036
Años después.
Cansada de la sobre protección de mis padres y de lo asfixiante que era tenerlos cerca, decidí volver al lugar en donde crecí.
Largas horas de vuelo no evitaron que mi decisión cambiará, ni mucho menos la frecuente insistencia de mi madre al teléfono.
En todo este tiempo logre conocerme a mi misma, saber mis debilidades y fortalezas, pude centrarme en las cosas que siempre quise, pude despejarme de todo lo que alguna vez fue malo para mi y disfrute, bueno, lo intente, y si digo aquello es porque mi vida no pudo ser completamente buena durante estos largos años.
Siempre tuve encima guardaespaldas y fue complicado poder salir con amigas, pequeñas fiestas o simples eventos de la Universidad.
A fin de cuentas pude superar mi condición, fui a constantes terapias con un psicólogo quien me ayudó a comprender lo que tenía, aún recuerdo los primeros días en donde nunca hubiera imaginado que tenía el síndrome de Estocolmo, me reía por lo absurdo que sonaba, cuando me lo explicaron a fondo supe el porqué de mi comportamiento y supuesto afecto que llegue a creer que sentía.
Distraje mi mente lo suficiente como para ignorar aquellos recuerdos, al principio fue difícil, siempre pensaba en él, y me planteaba que todo estuvo mal, que yo había sido utilizada y había caído en una red de mentiras y confusión, pero con el pasar del tiempo todo fue mejorando, mi progreso fue lento pero al final conseguí una pequeña paz en mi interior.
Deje las maletas tiradas en medio de la sala y me recosté sobre el primer sillón que encontré.
Solté un gemido de satisfacción al sentir mi cuerpo menos pesado y relajado, el vuelo me había dejado exhausta y agradecía haber comprado un departamento de antemano, así me ahorraría muchos inconvenientes, incluso en cuanto al trabajo todo ya estaba hecho, gracias a las recomendaciones de mis jefes anteriores.
Fruncí el ceño y bufé al recibir un golpe en la cara de una almohada que apareció por arte de magia, la tire al piso y mire al frente encontrándome con la persona que la había tirado.
-No seas floja, ven y salúdame. -esbozó una amplia sonrisa al mismo tiempo que estiraba sus brazos.
A pesar de sentir el cuerpo pesado, muy pesado, recogí fuerzas y me levanté de aquel suave sillón, Eun me contagió su sonrisa y sin dudar más me acerque a ella abrazándola con fuerza y anhelo.
-Te extrañe.
-También yo.
Duramos varios minutos abrazadas, y es que ni siquiera eso cubría todo el tiempo en el que habíamos estado separadas, nunca pude regresar a verla y ella no tenía los recursos suficientes como para visitarme en el extranjero, esos años fueron eternos sin ella a mi lado.
-¿Te quedarás para siempre? -preguntó con cautela separándose de mi.
- Si, no me volveré a ir. -pronuncié otorgándole una sonrisa sincera.
Era verdad, no pensaba regresar al extranjero, no al menos para quedarme, el haberme revelado ante mis padres había sido lo mejor que pude haber hecho en estos años llenos de extrema protección innecesaria, me había liberado de ellos y podía seguir con mi vida lejos de ellos, podía valerme por mi misma.
- ¡Esto hay que celebrarlo! -exclamó tomando mis manos- Hoy nos iremos de fiesta.
-Lo siento, pero..
-No hay pero que valga, vámonos.
Intenté convencerla varias veces de que aquello podía esperar, estaba muy agotada y aún así no dio marcha atrás, no contaba con las mismas energías que ella, pero la vi disfrutando tanto que obligue a mi cuerpo a recuperarse automáticamente, sintiendo la adrenalina y emoción recorrerme, además de las bebidas que habían y estaban por haber en mi organismo, todos esos factores intervinieron y mi cuerpo gozo de aquella repentina fiesta a la que asistí con mi mejor amiga.
Y por mi cabeza pasó la ausencia de Jungkook, no volví a saber nada de él y Eun tampoco me ha mencionado algo al respecto, no quise escarbar en ese asunto así que lo dejaría pasar, no iba a negar que estaba aliviada de que él estuviera fuera de su vida, me dio muy mala espina después de lo que ocurrió ese día, él no era un santo después de todo y supuse que esta era una de las sorpresas que menciono aquella vez.
El no volver a verlo.
Mi buen amigo el alcohol comenzó a causar estragos en mi organismo, la cabeza me daba vueltas y muchas escenas pasaron por ella, no me gustaba nada de esto, sabía que terminaría con una resaca a la mañana siguiente pero como no entraba a trabajar si no hasta dos días después, solo me dedique a pasarla bien, después me quejaría del dolor.
...
Sacudí ligeramente las partes delanteras de mi uniforme blanco, quería verme bien este día, quería hacerlo bien, dar una buena impresión, pero sobre todo, disfrutar el poder ejercer mi profesión.
Ya estaba en un mejor estado y lista para empezar mi trabajo, me asignaron a un consultorio en donde con ayuda de una persona más realizaría las revisiones previas a los pacientes que llegaban día a día, no faltó mucho para que dichas personas, comenzarán a llegar.
Fue una jornada dura de trabajo, la gente iba y venía, todos tenían sus peculiaridades, algunos eran más serios, otros eran más parlanchines, y otros incluso hasta coquetos, pero nada que no pudiera controlar.
Mi horario de trabajo estaba por finalizar pronto llegaría la chica del turno de la noche, por eso comencé a arreglar mis cosas sin darme cuenta de que segundos después llegaría alguien más.
Se trataba de un chico, este ya se encontraba sentado, listo para recibir atención.
Lo extraño de él era que conservaba su cabeza gacha, tenía puesto un gorro negro y un cubre bocas del mismo color.
Al parecer no quería que supiera de él.
Ya tenía una idea sobre su persona y esperaba que no fuera como yo pensaba.
-Su nombre por favor.
Esperé expectante a que aquel individuo respondiera, pero simplemente no lo hizo, e insistí.
-¿Me dirá su nombre? - formulé intentando que el ambiente sea bueno para los dos, presentí que estaba cohibido por mi presencia, no podía ver su rostro y era inquietante su silencio- Por favor, quítese el gorro y el cubrebocas.
Los segundos pasaron y nada.
Estaba un tanto impaciente y me vi en la obligación de volver a hablar, pero un suspiro de su parte me alertó.
-Park Jimin, ese es mi nombre. -soltó de repente levantando la cabeza y quitando su gorro a la par con el cubre bocas.
Fui yo la que no hablo esta vez.
Ver sus ojos de nuevo provocó que mi mente reventara en recuerdos, donde el protagonista era él.
Un torbellino de emociones me invadieron, ¿alivio? ¿Tristeza? ¿felicidad? ¿enojo?
Mis ojos comenzaron a nublarse y sentí el picor alrededor de ellos, quizás esto solo era producto de mi imaginación, pero el estaba enfrente de mí, mirándome con intensidad, estaba vivo.
¿Cómo carajos pasó?
Era un golpe muy fuerte, estaba empezando a ser insoportable, mis manos y piernas quedaron intactas pudiendo percibir un ligero temblor en aquellas extremidades.
Esto no era real, no estaba pasando.
-Disculpa, es mi turno. -una repentina presencia me hizo reaccionar y apartar mi mirada de él.
-S-Si..
Rápidamente recogí mis cosas y salí de aquel consultorio sin siquiera despedirme de la chica que había llegado.
Con la respiración acelerada y algo asustada, logre salir del edificio, con el único pensamiento de llegar a casa.
Desde entonces varios sucesos empezaron a ser partícipes de mi día a día, y varias veces intente hacerme creer que él no estaba involucrado en ello.
Primero comenzaron a llamar con frecuencia al teléfono y absolutamente nadie contestaba al otro lado.
Segundo, refrescos, cafés o cualquier tipo de caramelo empezaban a aparecer en mi lugar de trabajo, y nadie podía darme una respuesta a ello.
Tercero, el presentimiento o la sensación de estar siendo vigilada apareció y hasta ahora no había hecho nada para detener eso
¿Por qué?
Porque creía que solo eran cosas mías, que la mente estaba jugando conmigo, que todo lo que creo que esta ocurriendo es falso o son simples casualidades y no quiero que me den por loca si llego a reportar esto a la policía.
Respire hondo y me senté frente al computador leyendo los datos de un paciente, quise hacerme la idea de que este día sería diferente, y si, lo fue por un pequeño detalle, no el que quería, pero lo fue.
"Te sigues viendo igual de hermosa"
Decía una nota que acababa de encontrar pegada a un lado del teclado.
En definitiva, era él.
Un lado de mi estaba curiosa por volver a verlo por saber cómo fue que paso todo, como fue que me hicieron creer su muerte y porque nunca tuve alguna señal de él, y el otro lado me decía que debía dejar todo en el pasado.
¿Pero cómo?
¿Cómo podía lidiar con una idea equivocada que fue inculcada en mi cabeza por años?
...
Pedí permiso para poder salir un par de horas antes del trabajo, agradecia que mi compañera estuviera disponible ya que así pude obtener el permiso sin ningún problema de por medio.
Al salir del edificio lo vi.
Su cuerpo estaba apoyado en uno de los postes de la ciudad, su ropa era oscura y esta vez no tenía nada que cubriera su rostro.
Mordí mis labios nerviosa cuando noto mi presencia, sin ningún tipo de restricción se fue acercando a mi quedando finalmente cara a cara, en ningún momento quité mi mirada de su rostro y eso a él parecía no molestarle.
-Es bueno volver a verte.. -musitó con una ligera sonrisa en su rostro observándome de una manera peculiar como si mirara algún objeto precioso.
Su voz.
Sus ojos.
Su sonrisa.
Volvía a ver todo aquello que creía no volver a ver.
-¿Cómo es posible? -cuestioné- Tu estas muerto -negué repetidas veces- ¿Es una alucinación?
-No, yo pense que tu..-suspiro con fuerza y dejo sus palabras en el aire- Hablemos en un lugar más cómodo por favor, debo decirte tanto.. -pidió en tono de súplica.
Por más impactada que esté, no dude y acepte hablar con él, tenía muchas preguntas y dudas, era como una explosión de la realidad misma en mi cabeza, porque había vivido con su muerte en mi memoria.
Minutos más tarde estuvimos ocupando una de las tantas mesas de una cafetería ubicada a un par de cuadras del hospital.
Esperamos en total silencio a que llegaran nuestros pedidos, dos simples cafés que ayudarían a alivianar el momento además de combatir un poco el frío que comenzaba a hacer.
Me tomé el tiempo de reparar en su aspecto, estaba tan sumida en aclarar lo que había sucedido en el pasado que no me percaté de que el color de su cabello era más claro, se había dejado crecer un poco la barba y había perdido peso.
-¿Cómo has estado? -formuló de repente pillandome en mi escrutinio.
- Bien. -me limite a decir, aquello era la mentira más dicha en el mundo, me sentía un tanto lejana a él y me costaba poder hablarle, pero el engaño que viví me dio el impulso necesario para comenzar a hablar de lo que realmente quería- ¿C-Cómo puedes verte tan tranquilo? Se suponía que habías muerto ese día, yo te vi en el suelo lleno de toda esa sangre y-yo..-detuve mi hablar abruptamente porque una chica se acercó dejando los pedidos.
Agradecimos al mismo tiempo, luego de que se fue el hablo clavando sus ojos en mi.
-Debes calmarte, estás muy alterada. -mencionó apretando sus labios- Es mucha la información que recibirás y necesitas estar lo más tranquila posible para poder digerirlo.
Ya lo veía venir, me tragué toda el cúmulo de palabras desechandolas en mi garganta, no tuve otra opción más que callar y escuchar.
Tome una posición erguida y más tranquila, dándole a entender que podía continuar.
-El disparo que recibí no logró dañar órganos importantes, el doctor mencionó que había sido pura suerte. -levanto la taza enfrente de él sorbiendo el líquido que contenía- Jungkook quizás supo dar en el lugar correcto, creo que nunca quiso matarme en realidad.
Me negué a creer eso, lo de la suerte era más aceptable para mi, ese día noté en la mirada de Jungkook lo feliz que estaba por haberle disparado, no había razón para quererlo vivo, ¿o tal vez sí?
-¿Por qué crees que nunca quiso matarte? -cuestioné con un dije de molestia en mi voz.
-Lo se porque lo crié por años.
¿Criar?
Mi rostro era una completa confusión.
-Al parecer nunca te lo dijo.. -vaciló antes de continuar- Jungkook es el hijo del hombre con quien me engañó Sooyoung.
-¿Q-Qué? -las conversaciones que había evitado recordar, ahora estaban más que presentes, en especial aquella en donde me contó un poco sobre esa mujer, era como si una bomba acabará de explotar, me hubiera imaginado cualquier otro tipo de relación entre ellos, excepto esa- Pero..
-El papá de Jungkook le hacía daño a su propio hijo, por azares del destino un día me llevé la sorpresa de estar en su casa.
-¿Y que paso?
-Bueno.. -carraspeó- Lo encontré muerto y a Jungkook solo en la casa, desde entonces lo tuve conmigo.
No quise preocuparme por sus sentimientos y escarbar más allí, aquello finalmente me quitó una gran duda y por supuesto ya tenía claro ese asunto.
-¿Qué pasó contigo luego de irnos? -aferre mis manos a la mesa, expectante a su respuesta.
-Como pude logré llamar a un doctor habitual, afortunadamente Leah llegó minutos después y me atendió, fue de mucha ayuda ese día. -contó soltando un suspiro- No fue hasta que el doctor apareció que pude estar fuera de peligro, la bala fue sacada y necesite analgésicos y mucho reposo.
Así que eso había pasado, no había pensado en Leah en mucho tiempo.
-No pude buscarte porque estuve siendo vigilado, no me dejaban salir de casa y mucho menos hacer llamadas, fue muy desesperante para mi. -me quedé en total silencio, ante sus palabras baje la mirada porque no quería ver la expresión de su rostro- Cuando me enteré que estabas por irte, me altere y suplique que me dejaran ir a verte -hiciste una breve pausa provocando que te mirara- Al llegar al aeropuerto solo encontré a Jungkook quien me dijo que tu avión ya había despegado.
Mis labios temblaron al escucharlo, justo como pensé, él lo sabía y me lo ocultó.
Recordar a esa vieja yo me hizo sentir pena, tan frágil y susceptible al mundo llorando cada día por alguien que creía muerto, por alguien que lo único que causó en mí, fue dolor.
-¿Por qué ahora? -escupí con impotencia- ¿Por qué hasta ahora te apareces así?
-Si antes no lo hice fue porque no podía acercarme a ti, mi padre y tus padres hicieron un acuerdo, así la noticia no se esparciría por la prensa afectando la reputación de mi padre, él me amenazó y no tuve forma de hacer algo al respecto, no hasta ahora..
Mis padres.
No me sorprendía que tuvieran algo que ver aquí, ellos se encargaron de tenerme atada a sus vidas, permaneciendo siempre en una burbuja de amargura y de constante seguimiento.
-Supongo que eso es todo.. -aparte mi mirada de la suya, después de todo lo descubierto me había quedado un mal sabor de boca que ni siquiera tomando el café logré quitármelo, no pasó mucho para que mis ojos se abrieran de sorpresa al recordar un gran detalle que estaba olvidando- S-Si tu no estás muerto.. ¿eso significa que seguimos casados?
Enarco una de sus cejas y luego respondió
-No, claro que no. -sus comisuras se levantaron dejando salir una risa sarcástica- Tu firmaste los papeles de divorcio, y mantuve el pensamiento de que lo hiciste porque también fuiste obligada como yo, dime ¿es lo que creo?
Automáticamente negué, yo no sabía absolutamente nada y era probable que haya firmado esos papeles en los días en que estuve deprimida.
El silencio hizo acto de presencia otra vez, sumergiéndonos en una situación poco cómoda para ambos.
Y es que con aquello último ya no veía como más seguir, ya no sentía que hubiera más que hablar, todo se había aclarado y era mejor dejarlo así, nada que se pueda llegar a hacer ahora cambiará el pasado.
-Siento todo lo que te cause, nunca mereciste aquellos tratos de mi parte, debí haberte cuidado y ser sincero desde un principio. -su mano tomó la mía entrelazandolas- Todo sería diferente si hubiera tomado mejores decisiones, t-te pido que por favor me perdones.
Si.. quizás todo hubiera sido diferente, pero las cosas ya sucedieron, y así permanecerían, sus decisiones y caprichos afectaron mi vida, una vida que actualmente está perfectamente bien.
Ese capítulo caótico y traumático de mi existencia debía ser cerrado correctamente, y el era la pieza que faltaba para que al fin pudiera ser así.
-Te perdono. -mencioné con neutralidad- Pero por favor no me vuelvas a buscar. -una vez dicho eso aleje mi mano de la suya.
-¿P-Por qué? -levantó un poco la voz- Hemos estado separados por ocho años y en ningún momento dejé de extrañarte o quererte.. siempre estuve pensando en ti ¿acaso tu no hacías lo mismo?
Trague duro al escuchar sus palabras, no lo esperaba y tampoco creía que era necesario decir ese tipo de cosas.
-Pase meses sintiéndome miserable con tu continua presencia en mi cabeza, así que si, pensé en ti pero fue un castigo, una completa tortura no poder sacarte de allí. -exclamé llamando la atención de algunas personas- Tuve que acudir a sesiones casi todos los días para afrontar el gran trauma que me dejaste, allí entendí que lo que sentí por ti nunca fue real, los años me ayudaron a despejar mi mente y poco a poco me fui olvidando de ti -deje muy claro algo que desde un principio no tenía planeado decir- Siento decepcionarte, pero no te tengo ningún tipo de afecto, como podría..
El dolor se reflejó rápidamente en su expresión, más no se atrevió a decir algo, solo quedó sumido en lo que sea que su mente esté ideando, no me toque el corazón para pensar en sus sentimientos lastimados, no me importó como aquellas veces en las que a él le valió mi bienestar.
-No me vuelvas a buscar, no llames ni mucho menos dejes regalos o notas en mi lugar de trabajo, ese es mi último pedido para ti, por favor respétalo. -levanté mi cuerpo del asiento y acomode el bolso en mi hombro- Adiós Jimin. -y luego de lo dicho salí de aquella cafetería sin mirar atrás.
Cerrando así, ese espantoso episodio en mi vida.
Dejando atrás mi pasado y a Jimin, un hombre egoísta y manipulador.
Porque es así como siempre lo recordaré.
"Que curiosa es la vida, hay cosas que no podemos recordar, pero hay otras que nunca podremos olvidar"
Habrá un EPÍLOGO.
Este será contado en la perspectiva de Jimin aclarando ciertas cosas y si hay algo que quieran saber en específico pueden decírmelo aquí ♡
Me disculpo por la demora, pase un momento difícil en mi vida y no tenía cabeza para NADA.
Entre esta semana o la otra estaré subiendo el EPÍLOGO.
-Jaymy
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