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XVI

(Escenas subidas de tono en este capítulo. Se recomienda discreción.)

Oscar

-¿Oscar? Bebé, tengo que ir a trabajar.


Malditamente increíble. Por veintiséis años, odié las mañanas con pasión. Lo único que hizo falta fue que Romeo me llamara bebé, y estaba enterrando mi cara en una almohada para esconder mi maldita sonrisa. Sentir sus cálidos labios cepillar mi piel tampoco fue tan malo.


-Voy a llevar a los niños a casa de papá. Pasarán la noche, así te podrás quedar en cama tanto como tú quieras - Finalmente abrí mis ojos. ¿Qué diablos? No estaba en el cuarto de huéspedes. Pensándolo un poco, no podía recordar haber llegado a la cama tampoco. 

-¿Cómo llegué aquí? - Pregunté. Mi voz sonaba un poco rasposa por el sueño. La cama se hundió junto a mí mientras Lando se sentaba. 

-¿No te acuerdas? Prácticamente me rogaste que te trajera a la cama e hiciera lo que quisiera contigo - Esa maldita sonrisa sexy me daba a entender que estaba jugando.

-Bien, pero si termino embarazado, tendrás que casarte conmigo - Contesté. No necesitaba saber que estaba tomando la píldora estos días.

-No sería de otra manera - Sonrió.

-Por favor - Murmuré - Crees que soy una perra ahora, imagíname con los pies hinchados - Frotó mi tobillo a través de la sábana.

-Igual cuidaría de ti incluso si fueras una perra real - Reí. 

-¿No eres dulce?

-Trataré de salir temprano. Sera mejor que estés aquí cuando regrese - Advirtió antes de besar mi mano e irse.


Aunque sus sábanas olían increíble, finamente me obligué a salir de la cama. Me sentí extraño estando en casa de Lando por mi cuenta. A pesar de sus advertencias, necesitaba ir a casa y hacerme cargo de unas cuantas cosas. Tomé la llave de repuesto, para que así pudiera regresar más tarde.

Logan estaba en el trabajo. Se iba a mudar a los dormitorios pronto, pero sabía que, con su avanzada relación con Liam, se terminaría quedando aquí más que allá.

Había un enorme paquete afuera de mi puerta principal con mi nombre en él. Era tremendamente sospechoso. Había sido empujado a demasiadas bromas como para que no lo fuera. Si esto era un truco, lo merecía, pero tenía mucho orgullo como para abrirlo donde alguien pudiera verme, así que fui hacia dentro. Cuidadosamente rasgué el envoltorio, abriéndolo con mis dedos antes de sacar el contenido en la barra.

Mi respiración se atoró en mi garganta cuando la máscara dorada se deslizó frente a mí. Se veía exactamente como la máscara que había usado hace más de siete años; la misma maldita máscara que había dejado caer al piso mientras era usado sexualmente por un extraño. Mi mano tembló mientras alcanzaba el pedazo de papel que cayó a un lado. La escritura no me era familiar.

Dejaste caer esto.

Era jodidamente espeluznante. Si esto era una broma, no era muy divertida. Arrojé todo de vuelta en el paquete y tomé mis llaves del mesón.


-¡Os! - Sonrió Mick al verme llegar a su oficina. Su sonrisa decayó un poco cuando vio mi expresión tensa - ¿Qué va mal?

-¿Qué diablos es esto? - Arrojé el paquete a su escritorio.

-Uhm... ¿Un paquete? - Contestó. Lo abrió y sacó lo que contenía.

-Solo dime de dónde sacaste la máscara - Declaré. Mick me miró con verdadera preocupación en los ojos. 

-Oscar, yo no te envié esto.


Cubrí mi cara con mis manos y tomé unas cuantas respiraciones profundas. 


-De acuerdo. Lo siento - Dejé caer mis manos hacia mis lados - Me tengo que ir.

-Os, ¿Estás bien? - Preguntó, tendiéndome el paquete.

-Sí - Dije, forzando una sonrisa. Mick rodeó su escritorio para abrazarme.

-Sabes que si necesitas que lastime a alguien, estaré ahí en un parpadeo - Asentí. 

-Lo sé. Gracias, Mick.

-Todavía te haré pagar por lo de la bocina de "Gorda" - Añadió para hacerme reír.

-Buena suerte - Sonreí - Te veré después.


Esta mierda no podía estar pasando. Dejé que ese bastardo tuviera sexo conmigo una vez, y no había tenido noticias de él desde entonces. ¿Por qué diablos me molestaba ahora? El paquete solo tenía mi nombre en él. No tenía remitente; había sido entregado personalmente. Él sabía dónde vivía. Él había estado en mi casa.

Aparqué en Construcciones Norris y corrí hacia dentro. Logan estaba al teléfono, pero me señaló hacia la dirección correcta. Encontré a Lando, Carlos y a Daniel parados alrededor de una mesa, viendo algunos papeles. 


-Tengo un problema.

-Iré por las palas - Dijo Daniel.

-Traeré la camioneta - Añadió Carlos.

-No he matado a nadie - Resoplé - Aunque estoy pensando hacerlo - Admití después de pensarlo un poco - El padre de Arthur estuvo en mi casa. No lo vi, pero sé que estuvo ahí. No puedo dejar que Arthur regresé a ahí hasta que averigüe quién es y qué quiere.

-Te puedes quedar en mi casa - Dijo Lando, viniendo hacia mí. Tomó mi cara en sus manos - ¿Estás bien? - Sacudí mi cabeza. 

-Estoy jodidamente enojado - Y un poquito asustado, pero nadie necesitaba saber eso. Daniel tenía su teléfono en su mano. 

-Jules está en camino a tu casa. Si alguien se presenta ahí de nuevo, lo sabremos.

-¿Cómo? - Pregunté.

-Él lo ve todo - Susurró Carlos crípticamente. Daniel rodó sus ojos. 

-Trabajó un par de años como detective antes de decidirse por la fotografía, para que pudiera pasar más tiempo en casa - Así que por eso se escurrió en mi casa con tanta facilidad - Va a instalar algunas cámaras de vigilancia alrededor de tu casa. Tal vez quieras advertir a tu hermano.


La última cosa que necesitaba era que Liam y Logan hicieran una porno sin darse cuenta. Logan justamente colgó el teléfono cuando salí. 


-¿Qué hay, Mariquita?

-El padre de Arthur estuvo en nuestra casa. Jules está poniendo cámaras de seguridad, y yo voy a quedarme en casa de Lando por unos cuantos días - Le dije.

-¿Por qué simplemente no llamas a Mark? Estoy seguro de que estará feliz de dispararle por ti - Dijo. De hecho, esa idea ya se me había ocurrido. 

-Porque si alguien va a dispararle, debería ser yo.


Lando fue conmigo a mi casa para que pudiera traer algunas de mis cosas. Ninguno de nosotros dijo mucho. Estaba demasiado ocupado pensando en otras cosas. Si todo funcionaba de la manera en que debería, finalmente sabría quién es el padre de Arthur. 

Lo que me sorprendía era darme cuenta de que no importaba. Tal vez no sabía quién era, pero él sabía quién era yo. Supo de mi condición y de mi embarazo. Había sido el chisme del país alrededor de un año debido a la publicidad mediática. 

Aun así, ese sujeto abandonó a Arthur incluso antes de que naciera. Ante mis ojos ese hombre no era más que un donador de esperma, y además de sus registros médicos, yo no quería nada de él.


-A lo mejor se me pasó un poquito la mano - Admitió Jules cuando salí de la camioneta. Miré alrededor, sin notar nada diferente.

-No veo nada - Me miró de vuelta. 

-Por supuesto que no. Así de bueno soy - Entonces me jaló hacia dentro y empezó a decirme sobre los diferentes accesorios que había instalado. Estaba realmente impresionado. Si alguien sospechoso entraba a nuestra calle, él lo sabría - Te haré saber tan pronto tenga algo - Prometió mientras iba hacia la puerta.

-Sin duda, él es el detective mejor vestido que jamás he conocido - Dije mientras Lando cargaba un par de maletas a la camioneta.

-Te besará si escucha que dijiste eso - Contestó - ¿Por qué no traes a Merlín y nos vamos?

-¿Qué hay de Logan? - Pregunté. No podía dejarlo aquí solo.

-Carlos llamó. Dijo que él estaba planeando emboscar a Liam - Explicó. Dejé salir una risita corta.

-¿Y Liam sabe de eso? - Sonrió 

-Por supuesto que no.


Pobre Liam. De cualquier forma, estaba seguro de que él encontraría alguna forma de disfrutar su arresto. Solo esperaba que ninguno fuera captado en cámara.

Antes de ir a su casa, llevé a Lando de vuelta en su trabajo para que pudiera traer su auto. Le aseguré que iba a estar bien por mi cuenta, pero él insistió que ya había terminado el día de todas formas. Una vez en su casa él había regresado a estar callado otra vez, y eso como que me estaba volviendo loco. 


-¿Podrías por favor decir algo?

-Lo siento - Dijo - Solamente estaba pensando.

-Bueno, pues detente. Eso no puede ser sano - Contesté, dejándome caer de espaldas en su cama. Se tumbó junto a mí. 

-Odio eso de que el padre de Arthur esté aquí - Giré mi cabeza hacia él, pero no me miró a los ojos - Sé que es egoísta, pero no puedo evitarlo. Me gustaba cómo estaban las cosas entre nosotros. Me encanta tener a Arthur y a ti aquí. Me encanta lo mucho que mis hijos te aman y lo mucho que los amas. Me encanta que Arthur quiera que yo sea su papá. Me encanta que me llames zorro cuando estás dormido. Me encanta... - Se detuvo - ¿Qué pasa si él tiene una razón lógica para haberte dejado? ¿Qué pasa si Arthur quiere a su padre real? ¿Qué pasa si tú quieres a su padre real?

-Lando - Me miró. Tomé una almohada y lo golpeé ligeramente con ella.

-¿Y eso por qué fue? - Preguntó con una pequeña sonrisa.

-Por ser un idiota - Contesté suavemente - Ese hombre no es el padre real de Arthur. Un verdadero padre no lo abandonaría de esa manera. Cuando averigüe quién es, planeo darle un rápido golpe en las bolas y decirle que se mantenga apartado de mi vida.


Todo lo que quería era que Arthur tuviera una familia. Me tenía a mí, a Mark, y a Logan, pero él merecía muchísimo más. Con los Pérez-Verstappen, tenía tías, tíos, primos, abuelos, un hermano, una hermana, y un papá. Ellos nos tomaron como si perteneciéramos a ellos. Diablos, tal vez pertenecíamos a ellos. Éramos las piezas faltantes de un jodido rompecabezas.

Lando bajó hasta tocar mis dedos con los suyos. El hombre estaba loco. Me conocía, y quería estar conmigo de todas formas. Lo había visto todos los días desde la primera vez que secuestré a sus hijos, y lentamente me estaba convirtiendo en un idiota. 

Me enorgullecía de ser un tipo duro, pero todo lo que él tenía que hacer era sonreírme y mi maldito corazón revoloteaba. No era solamente que amara a su familia y amara a sus hijos. Lo amaba a él.


-¡Santa mierda! - Dije con un sobresalto.

-¿Qué? - Lando se sentó conmigo - Bebé, ¿Qué pasa? - Lo miré en asombro.

-Tuve un momento "ajá" - Prácticamente susurré. Simplemente no podía creerlo. Él se veía adorable cuando estaba confundido. 

-¿Un qué?

-Yo... - Ni siquiera sabía cómo explicarlo - Oh, diablos - Tomé su cara en mis manos y lo besé. Sus brazos inmediatamente se fueron a mi alrededor, jalándome más cerca. Recorrí su cabello con mis dedos y él me besó con más fuerza.

-Oscar - Respiró contra mis labios. Sus manos se movieron hacia abajo por mi espalda y se detuvieron en el borde de mi camisa - ¿Puedo? - Le ayudé a quitar la maldita cosa y la arrojé fuera del camino. 


Me empujó de vuelta a la cama, trazando besos suaves a través de mi mandíbula hacia abajo, en mi cuello, mientras sus dedos acariciaban mis costados. Levanté mis caderas, para que él pudiera ayudarme a quitarme mis vaqueros. 


-Eres tan hermoso - Susurró, arrastrando su mano fuerte sobre mi pierna. Movió sus manos hacia la parte trasera de mi cuerpo para acariciar mi espalda 

-Lando - Lo aparto lentamente y lo tiro hacia un lado. 


Sus labios se encontraron nuevamente con los míos antes de moverse a mi clavícula y finalmente a mis pechos. Cuando sus labios se enrollaron en mi endurecido pezón, olvidé lo que demonios iba a decir hasta que moví mis manos a través de su todavía cubierta espalda. 


-Manda al diablo todas estas ropas.


Se apartó con una sonrisa. Seguía siendo un bastardo presumido. Se quitó su playera por encima de su cabeza y la dejó caer. No podía esperar para tener su pecho presionado contra el mío. Casi gemí por cómo se desabotonaba lentamente sus pantalones y los empujaba hacia el piso. Finalmente, me tocó de nuevo, besándome mientras presionaba mi arrebolado cuerpo contra el suyo. 


-Déjame hacerte el amor - Pidió.


No pude pensar en otra cosa que quisiera más. Enganchó sus dedos en el elástico de mi bóxer y empezó a quitarlo. Luego empezó a quitarse los suyos, pero lo detuve. Yo quería hacer eso. 

Puse mis ojos en su miembro erecto, y estaba bastante seguro de que gimoteé. No había tenido sexo en ocho años. No sabía cómo iba a hacer que ese monstruo entrara en mí, pero estaba más que dispuesto a dejarle intentarlo.

Se acomodó entre mis piernas y se posicionó en mi acalorada entrada. Sus dedos juguetearon un poco con esta para prepararla y en cuanto sintió que estaba listo me besó suavemente mientras entraba en mí. Me sentí estrecho a su alrededor. 


-Mierda - Exhale - Lando.


Cuando estuvo completamente dentro de mí, se mantuvo quieto.


-¿Estás bien? - Gimió. Podía decir que estaba luchando contra la urgencia de moverse hasta que supiera que no me dolía.

-Estoy perfecto - Contesté.


Se movió lentamente al principio, besándome de nuevo. Moví mis caderas para encontrarme con él en cada estocada. Mi respiración se espesó mientras él empezaba a aumentar el ritmo. Llevé mi pierna hacia arriba y la enganché en su cadera. 


-Oscar - Dijo con un gemido.


Me perdí a mí mismo mientras él empujaba dentro de mí una y otra vez. Recuerdo haber gritado su nombre antes de que mi cuerpo se tensara a su alrededor, con mi liberación disparando la suya. Colapsó encima de mí, y yo recibí su peso. Nos tumbamos, jadeando en silencio, hasta que él rodó hacia mi lado y me jaló hacia su pecho. 


-¿Qué diablos es un momento "ajá"? Y ¿Cuán pronto puedes volver a tener otro?

-Hasta después de almorzar. Estoy hambriento - No había podido comer nada en todo el día. Era divertido cómo había olvidado eso hace un momento. Cuando me levanté de la cama, gimoteé - Hijo de perra - No se me ocurrió que iba a estar un poquito adolorido tras retomar este tipo de actividad luego de ocho años.

-¿Problemas? - Sonrió Lando.

-Zorro - Murmuré.


Se puso su bóxer y me ayudó a ponerme su camisa antes de jalarme a un beso.

Ordenamos comida china y cominos en la sala, en el sofá. No había incomodidad después del sexo. Trató de robar algo de mi comida, como siempre, así que me vi obligado a picarlo con mi pequeño tenedor de plástico. Apestaba cuando usaba palillos chinos.


-Oscar - Dijo, provocando que lo viera a los ojos - Solo quería que supieras que nunca me había sentido antes de esta manera.


Sabía exactamente a qué se refería. El sexo era algo que había experimentado. Esto de hacer el amor era algo nuevo. Involucraba emociones de las cuales no sabía que era capaz. Supongo que era momento de sacar a mi yo inocente de donde estuviera oculto.


-Yo tampoco - Admití.


No sabía qué nos iba a deparar en el futuro, pero estaba segura de una cosa. Si terminábamos casados, este hombre jamás iba a dormir en el sofá.

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