"¡Te amo!"
Después de tanto viajar Jake y yo decidimos construir una casa en una playa privada. Había casas a nuestro al rededor, pero un poco alejadas de la nuestra por el terreno que habíamos comprado.
Nuestra casa era completamente blanca, las paredes, el techo, y el piso, tanto interna como externamente. Los únicos colores eran los que aportaban los muebles y el gran librero que teníamos. Nuestra habitación se encontraba en el segundo piso, y era lo único que había en ese piso. Abajo (justo frente las escaleras) estaba la sala. A un lado la cocina, era lo suficientemente grande para que entrara la barra justo en el centro, aun dejando espacio para poder moverte sin problema. Otra barra separaba la cocina del comedor (que se encontraba atrás del sillón). La televisión le daba la espalda al gran librero que teníamos (éste ocupaba dos paredes completas), enfrente del librero había otro par de sillones donde te podías poner a leer. A la derecha quedaba el sótano, odiaba meterme en él porque me recordaba al sótano en donde estuve secuestrada. Había un solo baño y estaba en nuestra habitación, no veíamos el porqué tener dos si solo vivíamos nosotros ahí.
En nuestra habitación había un balcón, con una hermosa vista, directa a la playa. Si, vivíamos justo enfrente de una playa privada. Las casas de los vecinos solían llamarse "casa de verano" por eso mismo, solo iban en verano y se quedaban por un par de semanas, después se iban. Era 11 de octubre, habían pasado casi 5 meses desde que Jake me había pedido matrimonio.
Jake y yo adorábamos pasar tiempo en la playa. Mi cabello había crecido tanto que ahora me llegaba a la cintura, hacía tiempo me había pintado unos mechones azules en éste. Como vivíamos solos y nadie podía pasar a aquella playa los dos nos metíamos sin ropa. Era divertido y tranquilizador estar así con él. No me juzgaba y sobretodo no me miraba con morbo cada que veía mis pechos. Incluso (aunque sabía que se esforzaba) estando desnuda frente a él lo único que veía era mi cara. Eso me reconfortaba mucho, lo ultimo que quería era acordarme del como me miraba Thomas, y Jake me ayudaba mucho en eso. Pasábamos mucho tiempo en el mar, jugando, nadando, besándonos. Habíamos intentando muchas veces tener sexo, pero cada que estábamos en la cama completamente desnudos por una u otra razón me acordaba de los malditos hermanos que me secuestraron, a veces incluso me ponía a llorar. Jake lo único que podía hacer era abrazarme y pedirme perdón; no sé porqué lo hacia, él no tenía la culpa de lo que me había pasado. No, estaba muy agradecida porque me había ayudado a escapar.
A veces yo me despertaba gritando y llorando, recordando por lo que había pasado, mi prometido solo me abrazaba hasta que podía volver a dormirme. Él también se despertaba haciendo lo mismo, pero era por aquello que le había tenido que hacer a Thomas. Aunque aquel imbécil se lo mereciera Jake no podía superarlo, yo había estado inconsciente cuando sucedió pero sabía que matar a alguien (por más que lo mereciera) quedaba en tu conciencia.
A veces, cuando nos acordábamos y no podíamos dormir (aunque fuera a media noche) íbamos a la playa.
Los vecinos acababan de irse, recuerdo que un día Jake y yo estábamos desnudos en la playa nadando , mi cabello tapaba mi pecho.
– ¡Adiós! –. Había gritado el vecino despidiéndose.
En cuanto lo escuchamos me puse atrás de Jake tapando mi desnudez y lo despedimos con la mano. Cuando se fue los dos empezamos a reírnos.
Volvimos a la casa y nos dimos un baño.
Casi nunca pasaba eso, siempre cuidabamos que los vecinos no estuvieran.
Lo que me encantaba de Jake era que sabía reconfortarme, me soportaba cada que recordaba a Thomas, o que me negaba a hacer el amor con él porque me acordaba de Christian, aunque él sabía que aquello no tenía similitud. Le había contado todo, los dos años que pasé secuestrada antes de conocerlo, antes de que mi vida mejorara, le conté que tenía que acostarme con los dos, le conté de la vez que una mujer murió al intentar ayudarme, también del suicidio de mi mejor amiga por culpa de aquellos malditos, sabía que Jake sufría al escuchar todo lo que me pasó, pero tenía que saberlo, yo lo amaba y estaba segura de que él también a mí, escuchar aquello no haría que dejara de amarme. Por suerte para mí él no me veía con lástima ni compasión, esas cosas eran lo que menos yo necesitaba, sólo quería tener a alguien con quien desahogarme sin que me juzgara. Esa persona era Jake, el amor de mi vida.
***
– Eres hermosa, ¿te lo he dicho? –. Jake y yo estábamos acostados sobre la arena, el sol se estaba ocultando.
– Creo que no. – fingí pensarlo, en realidad me lo había dicho más de 10 veces en la última media hora.
– Entonces dejame decirte que eres hermosa. – me dio un beso en los labios.
– Jake, gracias...
– ¿Por qué? –. Preguntó extrañado. – la belleza ya la tienes, no hice nada para que fueras más hermosa.
– No se que haría sin ti... Que hubiera hecho hace 6 años...
– Tú no tienes que agradecerme nada, haría lo que fuera por ti, sabes que te amo, ¿no?
– No me lo has dicho lo suficiente. – fingí ponerme triste.
– ¡Te amo! –. Gritó volteando hacia el cielo causandome una carcajada. – ¡Que los cuatro vientos se enteren de que amo a la mujer más hermosa del universo! –. Volteó a verme. – Que el mundo entero se entere de que te amo...
Lo besé. Él me besaba de una manera en la que ningún chico me había besado antes, él no me besaba con deseo o pasión, sólo quería tenerme cerca, sabía que yo no estaba preparada para nada más y él me apoyaba, jamás se mostraba molesto cuando me negaba a llegar más lejos de los besos. Lo amaba por eso.
***
Ya era de noche, nosotros seguíamos acostados sobre la arena.
– Amor – me dijo moviendome un poco. Mi cabeza estaba recargada en su pecho desnudo. Me estaba quedando dormida pero hice un ruido con la garganta para que supiera que aún estaba despierta –, ya deberiamos meternos a la casa... – hice otro ruido que sonó como un berrinche con flojera, que era justo lo que queria lograr. Rió. – ¿Apoco quieres que te cargue?
Asentí con la cabeza haciendo que volviera a reirse. Se movió lentamente para que yo me quitara de encima y pudiera incorporarse. Pasó una mano atrás de mi espalda y la otra detrás de mis rodillas. Yo rodeé su cuello con un brazo y recargué mi cabeza sobre su hombro cerrando los ojos.
Cuando llegamos a la habitación pegó sus labios a mi oreja. – Tienes que darte un baño.
– No quiero. – soné como una niña de 6 años.
– Pero vas a llenar la cama de arena...
– Te amo Jake. – pegué mi cara a su pecho.
– Yo también, pero eso no te librará de bañarte... – me quejé hasta que puse los pies en el suelo.
– Ya no te amo tanto... – fui al ropero mientras escuchaba su risa. Saqué la pijama y me metí al baño.
Cuando salí vi a Jake leyendo El Psicoanalista.
– ¡Al fin sales! –. Me dijo cerrando el libro y poniendolo sobre la mesita de noche –, pensé que te habias quedado dormida en la regadera...
– Pensé que te hebees quedede dermede en le regedere. – dije haciendo caras graciosas. Rió. Me encantaba escucharlo reír, y más si sabía que yo provocaba sus risas.
– Oye, deberías leer este libro. – me dijo mientras me acostaba en la cama a su lado.
– Quizás... Si no me haces spoiler... – le di la espalda y cerré los ojos.
– Todos mueren al final. – susurró en mi oido.
Me giré y le di un pequeño golpe en el hombro. – ¡Jake!
– ¡Sólo bromeaba! –. Dijo entre risas.
– Sele bremeebe. – volví a darle la espalda.
–Ya, sabes que te amo. – se pegó a mí y me abrazó por la cintura.
A los pocos minutos me quedé dormida.
– Jamás te librarás de mí. Jamás te libraras de nosotros. – Era su voz. Era Christian.
– No, déjame. – lloraba.
– ¿Qué pasa pequeña perra? –. Ahora era Thomas.
– Jodete. – no sabía de donde venian las voces así que giraba mi cabeza de un lado a otro tratando de encontrarlos.
– ¿Tu novio no me extraña? Parecía que disfrutaba estar conmigo. – se burlaba, ese maldito se burlaba.
– Regresaremos – decía esta vez Christian –, por ti, por los dos.
– Disfrutaré matar al rubio... – decía Thomas.
– ¡NO! –. Me senté de golpe en la cama. Mi cara estaba completamente mojada por el llanto.
– ¿Qué pasa? –. Tocó mi espalda. – Tranquila, ven, sólo fue una pesadilla.
Me acosté a su lado. Aún llorando.
– No quiero que vuelvan... – me pegué a su cuerpo.
– No volverán mi amor, jamás volverán...
Y entre sus brazos me quedé dormida de nuevo.
____________________________________________
Estoy tan emocionada porque cuando terminé la primera temporada no me imaginé que llegaría a hacer una segunda. Lo hice sólo por ustedes Lok@s ❤️❤️
Para las #TeamChris y #TeamThomas (si, las que no querían que Lore se quedara con Jake) quiero decirles que no dejen de leer esta historia, sólo lean el segundo capítulo y si después ya no quieren seguir leyendo entenderé ;)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro