladora. Tenía un tratamiento, pero hace mucho tiempo que lo dejé. Por eso he estado conteniéndome contigo. Porque necesito ir poco a poco. No puedo tirarme de cabeza en el pozo porque sé que tocaré el fondo rápidamente y eso solo hará que ambos resultemos heridos. Ya lo hice una vez, no pienso cometer el mismo error contigo.

Lo miro fijamente sin entender ni una palabra de lo que me dice. No tengo idea de a que se refiere. ¿Una personalidad controladora? Hasta ahora no me ha parecido controlador en ningún momento. No ha tomado el control en ningún instante. Por el contrario, parece alguien tímido e introvertido. Pero creo que él se merece saber algo sobre mi pasado.

—Ya que estamos siendo sinceros, hay algo que debes saber. —le digo mientras el frunce el ceño.

Respiro profundamente antes de confesarle y resumirle la historia de mi vida.

—Nunca he llegado al orgasmo porque necesito más estimulación de la usual y he tenido que fingir durante toda mi vida. —listo ya se lo dije.

Miro al suelo esperando su rechazo. Siento una mano en mi mejilla alzando mi rostro.

—Gracias por confiar en mí, imagino que debe ser muy difícil para ti admitir esto.

—En realidad no, las parejas que he tenido lo han sabido, pero imagino que nunca les interesé lo suficiente como para hacer algo al respecto. —pega su frente a la mía.

—No creo que tengas ese problema conmigo Lia. —me dice con una sonrisa en los labios. —No suelo alardear de mis habilidades en la cama, pero soy un buen amante. —me dice mientras baja sus manos hacia mi cintura y después hacia mis nalgas. —Te haré alcanzar el orgasmo, una y otra, y otra vez hasta que grites mi nombre extasiada de placer. —me dice mientras pega su cuerpo al mío. —Pero no hoy, démonos un tiempo, quiero conocer tu cuerpo primero y después, quiero hacerte el amor lentamente, como te lo mereces.

—¿Entonces la cita de esta noche no tuvo sentido ninguno? —le digo frustrada.

—En lo absoluto, era un paso necesario en el proceso de cortejo. —me dice mientras aleja su rostro brevemente del mío con una sonrisa.

—¿Piensas besarme en algún momento? —le pregunto porque no puedo resistir más la tentación de tener sus labios apetitosos tan cerca y a la vez tan lejos.

—Mañana, te lo prometo. —me dice mientras me da un beso en la frente. —Paso a paso, recuerdas. Ahora necesito una ducha fría. —me dice mientras coge la toalla de la cama y se dirige al baño.

Y allí me quedo mirando la puerta cerrada del baño mientras estoy excitada a más no poder y envuelta en una sábana. En parte estoy algo frustrada, pero debo verle el lado positivo. Es lo más cerca que he estado de un orgasmo en mi vida, así que Alex no está mintiendo. Sabe lo que se hace. Al menos me ha demostrado que es muy bueno con las manos.

Decido recoger las cosas en la habitación y ponerme la ropa de dormir. Suelto la sábana y pongo el frasco de aceite de masajes en la mesita. Recojo la ropa del suelo y la pongo en el cesto de la ropa sucia. Abro el armario y busco una camiseta larga y unas bragas cómodas para dormir.

Estoy completamente vestida cuando Alex sale del baño, mojado completamente, mientras su cuerpo de la cintura para abajo lo cubre la toalla una vez más. Lamentablemente.

—Buenas noches Lia. —me dice mientras me sonríe levemente y sale de la habitación.

Ni siquiera se detuvo a mirar lo que llevo puesto. Me dejo caer en la cama. Y los eventos del día y más recientemente, de esta noche, hacen que me quede rápidamente dormida.

Siento la alarma y sin siquiera mirar, la apago. Hoy no debo ir temprano. Solo tengo las entrevistas de la tarde. Así que sigo durmiendo hasta que ya no puedo continuar en la cama.

Para el momento en que me levanto, son casi las 10:00 am. Cuando termino en el baño salgo de la habitación con paso lento. Ni siquiera me he peinado, mi pelo debe ser un desastre. Me lo acomodo con la mano un poco mientras me dirijo rumbo a la cocina. Al menos sé que a esta hora no me lo voy a encontrar y podré desayunar tranquilamente sin que su mirada o su presencia me afecte.

—Buenos días Lia. —me detengo en seco.

Casi me da un infarto al escuchar su voz.

Alex está en la cocina, detrás de la encimera. Por lo que puedo ver está sin camisa. No puedo decir para abajo si está vestido o no. Y me quedo congelada en medio de la sala. Estoy consciente de que solo traigo una camiseta larga y las bragas debajo. Nada más.

Alex se me queda mirando. Deja lo que está haciendo y camina hacia donde estoy. Por suerte para mí, trae un short de hacer deporte puesto. Aunque hubiese preferido que no trajera nada. Se detiene frente a mí. Me sonríe antes de deslizar la vista desde mis ojos, a mis labios y bajarla lentamente por todo mi cuerpo. Mis pezones se endurecen y se tensan contra la camiseta ante su escrutadora mirada. Pero esta vez no me cubro.

El me desea, yo lo deseo y si esto logra que él me tome en algún lugar de este apartamento. Pues que mire.

—Mmm, nunca imaginé que lucieras tan apetitosa en las mañanas. —me dice mientras sube la vista nuevamente hacia mis ojos.

—¡Eh! —no he escuchado nada de lo que me dijo.

—Alguien necesita despertarse del todo. —da un paso y se pega a mí.

Sube las manos y acaricia mis mejillas lentamente, trazando círculos con sus pulgares mientras yo me pierdo en su mirada. Vuelvo a sentir el hormigueo en mi piel ante su contacto. No aparto mis ojos de los azules hipnotizantes de él. Deja una mano en mi rostro mientras baja la otra hacia mi cuello haciendo que se me comience a acelerar la respiración. Mientras me sostiene por el cuello desliza casi imperceptiblemente el pulgar por mi labio inferior. No puedo evitarlo. Separo mis labios para respirar mejor. Y entonces sin esperarlo, une sus labios a los míos.

Lo primero que siento es un cosquilleo comenzar a recorrer todo mi cuerpo desde los labios. Sus labios son calientes, dulces y tentadores. Se mueven lentamente sobre los míos mientras pega su cuerpo a mí un poco más. Subo mis manos hacia su cuello.

He esperado tanto este beso, que aún no creo que esté sucediendo en verdad. Tiene el pelo suelto y enredo mis manos en él. Su pelo es suave y sedoso y hace cosquillas contras mis dedos. Dejo escapar un gemido contra sus labios. Sus manos bajan por mi cuerpo y se aferran a mí cintura, apretándome contra él. Esta vez, el que gime es él. Y esto solo hace que aumente la intensidad del beso. Siento su lengua curiosa comenzar a deslizarse por mis labios y le doy permiso para que acceda y explore mi boca con total libertad.

Nuestras lenguas se juntan. Ambos gemimos una vez más.

Sus manos bajan un poco más, suben la camiseta y me aprietan las nalgas. Deja escapar otro gemido contra mis labios antes de cargarme por las nalgas y apretarme contra su cuerpo. Enredo mis piernas en su cintura mientras me aferro fuertemente a su cuello. Da unos pasos y siento una pared detrás de mí. Alex se pega aún más a mí, puedo sentir su cuerpo cálido y duro amoldándose contra el mío. Puedo sentir el latir frenético de su corazón en su pecho, y un poco más abajo, su dura erección presionando contra mí en el lugar justo. No separa sus labios de los míos. Pero ya la desesperación en ambos es latente. El beso de ha salido de control.

—¡Dios! ¡Te deseo tanto! —dice en un gemido contra mis labios.

—¡Tómame! —le pido desesperada mientras él sonríe contra mis labios y lentamente comienza a detener el beso.

—Esta noche. —me dice aún jadeante contra mis labios. — Por mucho que te desee en este instante, no tengo preservativos. —me dice con una sonrisa mientras me da un leve beso en los labios. —Y no creo que sea lo más sensato, ¿cierto?

Creo que me había olvidado de ese detalle. Y yo ni siquiera tengo un método anticonceptivo, no lo he necesitado por dos años. Al menos de los dos, uno sabe lo que está haciendo. Al menos él está cuerdo. Yo perdí la poca cordura que tenía en cuanto sus labios tocaron los míos.

—Vamos a desayunar. —me dice con un suspiro mientras sin bajarme camina conmigo hacia la cocina.

Solamente me baja cuando estamos en la cocina. Me sienta en una banqueta y me da otro ligero beso en los labios antes de separar su cuerpo y sus manos de mí.

—¿No trabajas hoy? —le pregunto con la respiración aún acelerada mientras lo observo poner un plato con waffles frente de mí.

—Laura me dio la mañana libre, y me dijo que te recogiera para las entrevistas de la tarde.

Alex termina de poner los platos en la encimera. Coloca la mermelada de fresas y la miel de mapple frente a mí y después da la vuelta a la encimera para sentarse a mi lado. No me pierdo ni un gesto de él mientras da la vuelta. Y tampoco me pierdo su mirada que se queda fija en mis piernas mientras se sienta en la banqueta.

—Mmmm. —deja escapar un gemido.

Estoy consciente de mi estado de desnudez. Sé que la camiseta no me cubre lo suficiente. Que mientras estoy sentada en la banqueta, él puede ver las bragas de encaje que llevo puestas. Como también puede ver mis pezones que se marcan contra ella. Y una idea pasa por mi mente mientras lo observo distraído con mi desnudez.

—¿No vas a desayunar? —le pregunto mientras comienzo a hacerlo.

Puedo ver por el rabillo del ojo que él continúa mirándome.

—Es muy difícil hacerlo mientras te tengo semi desnuda a mi lado.

—Ya tienes una idea de lo que siento yo. —le contesto muy bajito mientras continúo con el desayuno.

—¿No sabía que mi presencia te afectara tanto? —me dice apartando su mirada de mis piernas y comenzando a desayunar.

—Lo hace. —le digo mientras cojo el jugo en la mano y lo miro brevemente. —Especialmente cuando estás semidesnudo. —le contesto con una sonrisa mientras doy un sorbo al jugo sin apartar la mirada de su cuerpo.

En realidad, su presencia me afecta de todas las formas posibles. Ya sea vestido, mojado, en traje, entrenando o semidesnudo.

Alex me sonríe mientras continuamos desayunando. No me deja recoger nada, así que me entretengo viéndolo desenvolverse en la cocina.

—Voy a terminar de reparar el baño. —me dice mientras me da un beso en la frente y se dirige hacia su habitación.

Me quedo viéndolo mientras se marcha a su habitación. Para ser alguien con una personalidad controladora, según él, está siendo demasiado cariñoso y atento conmigo. Me dirijo hacia mi habitación mientras deslizo un dedo por mis labios. Aún los tengo hinchados por el reciente asalto de Alex. Aparto el recuerdo del ardiente beso de mi mente y decido adelantar algo el trabajo. Busco los papeles de las entrevistas que ya realicé y me siento sobre la cama mientras esparzo los papeles y valoro las opciones.

Una hora más tarde tengo solamente una opción viable. De todas las que he hecho, solamente uno creo que pueda llamarles la atención a los de la revista.

Salgo de la habitación, ni siquiera me he tomado la molestia de cambiarme. Cojo una botella de agua y decido ver que está haciendo Alex. Así que me dirijo cautelosamente a su habitación y llamo desde la puerta.

—¡Alex! —le grito.

—¡Entra, estoy en el baño!

Me adentro en su habitación y antes de dirigirme al baño le echo un vistazo. Es amplia, del mismo tamaño que la mía. Puedo ver en una de las paredes un poster de alguna competencia de MMA. Aunque no reconozco quien es el que sale en el poster, imagino que debe ser su ídolo. Además del poster, no hay nada más. Es como si acabase de mudarse o algo por el estilo. No tiene muchas cosas personales en su habitación. Dejo de curiosear y continúo hacia el baño.

Alex está terminando de poner las losas que había quitado. Lo observo trabajando, sin camisa, rodeado de herramientas. Está bañado en sudor y no sé porque, súbitamente empiezo a sentir mucho calor. Así que abro la botella de agua y le doy un buen trago sin apartar mi mirada de él.

Y los recuerdos de la noche anterior inundan mi mente. No recuerdo haberme sentido nunca, como me sentí anoche mientras el me daba el masaje. Me muerdo el labio inferior mientras contengo un gemido. Y el beso de esta mañana. Mmmm. Creo que la espera de dos años estaba valiendo la pena. Si anoche me sentí de esa forma mientras sus manos me tocaban. ¿Cómo me voy a sentir cuando lo tenga en mi interior? ¿O cuando sus labios recorran mi piel? ¿O cuando me acaricie íntimamente? Solo de pensarlo hace que comience a excitarme.

Hasta el momento, Alex no me ha decepcionado. Ni sus manos, ni su beso. Y repentinamente me le quedo mirando la entrepierna. Entrecierro los ojos preguntándome que tamaño tendrá.

—¿Necesitas una ducha fría, Lia? —me pregunta de repente.

Aparto la mirada de su entrepierna y lo miro a los ojos. No me he dado cuenta que me está mirando fijamente con una sonrisa en sus labios. Ya ha terminado lo que estaba haciendo y me mira alzando una ceja.

—¡Que! —le pregunto pues no escuché lo que me dijo.

Da un paso en mi dirección. Ya no tiene ninguna herramienta en sus manos. Se detiene frente a mí.

—¿Te vas a tomar el agua? —me pregunta de repente.

Y mientras lo miro fijamente niego con la cabeza mientras le ofrezco el pomo que tengo en la mano del que apenas he bebido un sorbo. Alex coge el pomo y sin apartar la mirada de mí, lleva el pomo hacia sus labios y comienza a beber. No puedo apartar mi mirada de su boca. He inconscientemente me deslizo la lengua por los labios. Verlo tomando agua ha hecho que tenga mucha sed. Súbitamente, el deja de beber, y me ofrece el pomo.

—¿Quieres?

Asiento. No tengo idea de cómo lo hace, pero ha hecho que me excite tan solo verlo tomando agua. Intento quitarle el pomo de la mano, pero él lo retira.

—No, déjame a mí. —me dice en un tono que me resulta demasiado erótico y sensual en esos momentos.

Da otro paso junto a mí. Sube una mano hacia mi mejilla acariciándome lentamente y después la deja sosteniéndome la mandíbula mientras lleva la botella a mis labios lentamente. Entreabro los labios y bebo el agua que el me ofrece lentamente. Pero por más que lo intento, no puedo apartar mi mirada de la suya. Comienza a retirar la botella lentamente y dejo de beber.

—¿Ya has terminado? —le pregunto mientras aparto mi mirada de la suya.

No puedo continuar mirándolo fijamente, porque cuanto más lo miro, más comienza a afectarme su presencia. Y los músculos por debajo de mi vientre, que desde anoche se han despertado, comienzan a tensarse en anticipación. Y en lo único que puedo pensar es en sentir sus labios nuevamente sobre los míos.

—Si, debo esperar hasta mañana para utilizarlo. —me dice mientras puedo ver una sonrisa en sus labios. —Voy a tener que utilizar el tuyo nuevamente hoy.

—Si, no hay problema. —le digo mientras él me sonríe y siento como se forma un nudo en mi estómago mientras me imagino compartiendo una ducha con él o la tina.

—Deberíamos comenzar a prepararnos. —me dice mientras mira la hora en su reloj. —Haremos una parada por el camino para almorzar. —me dice con una sonrisa.

Había olvidado el trabajo.

—De acuerdo, me voy alistando entonces. —le digo mientras salgo de su habitación rápidamente.

De camino a las entrevistas de la tarde, nos detenemos en un restaurante de comida china donde nos comemos un delicioso Chop Suey y unos rollitos de primavera.

La tarde, al igual que los días anteriores, pasa de una entrevista a la otra. La última entrevista se retrasa un poco, y para el momento en que termino y me despido, está atardeciendo. Abro la puerta trasera del auto y agotada, una vez más, me dejo caer sobre el cuero que cruje quejándose de mi presencia.

—¿Qué ha sucedido? —me pregunta girándose hacia mí.

—Hubo un accidente en el gimnasio, y la persona que debía entrevistar estaba para el hospital.

—¿Lograste hacer la entrevista?

—Si. —le digo algo decepcionada.

—Pero...

—Pero no me convence aún ninguno de los candidatos.

—¿Y qué vas a hacer? ¿No queda nadie más en la lista?

—No, voy a tener que escoger uno de los entrevistados y presentárselo el viernes a los de la revista.

—Entonces. ¿Es todo por hoy?

—Si. Es hora de que regresemos, estoy muerta. —le digo mientras me recuesto en el asiento y cierro los ojos.

Alex comienza a conducir mientras yo descanso en el asiento. Voy pensando. De los entrevistados de hoy hay dos que debo valorar y comparar con el que ya tengo escogido. Aunque ninguno de ellos me convence del todo.

Abro los ojos y me quedo mirando a Alex frente a mí. Y una idea pasa por mi mente. Porque no se me ocurrió antes. Sé que no está en la lista de candidatos, pero no sería una mala opción. De pronto me siento en el asiento y me sujeto del espaldar suyo.

—Alex. ¿Puedo preguntarte algo?

—Sí. —me contesta dudoso.

—¿Tú fuiste campeón de MMA?

—Sí, pero ya no compito, estoy retirado. —me dice mientras siento algo de melancolía en su voz.

—¿Por qué te retiraste?

Alex demora un poco en responder. Durante la cena no me había contestado que le había sucedido, me había dicho que en otro momento.

—Por el accidente. —me dice en voz baja.

Puedo ver como aferra fuertemente el timón haciendo que se le pongan blancos los nudillos. Y el tono de voz en que me lo ha dicho, me dice que es mejor que no le pregunte nada más.

—¿Te molestaría dar una entrevista para una revista?

En ese instante, siento una explosión muy fuerte en el auto y como este se descontrola momentáneamente. Me aferro con fuerza al asiento mientras grito. Alex aprieta el freno lentamente mientras aparta el auto hacia la orilla de la carretera hasta detenernos.

—¿Te encuentras bien? —me pregunta girándose hacia mi preocupado.

—Sí. —le digo mientras intento recomponerme del susto. —¿Qué fue eso?

—Al parecer se nos ha reventado un neumático. —me dice mientras se quita el cinturón de seguridad y baja del auto.

Estamos en una carretera apartada, de poco tráfico y no mucha iluminación. Bajo del auto y me paro junto a él. Al mirar al auto veo que tiene una de las ruedas traseras pinchada.

—Creo que debemos llamar a una grúa. —le digo mientras voy por mi teléfono.

—No pierdas el tiempo Lia, no tenemos señal aquí. —me dice mientras lo veo sacarse la americana y la camisa y ponerlas en el asiento.

Alex se queda con una camiseta blanca de tirantes y se dirige al maletero. Lo abre y saca un overol que se coloca y anuda hasta la cintura.

—¿Qué vas a hacer?

—No es obvio. Cambiar el neumático. —me dice mientras saca el de repuesto del maletero y también las herramientas.

Intento en vano buscar señal con el móvil. Como mismo ha dicho él, no tenemos cobertura. Estamos en una zona muerta.

—¿Me puedes alumbrar aquí?

Enciendo la linterna del móvil y alumbro para ayudarlo a cambiar el neumático.

Verlo trabajar con las herramientas solamente me hace acordarme de lo sucedido en la ducha. Aferro el móvil con ambas manos pues sé que se me va a caer si no lo hago. Y mientras observo cada movimiento que hace, siento como se me va acelerando el pulso. Acabo de llegar a una conclusión.

Me excito cuando lo veo ejercitándose o haciendo algún esfuerzo físico. Ya sea arreglando una ducha, cambiando un neumático o golpeando ferozmente un saco. Contengo un gemido que quiere escapar de mis labios mientras aprieta las tuercas de la rueda.

—Listo.

Salgo de mis pensamientos y veo que ha terminado y está guardando las herramientas y el neumático pinchado. Cuando cierra el maletero me monto en el auto nuevamente. Alex se asegura de no dejar nada olvidado y monta también.

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Espero les guste este capítulo. ¿Que creen de Lia?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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