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Capítulo 1

El olor de peste humana inundaba a su alrededor. Cientos... no, miles de cuerpo en descomposición lo rodeaban formando un amorfo círculo como queriéndolo mantener ahí dentro para siempre. Pero aunque él quisiera no podía salir, sus fuerzas ya no lo acompañaban como momentos previos. Las ganas de consumir el alimento prohibido lo invadían con gula, rebozando cada fosa nasal sin dan importancia a las almas de esos cuerpos no estuvieran dentro suyo.

Y como si fuera un animal se levantó, saltó a la presa más próxima y succionó con fuerza los restos de sangre que contenía. Bastaron segundos para soltar las cuerpo y pasar al siguiente, poco a poco alimentándose de esa forma; no interesaba de que la sangre de muerto sepa diferente, su hambre no le exigía productos de calidad. Eran esos los momentos en que se recordaba por qué odiaba participar en guerras, estaba obligado a ser siempre el único sobreviviente o fingir su propia muerte, era eso o ser perseguido por herejía. Una vez bien alimentado se acomodó el incómodo traje de soldado, si quería parecer un llegado de la guerra tenía que aparentar haber sigo herido el ella. Destelló sus uñas en un agil movimiento y calculando la posición se apuñaló un brazo con ellas, las carmines gotas de sangre gorgotearon de su brazo tal cual cañería averiada; contuvo las ganas de gritar, aunque su cuerpo fuera inmortal el dolor de ser atacado por su propia especie era el peor.

Esperó a que la sangre secara y dobló el brazo para la dirección contraria. Listo... una fractura, pensó. Y con esos ideales cojeó hasta la base de su tribu; bueno, ahora país.

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-Traigan a los paramédicos, hay un sobreviviente.

Cerca de 5 doctores lo rodearon instantáneamente y revisaron su brazo con pudor. Puede que se lo haya fracturado de manera crítica pero gracias a su condición solo parecía una leve. Los envolvieron y enyesaron antes de mandarlo con el comandante a cargo de ellos.

-Ten cuidado Sasuke. Parecía extraño últimamente -comentó su mejor amigo -aunque este lo negara mucho-, tal vez el único que sepa su condición real.

-Tsk, esa cara de serpiente no sabe nada copia. No me pasará algo.

Caminó por el sendero que llevaba a la cumbre de la montaña, no entendía por qué separaban tanto el escuadrón de los altos mandos; mientras que el campamento se encontraba a las faldas del lugar, las carpas de los comandantes estaban a pasos de la cima. Restándole importancia a sus ideales, saludó con el brazo bueno a los generales o comandantes con los que se topaba, no falta decir que cada uno de ellos lo miraban sorprendidos y con cierto temor. Una vez a puerta de la carpa principal esperó a que lo llamaran.

-Puedes pasar Sasuke-kun -saludó Kabuto, el ayudante de la serpiente rastrera.

Ignorándolo olímpicamente pasó de su lado sin saludo; no le importaba ayudante de quien sea, él siempre le dio mala espina.

El decorado interior era uno rustico debido a la temporada, pero si lo comparaban a los de hace algunos siglos parecía de última tecnología. Maquinas rectangulares rodeaban el lugar, como sensores esperando a prenderse y atacar a cualquier que se encontraba dentro. Una mesa rectangular de roble pulido descansaba en la zona más profunda del lugar, encima de ella algunos mapas y tácticas de posibles ataques.

-Que sorpresa verlo con vida Sasuke-kun.

Dejó a un lado toda su curiosidad y se fijó en el mayor delante de él; fingiendo como siempre mostró su saludo militar, sin más fue interrumpido por quien sería su comandante.

-¿Cómo sobreviviste a esa masacre? -cuestionó sonriendo.

El azabache retrocedió algunos pasos intentando lentamente escapar del lugar, sin más detrás suyo choca con Kabuto sosteniendo a Sai.

-¿Y bien, me dejaras con la duda? -rió-. Yo mismo me encargué de que nadie sobreviviera, ¿Cómo lo hiciste tú para estar aquí parado?.

Observó los ojos de su amigo, se notaba represión y sorpresa en ellos. Cerró la boca con pudor y empuñó sus puños bajando la mirada.

-¿Usted ya lo sabía? -cuestionó para su sorpresa sonriendo. Desprendió sus uñas y cambió su mirada por los inexpresivos rojo carmín originales, mostró sus dientes ahora con el frío color de su piel-. ¿Cómo? -encrespó.

-Ku, ku, ku; Sasuke-kun, eres muy joven para saberlo -sostuvo en su mano una fina y larga estaca de madera empuñándola-, pero si quiero mantener mi posición debo matar a los intrusos.

-Ja, ¿Y lo harás con una estaca de madera? -carcajeó-. No sé tú pero lo que las leyendas cuentan no todo es verdad.

Corrió para llegar a él con su velocidad típica, no la humana. Una vez con sus uñas rodeando su cuello susurró.

-Te llegaré a matar antes de lo que crees.

Sin dejarle tiempo de réplica decapitó el cuerpo. Caminó lentamente hasta llegar a Kabuto para continuar con su misión pero este había desaparecido.

-Tsk, es una rata cobarde.

Ayudó a Sai a liberarse de sus cuerdas, pero este parecía mucho más interesado e huir.

-¡Sasuke, es una trampa! -exclamó alarmado una vez des amordazado, pero ya era tarde.

En ese instante las campanadas de ataque sonaron comandadas por Kabuto. Sintió como la tierra temblaba bajo sus pies y fuera de la carpa todo el ejército se les tiraba encima.

-Amenazó con matar a Orochimaru-sama -gritó alertando a las masas-, e intentó succionar su sangre ¡Es un vampiro!

Las tropas rodearon el lugar y empezaron a decir sus oraciones de ataque. Sai instintivamente tapó las orejas de Sasuke, oír la palabra de Dios solía debilitarlo. Aún con desesperación Sasuke cargó a Sai y liberó sus alas.

-Sasuke, no lo lograremos.

-Tú -su voz dudó-... solo confía en mi.

Salió con el vuelo disparado en dirección contraria, esquivando monótonamente cada ataque aéreo de su dirección. Las tropas seguían lanzando flechas encendidas cubiertas con veneno, con el ideal de como mínimo herir al pasajero. Para su sorpresa lo lograron, una de ellas fue directo en el pecho de Sai. Sasuke descendió velozmente varios kilómetros lejos del lugar para atenderlo

-Sai, ¡Sai! -alarmado lo acostó en el césped examinando la herida.

Por el fuego la flecha pudo introducirse profundamente y quemó cierta parte de piel incinerándose dentro de él. El veneno también se introdujo, por el aroma podía afirmar que era uno de los que atacaba al sistema nervioso y destruían los canales del corazón, no le quedaba mucho tiempo vivo.

-Mátame -rogó Sai-, por favor... mátame.

-No seas imbécil copia.

Con sus uñas extrajo los retos incrustados de madera en el pecho cuidadosamente, poco a poco perdía el rastro humano de Sai. Succionó con pudor el veneno restante antes de que la situación empeore, sin más eso no parecía detener las convulsiones internas.

-¡Sai... Sai, no te vayas! -exclamaba.

Desde que fue obligado a ser de esa forma, todos sus seres queridos terminaban muertos; fue asi desde hace 300 años. Él encontró a Sai cuando era un imple recién nacido y lo ha estado cuidando desde entonces. No se atrevía a perder a quien consideraba como un hijo.

-Lo haré -susurró.

-Sasuke...

-Solo dolerá el comienzo, no te perderé Sai.

-Tsk -ligeras lágrimas rodearon sus ojos-, al final si puedes comportarte como un padre.

Sasuke sacó sus colmillos y mordió con fiereza su brazo, al parecer mientras esquivaba los ataques se le había caído el yeso. Luego prosiguió a succionar toda la sangre de Sai mientras le colocaba su sangre en los labios, llegó un momento en que ya no podía sentir la presencia humana. Se fijó en el cuerpo alarmado notando que parecía inerte, lo movió y tocó su pulso, no se sentía. Lloró con desesperación cargando el cuerpo y se retiró de lugar, debía enterrarlo antes de que sea media noche; si recibía los suficientes nutrientes de la tierra despertaría antes de lo previsto. No perdería a la única persona importante para él, no ahora.

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Esta obra ya la tenía escrita desde hace mucho, solo que recién la encuentro y solo contaba con un capítulo medio escrito. He leído mis apuntes y me dí cuenta de que si me interesaba saber que más pasaba, por lo que pienso volver a continuarla. Espero que sea de su agrado.

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