25
HoSeok caminaba con prisa en medio de aquella noche fría y oscura. Se puso el gorro de su sudadera y resguardó sus manos congeladas en sus bolsillos. No tenía ni celular ni dinero, sabía que caminando no llegaría a su lujoso departamento en Gangman así que decidió tomar un taxi.
Levantó el cierre de su abrigo lo más que pudo y se cubrió la boca; no quería ser reconocido, no estaba listo aún, así que intentó ocultar su rostro lo mejor posible mientras hacía señas con su brazo a un taxista que pasaba por la carretera.
El hombre lo observó con desconfianza antes de quitarle el seguro al automóvil, evidentemente HoSeok lucía muy sospechoso, aún así lo hizo y en cuanto el castaño estuvo dentro, le indicó la dirección correspondiente intentando que su voz tampoco lo delatara.
—¿Está seguro que desea ir a esa dirección?, debe saber que le saldrá caro.
—Sí, estoy seguro, haga su trabajo y diríjame hasta allí. —Respondió a media voz.
Los ojos de HoSeok estaban rojos de tanto que había llorado, de hecho sentía unas fuertes ganas de hacerlo en ese momento, pero se contenía, no quería llamar más de la debida atención.
Él aún no era consiente de lo diferente que se veía, incluso caminando a plena luz del día con la cara descubierta, nadie lo hubiese reconocido, HoSeok no era ni un atisbo de lo que había sido, estaba tan delgado, pálido, sus ojeras eran prominentes, su cabello estaba un tanto mas largo y desprolijo, había que mirarlo con mucho detenimiento para ver de quien se trataba.
Mientras se dirigía a su destino, iba mirando por la ventanilla las luces de la ciudad. Se sentía tan extraño, tan fuera de lugar, como si estuviese en el cuerpo de alguien más, como si no estuviese viviendo su vida, se sentía inseguro como un niño que camina por primera vez solo sin la mano protectora de su madre. Él sabía que el sentirse así era por el encierro, después de todo había estado casi un año en esa casa, y había comenzado a ver aquello como algo normal, como algo cotidiano en su vida. Él despertaba amarrado cada mañana a la espera de su desayuno, pedía permiso para ir al baño o tomarse una ducha, esperaba a hacer algo diferente solo si TaeHyung estaba de humor para cambiar la rutina del día y si no, simplemente se dedicaba a leer libros, ver películas o escribir, esperando con curiosidad la comida del día y de la noche, pero por sobre todo, deseando que las noches llegasen con prisa, porque las noches le traían a TaeHyung. Él se acurrucaba a un lado y podía sentir su cálido y reconfortante calor, y cuánto adoraba verlo llegar con aquella bandeja decorada detalladamente con aquella comida elegida especialmente para él. También esperaba aquellos deliciosos postres que TaeHyung le preparaba , él impregnaba cada cosa que hacía con su esencia, en cada detalles ponía de manifiesto su amor y cariño, porque cada cosa que el rubio hacía para él, lo ponía tan feliz y eso determinaba si había sido un día bueno o había sido un día malo. Era algo esperado, algo que él anhelaba día a día, pero muy de vez en cuando, sobre todo cuando pensaba en sus padres, caía en la realidad, tal vez solo por unos cortos minutos, pero eran suficientes para darse cuenta que nada de esa rutina era normal, desde el mismo instante en que estaba amarrado o desde el instante en que no podía hacer lo que desease, hasta teniendo que pedir permiso para hacer algo tan común como tomarse una ducha, no, nada era normal.
HoSeok sentía un nudo en el estómago, quería saber lo que TaeHyung estaba haciendo en ese instante, se preguntaba si estaría bien, si estaría aún dormido, si estaría llorando. Su desesperación por saberlo era tan grande, que en más de dos oportunidades estuvo a punto de pedirle al taxista que diese la vuelta. Pero no. Se obligaba a no hacerlo, sabía que aquella sensación pasaría, que debía no ceder, que no era sano, que no era normal, que aquél muchacho, por más que se había ganado todo su amor, no dejaba de ser quien lo había secuestrado, quien no dudó en golpearlo y arrastrarlo a su automóvil y tenerlo maniatado durante meses.
Cuánto deseaba tenerle rencor, todo sería tan fácil si lo odiara, pero por más que pensaba en los males que el joven le había causado y lo mal que la había pasado en un principio; cuando su único objetivo era el estar lo más lejos posible del rubio, no lograba guardarle rencor.
Pensaba en todo lo bueno que TaeHyung había hecho por él, comparó su vida antes de conocerlo y después, y sin duda había una mejora. Supo lo que significaba en verdad el amor, el como era cuando le importabas a alguien, él había vivido toda su vida en una mentira, nunca se habían interesado por él, solo en su fama y su dinero. Lo que HoSeok temía ahora, era que aquello que había experimentado, existiera solo mientras el rubio permaneciese a su lado ¿Qué pasaría si todo aquello bueno se desvanecía ahora que ya no lo volvería a ver?, no, él estaba decidido a cambiar su vida, a ya no volver a lo de antes, a ya no rodearse de personas tóxicas, el dolor que sentía por no poder estar con TaeHyung algún día pasaría, el tiempo era la solución a todo.
—Es aquí. —Dijo el hombre interrumpiendo sus pensamientos.
HoSeok miró aquél gran edificio frente a la calle y su corazón latió con prisa. Cuánto hacía que no pisaba aquél lugar.
Le pidió al taxista que esperase y se metió caminando a pasos rápidos para dirigirse a la recepción, pero en cuanto puso un pie en la alfombra, el guardia de seguridad se lo impidió tomándolo del abrigo y empujándolo hacia atrás. Era evidente que no lo había reconocido, aparte su vestimenta no era propia de ningún joven perteneciente a dicho lujoso lugar.
—Disculpe, pero debo pedirle que se retire. —Musitó el hombre con voz firme.
Entonces, HoSeok se quitó el gorro y se bajó el cierre de su abrigo, miró nerviosamente hacia a su alrededor y luego volteó a que el guardia lo mirase.
—Soy Jung HoSeok y vivo en este edificio. —Dijo con un tono autoritario. El hombre lo miró fijamente, al principio escéptico, pero luego abrió los ojos sorprendidos, y en ese instante, agachó la cabeza y se disculpó.
—Lo siento, joven Jung, no lo reconocí, no puedo creer que sea usted, no sabe cuánto....
—Ya déjeme entrar, tengo el taxi esperando. —Dijo HoSeok interrumpiéndolo—, ah —prosiguió—, por favor sea discreto y no le diga a nadie que me ha visto por aquí.— El hombre asintió con una reverencia y lo dejó pasar.
HoSeok volvió a ocultar su rostro y subió por el ascensor junto a la entrada, evitando así pasar por la administración. En cuanto el ascensor marcó la llegada al piso correspondiente, caminó a pasos rápidos hasta la puerta de su apartamento y puso la clave de seguridad. La luz verde indicándole que ya tenía acceso le produjo cierta ansiedad, aún así llenó de aire sus pulmones y entró.
No pudo detenerse mucho a ver aquello que no veía hacia tanto tiempo, tomó dinero del frasco situado sobre el aparador y bajó corriendo de nuevo para entregárselo al taxista. Apenas se abrió la puerta de entrada, estiró la mano con el dinero y le dijo al guardia que lo entregase por él, era mucho más dinero del que debía pagar, pero no se quedó a esperar el cambio, solo quería subir nuevamente y refugiarse en su habitación.
Al entrar, se sacó su calzado, su abrigo y los arrojó al suelo. Miraba todo a su alrededor, todo estaba tal cual lo había dejado la última vez.
Se dirigió hasta el panel de control junto a la puerta y presionó el botón de la calefacción, allí mismo encendió todas las luces y la televisión, no quería un lugar silencioso, no quería pensar.
Arrastrando los pies se dirigió hasta el baño, y se dispuso a llenar la tina mientras se sacaba lentamente toda la ropa, miraba todo a su alrededor, como si no fuese su casa, se sentía tan extraño. Al sentir el agua caliente en su cuerpo, se sintió reconfortado, se recostó y cerró sus ojos procurando relajarse, también vertió sales y jabón líquido con aroma a fresas y se quedó allí recostado hasta que el agua se tornó fría.
Luego salió envuelto en una toalla, caminó hasta la habitación y se metió al vestidor, al encender la luz vio la cantidad de ropa apilada allí clasificada por estilos, colores y marcas, parecía como una tienda de indumentaria personal.
Escogió algunas prendas al azar y se vistió. Apagó la luz y se dirigió al gran espejo de pie junto a la cama, se miraba las marcas en sus brazos, sus ojeras y lo delgado que estaba, si quiera su ropa lucía como suya, todo le quedaba muy holgado y los jeans se le caían. Con nostalgia observó la ropa en el cesto de la ropa sucia, aquella ropa que TaeHyung le había comprado. Estaba pensando en ello cuando recordó que tenía algo en sus bolsillos, caminó con prisa hasta sacar de entre sus jeans una fotografía que había tomado de la casa del rubio antes de salir. La que siempre le había gustado, allí se podía ver a TaeHyung junto a Yeontan.
HoSeok se quedó observándola con añoranza y una pequeña lágrima cayó a lo largo de su mejilla sin que siquiera lo notase, cuánto lo iba a extrañar.
Caminó por todo su apartamento y no había si quiera un lugar que le propiciara calidez, todo lucía tan frío, tan solitario, nada era cálido allí.
Al dirigirse al living, vio una fotografía de sus padres y se limpió las lagrimas con el puño de su abrigo, debía llamar a su padre, aunque era tarde no podía esperar, sabía lo que su familia estaría sufriendo.
En cuanto tomó el teléfono y marcó, no tardó en recibir respuesta.
—¿Hosy?, por favor ¡dime que eres tú! —Dijo el hombre con desesperación. Evidentemente había visto el número en el identificador de llamadas.
—Soy yo, estoy en casa. —Musitó poniéndose a llorar sin consuelo, cuánto había echado de menos aquella voz.
—Por favor, no te muevas de allí, iré ya mismo. —HoSeok le iba a decir que no era necesario, que podía esperar hasta que amanezca, pero el hombre cortó.
Mientras esperaba la llegada de su padre, vio frente a él una fotografía junto a su novia, tiempo atrás el ver aquella fotografía le hubiera generado tristeza, pero ya no más, la tomó y mientras la observaba sonrió, sonrió porque ya la había olvidado por completo y no sentía más que lástima por ella. Caminó hasta la cocina, tomó el cesto de basura y la arrojó sin remordimiento.
Luego se preparó un té de Jazmín, el cual era su preferido, y se fue a degustarlo a la sala. Cada tanto cerraba los ojos e intentaba relajarse, forzaba su mente a ya no pensar en lo que le hacía mal, ya no pensar en TaeHyung.
No pasaron ni veinte minutos que el timbre sonó, sin duda se trataba de su padre. Dejó la taza sobre la pequeña mesita frente a él y caminó a toda prisa hasta la puerta, al abrirla vio a sus padres parados en la entrada con los ojos inundados en lágrimas. Apenas se vieron, su madre se abalanzó sobre él y se fundió en un fuerte abrazo, luego el padre hizo lo mismo, los tres se unieron en aquél abrazo de encuentro lleno de emociones y llanto.
—¡Los eché tanto de menos! —Dijo el castaño entre sollozos.
—¡Mi bebé!, creí que no volvería a verte. —Respondió su madre acariciándole el cabello.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo?, ¿quién te hizo ello?, ¿te hicieron daño?, ¿cómo sucedió?, ¡estás tan delgado! —La madre no dejaba de hacer preguntas e inspeccionarlo de pies a cabeza.
HoSeok les hizo una seña para que pasaran dentro y se sentó junto a ellos en el gran sillón de la sala.
—Ya no importa, lo importante es que estoy bien, ya pasó todo. —No quería dar detalles, no solo porque le hacía mal el pensar en TaeHyung, sino porque cualquier detalle podría delatarlo.
—No HoSeok, nada pasó, quien te hizo esto debe pagar, yo no permitiré que se salga con la suya. —Musitó su padre.
—¡Que ya no importa!, no quiero hablar de ello, él ha sido muy amable conmigo.
—¿Amable?, ¿a caso te escuchas?, lo que viviste debió haber sido muy traumante para ti. Pero no te preocupes hijo, conseguiremos la mejor ayuda psicológica. —Dijo mientras le acariciaba la mejilla.
—No lo necesito, ustedes no saben lo que viví, no quiero más que olvidar lo sucedido, entiéndanlo.
—Mira, será mejor que ahora descanses, nos quedaremos contigo esta noche, ¿de acuerdo?
—No, lo mejor será que se vayan, necesito estar solo, necesito...
《Necesito hallarme aquí, siento que no encajo en mi propia casa, necesito encontrarme nuevamente conmigo mismo, me siento caminando en medio de la oscuridad sin rumbo》.
—¿Qué necesitas? —Preguntó la madre ante la pausa que había hecho su hijo.
—Descansar, solo eso, mañana los llamaré de nuevo.
—HoSeok... —Musitó su padre luego de un sonoro suspiro—. Mañana habrá que informarle a los medios, ¿sabes? hay mucha gente buscándote y llorando por ti.
—Lo se, te agradecería si llamas tú a mi mánager y le informas, él se encargará, díganle que no estoy para ver a nadie aún, espero que lo entiendan.
—Lo entendemos, puedes tomarte el tiempo que sea necesario, no dudes en llamarnos y por favor, cierra bien la puerta, le diré al guardia que esté atento.
—Estoy bien, nadie vendrá a secuestrarme papá. —Dijo a media voz.
《Ojala viniese》pensó y luego se odió por pensarlo.
Luego de mil consejos, advertencias y abrazos, los padres de HoSeok abandonaron el departamento. En el instante en que el castaño se dirigió a la habitación con su taza de té a medio terminar, un fuerte estruendo se escuchó afuera, iluminando todo el cielo, al parecer se venía una gran tormenta. Tomó su té tibio con prisa, se acostó boca arriba sobre la cama con sus brazos en la nuca y suspiró.
—Esto tiene que ser mejor a estar amarrado y encerrado junto a TaeHyung por siempre, tiene que ser mejor, esto es libertad, esto es vivir, no es normal desear regresar, yo estoy mal, yo tengo daños psicológicos, con el paso del tiempo lo olvidaré y seré feliz con mi vida—. Se repetía HoSeok para sí, pero poco le llegaban sus palabras.
Del otro lado de la ciudad, TaeHyung había despertado con el fuerte sonido de una tormenta. Abrió sus ojos con miedo y miró a su alrededor buscando a HoSeok, sus brazos estaban fríos por la leve brisa que entraba por una pequeña hendija de la ventana, así que se vistió en medio de la oscuridad y estiró su mano para encender el velador. Al ver aquél lugar vacío, se dio cuenta que era como pensaba, se encontraba solo.
Se levantó prácticamente temblando y bajó las escaleras, buscó en el baño, buscó en la sala, en la cocina y en la habitación, pero no lo encontró. HoSeok se había ido. En cuanto lo supo, cayó de rodillas al suelo y lloró amargamente, esta vez no se sentía engañado, no sentía que el castaño le había mentido para escapar, él sabía que todo había sido sincero, lo que no se había imaginado, es que HoSeok se estaba despidiendo.
Se incorporó del suelo con movimientos torpes y se dirigió hasta la cocina, allí tomó un objeto punzante del cajón y subió escaleras arriba nuevamente al ático. El sonido fuerte de la lluvia ocultaba el ruido de su llanto, con las manos temblando abrió la puerta y se dirigió hasta la cama. Se sentó allí de espaldas a la ventana y sacó aquél objeto de gran filo. En ese momento entró Yeontan corriendo con su pequeña lengüita afuera y se refugió en los brazos de su amo, TaeHyung lo sujetó con fuerza y lo abrazó, pero aquello no lo reconfortaba, ya nada lo reconfortaba, lo único que le daría paz, sería la muerte, ya no podía ver su vida sin HoSeok, ya no tenía sentido seguir sin él. Sabía que estaba completamente solo y ya no quería seguir sufriendo, ya no.
En su mente pensó en todos los momentos agradables y felices que había vivido junto a HoSeok y una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Tomó aquél objeto y lo posicionó con firmeza a la altura de sus venas, cerró fuertemente sus ojos y suspiró.
—Te amo Jung HoSeok y siempre te amaré. —Musitó antes de presionar el filo contra su piel con fuerza. En ese mismo instante, la sangre comenzó a fluir sin control y no tardó mucho tiempo hasta que se desvaneció.
—
¡Gracias por el cariño que le dan a esta historia!
¡os amo!❤
#SeVieneElFinalDelPrimerLibro
#MuyPronto
Lali🍓
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