Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIX

Lando

Logan le estuvo echando el mal de ojo a Oscar por el resto de la tarde. Obviamente, su odio hacia los ratones iba más al extremo de lo que me había imaginado. Oscar todavía no me había delatado como su cómplice, pero me tenía aguantando la respiración. De cualquier forma, cuidaría mis espaldas.

Después de que todos se fueron, Oscar quería tener algunas cosas hechas en su casa antes de venir. Max y Luisinha quisieron quedarse con él, así que me imaginé que estaría solo por un rato. No me esperaba que Arthur quisiera venir conmigo. Por supuesto, Oscar dijo que estaba bien, y definitivamente no me importaba, así que los dos nos dirigimos a mi casa.


-Tu papá me dijo que ustedes platicaron hace un rato... acerca de tu padre biológico - Desee que Oscar me hubiera dicho de lo que hablaron hace rato. Esto me ponía nervioso. Arthur arrugó su nariz.

-Él no es mi papá. Él no me quiso - Su voz era triste, pero se encogió de hombros como si no fuese la gran cosa. Aparqué el coche a un lado inmediatamente.

-Hey - Dije suavemente, atrayendo su mirada hacia mí - Él no te conoció. Si lo hubiera hecho, no habría manera de que él hubiera podido apartarse. A mi entender y parecer, él se lo pierde y yo me lo gano.

-¿Tú quieres ser mi papá? - Preguntó, como si no pudiera creérselo.

-Si puedo hablar con tu papá sobre ello - Contesté - ¿Eso está bien para ti? - Sus ojos se iluminaron.

-¡Sí! - Entonces empezó a divagar emocionadísimo - ¿Podemos ir a pescar? Papá intentó llevarme, pero él atrapó una anguila y brincó fuera del bote. Pa dijo que asustó a todos los peces. Fue divertido - Solté una risita.

-Estaré feliz de llevarte a pescar, pero por ahora lo mejor será que lleguemos a casa antes de que tu papá esté ahí. Pensará que te secuestré.

-¿Puedo conducir? - Preguntó.

-Pregúntame de nuevo cuando puedas alcanzar los pedales - Me comprometí. Arthur sonrió.

-Tenía que preguntar. Papá hubiera dicho que no.


Si era lo suficientemente afortunado para ser su padre, sabía que me iba a mantener con pies de plomo. El chico era demasiado listo para su propio bien, pero no lo habría querido de otra forma.

Llegamos antes que Oscar, así que Arthur tuvo la idea de que deberíamos hornear algo para cuando ellos llegaran. Afortunadamente, tenía una de esas mezclas de galletas de chocolate listas para hornear en la nevera. El producto final nos hizo parecer como chefs gourmet. Mientras Oscar no encontrara el papel de envoltura, no notaría la diferencia.


-Cariño, estamos en casa - Canturreó Maximilian mientras caminaban dentro de la casa. Oscar estaba sosteniendo a Luisinha, quien inhaló profundamente.

-Huelo galletas - Sonreí y besé a mis dos bebés.

-Arthur y yo hemos estado esclavizándonos en la cocina toda la noche para hacerles estas a ustedes, chicos.

-¿En serio? - Dijo Oscar - Yo uso las que son listas para hornear - Bueno, mierda. Suspiré.

-Nosotros también - Sonrió.

-¿Así que esclavizándose? ¿Qué? ¿No pudieron abrir el empaque?

-Yo hice esa parte - Dijo Arthur orgullosamente.


Nos sentamos alrededor de la mesa, comiendo galletas y bebiendo leche. Los chicos nos estuvieron contando todo sobre su estadía con Checo y Max. Éramos una maldita familia adorable. Eventualmente, enviamos a los chicos a lavarse y a la cama. Arrojé a Oscar sobre mi hombro, al estilo de hombre de las cavernas, y me dirigí a mi cuarto. Él, por supuesto, se quejó todo el camino.


-Si no estuviera asustado de que me dejaras caer, te mordería el trasero - Lo arrojé sobre mi cama.

-No me habría importado de todas formas - Trepé hasta quedar sobre él.


Escuchar la lluvia golpear la ventana, normalmente me haría dormir más fácilmente, pero teniendo a Oscar tumbado junto a mí, debió cancelar el efecto. No podía parar de tocarlo. Tenía que convencerlo de que durmiera con mi camisa otra vez. Ver mi nombre en su espalda me hacía cosas extrañas.


-Norris, te amo, pero ¿Por qué diablos me estás manoseando? - Preguntó, girándose.

-Lo siento - Dije sin realmente sentirlo, apartando su cabello de la cara - Pensé que estabas dormido.

-Lo estaba - Sonrió - Pero me imaginé que, si ibas a tener suerte, quería estar despierto para ello - Me incliné hacia abajo y lo callé de la mejor manera que sabía.


Hubo un ligero golpe en la puerta, que causó que nos separáramos. Oscar se sentó mientras yo iba a quitar el seguro a la puerta, agradeciendo a Dios de que mi chico insistiera en cambiar las sábanas antes de que nos fuéramos a dormir. Encontré a tres pequeñines en el pasillo. Arthur me vio, disculpándose.


-Luisinha estaba asustada por la tormenta - Max asintió lo mejor que pudo. Luisa estaba a punto de caer dormida en su espalda. Había estado tan envuelto en Oscar que ni siquiera me di cuenta de la tormenta que caía afuera. Habría esperado esto de cualquier forma. Maximilian y Luisinha solo venían a mi cuarto en la noche cuando había una fea tormenta.

-Supongo que podemos dejarlos estar aquí ya que Luisa está asustada - Me moví a un lado para dejarles pasar. Tomé a Luisinha de Max, para que pudiera moverse más fácil. Los chicos se metieron de cada lado de Oscar. Él enrolló sus brazos a su alrededor 

-No puedo creerles a ustedes dos, despertando a la pobre Luisinha - Dijo en broma. Arthur frunció el ceño.

-¿Cómo supiste?

-Soy su papá - Sonrió, besándolos en la parte de arriba de la cabeza - Ustedes no deberían estar avergonzados por tener un poco de miedo. Todos le tienen miedo a algo. Miren a Lando, él le tiene miedo a Pa - Juguetonamente, le puse una mala cara, y tumbé a Luisinha a un lado de Arthur antes de acostarme junto a él.

-No le tengo miedo a él. Le tengo miedo a su arma. Los chicos soltaron risitas y Luisa se dio la vuelta, arrojando su pequeño brazo sobre mí. Oscar sonrió.

-De acuerdo, ustedes dos, a dormir. Espero que ninguno de los dos tire patadas - Cuando estuvieron completamente arropados y dormidos, miró por encima hacia mí y sonrió - Supongo que encontramos otro beneficio de tener una cama grande.

-Te prometo que no lo hacen así de seguido - No quería que él se preocupara por tener niños en la cama con nosotros cada noche, asumiendo que pudiera tenerlo a él en mi cama cada noche.

-No me importa que ocurra de vez en cuando. En poco tiempo, pensarán que son demasiado mayores para esto, y probablemente nos lo perderemos - Dijo, pasando ligeramente sus dedos a través del cabello de los chicos. Me incliné para darle un beso de buenas noches.

-Ve a dormir, trasero lindo - Susurré.

-Buenas noches, Zorro - Me contestó.


A la mañana siguiente, levanté a todos. Era obvio que solo Maximilian y yo éramos personas madrugadoras. Luisinha encajaba bien con los Piastri... Webber. Primero, íbamos a dejar a Max y a Arthur a la escuela, y después dejaríamos a Luisa en el preescolar. Ninguno de ellos se veía dispuesto a hacerlo. Ayudé a los chicos a escoger sus ropas, mientras Oscar se hacía cargo de Luisinha.


-Tienen que comportarse - Les dijo Oscar - Si no lo hacen, me harán quedar mal.

-Sé que los chicos serán buenos - Dije confidencialmente - Ninguno quiere ser enviado a la oficina del Director Sainz - Charles amaba a morir a los niños, pero él sabía cómo mantenerlos bajo control. Me imaginaba que tenía un montón de experiencia por todos sus años junto a Carlos.


Arthur estaba un poquito nervioso, ya que era su primer día en una escuela nueva. Me arrodillé delante de él afuera del lugar, mientras Oscar llenaba su papelería.


-Un montón de tus compañeros de equipo van a esta escuela, y tienes a Maximilian para mostrarte cómo funciona todo. Estoy seguro de que serás uno de los chicos más geniales en la escuela dentro de poco tiempo.

-Gracias, Lando - Contestó.

-¿Listo para entrar? - Preguntó Oscar, regresando - Conocí a tu profesor, el señor Zhou. Es muy amable - Él asintió.

-Puedes darme un beso de despedida, si quieres - El niño le hizo el día. Oscar se agachó y besó su mejilla.

-Te amo. Ten un buen día - Se giró hacia Max e hizo lo mismo - También te amo. Los veré esta tarde.


Nuestra siguiente parada era el preescolar de Luisinha. Ella se sostuvo de nuestras manos mientras caminábamos al interior. No quería dejarnos al principio, pero luego su profesora, la Señorita María, la convenció de que iban a divertirse juntas. Estaba un poquito indecisa al principio, pero una vez que María le habló sobre galletas para la hora de la merienda, estuvo vendida.


-Tienes todo el día para ti solo - Dije mientras manejaba con Oscar de vuelta a casa - ¿Crees que serás capaz de manejarlo?

-Eso creo. Iré a mi casa a trabajar en mi novela. Mantén un ojo en Logan por mí, de todas formas. Si deja la oficina, llámame - Era precavido, y no podía culparlo. Su hermano estaba dos cabezas más loco que él. Cualquier cosa podía pasar.


Lo besé bien y con fuerza antes de dejarle para ir a trabajar. Desde que admitimos cómo nos sentíamos el uno por el otro, lo único que cambió había sido la parte física de nuestra relación. Él seguía siendo sarcástica y con pocas emociones en su rostro. Yo seguía siendo un zorro. Si funcionaba para nosotros, ¿Para qué cambiarlo?

Logan estaba sentado en su escritorio cuando entré.


-¡Buenos días, Jefe! - Sonrió - ¿Se divirtió durmiendo con mi hermano? - Dos podían jugar a este juego.

-¿Te divertiste durmiendo con Liam?

-Touché - Se veía aturdido e impresionado - ¿Cómo diablos supiste sobre eso? -Mierda.

-Suerte ¿Supongo? -Me miró de arriba a abajo. Traté de no lucir culpable - Debería irme a trabajar - De pronto, jadeó.

-¡Estabas ahí también! Es por eso que la puerta de mi armario estaba cerrada, ¿Verdad?

-Pon mis llamadas en espera - Le dije sobre mi hombro. No había manera en que me diera la vuelta. Había entrado en la lista negra de Logan.


Me encerré en mi oficina y me dispuse a trabajar. Ya que mis hermanos y yo éramos propietarios del lugar, no teníamos que hacer mucho por las construcciones actuales. Por supuesto, de vez en cuando lo hacíamos, ya que a todos nos gustaba construir cosas.

De vez en cuando echaba un vistazo para asegurarme de que Logan seguía ahí. Si se las arreglaba para escabullirse mientras yo estaba escondido en mi oficina, Oscar nunca me dejaría escuchar el final de eso. El hecho de que él me ponía las cosas difíciles era una de las cosas que amaba de su persona.

Mi teléfono sonó, trayéndome de regreso de mis pensamientos. Revisé quién estaba llamando y una sonrisa atravesó instantáneamente mi cara.


-Hola, trasero lindo.

-Hay alguien en mi casa.

-¿Qué? - Ya estaba fuera de mi silla y tomando mis llaves.

-No sé quién diablos es. No reconozco su voz, pero me conocen - Me apresuré a mi auto.

-Voy en camino. ¿En dónde estás ahora?

-Sentado en mi camioneta. Voy a huir si salen.


Oscar se quedó en el teléfono conmigo hasta que estuve ahí. Cuando aparqué detrás de su camioneta, corrí hacia él y lo puse en mis brazos.


-¿Estás seguro de que hay alguien?

-No tengo voces en mi cabeza, si es lo que estás preguntando - Contestó - Él dijo mi nombre, y entonces empezó a burlarse de mí. Es una jodida película de horror.


Lo primero que pensé fue que eran Joao y Margarida, pero teníamos órdenes de restricción contra ellos. No podía ser Robert, porque Mark lo corrió del área usando sus contactos. Yo no era el único al que le asustaba ser disparado. No estaba cien por ciento seguro de que Robert lo lograra sin ser disparado. No te metías con el niño favorito de un hombre, especialmente del jefe de policía, a menos que estés listo para las consecuencias.


-¿Qué quieres que haga? Debemos llamar a Liam - Oscar sacudió su cabeza.

-Creo que podemos arreglárnoslas. Solamente estoy histérico - Admitió - Cargo un bate de cricket en mi camioneta justo ahora. Puedo usarlo. ¿Tú traes algo? - Preguntó.

-Tengo un desmontador de llantas - Contesté, sacándolo de la camioneta - ¿Estás seguro de esto? ¿Qué pasa si él tiene una pistola o algo?

-Corres - Dijo Oscar - Pero creo que, si tuviera un arma, ya me habría atacado.


Ese pensamiento hizo que mi sangre se helara. Podría matar a cualquiera que hiriera a mi Oscar. Ahora tenía una recién descubierta necesidad de atrapar al intruso.


-Hagámoslo - Cuando abrí la puerta, lo escuché.

-Sal, Oscar, sal de donde sea que estés.

-Creo que está en mi habitación - Susurró.


Nos deslizamos por el pasillo. Me aseguré de que él permanecía detrás de mí pues el asqueroso seguía llamándolo. Cuando llegamos a su cuarto, abrí la puerta de una patada y retrocedí. Las burlas se detuvieron. Apreté mi agarre en el desmontador e hice mi camino con precaución con Oscar justo detrás de mí.


-¡Ataca!


Oscar jadeó por lo bajo y yo me empecé a balancear. Un maldito loro voló hacia abajo y se abalanzó sobre nosotros, yendo hacia el pasillo.


-¿Qué diablos? - Grité. Estaba atónito porque ese maldito pájaro me había sacado un susto de muerte. Oscar estaba en el piso, riéndose ahora.

-Lo siento. Hicimos todo esto de James Bond por un loro.

-¡Vamos! - Le dije - El bastardo sigue en la casa - Se puso de pie, tratando de recomponerse.

-Tienes razón. Necesitamos defender nuestros dominios - Asentí.

-Malditamente cierto.

-¡Oscar! ¡Oscar! Sal, sal de donde sea que estés - La maldita cosa se estaba burlando de nosotros. No iba a dejar que siguiera con esto.


Hicimos nuestro camino por la casa otra vez; solo que ahora, mantuvimos la mirada por encima de nosotros. Oscar intercambió nuestro bate y desmontador por fundas para almohadas. Yo quería matarlo. Él quería atraparlo. Supongo que estaba sobreactuando un poquito.


-¡Mira! - Me dijo Oscar.

-¡Ataca! - El maldito pájaro se lanzó hacia mí otra vez. Me arrojé hacia él con la funda para almohada, pero fallé, chocando con el sofá. Oscar trató de atraparlo, pero cayó sobre la mesita para café - ¡Oscar! - Esto continuó por varios minutos. No podíamos atrapar a la maldita cosa.

-¿Cómo llegó hasta aquí? - Pregunté.


La puerta se abrió y Mick entró. Silbó y sostuvo su brazo, cubierto por un guante. El loro voló por encima y aterrizó calmadamente sobre su brazo.


-Buen trabajo, Bobby - Le sonrió a Oscar - Eso es poco para una venganza - Entonces, hizo su versión de una risa malévola.

-¡Gorda! - Dijo Bobby.

-Tú, hijo de perra - Gruñó Oscar.

-Hora de irnos, Bobby - Mick se fue, llevándose a la diabólica ave con él. Oscar se arrastró hacia donde yo estaba tumbado en el piso.

-Esa fue una buena broma - Admitió.

-¿Cosas como esta te pasan a menudo? - Pregunté.

-Mantienen la vida interesante - Contestó - Lamento haberte sacado del trabajo por esto - Acomodé algo de su cabello detrás de su oreja.

-Nunca estoy demasiado ocupado para salvar a mi damisela en peligro - Él resopló.

-No pudiste arreglártelas con un maldito pájaro. Odiaría verte contra un dragón.

-Tampoco fuiste de mucha ayuda, aventándote a mesitas para café - Contesté.

-Soy la damisela, ¿Recuerdas? ¡No se supone que tenga que ayudar! - Sostuvo. Estábamos llenos de mierda. Se tumbó junto a mí - Tenemos que esperar un tiempo antes de tomar la revancha. Necesitamos darle una falsa sensación de seguridad.


Tenía el presentimiento de que estaríamos en sillas de ruedas y esta disputa seguiría en pie. Tomé su mano con la mía, entrelazando nuestros dedos mientras nos tumbamos en nuestras espaldas, mirando al techo.


-Así de insano y aterrador como estuvo, me divertí mucho.

-Oh, gracias Dios. Tenía por seguro de que ibas a dejarme después de esto - Dijo Oscar.

-De ninguna maldita manera - Contesté. ¿Estaba loco? - No iré ninguna parte - Gemí y me senté - Excepto de vuelta al trabajo. Logan sabe que estuvimos en su armario, así que ahora los dos tenemos que cuidarnos las espaldas.

-Eso es bueno. Que te jueguen una broma es más divertido cuando tienes un compañero - Sonrió. Me puse de pie y lo ayudé a incorporarse en sus pies.

-Te amo, trasero lindo - Seguía frunciendo el ceño por ese apodo.

-También te amo, zorro.


Después de trabajar, me detuve en el hospital para una rápida visita con Checo. Él me recibió en su oficina.


-¿Qué puedo hacer por ti, hijo?

-Quiero casarme con Oscar - Solté.

-Sabía que eras un chico listo - Contestó.

-¿No crees que es demasiado pronto para que se lo pregunte? No quiero echar a perder esto - Había mucho de por medio. No solo era entre él y yo. Si lo perdía, perdería a Arthur, y Max junto a Luisa iban a perder a su otro papá. Checo se recargó hacia delante, poniendo sus brazos en su escritorio.

-Hijo, el tiempo no importa. Es diferente para todas las parejas. Si amas a Oscar, y quieres pasar tu vida con ella, entonces ¿Por qué esperar?

-Es solo que estoy nervioso - Admití - Quiero hacer las cosas bien esta vez.

-Lo harás - Prometió.

-¿Por qué tienes tanta fe en mí? - Pregunté.

-Él significa mucho para ti - Contestó - Ellos significan mucho para ti. No tengo duda en que harás todo lo que puedas para hacerlos felices, y sé que él haría lo mismo por ti. Lo he visto, son como tu papá y yo.


Asentí. Por supuesto que lo sabía, pero que mi padre me lo confirmara me hizo sentir mucha más seguridad. Sabía qué era lo que tenía que hacer, y no buscaba ir por ello.

Iba tener que visitar a Mark.

---------------------------

Actualización final 2/6

¡Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro