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Todo saldrá bien

¡Hi~!

Habemus actualización

Daremos a conocer más la interacción y desarrollo que ha tenido la relación de nuestra pareja :)

Enjoy!


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Un pitido sobre la repisa que yacía como cabecera de la cama, era una alarma que marcaba las 5:00 de la mañana la cual de forma brusca fue silenciada con un rápido golpe a su botón. Encima de aquel reloj estaba una gran mano que solo arrastró a volver a la cama acariciando en su trayecto aquel cabello mullido y suave atrayéndolo más hacia su cuerpo.

—No golpees así el despertador... vas a averiarlo, otra vez... —espetó somnoliento la voz que yacía acurrucado en sábanas alrededor de los brazos de quien había desactivado la alarma.

Izuku bostezó y con gran esfuerzo procuró moverse para levantarse tomando asiento en la cama mientras frotaba uno de sus ojos, sin embargo sus planes no fueron como esperaba una vez que el apoyo de su brazo a la cama menguó al ser jalado nuevamente a recostarse entre los brazos de Katsuki.

Estaba cayendo en esa red de comodidad y su cuerpo cedía con facilidad a volver a dormir, sobre todo por estar con ese agradable y adictivo aroma que emanaba su ahora compañero de cuarto. Hace unas semanas accedió a de una buena vez vivir con Bakugou Katsuki, un médico de base con especialidad en medicina interna y él, siendo apenas un pequeño brote de residencia en pediatría.

Nunca hubiera esperado que su vida cambiara a ese estilo tan estrepitosamente, yaciendo desnudo alrededor de sábanas con su ahora pareja y anteriormente superior mentor en medicina interna.

—Kacchan... necesito levantarme —musitó muy a la larga diciendo algo que ni él mismo quería, estaba demasiado cómodo pero necesitaba un impulso para sobrellevarlo.

—Mmh... —ronroneó acercando sus labios a la frente del otro sin tomarse la molestia siquiera de abrir los ojos. —Maldición, sólo quédate un momento más.

Preservarse enterrados en sabanas conservando el calor a piel misma se trataba de unos de los momentos más exquisitos que deseaba fuese etéreo.

Entre todos esos arrumacos y mecer de esa tranquila como profunda respiración solo le hizo ceder tan fácil, Izuku cerró sus ojos sin ninguna dificultad, después de todo ese momento era el mismo paraíso para él también.

...

06:05 A.M.

—¡¡No puede ser!!

Fue así como se arrastró a la orilla de la cama tomando aire pesadamente, todo el sueño y confort se había convertido en estrés.

—¡El pase comienza a las siete, debo llegar a en 25 minutos para aprenderme los nuevos ingresos! —Exclamó exasperado rascando su cabeza.

Katsuki le miraba aun acostado con uno de sus ojos abiertos divisando aquella espalda desnuda con ciertas marcas que habían quedado debido a lo de anoche.

—¡Tomaré un baño fugaz, si no desayuno y corro a la parada del siguiente autobús yo...!

—Deberías hacerlo en vez de planearlo —musitó tranquilamente entre un bostezo —¿o acaso estás esperándome para meterme contigo a la regadera?

Izuku giró de reojo sonrojado y su ceño ligeramente fruncido.

—¡No estoy para bromas! —Gruñó avergonzado de la invitación que sabría que llevaría a algo más.

—Imbécil, yo no estoy bromeando —respondió sutil llevando sus manos detrás de su nuca como segundo respaldo a la almohada.

—¿Sí? ¿Y qué harías si fueras el adscrito que me recibiera llegando tarde?

Las escarlatas de Katsuki miraban fijamente el techo atento a las rabietas de Izuku, durando unos segundos pensativos de su respuesta analizando sin muchas probabilidades de ser diferente.

—Por supuesto que te castigaría y no te dejaría volver a acercarte a mis pacientes —declaró si más bastante tranquilo.

Izuku sobresaltó la cama, tomó una toalla que estaba encima de una silla y huyó a encerrarse al baño.

—¡¿Qué dices?! ¡Fue tu insistencia a quedarme en cama! ¡Me hiciste sucumbir! —Reclamó indignado mientras se escuchaba como el agua había comenzado a caer para bañarse.

—No son mis pacientes, así que no me interesa tu irresponsabilidad —respondió sin conflicto de defender sus acciones con una soberbia por encima de su tono relajado.

—¡Eres de lo peor! —Bramó el chico al otro lado de la puerta, el rubio rio entre dientes a ello.

—Estás de muy mal humor a pesar de anoche...

—¡Merezco estar molesto, el doctor Sasaki va matarme! —Exclamó frotando con rudeza el shampoo en su cabello —¡Deja de burlarle! —Quejó imaginando la burda sonrisa que portaría el rubio aun en cama por escucharlo tan molesto a pesar de esa magnífica noche.

Si corría con suerte y todo salía bien podía salir a su horario normal sin inconvenientes de preguardia a las 4 de la tarde, tendría parte de la tarde y noche fuera del área de salud.

Katsuki como médico de base cumplía con un horario vespertino por ahora y por ello se daba el lujo de poder levantarse un poco más tarde, sin embargo esto había impulsado algunos inconvenientes a Izuku que debía reportarse siempre a primera hora del día.

...

07:10 A.M.

La cabeza de Izuku fue golpeaba sutilmente con un expediente metálico marcado con el número de cama del paciente que estaba frente a ellos.

Aquel médico jovial, delgado y con iris amarillas que observaban de forma reprobable al R1 que le daba golpecitos una y otra vez con el expediente en mano, mientras que el resto que le acompaña como el R3 Togata Mirio, R2 Kaoroku Awata y el interno que ahora rotaba por ahí Mashiro Ojiro miraban con pena a Izuku que era regañado.

Había llegado a tiempo, sí, pero no el necesario para revisar a los pacientes o aprendérselos para ayudar a presentarlos en el pase de visita matutino.

—Muy bien Midoriya, veo que te falta más tiempo para tener una conexión necesaria y poder presentar a los pacientes —regañó el médico adscrito mientras ajustaba sus gafas —así que te quedarás hasta las 20:00 horas a saber si puedes reponer este error mañana, ya que serás tú el que me los presente a todos.

—¡S-sí! Lo lamento mucho —exclamó con una gota de sudor cruzando su frente mientras agachaba el rostro avergonzado.

A decir verdad estaba más aliviado que aterrorizado, con la cara gacha solo suspiró discretamente, el pediatra Sasaki era más accesible de lo que aparentaba, ya que Katsuki desde la perspectiva que había dicho de si fuera él lo echaría de ese piso de especialidad, Bakugou era alguien severo y soberbio que sin dudar desde que era un residente de nivel superior y ahora como adscrito, bueno... Sería muy complicado poder pisar donde este te hubiese echado.

Sasaki fue el primero en retirarse siendo seguido por los demás, antes de que Mirio retirase palmeó la espalda de Izuku para que se repusiera.

—No vuelvas a bajar la guardia —susurró preocupado.

—Ugh, causé muchos inconvenientes, lo siento... —retomó su compostura al igual que el expediente que Sasaki había dejado en la mesa del paciente para devolverlo a su sitio con los demás.

—¿Qué pasó? ¿Se te pegaron las sábanas? No es usual de ti —manifestó el rubio preocupado.

—Ah, sí... las sábanas —masculló incomodo mirando hacia otra dirección.

Aquel par se había quedado charlando por breve periodo hasta que vieron de nueva cuenta volver a Ojiro con un par de hojas engrapadas.

—Aquí está —manifestó entregándosela a Izuku en mano —se habían quedado en la impresora y no tuve tiempo de acomodarlas en el expediente antes de que llegara el adscrito. Disculpa.

—¿Y esto es...? —susurró confundido el peliverde.

—Es la interconsulta a traumatología que preguntó el doctor en el pase —exclamó Ojiro confundido.

—Estás muy distraído, ponte al corriente o seré yo el que te corrija —llamó Togata dando un ligero golpe a la nuca de Izuku. —estudia el caso de ese último niño y la interconsulta no será Ojiro el que vaya a presentarla, serás tú —declaró con un pequeño toque severo al notar lo ido que estaba por ahora el residente de nivel inferior que él. —Aprovecha para ir al comedor —declaró al interno.

—¿Eh? ¿Está seguro? —Miró dudoso.

—Claro, Midoriya ocupa un poco recordar su lugar —suspiró.

Fue así como aquellos dos se retiraron dejando al peliverde allí contemplado las hojas en manos sin parpadear.

—Ah... una interconsulta... ¿hace cuánto no hacía una yo mismo? —Susurró para sí nervioso. —¿Quién era el turno de la mañana? ¿La doctora Chiyo...?

Midoriya acercó al expediente a una mesita de allí, lo abrió para hojearlo y encontrar unas radiografías que necesitaría llevar, mientras daba una fugaz revisión a la nota de ingreso para conocer a ese pacientito, su actividad pausó una vez que una bola de papel golpeó en su cabeza.

Sus orbes esmeraldas confundidas buscaron el sitio de dónde provino, la dirección era de la última cama que habían dado en el pase de visita al fondo de esa habitación, en ella yacía un niño azabache de mirada austera llena de hostilidad.

Al ver el número en la cabeza de la camilla con su nombre se dio cuenta.

Era él, paciente masculino de 6 años de edad, su motivo de ingreso era una fractura de tibia derecha por caída de árbol.

El peliverde tomó el expediente en mano y se acercó al niño que le acechaba con su mirada.

—Kota-kun, ¿está todo bien? ¿Acaso te duele? Si es así yo... —Se inclinó amablemente para inspeccionarlo, sin embargo otra bola de papel fue lanzada por el niño.

—Eres el hazmerreír de aquí y aun así estoy a tu cargo, ¿no había nadie mejor? —Reclamó con desdén.

Parpadeó con sorpresa a ello, era verdad, el chico acababa de ver una incómoda situación donde había sido reprendido hace unos minutos por sus superiores.

Aun así no cedería, quería hacer sentir cómodo al pequeño.

—No seré el único, hay increíbles doctores y todos haremos lo mejor para que te mejores más rápido, ¿bien?

El pequeño arrugó el entrecejo sin ser convencido de ello, por lo que jaló la sabana para cubrirse con ella y así darle a entender al doctor que no quería verlo más.

—Mentiroso, ustedes no pueden curar todo, así que deja de querer lucir como alguien genial que todo lo puede con esfuerzo —reclamó molesto.

Izuku entreabrió sus labios a lo oído bastante preocupado por eso, ¿acaso dijo algo malo? Se acercó a Kota tomando la sabana con cuidado para descubrir su rostro.

—Si es por su fractura eso tiene solución, podrás caminar bien en unas semanas Kota-kun.

—¡Déjame en paz! ¡No necesito tu ayuda! ¡Quiero irme de aquí! —Reclamó de forma ruda evitando se descubierto por Izuku.

—Kota-kun recuerda que hay otros niños enfermos, no grites por favor —exclamó una enfermera adentrándose rápidamente al sitio al escuchar los gritos. —Doctor Midoriya, déjeme esto por favor —susurró la mujer que ya había familiarizado con las rabietas del pequeño.

Izuku preocupado dudó de retirarse, pero cedió bajo la insistencia de la enfermera.

Ahora estaba mortificado de saber que había hecho mal con ese primer contacto con Kota, ¿Acaso ese horrible pase de visita fue suficiente para despreciarlo de esa manera? Solo era un niño y ya catalogaba de forma muy horrible con su primera impresión a cualquiera.

Lo idóneo sería ir de una buena vez por esa interconsulta y lograr mayor acercamiento con ese pequeño, así que Izuku se encaminó hacia los pabellones donde estaba cirugía y traumatología buscando al médico del turno de la mañana.

Era muy nostálgico para su perspectiva rondar por ese sitio del hospital, era retirado y diferente al área de pediatría pero por ahora debía enfocarse en encontrar al doctor.

Su andar paró en seco al ver que en medio de los pasillos de ahí estaba alguien distinguible, era uno de sus superiores anteriormente: Todoroki Shouto, el cual hoy en día era adscrito de cirugía general, estaba charlando con una bella mujer castaña, la cual despidió una vez que estrecharon manos y ella se retiró por el camino que Izuku había llegado.

El bicolor al notar a Izuku sorprendió tenue y caminó hacia él.

—Es bueno verte de nuevo por estos lares —saludó tranquilo pero conforme de verle en buen estado.

—Lo mismo digo —rio nervioso —traigo una interconsulta para trauma así que... —Todoroki arrugó su entrecejo a ello.

—¿Acaso no tienes internos? Que inusual de tu parte como residente—susurró llevando una mano a su mentón.

—Ah... es una larga historia —respondió cansado, de inmediato tomó la compostura mirando de reojo a la mujer de ropas informales que estaba ya lejos de ahí —esa mujer, ¿interrumpí algo? —Dijo incómodo y apenado.

—No es lo que crees —dijo sereno —cuando fui residente en una guardia conflictiva llegaron dos personas a urgencias por accidente de automóvil, entraron a quirófano pero... —pausó distante al recordarlo —no hubo mucho que pudimos hacer. Su hermano era uno de ellos.

—Ya veo... —musitó decaído de escuchar ello.

—Solo pasó a saludar al equipo que alguna vez intentó ayudarlos ya que tiene a otro familiar internado en el hospital.

—Que amable de su parte...

—¿Acaso no ibas hacia el área de traumatología?

Izuku despertó de su trance pensativo al sobresaltarse.

—¡S-sí! De un niño, quisiera que le diera una checada y...

—Entonces date prisa, tenían programado algo en quirófano a primera hora —señaló hacia el fondo del pasillo.

Ante ello el peliverde asintió nervioso caminando a paso rápido para alcanzar llegar a tiempo.

...

Lamentablemente el chico no corrió con suerte y no tuvo oportunidad de presentar a su paciente ya que el equipo de trauma había iniciado su cirugía y estaban dentro de quirófano.

Pasó bastante tiempo para que tuviera la oportunidad de mostrarlo y entre pendientes uno a otro que se avecinaba todo iba atroz, era un día caótico.

05:18 P.M.

Midoriya estaba en el área médica ayudando en las notas de evolución de los pacientes que estaban ingresados, su hora de salida había sido hace una hora y 18 minutos pero luego de ese regaño matutino se tenía que quedar hasta más tarde.

Tras haber terminado una nota más imprimió el archivo y mientras esperaba salir la hoja se recargó en el respaldo de su silla tomando algo de agua desde una botella.

—¡Hey Midoriya! —Llamó su superior R2, la joven morena que estaba de guardia. —¿Acaso le hablaste a los de trauma?

—Así es, ¿pasó algo? —giró la silla mientras cerraba la botella y abrió sus ojos en grande sorprendido, en la entrada estaba Kaoroku con el médico de esa rama. —¡Gracias por venir! ¡Lo llevaré con el niño! —Exclamó nervioso dejando caer la botella a sus pies tras cerrarla, se levantó furtivamente tomando el expediente y cosas del paciente para mostrárselo.

—Escribes todo lo que te diga al pie de la letra para decírmelo —musitó la morena al tiempo que el chico cruzaba a su lado, ella se conservaría en el sitio terminando algunos pendientes más.

—¿Eh? ¿No vendrás? —la chica suspiró ante la ingenuidad de su R1.

—Te falta malicia Midoriya, pero además ese niño es muy complicado de llevar, lo mejor es que sean pocos quienes le rodeen.

El chico asintió dudoso para poder acompañar a la veterana ancianita que incluso una vez él llegó a ser su paciente.

—Creí que tenía el turno de la mañana aun, fui bateado horriblemente por ellos.... —musitó nervioso el chico cargando con expediente en mano.

—Es como dice tu superior R2, ocupas malicia, así te terminarán rechazando las interconsultas con el afán que el turno de la tarde las respalde —quejó.

—Perdón por ello...

Al abrir la puerta donde yacía la cama de su destino un alarido los alertó.

—¡Quiero irme de aquí! ¡Odio este lugar! —exclamó el pequeño de la cama del fondo.

—Kota por favor, espera a que los médicos vuelvan a revisarte, ¿vale?

—No quiero verlos de nuevo tía, vámonos —imploró incómodo. —Ellos no pueden hacer nada por mí, como no lo hicieron con ellos...

Las esmeraldas de Izuku abrieron en grande a la sorpresa, ya que al lado de la cama de ese niño estaba aquella mujer que en la mañana vio hablar en el área de cirugía con Todoroki.

El repudio que acechaba hacia los médicos aquel niño ahora tenía más sentido, incluso llegaba a culparlos de no poder haber salvado a sus padres en esa ocasión, un hecho lamentable que ni siquiera los toleraba a simple vista.

Los puños de Izuku temblaron acercándose peligrosamente hacia esa cama, su mirada ferviente y contundente llegó alarmar a Kota hasta hacerlo sobresaltar en susto a él luego de que Izuku flexionó su cuerpo en la mesita golpeando su frente en ella.

—¡Kota-kun! Danos nuevamente tu confianza, te aseguro que todo saldrá bien, todo estará bien —exclamó insistente alzando su vista de reojo —la doctora Chiyo es increíble, una vez fui su paciente y me curó en un santiamén, ¡Todo estará bien!

La ancianita que vio la escena desde el margen de la puerta solo llevó a sonreír enternecida por la escena que veía, aquel joven médico buscaba cualquier medio para ganarse la confianza del niño.

El pequeño azabache miró con sorpresa la insistencia del otro, el cual inicialmente lo había asustado pero al notar el golpe que se había dado al estamparse con la frente no pudo evitar sonreír con una contagiosa risa.

Izuku sonrió nervioso aun con el rostro gacho en la mesa.

"Ah... logré hacerlo reír".

—No volveré a bajar la guardia, daré todo de mí por ti —aseguró elevando el rostro mostrando su frente algo roja por el impacto. —Todo estará bien Kota-kun.

—Pero vamos, ¿sólo sabes decir eso? —Quejó el pequeño con una risa entre dientes al verle el rostro ridículo de los mechones pegados a esa frente golpeada.

—Insisto porque así será —declaró tranquilo aun encorvado.

Las risas del menor cesaron una vez que al inspeccionar al médico en su frente que estaba inclinado pudo ver algo extraño.

—¿Qué te pasó? —Preguntó el niño confundido.

—¿Eh? —Izuku ladeó su cabeza, por otro lado Kota señaló su propio cuello para dar ubicación.

La mujer castaña bufó divertida girando a otro lado mientras cubría su boca con ligera sorpresa y algo incómoda.

—Una picadura de mosquito, no pasa nada —respondió la anciana que recién se acababa de acercar.

Izuku enderezó su cuerpo llevando su mano a cubrir una parte de su cuello, su rostro sonrojó inmediatamente hasta el nivel de sus orejas.

Definitivamente eso no era una picadura, se trataba de una de las marcas que Bakugou había dejado en su piel luego de esa salvaje noche..

—S-sí... me picó un bicho y, erh... —declaró bastante nervioso.

—Estás rojo hijo, ¿tienes fiebre? —Continuó Chiyo divertida de verle así —ve a lavarte la cara, te esperaremos —sonrió.

—Gr-gracias, ya vuelvo —balbuceó acalorado por la pena mientras se retiraba de la zona.

Realmente logró hacer el ridículo no solo con Kota, incluso su tutora y la adscrita de trauma. Caminó con prisa hacia los lavabos a revisar la marca en el espejo.

Ahí estaba con un color oscuro al lado izquierdo de la curvatura de su cuello.

Abrió el grifo irritado ante la pena y segundos después sintió el teléfono vibrar en uno de los bolsillos de su pantalón, al ver el registro y de quien se trataba su entrecejo arrugó.

—¿Qué ocurre? —exclamó a secas mientras cerraba el grifo.

—Ehh... ¿aun estás molesto? Que fastidio.

—Mira quien lo dice, no te moderaste y... —pausó llevando una palma a cubrir su rostro que comenzaba a sonrojarse de nuevo.

—¿Y...? —Continuó la frase extrañado.

—Olvídalo, no es nada, ¿necesitas algo? —preguntó ya más tranquilo.

—Terminé, quería saber si fue así contigo para pasar por ti.

—¿Ya? ¡¿Pues cuántos pacientes consultaste?!

—Treinta y dos.

—¡¿Cómo puedes ser tan bueno en todo?! —Quejó irritado de imaginarlo, después de todo el rubio era muy pulcro y concentrado en todos los ámbitos que le conocía, desde profesionalmente, hogareño e incluso en la cama.

—Entonces maldito Deku, ¿dónde estás?

—En pabellones hasta las ocho de la noche —declaró cortante.

—Jeh, realmente te castigaron pequeño incompetente —burló divertido, Izuku llevó una mueca de solo imaginar esa sonrisa sonsacada de Bakugou al otro lado de la línea.

—Disfruta tu tiempo libre entonces —espetó  hastiado sin mucho triunfo.

—Claro, voy a preparar todo para la pobre sabandija que volverá cansada —el peliverde giró de reojo hacia el teléfono sobreentendiendo avergonzado.

—Ni lo pienses, no vamos a hacerlo, mañana tengo guardia necesitaré descansar y-... —fue interrumpido.

—Por supuesto que lo haremos, luego de ello descansarás mejor que un bebé-...

La llamada terminó luego de que Izuku colgará con el rostro abochornado mientras su mano temblaba con el teléfono en mano.

Poco después volvió a vibrar dando notificación de un mensaje:

«Atente a las consecuencias de colgarme mientras hablo.»

El chico ya con la cabeza más fría recargó su espalda al lavado dando un suspiro resignado y con temor de lo que había hecho.

La había liado, el día de hoy no corría con mucha suerte. No solo en el hospital, ahora también en su hogar.

Ahora reconsideraba la idea de si mudarse con Bakugou había sido buena y por ese último mensaje tranquilo que recibió, recababa a muchas opciones para lo que sea que se planteara su pareja hacerle esa noche.




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Venga Kacchan, ¡Dale un respiro!

Me divertí bastante escribiendo este capítulo, espero les haya gustado también.

Un abrazo y espero estén bien con esta contingencia, cuídense muchotee!

Ayoshu!

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