XXIII (Epílogo)
Lando
-¡Trasero lindo! - Grité cuando entré a la casa. Arrojé mis llaves a la mesa y me solté la corbata. El amor de mi vida caminó hacia la habitación, con un bate de críquet en sus manos.
-¿Me llamaste? - Luego de sus días como Mister MacFadyen, se había convertido en un éxito con una saga de libros para adultos jóvenes. Y debido a que habían pasado un montón de interesantes dramas en su vida, tenía un montón de inspiración.
-Feliz cumpleaños - Sonreí. Lo atraje para un beso. La sensación de sus labios contra los míos nunca iba a pasar de moda - ¿Ahora, qué diablos estás haciendo con ese bate?
-La criatura de Dino se perdió. Me estoy haciendo cargo de ello antes de que regrese de la escuela - Contestó.
Dino era nuestro hijo de nueve años. Era un poco travieso de un lado, pero en general, nos dio la menor cantidad de problemas. Mick le había dado una iguana por su cumpleaños, sabiendo que Oscar no podía estar cerca de los reptiles.
-Bebé, eso es inhumano - Alegué. Él sacudió su cabeza.
-Pensaría igual que tú si la maldita cosa no hubiera estado conmigo en la ducha esta mañana. Me alegra que los niños no estuvieran en casa. Prácticamente salí corriendo por toda la casa - Hice un puchero.
-Lamento habérmelo perdido.
-Zorro - Sonrió - ¿Me vas a ayudar o no?
-Lo atraparé por ti - Le dije, trayendo su mano a mis labios para colocar un suave beso en sus nudillos.
-Gracias - Contestó.
Cuando recién nos casamos, le gustaba hacer la mayoría de las cosas por su cuenta. De alguna manera, finalmente lo convencí de que quería hacer cosas por él porque lo amaba, no porque pensara que no pudiera hacerlas él mismo.
Busqué al reptil en cada habitación empezando con la de Luisinha. Ella era ahora una hermosa adolescente de trece años quien jugaba en el equipo de pádel de la secundaria. Para mi último cumpleaños, Mark me enseñó a disparar y me dio recomendaciones sobre pistolas, en caso de que necesitara apartar a cualquier muchachito.
No había señales de la iguana en su cuarto o en cualquiera de los chicos. Maximilian y Arthur recién habían empezado su último año en preparatoria. Seguían jugando rugby y prácticamente eran héroes ante los ojos de Dino, especialmente desde que le dejaban ir con ellos. Eran los mejores hermanos mayores que un chico pudiera pedir.
Fui hasta el cuarto de Lily. Era nuestra pequeña de siete años. Tenía curiosidad de por qué Oscar había elegido ese nombre, pero rápidamente, Arthur la había apodado florecita. Usó algo del dinero que había obtenido por nuestros hábitos de mal lenguaje para comprarle un peluche de flor cuando era una bebé. Viéndola, podrías asumir que era un ángel. En realidad, era exactamente como su madre.
-Ahí estás - Encontré a la cosa escamosa, tan quieta como una estatua, en el peinador de Lily. Era un experto para atraparlas, habiéndolo hecho tantas veces antes. Seguramente, Mick le había comprado a nuestro hijo una iguana que estaba entrenada para escapar. La llevé hacia el cuarto de Dino y me aseguré de que no se saliera de su tanque otra vez.
-¡PAPI! - Escuché gritar a Luisinha, y tuve que sonreír. Los chicos estaban en casa.
Bajé por las escaleras para ver qué había pasado esta vez. Dino y Lily estaban compartiendo una bolsa de papas fritas mientras veían la escena frente a ellos. Luisinha estaba parada detrás de Oscar, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Max y Arthur estaban en frente de Oscar, luciendo un poquito intranquilos. Ahora eran más altos que él, pero seguían poniéndose nerviosos cuando les daban "la mirada".
-¿Secuestraron a su hermana? - Gruñó. Maximilian le dio su mejor sonrisa encantadora.
-¿Te dije cuán bonito te ves hoy?
-Eso no funciona conmigo y lo sabes - Contestó - Díganme por qué sintieron la necesidad de arrastrar a su hermana lejos de sus amigos y forzarla a entrar al auto. Pensé que los había criado para ser unos caballeros.
-Lo somos - Protestó Arthur - Pero esos pequeños cretinos que se la comían con los ojos no lo son. Tú sabes cómo son los chicos a esa edad.
-Sí, lo sé - Dijo Oscar - Así que, si Luisinha no puede tener amigos en la escuela, ustedes dos no pueden tener amigas fuera de la escuela. Ustedes saben cómo son los chicos a esa edad - Lo miraron boquiabiertos - ¿Así serán las cosas? - Preguntó.
-Perdón, Luisa - Contestaron los dos. Luisinha seguía sin verse contenta.
-Me avergonzaron delante de mis amigos - Los dos odiaban cuando ella se enojaba con ellos. Max suspiró.
-¿Y si te llevamos a ti y a tus amigas al cine para arreglarlo?
-Incluso sufriremos con una película de chicas, pero nos sentaremos en una fila diferente de ustedes. No voy a pelear con esas aprovechadas de trece años - Se estremeció, pensando en la última vez que Luisa tuvo una pijamada.
Ambos, él e Max, eran considerados unos rompecorazones en preparatoria, así que tuvieron que mantenerse encerrados durante la noche para escapar del montón de risueñas niñas.
-Trato - Sonrió Luisinha - Y prometo que, si un chico me llega a molestar, estaré contenta de que lo golpeen - Oscar intervino.
-Es un problema resuelto - Se giró hacia Dino - Gwain se salió de su jaula otra vez.
-Papá, simplemente le agradas. No puedo evitar que seas tan genial que todos quieran estar a tu alrededor - Dijo Dino. Ese chico era un pequeño lambiscón.
-Tal vez debería empezar a ser estricto. Eso arreglaría ese problema, ¿No crees? - Preguntó. Todos los chicos temblaron ante la amenaza.
-Tendré más cuidado - Concedió Dino. Lily sonrió adorablemente cuando Oscar se giró hacia ella.
-Feliz cumpleaños, papi.
-Tu tío Charlie me llamó hoy. ¿Tapizaste de papel higiénico el baño de los niños? - Preguntó, poniendo sus manos en sus caderas.
-Me dijiste que no dijera mentiras, así que, ¿Me puedo saltar esa pregunta? - Contestó Lily.
-Ayudarás al conserje el lunes, mientras tus hermanos están en la práctica de rugby - Lily hizo un puchero, pero Oscar simplemente sacudió su cabeza - Te he dicho en repetidas veces que, si vas a hacer cosas como esas, no dejes que te atrapen.
-Sí, señor - Suspiró nuestra pequeña. Oscar sonrió poco después.
-Ahora, es mi cumpleaños. Gente, ¿Por qué no me están abrazando en este momento? - Reí mientras veía que lo atrapaban en medio de su abrazo grupal - ¡Hey! - Me gritó - Tú no estás exento de esto, tampoco.
-Sí, papá - Dijo Arthur - Ven acá - Abrió su brazo para hacerme espacio entre él y Luisa, y agradecí felizmente. Mi familia era ruidosa, loca y perfecta.
-Hablando de cumpleaños - Sonreí - Todos estarán aquí en una hora, así que ustedes, chicos, deben tener su tarea lista para entonces - Hubo un gemido colectivo mientras los chicos se dirigían al comedor y esparcían sus libros. Nunca comíamos ahí, así que fue algo bueno que ellos le encontraran un uso a esa mesa.
Oscar enrolló sus brazos alrededor de mi cintura y descansó su cabeza contra mi pecho. Vimos a Luisa ayudarle a Lily con su tarea de Matemáticas. Nadie había estado más emocionado que Luisinha cuando supimos que Oscar estaba esperando una niña. Por supuesto, peleaban como la mayoría de las hermanas lo hacen, pero nunca duraba demasiado.
Dino nunca pedía ayuda, pero dejaba que Oscar y yo, o alguno de sus hermanos, revisáramos su tarea cuando había terminado.
Tuvimos que vigiar a Arthur y Max cuando eran más jóvenes. Ya que estaban en el mismo grado, se imaginaron que podían evitarse la carga de trabajo y compartir sus respuestas. Ellos soltaban un argumento bastante convincente, pero por supuesto, los descubrimos y los hicimos hacer su propia tarea.
El timbre sonó y Oscar se apresuró a contestar.
-¡Papá! - Sonrió mientras Mark entraba. Ahora, él estaba casado con un encantador caballero llamado Fernando. La primera vez que lo conocí, jamás habría imaginado que era un suegro tan aterrador. También tenía un hijo, un agradable chico de nombre Patricio, o Pato, para la familia. Terminó casándose con el nuevo secretario de Construcciones, Alexander. Ahora estaban en su luna de miel, así que no iban a poder venir esta noche.
Oscar saludó a su padre y a su padrastro antes de dirigirlos hacia el interior de la casa. Saludé a Mark y Fernando antes de que fueran atacados por sus nietos.
La familia empezó a llegar en grupos pequeños. Daniel y Jules llegaron con Heidi. Después de abrazarnos, ella corrió a jugar con Dino.
-¡Hey, chico del cumpleaños! - Daniel sonrió mientras besaba a mi esposo en la sien.
-Hey, hermano mayor - Contestó.
Luego llegaron Checo y Max, seguidos por Carlos y Charles con Oliver y María. Oliver era el pequeño adolescente de Carlos, de casi doce años de edad. María tenía la misma edad que Dino, y mientras ella se parecía Charles, era mucho más delicada.
Tener a Oscar y a Charles embarazados al mismo tiempo, hizo que Daniel y Jules decidieran que eran felices teniendo solo uno. Yo no creo que fuera tan malo, pero estaba bastante atado a eso, así que mi opinión era imparcial.
-¡Feliz cumpleaños, Os! - Gritó Mick cuando irrumpió por la puerta. Sostenía a su revoltoso de seis años bajo su brazo.
Nadie pensó que se fuera a casar, mucho menos que fuera a tener hijos. De cualquier forma, el dicho "Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas" no era del todo cierto. Justine fue concebid en el Hotel y Casino Monte Carlo, la misma noche que sus borrachos padres se ataron el uno al otro.
-Juro que, si no fueras bueno en la cama, ya te habría matado - Dijo Lewis.
El matrimonio no lo había suavizado ni un poco, pero siendo el adorable idiota que era, Mick lo amaba. Pasaba sus días encontrando nuevas maneras de encabronarlo, para que así pudieran pasar las noches haciéndole sentir mejor. A Lewis le gustaba ser una perra con él, así que funcionaba para ellos. A pesar de todo, eran buenos padres. Por supuesto, Mick era más cuidadoso, mientras que Lewis era el encargado de la disciplina.
El timbre sonó por última vez. Sabíamos quiénes eran. Liam habría saludado si no tuviera a una niñita en cada brazo. Riley tenía seis y Charlotte tenía cuatro.
-Feliz cumpleaños, Ossie - Sonrió.
-¡Hey! - Dijo Oscar, muy feliz - Gracias por venir. ¿Dónde está tu grillete y la cadena?
-De verdad, esa no es forma de hablar de tu hermano - Dijo Logan. Quien brincó hacia Oscar, enrollando sus piernas alrededor de él y lo besó sonoramente en la mejilla - ¿Quién es el chico del cumpleaños? - Canturreó.
-Aléjate de mí, psicópata - Rio Oscar.
La casa estaba a reventar de niños y adultos igualmente ruidosos. Esto pasaba cada vez que nos reuníamos todos. Carlos sugirió que Oscar escribiera una nueva saga llamada "Los creadores de bebés", en honor a nuestra familia, pero él dijo que nadie creería nuestras historias, de cualquier forma.
Max empezó a dar señales de que ya era hora de tener un nuevo miembro en la familia. Nunca había visto un cuarto limpiarse tan rápidamente. Mick suspiró.
-Supongo que me sacrificaré por el equipo. Vamos, Lewis, quiero un niño esta vez.
-No estoy lo suficientemente ebrio - Contestó, para el gran espanto de su padre. Mick fue a la cocina para prepararle una bebida.
-Hacen una pareja adorable - Dijo Charles, sarcásticamente, causando que Oscar y yo soltáramos risitas. Checo atrajo la atención de todos.
-Me gustaría hacer un brindis - Alzó su vaso - Por Oscar, un maravilloso hijo, un padre amoroso, un hermano alocado, y el esposo perfecto para mi hijo. Feliz cumpleaños.
Puse mi brazo alrededor de él y se recargó en mí. Gesticuló un agradecimiento a Checo mientras los otros corearon una mezcla de "¡Por Oscar!" y "¡Feliz Cumpleaños!".
-Oscar, lo siento tanto - Dijo Jules.
-¿Sobre qué? - Preguntamos ambos. La música empezó y ambos gruñimos.
-Creyeron que lo olvidaríamos - Dijo Carlos, sonriendo como un idiota con un micrófono en su mano - Canta hermano.
Sufrimos la desafinación vocal de Daniel y Carlos. Hubiera lanzado la máquina otra vez para salvarnos del tormento, pero, esta vez, estaban vigilándola mucho más.
-No los volveremos a invitar a nada - Dijo Oscar.
-Creo que han ido empeorando con los años - Le contesté, acariciando su brazo para hacerle sentir mejor.
Liam y Logan solo pelearon una vez, pero era de una manera más juguetona que una real. Liam consiguió el pedazo de pastel que quería Logan, así que comenzaron a pelear por este. No importaba mucho quién ganó porque Mark les quito el pastel y se lo dio a Riley de todas formas.
Después de que todos se terminaron la cena y el pastel, Oscar abrió sus regalos cuidadosamente, solo en caso de que estuviera en la lista negra de alguien. Pasó por todo el proceso saliendo ilesa. Nadie quería ya meterse con nosotros. Teníamos un ejército de cinco detrás nuestra.
Ya que la mayoría de nosotros tenía niños pequeños, terminamos todo para las ocho y treinta. Nuestros chicos se ofrecieron voluntariamente a limpiar la cocina, ya que era el cumpleaños de Oscar. Aproveche la oportunidad para robármelo por unos momentos. Fuimos en una todoterreno hacia el mirador.
-¿Bailas conmigo? - Pregunté, ofreciéndole mi mano.
-¿Vas a cantar? - Contestó, mientras le jalaba hacia mí.
-Por supuesto - Sonreí. Moví mi boca hacia su oreja - Feliz cumpleaños a ti - Rio un poquito - Calla, lo vas a arruinar - Lo provoqué - Feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños, querido trasero lindo. Feliz cumpleaños a ti - Se apartó para mirarme.
-No era un trasero lindo en ese entonces, y definitivamente no lo soy ahora - Dejé que mi mano se deslizara por su cuerpo y tomé su trasero.
-¿De qué estás hablando? Tu trasero solo se va poniendo mejor.
-Zorro - Contestó, golpeando mi pecho ligeramente. Atrapé su mano y la besé.
-Te amo - Me sonrió hermosamente, y ver como se había abierto a ser más expresivo con sus emociones hacia mí solo me hacía amarlo más.
-También te amo.
Continuamos bailando lentamente alrededor del mirador, el lugar donde confesamos que nos amábamos por primera vez, y el lugar donde nos prometimos estar juntos para siempre
-¡Aw! - Nos giramos para encontrar a nuestros cinco hijos viéndonos.
-¿Se acuerdan de esa vez que papi los atrapó a ustedes dos bailando? - Luisinha le preguntó a Arthur y Maximilian.
-¡Hey! - Dijo Max - Estábamos practicando.
-Valió la pena - Añadió Arthur - Nadie bailó con más chicas en nuestro primer Baile de Primavera que los hermanos Norris - Dijo orgullosamente. Oscar rio.
-De todas formas, nunca olvidaré sus caras cuando me vieron observándolos.
-¿Por qué no nos enseñan cómo se hace? - Sugerí.
-Nah - Dijo Arthur.
-No queremos dejarlos atrás - Sonrió Max. Nos sentamos y los chicos nos rodearon.
-Queremos darte tu regalo, papi - Dijo Dino - Luisa y yo hicimos la mayor parte del trabajo.
-Te habría contado al respecto - Confesó Lily - Pero ellos amenazaron mi vida.
-Aun así, no funcionó - Dijo Dino - Tuvimos que sobornarla. Usé el dinero de las groserías para comprarle un helado.
-Estuvo bueno - Sonrió. Al escuchar aquello intervine.
-¿De dónde sacaste dinero de groserías? - Oscar y yo habíamos hecho un gran trato en frente de los niños, para que así no fuéramos a la quiebra.
-De ellos - Contestó, apuntando a Max y a Arthur.
-Lo cual es completamente injusto, ya que nosotros fuimos quienes le enseñamos lo del dinero de las groserías - Dijo Arthur.
-Por eso debiste pensarlo mejor - Argumentó Dino. Luisa sonrió.
-El chico tiene un punto - Max y Arthur aceptaron a regañadientes. Lo vi como justicia divina. Ellos trataron de quitarnos todo nuestro dinero y ahora ellos estaban perdiendo el suyo por la misma razón.
-¿Puedo ahora, por favor, decirle a mamá lo que tenemos para él? - Rogó Lily - Estoy a punto de explotar.
-Adelante - Animé.
-¡Te escribimos un libro! - Anunció emocionadísima. Oscar se veía asombrado.
-¿En serio?
-Todos contribuimos con diferentes historias, y Lu las puso todas juntas - Explicó Max, sacando el libro de su espalda. Era algo en lo que habíamos trabajado por un rato. Mark, Logan, y Mick nos ayudaron, compartiéndonos historias sobre Oscar del tiempo antes de conocerlo.
-¿Te podemos leer un poco? - Preguntó Dino.
-¡Sí! No puedo esperar para escucharlo - Dijo Oscar.
Los chicos se turnaron para leerle sus partes favoritas. Fue algo bueno estar sentados uno con el otro y hablar sobre nuestras memorias favoritas. Sabía que había muchas más por venir. Miré a Oscar, encontrándolo con los ojos brillando con lágrimas. Seguía siendo un terco la mayor parte del tiempo, pero los niños tenían una maña para encontrarle su punto débil. Me acerqué y besé su mejilla, causando que su sonrisa se ampliara más.
-La mejor parte es el título.
-Se suponía que iba a ser "La Historia de Oscar Jack Norris", pero papá lo cambió en el último minuto - Explicó Luisinha. Oscar deslizó el libro de las manos de Maximilian para ver la cubierta. Gimió y lo leyó en voz alta.
-"Secuestrador: La Biografía de Oscar Piastri" - Me miró con una sonrisa - Es divertido como algo tan estúpido terminó siendo la cosa más inteligente que jamás he hecho - Reí.
-Solo espera a que escribamos la secuela.
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Ahora sí, este es el final de esta historia.
Muchas gracias por haberme acompañado en este viaje, fue muy divertido el adaptar esta historia.
Si bien ya no tendremos mucho de Oscar y Lando, todavía falta la historia paralela de Logan y Liam. La pueden encontrar en mi perfil como "Oficial Buenote". Es básicamente la misma línea de tiempo de esta historia, pero contada desde la perspectiva de Liam y Logan.
Actualización final 6/6
¡Gracias por leer!
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