Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Viajando

Lentamente abrí los ojos.

– ¡Lorena!

– ¡Dios santo! ¡Apaga las luces! –. Me tapé los ojos; no contaba con que gritar me causaría un horrible dolor en la cabeza. Cuando apagó las luces de la habitación se subió a la cama sentándose a mi lado.

– ¿Cómo estás?

– Con un jodido dolor de cabeza... –intenté incorporarme pero el lugar empezó a darme vueltas.

– Lo siento, cariño... Perdí el control... No sé que me pasó yo sólo...

No estaba dispuesta a escuchar sus excusas de mierda, estaba furiosa con él. Me puse de pie muy mareada y caminé hasta el baño, si alguien me hubiese visto pensaría que estaba borracha por la forma en que movía mis pies en zigzag.

Me sostuve del lavamanos para no caer, sentía que la cabeza me iba a explotar. Levanté lentamente la vista hacia el espejo.

Me quedé horrorizada. Tenía un pequeño moretón al lado del ojo; eso era lo de menos, mi ojo... todo lo que debería ser blanco estaba completamente rojo, como si tuviera alguna clase de infección grave. Me asusté de que eso pudiera pasar después de un golpe como el que me acababa de dar... ¿Me acababa de golpear? ¿Hacía cuánto me había golpeado? Salí del baño y me voltee a ver las pequeñas ventanas que quedaban casi tocando el techo de la habitación. Había luz, ya era de día, hacía horas que me había golpeado, ¿y si se me había infectado el ojo en esas horas?

– Tranquila –dijo como si me hubiera leído la mente–, yo... Nunca te había golpeado el ojo y tampoco tan fuerte... Es normal que tu ojo se vea rojo, ya se quitará... –se acercó a mí estirando un brazo.

– No me toques. –me alejé de él hasta chocar contra la puerta del baño.

– Cariño... Ya estamos en nuestro destino... Debemos irnos...

Miré mi ropa para excusarme de que tenía que cambiarme, pero no era necesario. Tenía un vestido suelto sin mangas color verde claro. Tragué saliva.

– ¿A dónde vamos?

– Necesito que me prometas que no intentaras pedirle ayuda a cada persona con la que te cruces –asentí lentamente–. Promételo.

– Lo prometo...

Estiró su mano de nuevo hacia él; lo ignoré y caminé hacia la mesita de noche que estaba a un lado de la cama. Agarré el libro, con delicadeza, y el reproductor de música.

No me insistió para que tomara su mano, al menos no hasta que estuvimos abajo del yate. ¡Dios! ¡Se sentía tan bien volver a tocar tierra firme! Incluso me mareé un poco al hacerlo, supongo que mi cuerpo empezó a acostumbrarse al movimiento del mar.

Puso su mano en mi espalda baja empujándome ligeramente para que empezara a caminar. Christian llevaba dos grandes maletas, una con ruedas y otra cargaba sobre su hombro. Un hombre estaba recargado en una camioneta negra, en cuanto nos vio caminó hacia nosotros. Debía tener unos 45 años, era más o menos de la misma altura que yo, regordete y de piel morena.

– Aquí está su auto señor. –el hombre le extendió unas llaves a Christian, sabía que era mexicano, siempre es muy fácil identificar cuando un mexicano habla inglés. Noté que se me quedó mirando, específicamente, mi ojo rojo.

Estiré mi mano hacia el moreno para que la tomara, como si me estuviera presentando– Por favor ayúdeme... –sabía que era estúpido, pero tenía que intentarlo.

Sin decir nada desplazó sus ojos hasta Christian.

– Kiara –giré mi cabeza hacia Chris–, este hombre trabaja para mí, no te va a ayudar...

Bajé la vista. Caminamos hasta la camioneta. Me abrió la puerta del acompañante. Cuando estuve dentro me abroché el cinturón de seguridad.

– ¿Cómo puedo confiar en ti, amor? –. Se acomodó para mirarme.

Giré mi cabeza hacia la ventana, no soportaba verlo, en cambio observé como el hombre moreno se subía feliz al yate en el que antes habíamos estado Christian y yo. Suspiré y recargué mi cabeza en el vidrio.

Christian puso un disco y arrancó el auto.

Ya me enteré –empezó la letra de la canción que, para mi sorpresa, estaba en español– que hay alguien nuevo acariciando tu piel, algún idiota al que quieres convencer que tú y yo somos pasado.
Ya me enteré que soy el malo y todo el mundo te cree, que estás mejor desde que ya no me ves, más feliz con otro a lado...

Voltee a ver a Christian extrañada.

– ¿Qué? Me dijiste que te gustaba Reik así que quise escucharlos... –sonreí ligeramente, era un detalle que no pensé que haría–. ¿Y cómo va el libro de Harry Potter?

– Bien... Aunque ya lo haya leído... Aún me duelen las muertes de todos los personajes que amaba...

– ¿Qué? –me interrumpió– ¿Quién es personajes amabas?

– A ningunos...

– Me gustaría que me contaras, amor.

– No... No estoy de humor... Tal vez luego...

Asintió. El resto del camino fuimos en silencio, escuchando el disco completo de Reik.

Llegamos al aeropuerto después de más o menos una hora de camino.

Christian llamó por teléfono. – Sí, ya estoy en el aeropuerto, si no te llamo en media hora matas a Jake –se me congeló la sangre en cuando dijo eso–. Lorena –giré mi cabeza temblando ligeramente–. Si intentas algo en el aeropuerto Jake muere, ¿entiendes? –. Asentí lo más rápido que pude. Tomé el libro de Harry Potter entre mis manos para disimular el temblor que tenían.

Salimos de la camioneta y entramos, pero no era un típico aeropuerto, éste era muy pequeño y casi no había personas, mas que los trabajadores.

– Señor Miller –un hombre se acercó a nosotros tomando las maletas que traía Christian–. Su avión ya está listo.

– ¿Qué estamos esperando entonces? –. Preguntó con alegría.

Cruzamos una puerta. Sólo había un avión y una pista... Un avión privado.

Me empujó por la espalda baja para que caminara.

– Espero que disfrute este largo viaje señor Miller y... Señorita... –el hombre me miró esperando que le dijera mi nombre.

– Señora Miller. –dijo Christian apretando mi cintura, con un brazo, contra la suya.

– Oh, lo siento, no lo sabía... –se disculpó el hombre. Me sorprendía la forma en la que el hombre ignoraba totalmente el ojo rojo que yo tenía.

– No se preocupe –dije mientras nos deteníamos frente a la escalera–, usted puede llamarme...

– Sube. –me interrumpió Christian antes de que le dijera mi verdadero nombre.

Lo miré pero hice lo que me ordenó sin protestar.

Un hermoso cosquilleo recorrió todo mi cuerpo en cuanto vi el interior del avión.

– ¡Santo cielo! –. Salté sobre un largo sillón que estaba cerca de mí. Revolví mi cuerpo entre las almohadas. – ¡Me encanta!

Me miró sonriendo con ternura.

– Pónganse cómodos, el vuelo empezará en unos minutos. –nos avisó el hombre mientras ponía nuestras maletas a lado del sillón en el que yo estaba, detrás de él iba a otro señor, que supuse era el copiloto.

– Gracias Frank. –el hombre asintió con la cabeza y se metió en la cabina.

– ¿No vamos a tener a una aeromoza a nuestro servicio? –. Me senté en el sillón siguiéndolo con la mirada.

Se rió negando con la cabeza mientras se colocaba en otro sillón frente a una mesita.

– Sé que le dirías no sé qué de no sé cual... Así que es mejor que tú te sirvas tu propia comida...

– ¿Qué? –. Me reí porque no había entendido lo que acababa de decirme. Me puse de pie y caminé hasta sentarme en el otro sillón que estaba frente a él, del lado contrario de la mesita.

– Ambos sabemos que si hubiera una aeromoza le dirías que te ayudara, que no sé que, lo mismo que le dices a todos...

Me encogí de hombros.

– Supongo que tienes razón.

– Estamos a punto de despegar, por favor pónganse los cinturones, podrán quitárselos en cuanto les avise. –la voz del piloto se escuchó por todo el avión.

Christian metió las manos en el sillón y sacó el cinturón de seguridad, yo hice lo mismo. Después de un par de minutos la voz del piloto volvió a escucharse.

– Pueden quitarse el cinturón de seguridad, éste viaje durará aproximadamente 9 horas y 30 minutos, estaremos llegando a Francia a las 2:30 de la mañana, por la diferencia de horario, nos quedaremos ahí hasta las 10:00 Am, que es cuando el avión despegará de nuevo.

Francia... Vamos a ir a Francia... Y después a otro lugar, es un viaje a escala...

Giré mi cabeza hacia la ventanilla que tenía a un lado y sentí como mis ojos empezaron a humedecerse.

– ¿Qué pasa, cariño? –. Me preguntó Christian.

Negué con la cabeza restándole importancia. No me volvería a ver llorar. Jamás.

– Sólo... Estaba pensando en... Mamá... Jake... Este viaje...

– ¿No te gusta el avión? –. Se inclinó para tomar mi mano.

La quité al instante usando la excusa de querer quitarme el cinturón de seguridad. Caminé hasta un pequeño mini bar que estaba casi hasta el fondo.

– El avión...es... Ni siquiera sé a dónde iremos...después de Francia... Y... –tomé una botella de Tequila, moría por abrirla y darle un largo trago, pero recordé a la criatura que estaba creciendo en mi interior–. ¿Sabes? Nunca he viajado en un avión privado...

– ¿No? ¿Y con mi dinero? –. Negué con la cabeza.

– Jake y yo –se me hizo un nudo en la garganta– nunca fuimos fans de gastar en aviones privados, ni boletos de primera clase, no, preferíamos invertir ese dinero en viajar más, en los hoteles, esas cosas... –dejé la botella de Tequila en su lugar.

Intenté dejar de pensar en Jake, o en mi madre, o mi padre, intenté dejar de pensar en todo.

Me recosté en un sillón declinable. Suspiré cerrando los ojos.

Bueno, ¿qué puedes hacer en un avión por las siguientes 10 horas?

***

Las estrellas lucían hermosas desde el cielo, pero mis ojos no soportaban estar abiertos ni un segundo más.

– Vamos, cariño. –Christian me cargó con cuidado y me colocó en una cómoda cama.

¿Había una cama aquí? Nueve horas paseando por todo el avión y no me di cuenta de que hay una cama...

Intenté abrir los ojos pero ya no podía. Me dejé caer en un sueño profundo.

***

Me tallé los ojos. Christian llevaba varios minutos llamándome para que despertara. Me puse de pie sin abrir los ojos. Chris me tomó por la cintura para ayudarme a caminar. Me obligué a abrir los ojos cuando me avisó que habíamos llegado a las escaleras. Durante el viaje en carro volví a dormirme.

– Cariño, necesito que despiertes, van a pensar mal si llego a un hotel con una hermosa chica inconsciente... –me sacó del auto. Sonreí sin abrir los ojos. Justo lo que la gente creería es lo que en verdad pasaba, no sería una chica drogada, pero si violada.

– Bonjour, comment je peux aider? –. Saludó un hombre. Christian me soltó. Puse los brazos sobre el recibidor para no caerme.

– Bonjour, soy Thomas Miller, tengo una reservación.

– Oh, oui, necesito su identificación señor Miller.

Si, claro.

Mi cabeza estaba enterrada entre mis brazos, sólo podía escucharlos hablar sobre la reservación.

– ¿Está bien la señorita? –. Preguntó el recepcionista después de unos minutos.

– Sí –respondió Christian–, pero demasiado cansada por el viaje.

– Lo entiendo, ahora mismo le doy la llave de su habitación

– Merci.

Disfruten su estancia.

Mi cabeza estuvo recargada en el hombro de Christian durante todo el recorrido desde la recepción hasta nuestra habitación (no sabía cuantos pisos más) arriba, y claro, a él no le molestó eso en absoluto.

Lo primero que hice fue tirarme sobre la cama. Sentí como Chris me quitaba los zapatos y el suéter que traía, me colocó debajo de la sábanas y me dejó dormir tranquila.

Estaba con un hombre en la cama, era pelirrojo, tenía barba y el cabello muy corto, sabía que en la vida real no lo conocía que todo era un sueño, pero me sentía increíblemente cómoda acostada a su lado. Le daba un beso en los labios antes de levantarme de la cama. Era rico, muy rico, probablemente millonario.
Estaba lista para ir a una fiesta, tenía un largo vestido gris. El hombre (antes de entrar al lugar) me decía que no iba a dejarlo. Yo le respondía riéndome "No pienso dejarte, te amo" y eso era verdad, pero él no me creía, pensaba que lo abandonaría en cuanto pudiera. Me tomó del brazo y me dijo que no intentara nada, que unos hombres me iban a estar siguiendo, que trabajaban para él, que no hablara con nadie en la fiesta, y que él no podría quedarse conmigo. "¿Qué?" Le preguntaba confusa. Estaba inseguro de mí, pero no pensaba abandonarlo, yo lo amaba. Cuando entré a la fiesta vi a muchos hombres vestidos de traje, pegados a la pared, viéndome, sabía que eran los trabajadores de mi novio. Me sentaba sola en una mesa, sabía que era mejor obedecer lo que me había dicho. Una chica se sentaba frente a mí.
"¿Lorena?"
Volteaba a verla, sonreía.
"¿Sofía? ¿Cómo estás?"
"Bien, hace años no nos vemos"
Estaba a punto de responderle cuando vi que uno de los hombres de traje se acercaba a mí.
"No debes hablarle a nadie" me decía.
"Estaba dispuesta a cumplirlo, pero no es mi maldita culpa si una amiga se sienta en la misma mesa que yo" respondía molesta.
Cuando veía que los hombres de traje estaban distraídos lograba escabullirme de la fiesta y salir corriendo. Cuando volteaba hacia atrás los veía siguiéndome. Me quitaba los tacones para correr descalza. Cuando creía que estaba a salvo dos hombres me tomaban de los brazos y me arrastraban hasta situarme frente a mi novio.
"Así que querías escapar" me miraba, yo estaba arrodillada así que tenía que levantar la cabeza para verlo.
"¿Por qué me haces esto? No pienso dejarte, te amo."
"¿Entonces por qué intentaste escapar?"
Lo amaba, pero cuando me puso a esos sujetos a seguirme supe que me estaba acorralando, no podía quedarme con él, tenía que huir.

Cuando desperté lo primero que escuché fue el ruido de la regadera. Me senté; me di cuenta de que estaba completamente desnuda, a excepción de las bragas, que aún las traía. Giré mi vista hacia la puerta de la habitación. Podía salir y pedir ayuda, no, no podía aparecer desnuda en medio de un hotel de lujo en Francia. Escuché que la llave del grifo de cerró. No tendría tiempo de cambiarme. Busqué mi ropa o algo; estaba hasta la otra esquina de la habitación. Suspiré. La puerta del baño empezó a abrirse. Me acomodé rápidamente en la cama y prendí la televisión. Si él veía que ya me había despertado y no había intentado huir me tendría confianza, otra vez.

– Buenos días, mi vida. –Christian tenía una toalla blanca envuelta en la cintura mientras que con otra se secaba el cabello mojado.

En vez de contestarle di un gran y ruidoso bostezo que le causó una carcajada al pelinegro.

– Ya vístete, amor –dijo–, ya tenemos que ir al avión de nuevo.

– ¿No vamos a ver Francia? –negó con la cabeza– ¿Tampoco vamos a desayunar?

– Sí, desayunamos y nos vamos al avión, ¿qué quieres pedir?

– ¿No vamos a bajar al restaurante? –negó de nuevo con la cabeza. Suspiré cruzándome de brazos–. Pásame el menú... A ver... Am... Quiero...un omelette de huevo con jamón y queso...

Christia tomó el teléfono que estaba a lado de la cama para ordenar a la habitación. Cerré los ojos lentamente sintiéndome estúpida, ¿por qué no había llamado a emergencias desde el teléfono, o si quiera a recepción para que llamaran a la policía?.

Me vestí con el mismo vestido que llevaba el día anterior en lo que el desayuno llegaba. A continuación sucedió algo muy raro... Me senté en la cama cruzada de piernas. El hombre que traía el omelette colocó el plato frente a mí, y el otro, con el desayuno de Christian, justo a lado.

Merci. –le sonreí al señor. Éste asintió y salió de la habitación. Christian se sentó frente a mí, también cruzado de piernas, y me sonrió. Desayunamos frente a frente, sin decir nada, sólo mirándonos.

Me peiné, el ojo que antes estaba rojo se veía un poco mejor. Salimos del hotel.

***

–Buenos días. –nos saludó el mismo piloto del avión privado– ¿Listos para volar?

Ninguno de los dos contestamos, sólo subimos al avión.

– Buenos días, señor y señora Miller, éste viaje durará aproximadamente 7 horas con 36 minutos, espero que disfruten su viaje, despegaremos en 2 minutos. –avisó el piloto desde la cabina.

– ¿Cuál es nuestro destino exactamente? –. Le pregunté a Christian mientras me sentaba en el sillón frente a él.

Se encogió de hombros con media sonrisa en su rostro.

Cuando estuvimos en el aire fui al baño y decidí quitarme los vendajes que aun rodeaban mis muñecas. La marca era blanca, una línea rodeaba mis dos muñecas; mire mi tatuaje, no le había pasado nada. Recordé a Jake, y el tatuaje que él se había hecho en su muñeca izquierda sólo para que el mío y el suyo quedaran perfectos. Éramos como un fénix, resurgiríamos de las cenizas, como ya lo habíamos hecho una vez...

***

Cuando faltaba una media hora para llegar yo ya estaba desesperada, caminaba de un lado para el otro sin saber qué hacer.

– ¿Por qué no lees Harry Potter y las reliquias del poder o como se llame?

– No recuerdo dónde lo dejé... –giré mi cabeza hacia todos lados para buscarlo. Estaba sobre un pequeño sillón, justo a la entrada del avión, probablemente ahí lo había dejado por la sorpresa de ver tan lujoso lugar.

Me senté sobre un sillón y lo leí hasta que la voz del piloto se escuchó por todo el avión.

– Estamos por aterrizar, por favor, pónganse el cinturón. Son las 8:40 de la noche, Omsk está a una temperatura de -10 grados centígrados...

Dejé de prestarle atención al piloto para voltear a ver a Christian.

– ¿En dónde queda Omsk?

– Rusia. – respondió sin más.

¿Rusia? Me había traído a vivir a Rusia...

__________________________________

Iba a subir capítulo hasta la siguiente semana, pero resulta que me voy de viaje, entonces preferí subirla antes :3

Gracias a todas las lindas personitas que votan y comentan en cada capítulo ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro