10
TaeHyung llevó una de sus manos hasta el rostro de HoSeok y lo acarició suavemente con la yema de sus dedos. Tenía los labios del contrario atrapados entre los suyos y mantenía sus ojos abiertos observándolo, ya que sabía que si los cerraba, iba a creer que se trataba de otro de sus sueños.
Aquél momento era casi perfecto, "casi" porque no estaba siendo correspondido. El castaño seguía durmiendo tranquilamente, o eso es lo que TaeHyung creía. ¿Por qué él no se había dado cuenta cuando HoSeok tragó con dificultad al sentir esos cálidos labios atrapar los suyos?, estaba tan absorto en su mundo saboreando aquella boca que tanto había anhelado, deseando ser aceptado y correspondido, sin siquiera darse cuenta que eso mismo estaba obteniendo. HoSeok había despertado incluso mucho tiempo antes que TaeHyung, había estado observándolo dormir tranquilamente a su lado y no iba a negarlo... aquél joven era hermoso. Kim TaeHyung, era lastimosamente un chico hermoso.
YoonGi había pasado toda la noche bebiendo en un bar. Iba tambaleándose de un lado a otro e intentaba acostumbrar su vista cansada a la claridad de la mañana. Iba en busca de un nuevo centro comercial, ya que al que frecuentaba seguido lo habían sacado a patadas los de seguridad, pero ¿qué podía hacer?, no tenía opción.
Caminó por varios minutos hasta toparse con uno que no parecía ser tan elegante, la gente entraba y salía a toda prisa, todos se veían felices llevando sus enormes bolsas de compras sin ninguna preocupación aparente.
Se puso la gorra de su sudadera y entró directo a las escaleras mecánicas hasta el tercer piso. Allí camino hasta el baño, chequeó que nadie estuviese viendo, puso jabón liquido sobre sus manos y llevó este a su cabeza, luego presionó el grifo y lavó allí su desalineado cabello.
Después fue directo al secador de manos y se secó haciendo que el cabello se le esponjara. En cuanto miró su reflejo en aquél sucio espejo frente a él, le dio asco de sí mismo. Se odiaba, odiaba verse asi, odiaba su vida y a donde había llegado.
La realidad es que él estaba durmiendo en las calles desde hacía prácticamente un mes. Su trabajo no le alcanzaba para pagar la renta de ningún departamento y el llamar a sus padres y decirles que había fracasado en su sueño de convertirse en músico no era opción. Hacerlo era rebajarse, humillarse y darle la razón a todos esos idiotas que se habían reído de él por dejarlo todo e ir en busca de sus sueños, ¿Con qué cara iría a sus padres a decirles que trabajaba disfrazado de oso en un parque infantil?, No, no lo haría aunque tuviese que pasar miles de miserias, ni aunque tuviese que morir congelado en un banco de una plaza solitaria en el frío invierno que se aproximaba.
Sin duda, la propuesta que le había hecho HoSeok de darle todo cuanto quisiera, había sido realmente tentadora ante su posición. Con ello podría lograr todo lo que siempre había querido, pero no lo volvería a intentar. TaeHyung debía darse cuenta por sí mismo la locura que estaba haciendo. De todas formas había puesto un plazo, volvería en algunas semanas y si el chico seguía amarrado en aquella casa, él mismo iría a la policía. No podía soportar cada día ver a cientos de personas llorando en la televisión por la ausencia de J-Hope.
Justo en ese momento, estaba sentado en la vereda observando las noticias a través de una vitrina, cuando leyó en los titulares de que a HoSeok ya lo daban por muerto. Si, ahora no buscaban un secuestrador, buscaban un asesino, la situación era cada vez peor para su amigo.
En un pequeño lugar apartado de la gran ciudad de Seúl, se encontraba TaeHyung, alejado completamente de la realidad. Este estaba prácticamente sobre HoSeok propiciándole castos besos sobre su cuello y embriagándose con el dulce aroma que su piel emanaba. Estaba en su mundo y simplemente no podía detenerse, por otro lado HoSeok comenzaba a ponerse cada vez más tenso. Por suerte, el rubio desvió su vista a los brazos del contrario y se alarmó a ver lo hinchados que estaban, las muñecas de HoSeok estaban de un leve color morado que no lucían bien en lo absoluto.
El castaño percibió un movimiento brusco y abrió sus ojos para ver de qué se trataba, buscó con su mirada a TaeHyung y lo vio tomando las llaves de las esposas, ¿es que ya lo iba a soltar?, por un segundo pensó que había sido muy sencillo. Si hubiera sabido que solo se tenía que dejar besar una vez para ser libre, lo hubiera hecho varios días atras, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió como era sujetado por uno de sus brazos con un extremo de la cuerda, aun teniendo las esposas puestas. TaeHyung puso las pequeñas llaves en la ranura, las abrió y tomó uno de los pies de HoSeok, lo amarró con estas al extremo de la cama, seguido de ello se movió algo nervioso, resopló fuertemente y liberó por completo sus manos, ahora, solamente estaba amarrado de un solo pie, ¿sería suficiente?, esperaba que si.
Habiendo hecho eso, tomó distancia y se lo quedó viendo fijamente mientras se sentaba con cautela en el pequeño sillón frente a la cama.
HoSeok se sentía tan aliviado, hacía tanto tiempo que no podía mover sus brazos con libertad y la sensación de ya no estar amarrado era un gran alivio para él. Este se estaba masajeando las muñecas para que la sangre volviese a circular mientras TaeHyung lo observaba con cautela.
—¿Dónde está tu familia? —Preguntó HoSeok rompiendo el silencio incómodo. No podía hacer contacto visual aún, no se quitaba de la cabeza lo que el chico le había estado haciendo unos minutos atrás.
—Yo... yo no tengo familia. —Respondió TaeHyung nervioso, con el rostro completamente rojo. Aún podía sentir sus labios quemar debido al roce que había generado sobre la piel del castaño.
—¿Tus padres murieron? —HoSeok había sacado cualquier tema de conversación tan solo para intentar no pensar en lo ocurrido, pero la respuesta del rubio le había dado una repentina curiosidad.
—Mi padre murió cuando yo era un bebé y mi madre me abandonó. Mi abuela me crió y vivió conmigo hasta unos meses atrás, pero ella murió. —TaeHyung no mostraba dolor en sus palabras al nombrar a sus padres, pero su voz se quebró al mencionar la muerte de su abuela, a lo que HoSeok decidió dirigir la conversación para otro lado.
—¿Trabajas? —Preguntó nuevamente.
—No he trabajado desde que me he graduado de la universidad, aun estoy subsistiendo con los fondos que me dejaron para mis estudios. No necesité gastarlos porque obtuve una beca, ya sabes como es eso.
—¿De qué te has recibido? —Preguntó el castaño sin importarle que la conversación parecía una de esas tantas entrevistas a las que él estaba tan acostumbrado.
—Literatura. Siempre quise ser escritor y pensé que ello podría ayudarme, pero solo tengo un escrito carente de final que nunca me convenció. Soy muy exigente conmigo mismo, al releerlo me parece basura.
—Me gustaría leerlo... —Musitó HoSeok en voz baja, pero lo suficiente como para ser escuchado.
—¿Te gustaría leerlo?, ¿Por qué? —Preguntó el rubio escéptico.
—No es que tenga alguna otra cosa mejor que hacer. —Respondió el castaño quitándole importancia.
TaeHyung estiró su brazo hacia el estante más bajo de la biblioteca y tomó una pila de hojas desalineadas, luego las arrojó sobre la cama y estas cayeron junto a las piernas de HoSeok.
—Si realmente quieres leerlo, adelante, me muero de la vergüenza pero no puedo negarte nada. —Dijo a medida que se incorporaba y abandonaba la habitación.
TaeHyung aprovechó para darse un baño. Luego se puso un gran abrigo y salió en busca de algo para cocinar. Mientras estaba en el mercado, sintió varias miradas y susurros tras él, pero al darse la vuelta nadie lo estaba observando, ya estaba volviéndose paranoico o quizá aún no se había dado cuenta que se había olvidado de poner los zapatos y estaba en pantuflas de conejo.
—Quizá es solo mi imaginación. —Pensó.
Se dirigió a pagar y luego de cargar todo en una bolsa de papel, caminó a paso lento hasta su automóvil. Estaban comenzando los días fríos y se percibía por el humo que salía de su boca al respirar. Al dirigirse por la carretera, un auto se posicionó tras él y lo siguió en todo el camino de regreso a casa, por el espejo retrovisor podía ver claramente como alguien lo observaba detenidamente y consideró que no era algo por lo cual preocuparse hasta que se dio cuenta que el joven llevaba puesto un uniforme de policía. Enseguida el auto que lo venía siguiendo, aceleró y se puso a la par. El joven policía, con su mano libre le mostró su placa y le ordenó que se hiciera a un lado con el automóvil.
TaeHyung prácticamente temblando, se hizo a un lado y desaceleró hasta detenerse, aun sin apagar el coche completamente.
—¿Qué desea oficial? —TaeHyung entrecerró sus ojos para poder leer mejor el nombre de la placa. Allí se podía leer el nombre de "Jeon JungKook".
—Usted iba excedido de velocidad, temo que debo hacerle una multa.
—Disculpe. —Dijo suspirando aliviado al ver que solo se trataba de ello. El oficial regresó hasta su coche y en una de las ventanas traseras había un pequeño afiche con el rostro de J-Hope en el que se ofrecía una importante suma de dinero como recompensa para quien sepa de su paradero. TaeHyung tragó con dificultad y miró al oficial con una leve sonrisa nerviosa.
—¿Todo está bien? —Preguntó el oficial Jeon observándolo curioso.
—Si, todo está perfecto. —TaeHyung estiró el brazo para tomar la multa y la guardó en su bolsillo sin siquiera chequear el monto. —Gracias por hacer su trabajo oficial, Buenas noches. —Volvió a decir. Luego giró su vista al frente para continuar su camino de regreso a casa.
—Un momento... —Musitó el joven policía. —¿Puedo hacerle una pregunta?
—Si, claro...
—¿Conoces a este muchacho? —Jeon le estaba enseñando una pequeña foto de J-hope.
—Claro que si, ¿quién no lo conoce?, es el joven que raptaron hace unos meses, ¿por qué pregunta?
—Solo hago mi trabajo. Disculpa... ¿Podría apagar el motor de su coche?, quisiera inspeccionarlo.
TaeHyung recordó que había tenido a HoSeok en el maletero de su coche y que no había podido quitar por completo las pequeñas gotas de sangre del tapizado, así que no tuvo opción, en vez de apagar el motor rápidamente comenzó a acelerar e intentar alejarse del policía.
Miró por el espejo retrovisor y vio como el joven ponía en marcha su coche y comenzaba a seguirlo. Este sacó su mano por una de su ventanilla y puso una pequeña sirena sobre el techo de su automóvil que comenzó a sonar audiblemente y lo último que vio fue aquél coche acercándose con prisa al suyo.
Lali🍓
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