"No voy a llorar."
Me tallé los ojos cuando me desperté. Estaba sola en la cama. Me senté y me vi la pijama, no pensaba cambiarme en todo el día. Bostecé y me levanté; bajé a la cocina en donde Christian estaba preparando el desayuno.
– Buenos días, cariño –me saludó con una sonrisa. Cuando me sirvió la comida la devoré sin mirarlo ni hablarle–. Amor... –moví la cabeza para que supiera que le estaba prestando atención–. Voy a salir un momento –voltee a verlo dejando de masticar al instante– para arreglar lo de la empresa acá, hubo algunos problemas, no tardaré mucho, tal vez regrese para la comida... –asentí llevando el plato al lavaplatos–. ¿Podrás esperarme sin intentar nada? –. Me encogí de hombros y caminé hasta la sala, prendí la televisión y me acosté en el sofá, dando a entender que eso es lo que haría en todo el día.
Después de unos 20 minutos Christian se paró frente a mí con una chamarra gigante puesta, levanté la vista hacia él.
– Ya me voy. –se agachó para besarme en la frente. Ignorándolo con una cara de aburrimiento cambié de canal. Era molesto porque apenas y podía entender lo que decían en ruso.
Cuando salió esperé otros 20 minutos para pararme del sofá y correr directo a la habitación. Abrí muchos cajones pero casi todos estaban vacíos, busqué la chamarra que Christian me había dado en el momento en el que bajamos del avión. La encontré en el baño en un cesto de ropa sucia, junto al pantalón en el que había visto que guardó el celular en el avión, pero el celular ya no estaba, seguramente se lo había llevado consigo. Me puse la chamarra lo más rápido posible y bajé a la planta baja corriendo hacia la puerta. Intenté abrirla pero me fue imposible, intenté abrir las ventanas con el mismo resultado. Suspiré de manera ruidosa y desesperada.
Subí corriendo e intenté escapar por alguna ventana de las dos habitaciones que estaban; no pude. Corrí al cuarto de lavado, pero no había ninguna ventana. Me recargué en la lavadora y dejé que mi espalda resbalara por ésta hasta que mi trasero tocó el piso. Me tapé los ojos.
No voy a llorar. No voy a llorar.
Levanté la vista frustrada y ahí fue cuando lo vi...
Una hermosa y perfecta puerta que llevaba al ático. Algo dentro de mí me decía que había una ventana arriba y que Christian no se había asegurado de bloquearla. Me puse de pie sin quitar la mirada del aro que estaba amarrado a una delgada cuerda que pendía desde la puerta.
Levanté los brazos intentando alcanzar el aro pero me di cuenta de que no alcanzaría. Busqué a mi alrededor algo en lo que pudiera subirme. Pegado a la pared había un mueble de madera con repisas que tenía papel higiénico, productos de limpieza, entre otras cosas. Calculé rápidamente. Probablemente sí podría abrir la puerta si me subía a ese mueble. Puse un pie sobre la primera repisa y las manos sobre una repisa más alta que yo. Empecé a escalar el mueble hasta la altura de la cuerda. Separé un brazo del estante para alcanzar el hilo, pero en menos de dos segundos me presioné con fuerza contra el mueble dejando de intentar alcanzarlo. Mi corazón latía con fuerza, había sentido que estaba a punto de caerme.
Tranquila Lorena, lo peor que puede pasar es un pequeño golpe, tú puedes, lo sé.
Me sorprendí al percatarme de que esa voz no era la de mi "conciencia" la que siempre escuchaba, era la voz de Jake. Sonreí. Voltee a ver de nuevo el aro.
Tú puedes, piensa en como lo alcanzarás.
Estirando la mano al parecer no podría. Si brincaba tal vez podría alcanzarlo y el peso de mi cuerpo seria más que suficiente para abrir la puerta. Respiré mientras me daba ánimos a mí misma. Me acomodé. Di un brinco; estuve una fracción de segundo en el aire, antes de que la puerta se abriera y me hiciera caer golpeándome el trasero y la espalda. Me quejé del dolor mientras me incorporaba y me sobaba. La escalera no había bajado por completo, pero si levantaba las manos sí lograba alcanzar el primer peldaño. Subí rápidamente. Me sorprendí al ver el ático, era mucho más pequeño y oscuro comparado a cualquier otra zona de la casa. El techo no era lo suficientemente alto, tenía que pegar mi cabeza a un hombro para poder caminar. Frente a mí había una pequeña ventana cubierta de nieve, cosa que impedía ver hacia afuera.
¡Sí!
La abrí con trabajo quitando la nieve. El frío me golpeó en la cara como una cachetada. Solté el aire solamente para darme cuenta de que humo blanco salía de mi boca. Pasé mi cabeza por la ventana, pero la gran chamarra que traía puesta evitaba que siguiera saliendo. Vi como un carro negro se acercaba a la casa y se estacionaba como si me estuviera viendo. Quería gritar por ayuda, pero mi mandíbula no dejaba de tiritar. El chofer del auto salió, se recargó sobre el objeto de metal cruzándose de brazos y mirando mi ridículo intento de huida.
– ¿Acaso se te cayó el arete por esa ventana, cariño? –. Preguntó con media sonrisa burlándose de mí. Volví a meterme en el ático mientras. Veía que él rodeaba la casa para entrar, me acomodé y saqué las piernas por la ventana, apenas llegaba a la cintura, de nuevo la chamarra me impedía salir. Escuché que la puerta principal se habría. Me metí una vez más en el ático.
Piensa, Lorena, piensa. Si te quitas la chamarra puedes sufrir hipotermia o algo por el estilo, pero, si no intentas nada...de cualquier forma Christian ya te vio intentando escapar, es lo único que puedes hacer.
Me estaba quitando la chamarra en cuanto vi la cabeza de Christian asomándose por la puerta de entrada al ático. Tiré la prenda al suelo y tan rápido como pude intenté meter mi cuerpo a la ventana. Apenas había logrado pasar hasta mi pecho cuando sentí que me jaló del tobillo. Como no pude meter las manos, mi barbilla chocó contra el marco de la ventana haciendo que me mordiera el labio con fuerza. Cuando me dejó en el piso me giré para voltear a verlo. Me tomó por el cabello y me arrastró hasta la puerta mientras yo gritaba que me soltara; me colocó a la orilla de la puerta y empezó a empujar mi cabeza como si quisiera que cayera de boca contra el piso, lo único que veía era la escalera para subir a donde estábamos, la lavadora y la secadora. Con mis manos intentaba incorporarme y al mismo tiempo sujetarme de algo para no caer de cabeza al piso de abajo. Una gran gota de sangre cayó desde mi labio hasta un peldaño de las escaleras. El suelo parecía estar dos veces más lejos de lo que en realidad estaba.
– ¿Vas a bajar por cuenta propia, o te bajo yo? –. Me gritó apretando su puño arrancándome varios cabellos.
– ¡Bajo yo! –. Respondí cerrando los ojos por el dolor. Me soltó con rudeza.
Me acomodé y lentamente bajé las escaleras. Corrí hacia las escaleras para bajar a la entrada principal pero Christian me alcanzó tomándome de nuevo por el cabello arrastrándome a nuestra habitación. Me aventó a la cama; decidí no moverme, no mirarlo, sabía que me golpearía o amarraría mi tobillo, o los dos.
Por 10 segundos no me tocó, así que decidí girarme para ver los que estaba haciendo, pero él ya estaba completamente desnudo.
– Al parecer los puños no te enseñan la lección, creo que lo único con lo que aprendes es...
– ¡No! –. Me incorporé de la cama alejándome de él.
– Vuelve a la cama, Lorena. –ordenó. Negué con la cabeza. Caminó lentamente hacia mí mientras yo retrocedía. Me detuve cuando choqué contra la pared.
– Christian no... –mi voz tembló, pero ambos sabíamos que no era en absoluto por el frío que aún sentía como consecuencia de sacar mi cabeza por la ventana.
– Me recuerdas a la adolescente de la que me enamoré. –susurró mientras presionaba su cuerpo contra el mío y rozaba sus labios en mi cuello. Giré mi cabeza hacia un lado con los ojos apretados. Sentí sus manos levantando ligeramente mi blusa hasta que quedó por encima de mi ombligo. Un escalofrío me recorrió toda la espalda. Con sus manos agarró mis pantalones y ropa interior de cada lado y empezó a bajarlos mientras me besaba el cuello. Cuando me bajó las prendas por completo se alejó un poco de mí para ver la zona que había dejado al descubierto. Me me puse de cuclillas para volver a ponerme la ropa.
– ¿En serio, Lorena? ¿Crees que es una buena idea ponerte de cuclillas, frente a mí, cuando estoy tan excitado? –levanté la vista hacia él sin entender a lo que se refería, entonces me di cuenta que mi rostro quedaba a la altura de su entrepierna. Me invadió una oleada de asco. Me puse de pie aun agarrando mis pantalones para levantarlos, cuando iban a la altura de mis muslos Christian dijo:– No te la vuelvas a poner. Suéltala.
En una fracción de segundo solté las prendas y le di un puñetazo en la barbilla. Con la misma velocidad él me sujetó por los hombros y me empujó con fuerza contra la pared haciendo que mi espalda chocara contra ésta. Todo el aire escapó de mis pulmones; empecé a toser. Christian volvió a pegarse a mí con el propósito de que sintiera su miembro pegado a mi entrepierna. Me quitó la blusa como si fuera un animal salvaje arrancándole la piel a su víctima. Puse mis manos en sus hombros y sus pechos intentando alejarlo de mí sin éxito.
– No, por favor... Chris... –supliqué como si eso pudiera evitar lo que pasaría a continuación. Me lamí el labio que aún sangraba, mi boca se llenó del líquido rojo que me forcé a tragar.
Me tomó por el cabello alejándonos de la pared. Como mis pantalones estaban a la altura de mis tobillos me impidieron caminar provocando que cayera al suelo. El dolor del impacto de mis rodillas contra el suelo no fue lo que me hizo gritar de dolor, fue la presión que hizo la mano de Christian sobre mi cabello para no soltarme.
– ¡Vaya que eres tonta! –. Exclamó arrastrándome, aún por el cabello, hacia la cama.
– ¡Basta, Christian! ¡Me lastimas!
Me aventó a la cama, pero sólo mi pecho y abdomen cayó sobre ésta. Puso sus manos en mi cintura preparado para penetrarme ahí mismo. Logré golpearlo en la rodilla sin mirarlo y me arrastré sobre la cama lejos de él. Me tomó por el tobillo, me giré hacia él y lo vi, en sus ojos, vi la misma locura que Thomas mostraba antes de abusar de mí.
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Ok... Oficialmente estoy de vacaciones ¡Siiii! :3 peeeeeero... Un familiar vino por lo de Navidad, entonces casi no podré escribir tanto como tenía planeado... Pero... Veremos como sale 😅❤️
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